Rodenkirchen, 3.3.
Llegó Montse, y poco después Willy, de cuya visita no le había dicho nada a Diny para darle una agradable sorpresa, así es que cuando sonó el timbre de la puerta le pedí a ella que por favor acudiese a ver quién era, y cuando lo hizo sus gritos de alegría fueron indesoíbles: Montse y yo nos miramos cómplices, sonriendo. Fuimos a comer al Steep’s, donde nos saludó Anna y dijo que nos había echado de menos, que le preguntó a Tom si es que ya no veníamos. Le dije la verdad, que también nosotros la habíamos echado de menos y le di los saludos que me encargó para ella Daniele, el camarero del Primo Piano: se alegró, me pidió que le llevara los suyos. Lo haré.
De regreso en el Maternus, Willy me preguntó por Pepe Oliver, que si éramos amigos, y le estuve contando el desarrollo de nuestra estrecha amistad, y ahí me cayó el vintén: la semana pasada, cuando hablé acá de la zarzuela, se me olvidó por completo registrar que también he visto y oído tres veces zarzuela en Alemania y Suiza. Una vez en Basilea, con Pepe, una tarde inolvidable, en el Teatro Municipal, donde pusieron El baile y La boda de Luis Alonso, con citas de Doña Francisquita y de La Gran Vía, todo en alemán. Otra en Heidelberg, con Canicio, la Antología que creó Tamayo, en un anfiteatro construido en medio de un bosque por los nazis y que nunca lo usaron. Y en Colonia, en un recital de Teresa Berganza, uno de los bises fue el tango de la Menegilda, y ella se metió en un jardín con el texto (como se dice en el mundo de la farándula), pero se dio cuenta y salió del paso con mucha clase. Al día siguiente la llamé a su hotel para felicitarla por el recital y por cómo enmendó la plana del tango. Se echó a reír: «Anoche le dije a Félix [Lavilla, su marido, quien la acompañaba al piano] que entre el público habría por lo menos un espectador que se supiera de memoria La Gran Vía, y está claro, era usted». Ahí nos reímos los dos. Y para completar esta lista no debería olvidar el programa de 60’ sobre la zarzuela que me encargó la WDR [Radio Colonia], allá por los 80s.
Diny y Willy pasaron un buen rato mirando las fotos del Memorama, el regalo de Navidad que Rebeca le hizo a Diny con fotos familiares. Y que Diny luego lo convirtió es un Desmemorama al escribir al dorso de las cartas los nombres de quienes se veían en la cara de cada una.
Tras una breve siesta después de irse Willy, quien quería llegar con luz del día a Ámsterdam, acabo de pergeñar mis dos artículos sobre la aspirina y la literatura, uno para Nexos con una cita de Thomas Mann, el otro para EE con citas de Vázquez Montalbán y de García Márquez. Creo que me han salido redondos, como las plazas de toros, añadiría Jardiel Poncela.
Rodenkirchen, 4.3.
Como Sirio no podía acompañarnos hasta la 1 pm, y Diny tenía cita a las 2:15 con la dulce Frau Lindemann, su ergoterapeuta, fuimos a almorzar al Steep’s, que está la vuelta de la esquina. Sirio nos anunció que se queda hasta finales de abril en el consultorio de Sürth, que luego hará una práctica en la especialidad de Anestesia en Frechen, a las puertas de Colonia, después de lo cual regresará a Sürth. Tiene planeado para este verano un viaje al norte de Brasil y llegar hasta Manaos. Le recomiendo que no deje de leer Vidas secas, esa obra maestra de Graciliano Ramos, de quien le hablo largo y tendido, aparte de contarle lo que fue la peripecia de la filmación de Memórias do Cárcere, asimismo otra obra maestra de las muchas de Nelson Pereira dos Santos, con Carlos Vereza en el papel de Graciliano. Asimismo le hablé del primer libro póstumo de Gabo, En agosto nos vemos, y me pidió que le pasara por email una copia del ejemplar anticipado que me regaló Guillermo diez días antes de su publicación, que será el 6, en el 97.º cumpleaños de Gabo. Se interesó Sirio de inmediato, también porque tiene un par de amigos colombianos que estarán deseando leer el libro.
Rodenkirchen, 5.3.
