Hace poco un licenciado amigo me preguntó, con otras palabras, para qué servía el miedo en la dictadura del general-presidente Obiang. No tenía preparadas las palabras, además de que rehuía personalizar la cuestión. Hoy los mismos amigos del general me han pedido que responda al licenciado y les hable del miedo que han instalado en las cabezas de todos los guineanos, hasta tal punto de que se les llama seres sin ánima y aplauden rabiosos, dando gracias a su excelencia.
El miedo sirve para sostener una mentira. Sí, si no fuera por el miedo, 14 personas de la familia cercana de Obiang no serían generales, porque se sabría que para llegar a general hay que pasar por una escuela y haber dirigido, además, y lamentablemente, una guerra. Con la mentira sostenida, el miedo hace cerrar todas las bocas, porque con otra verdad oficial, todo lo que ocurra al margen es mentira, es propaganda y difamación alevosa. Pero una de las utilidades aterradoras del miedo es no solamente sostener una mentira, sino alabar al que te está haciendo un daño profundo e irreversible, de modo que cuando te dé una bofetada en presencia de tus hijos y de las primas de tu mujer, te creas merecerlo porque creías que te merecías algo peor, que te amputen los dedos, por ejemplo, muy doloroso.
Licenciado amigo, está respondido: el miedo es vivir de espaldas a la razón, y si me crees listo, alejado de la memez mental de unos aprovechados, sobraba que indagaras sobre dónde adquirí la franqueza de decir las cosas por su nombre, y es que con el miedo, y sobre todo el impuesto por gentes que aborrecen el saber, 7+8= 19-Y, y por el capricho del mandamás, Y=14, y aplauden todos y creen que esto es gran ciencia. Además, que conste rápidamente, he hilado fino.
Con este miedo en el cuerpo, y también por otras cosas que han sido ya despejadas en la ecuación 7+8=19-Y, más de una decena de guineanos siguen en el extranjero esperando que el general consume la destrucción iniciada, y dicen que no vienen a exigir la legalidad por lo que decimos arriba, se sienten culpables y temen abrir la boca. Entonces le han dado la razón a Obiang, quien, por ahora, ha ganado con la imposición de la estulticia. Esta es una de las razones de la mentira. A estos les tenemos que recordar, pues ya lo dijimos, que una de las consecuencias del miedo es permitir que se dé la razón a quien no la tiene, y condenar al inocente. Que quien se escude en el miedo sepa, pues, que con su actitud está dando la razón a los malvados y negándola a los que la merecen.
El que quiera leer bien verá que en las ecuaciones hay signos matemáticos anunciadores de operaciones de agregación, los más, y dos signos que restan, o menoscaban, el poder del pueblo sufriente: resta y división. Bien, cuando se callan y reconocen la culpa por la cual no quieren dar la cara, y si es que no son unos aprovechados futuros, es porque han elegido claramente su destino. Por no ser capaces de decir la verdad donde hay que decirla, y aparte las consecuencias, han elegido directamente restar, porque 7+8=15, nada de otros rollos macabeos. La mención de los macabeos, conste, es con una intención, pues no fueron hermanos cualquiera.
Nos gustaría, una vez aclarado este hecho, dirigir una carta sucinta al general-presidente Obiang.
Obiang Nguema Mbasogo:
Mira, general: Que toda la región de Mongomo, Wele Nzas entero, y toda la Guinea Ecuatorial fuese un país subdesarrollado no es del todo culpa tuya. Los territorios que ahora llamamos Guinea Ecuatorial, y que gracias a vuestra ilimitada ambición no es república, sufrió la colonización, y esto significa que durante muchos años todo se hacía a la conveniencia de otros que no eran de esas tierras. Pasó lo que pasó y subió al poder un pariente tuyo, Masié, que era un miedoso, el que instituyó el miedo a decir la verdad. Por la cercanía familiar aprovechaste que era como lo digo y hoy sigues con la vergüenza en la cara porque los que te visitan no sabrían ver en ti la magnificencia de otros presidentes, y estás decidido a deslumbrarles, empezando por el oropel de Sipopo, hasta la selvática ciudad de Oyala, pasando por un aeropuerto en la quinta parte de la isla de Corisco, y dos o tres edificios llamativos donde reúnes a la gente para ir a aplaudir, cuando eso se puede hacer en una plaza.
General, hemos dado muestra abundantísima de que nos pondríamos a tu disposición cuando quieras que los guineanos abandonen el miedo y empiecen a dar pasos para aborrecer la impostura y a dejar de vivir del cuento, toda esta vida erigida en torno a la intención de que no se descubra la verdad, lo que son todos los guineanos uno por uno. Ahora nos basta decirte una verdad. Nunca iremos a Oyala, pero creemos que tanto los que la diseñaron como los obreros que la han levantado son extranjeros, y si no lo fueran, esto que proyectas será un monumento de chapuzas y mal gusto, como todo lo que se muestra en este país, el menos hasta ahora. Si tenemos razón y es cierto que son extranjeros, entonces has perdido. Si todos son guineanos, entonces creemos que todavía algo podemos hacer.
Malabo, 28 de agosto de 2013