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Mientras tantoDe Mapa a Kon-Tiki, Luna y Sol

De Mapa a Kon-Tiki, Luna y Sol


 

El viaje más apasionante es aquel que se emprende sin saber adónde ir

 Goethe

 

Dos aventureros contrapuestos en dos películas completamente dispares: Mapa, española y Kon-Tiki, noruega. La primera, dirigida por León Siminiani, la segunda, por Joachim Ronning y Espen Sandberg. La energía y la determinación de Thor Heyerdahl, que decide emprender un viaje a lo largo de 8.000 kilómetros por el océano Pacífico a bordo de una balsa llamada Kon-Tiki, cambiará el rumbo de su vida para siempre. Más de 100 días en un impredecible mar ponen a prueba la resistencia de seis Robinsones Crusoes que conocerán de cerca la amenaza de las ballenas y los tiburones. Por otro lado, Mapa representa la huida a la India de un joven con el corazón roto, cuyo objetivo supone llenar el vacío de una compañera sentimental, un viaje que deberá repetir sin lastres emocionales.

 

Cuando no se viaja por el placer de descubrir otros mundos sino por el anhelo de coser corazones, el viaje puede llevarnos a engaño si no es concebido como una experiencia transformadora. La India se difumina entonces en una incómoda lucha contra el propio yo en un filme que no termina de ser ni un documental, ni tampoco una película de ficción, más bien retazos biográficos desgranados en forma de imágenes. Mientras que, en Kon-Tiki, la aventura en altamar está ligada a la búsqueda de confirmar la hipótesis de un investigador, en Mapa, la India es un mero cambio de escenario cuando el corazón y la mente del viajero no parecen terminar de disfrutar, extrañamiento en un país lejano sin recomposición de un alma solitaria. Y aún así, ambas películas se transforman en dos áridas búsquedas hacia el interior desde lugares remotos.

 

Paralelismos, tanto Kon-Tiki como Mapa han sabido combinar la mezcolanda de historias reales en una ficción que no parece ficción, sino realidad. El entusiasmo del antropólogo Thor enamora porque es capaz de convencer al resto del mundo con una hazaña sin parangón, llegar a la Polinesia desde América del Sur, haciendo realidad su sueño. Thor se convierte en la personificación auténtica del aventurero, líder, con un objetivo claro y capaz de dejarlo todo tantas veces como haga falta. Sin embargo, a Mapa bien le haría falta una buena brújula como la del viento de Kon-Tiki. La perfidia del desamor desorienta al espectador de un joven cineasta que, en lugar de aceptar el duelo, se enfrasca en buscar señales que no le llevan a ninguna parte… De Mapa a Kon-Tiki, abismos con encuentros, soledad al atardecer. Luna y Sol.

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