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De Linares y su magia

 

Laura Román le canta a Irene 'la Serranilla' en la Caja Negra, Sevilla, España - tmg)

 

Jorge la escucha desde un costado del escenario; sostiene la flauta bajo el brazo. Camina de un lado hacia otro, descansa las lumbares apoyado en un taburete. Pareciera un ensayo, pero hay cientos de miradas en el Baluarte de Pamplona. Carmen, de grana, descorcha su caudal. Jorge es Pardo y Carmen es Linares.

 

                Una noche sin luna. Pero más triste es vivir sin esperanza ninguna.

 

Con la bulería llega la eclosión: la jondura estalla sus límites y muestra las costuras. Carmen no se esconde: el corazoncito lo tenemos todos en el mismo sitio, dice, como si hablara de derribar fronteras. Balancea su cante hacia Pepe Torres, el bailaor, se dirige a él, lo acuna. Se podía encontrar alguna certeza en lo genuino del jaleo, porque ese ole es para ti, no para la galería, no es postureo. Es una carretera directa: tómalo, tuyo es, mío no, guárdalo. Ella lo agradece, sabe que su modus operandi apuntala también el sillón de oro en el que hace años que se sienta. Un lugar atemporal desde donde hay unas buenas vistas; lo mismo se ven campos de olivos que las entrañas de las minas a las que tanto alude. La granaína última para Enrique Morente: si le digo bajo eléctrico más guitarra flamenca más voz usted dirá, cuando poco, oh. Yo dije ouch. Asesinados por el cielo. Y tú qué, que me estás matando a mí.

 

                 Sentaíta en la escalera, esperando el porvenir y el porvenir nunca llega.

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