Nuevamente cara larga de Diny porque me voy a ir a comer con Ulli & Carlitos a La Modicana. Cuando le sugiero si quiere que mire qué es lo que ofrece hoy el comedor del Maternus, me contesta avinagrada que ya se preparará ella algo con lo que hay en la cocina. La dejo por imposible, sé que mañana lo habrá olvidado. Y a las 12 en punto llama Ulli y salgo de nuestra vivienda a las 12:25, derecho a la Gudrunstraße, donde ella & Carlitos pasarán a recogerme. Hay un sirimiri que no me molesta, incluso acudo al extremo del murito de una casa con jardín donde están en obras y me siento frente a un volquete lleno de tierra y material de construcción, lo hago a pesar de que el murito está húmedo. Y al cabo de un par de minutos llega uno de los albañiles de las obras, deben haberme visto por alguna de las ventanas de la casa, y me ofrece una almohadilla roja para que no me siente sobre mojado. Ni cómo agradecerle. Por su acento creo que viene del Este y le respondo con un “Cпасибо! [=Spasivo!=¡Gracias!], en ruso, que le hace sonreír, la palabra circula mucho en el antaño mundo socialista. Cuando llegan U&C me despido con la mano de èl, que nos mira desde una de las ventanas del piso de arriba. Gestos como el de ofrecerme la almohadilla me hacen recordar que sigue habiendo buena gente en este mundo de miércoles.
En La Modicana continúo con mi política de ignorar a la pareja asimétrica. Ulli encarga un carpaccio de rape con alcachofas que le inspiran casi cantos de amor, Carlitos unos tallarines con carne de res y setas, y yo espaguettis con lo mismo que los tallarines. La signora tiene mano de cocinera innata. Y sus tiramisús se han convertido en el postre predilecto de Carlitos. Me parece que él también es de mi opinión, la de que morir morimos todos, pero al menos que sea bien comido. De bien bebido no digo nada porque sólo consume kölsch, la cerveza de Colonia, aunque antes solía decir que “La vida es demasiado corta como para no beber buenos vinos”. Ahora que ya no tiene que conducir, ¿por qué sigue acompañando sus comidas con kölsch? ¿por patriotismo local? Misterio.
Rodenkirchen, 6.3., 125.º aniversario: se registró la patente de la aspirina
Ayer tarde vino Oskar poco después de las 8 y se marchó cerca de la 1 am. Mientras estuvo presente Diny hablamos en alemán, pero cuando la abuela se fue a dormir, Oskar me pidió que siguiéramos en español. Resulta que tiene una casi novia en Basilea, donde estudia Historia del Arte, se llama Daniela y es dominicana por el lado paterno: me la presentó vía iPod y estuvimos dialogando un poco, me cayó rebién. A todo esto bebíamos whisky, un Tullamore Dew Black Label que me regalaron los Schäfer, y a Oskar se le desató la lengua y me contó que le había conmocionado cuando le dije que si las cosas seguían así estaba pensando hacer uso de mi derecho constitucional al suicidio, refrendado por la sentencia ad hoc del Tribunal Supremo hace un par de años. Lo que me dijo no es para reproducirlo en palabras, pero fue una declaración de amor filial en toda regla, me puso al borde de las lágrimas. Cuánto y cuán arraigado afecto en sus palabras, insistió hasta casi el cansancio en que nuestra familia quedaría desarbolada sin mí, y que cuando me asalten ataques de amargura, lo llame por teléfono que acudirá sin demora. Ya lo escribí y publiqué hace años: que si es verdad que la vejez nos devuelve a la infancia, cuando sea viejo quiero ser como mi nieto Oskar. Los dioses todos lo bendigan.
A Diny le duele muchísimo el pie derecho y me dice que vaya solo a almorzar, pero es cosa que no hice. Además llegó Rebeca, quien venía del cirujano dental, donde le han extraído la muela del juicio y le han dado de baja hasta el sábado; a lo mejor viene a almorzar con nosotros en el Bistro Verde. Se fue pronto porque todavía tenía restos de la anestesia y quería reposar, menos mal que el bus 131, de la parada del Maternus la lleva casi hasta la puerta de su casa.
Cuando cedieron algo los dolores en el pie conseguí convencer a Diny para que fuésemos al Steep’s. Creo que le hizo bien salir al aire libre, caminar y luego comer una sopa reparadora y una tajada del llamado queso de paté con un huevo frito y papas asadas. Tom sigue ausente, la camarera entrada en carnes (todavía no le he preguntado cómo se llama) nos contó que está en Gran Canaria, donde tiene enfermo a un pariente cercano. Echamos de menos a Tom, por más que el servicio siga siendo excelente, pero Tom es incomparable.
Aparecieron mis dos artículos sobre la literatura y la aspirina, uno en Nexos, con una cita de Thomas Mann, el otro en El Espectador, con unas citas de Vázquez Montalbán y del primer libro póstumo de García Márquez, que hoy se puso a la venta. Cuando le ofrecí este a Laura Camila, me contestó aceptándolo y me dijo: «Mira qué curioso…» Y sí, la larga historia de la relación entre la Weltliteratur y la aspirina es de lo más curioso. Hasta da para un libro.
