Mucho antes de que Pelé deslumbrara a la afición sueca con su potencia, su técnica y su color de piel, sería un tal Leónidas Da Silva quien llamaría la atención del mundo, y no solamente del futbolístico, con su garra y, sí, también con la técnica que lo consagraría como el inventor de lo que hasta hoy es una de las más espectaculares acrobacias posibles en el terreno de juego: la chilena o bicicleta.
De vuelta en Brasil, Leónidas se uniría al Vasco da Gama en 1934, equipo que se coronaría campeón de la liga profesional. Ese mismo año “el diamante negro” participaría en la segunda Copa del Mundo FIFA, con sede en Italia. Sin embargo, aquella selección brasilera se veía fraccionada por la polémica entre el fútbol amateur, aún afiliado a la Federación, y la nueva liga profesional, evidentemente de mayor calibre, pero hasta ahora clandestina. Entre los 17 jugadores que Brasil llevó a aquel campeonato, solo dos eran de color, y uno de ellos, Leónidas, marcó el único gol del equipo en la primera ronda, en partido de eliminación directa contra uno de los favoritos del torneo, “la furia española”, que terminó por vencer 3 – 1.
Leónidas tendría que esperar hasta 1938 para su gran momento. Allí, en medio de un evento que tenía un perfil mucho más político que deportivo, Da Silva causó, estragos, fue la sensación y creo mitos y leyendas que, hasta hoy, se leen en todo tipo de publicaciones. Líder goleador del torneo con siete tantos, se dice, entre tantas cosas que se dicen, que en el partido de la primera ronda (que ya era eliminatoria) Leónidas jugaría sin zapatos por algunos minutos e, inclusive, marcaría un gol. Es verdad que del fútbol de aquel lado de la Guerra Mundial se dicen muchas cosas, pero lo cierto es que si Leónidas jugó sin zapatos, solo se le podría haber ocurrido a él: a ninguno de sus compañeros blancos se les hubiese cruzado por la cabeza hacer cosa semejante.
De vuelta en casa, Leónidas fue recibido como un héroe. Al año siguiente conseguiría su tercera liga, tras ganarla con el Vasco (34) y el Botagogo (35), esta vez con el Flamengo. Ese mismo año la compañía de productos lácteos, Lacta, pagaría una suma insustancial por los derechos del nombre “diamante negro”, el cual se convertiría en una barra de chocolate que hasta el día de hoy se vende en Brasil. Leónidas nunca volvería a jugar en una Copa del Mundo, aunque sus mejores años en el campeonato carioca aún estaban por llegar. Tras su traspaso al Sao Paulo en 1942, Da Silva ganaría la liga cuatro veces entre 1943 y 1949.