Rodenkirchen, 7.3.
Estuve viendo anoche Triple Cross [La verdadera historia de Eddie Chapman], una peli de 1966 con Christopher Plummer, Trevor Howard, Gert Froebe, Yul Brinner (ya con su cráneo rasurado, aunque en la ficha del film en www.imdb aún aparece su foto con la testa sin rasurar), y la inolvidable Romy Schneider. Al rato de estar viéndola recordé que la vi años ha, pero me entretuvo de todos modos. Es intrascendente, sólo que a esta altura del partido la trascendencia se puede ir a tomar por donde amargan los pepinos.
Almorzamos en Primo Piano, esta vez nos volvió a atender Graziella (creo que se llama así) y nos explicó que a Stella sólo la llaman cuando la necesitan, pues ella tiene mucho trabajo en casa con sus hijos y fuera con sus conciertos. Pude convencer a Diny de que tomase el menú del día, minestrone de entrada y una carne a la brasa con legumbres. Yo me dediqué más a beber el Lugana que a la pizza con jamón, de la que terminé dejando la octava cuña, con una sensación no muy agradable de estar ahíto. Al salir nos encontramos con la africana alta y muy elegante de quien creo que es la dueña, o al menos la gerente del Primo Piano, y nos saludó como a viejos clientes: «Como siempre los veo en la mesa para dos del rincón detrás del mostrador, y no los vi allí, pensé que no habrían venido hoy». Dentro de poco vamos a ser celebridades locales.
Rodenkirchen, 8.3., Día Internacional de la Mujer
Hoy es viernes y fuimos al chino. La camarera nos trae la gaseosa de manzana para Diny y el Chardonnay para mí sin preguntar esta vez. Me tocó un enfado de Diny cuando encargó el menú 5 de mediodía y le repetí por tercera vez que los menús con sopa pekinesa o rollo de primavera son a partir del 6. Le preguntó a la camarera si eso era cierto y me sulfuré, pero me tragué el sapo. Y entonces ella encargó el menú 6. Yo comí sin ganas mi 19 de siempre, lo que quiere decir que la negatividad de Diny hacia mi persona me lastima más de lo que es aceptable, aun contando con su enfermedad. Es una lucha constante contra lo cerril y lo agresiva que se puede volver. Y sé que si le recordase lo mucho que le impactó la agresividad desarrollada por su padre al internarlo en una Residencia como el Maternus, sería capaz de tirarme el plato a la cabeza.
Me escribe mi compadre José María desde su beatus ille a orillas del Cauca: «Ya le metí diente a tu regalo de la póstuma obra del ilustre macondiano. La sentí muy similar en el trasfondo a Memoria de mis putas tristes, aunque desde su lado femenino, del que, considero, sale muy bien librado». Le contesto que «en todo caso creo que es anterior a la Memoria…, acá no hay disparates como el de su página final [“Ella me dijo: Hagamos una apuesta de viejos: el que se muera primero se queda con todo lo del otro”] y del que se dieron cuenta cuando ya estaba el libro publicado. Hubo que retirar la impresión, y en la que se corrigió semejante gazapo se lee ahora: “Ella me dijo: Hagamos una apuesta de viejos: el que sobreviva se queda con todo lo del otro”. Tengo en mi poder un ejemplar de cada una de aquellas dos primeras impresiones de la primera edición, porque la primera ya me la habían enviado desde Revista de Libros para hacer la reseña, antes de que la retirasen de la circulación. Y en mi reseña podrás ver que no hago leña del árbol caído, para nada menciono el gazapo».
Rodenkirchen, 9.3.
Estuve viendo anoche Love & Other Drugs [Amor y otras drogas], del 2010, con Anne Hathaway y Jake Gyllenhaal, una peli que desconocía y me atrapó. Pero la verdad es que siempre me atrapan las pelis donde el protagonista se enamora de una enferma (no recuerdo aquellas donde se dé el caso opuesto). Uno de los mejores ejemplos es Otoño en Nueva York, con Winona Ryder y Richard Gere. Añado esta en que la protagonista [Anne Hathaway] le dice a su amigo [Jake Gyllenhaal]: «No eres una buena persona porque te follaste por lástima a una chica enferma». Y casi me deja sin aliento esta frase del personaje a quien el reparto llama El Californiano: «Lo que nadie te dice es que esta enfermedad te robará todo lo que amas de ella. Su cuerpo, su sonrisa, su mente. Tarde o temprano, perderá el control motor. Finalmente, ni siquiera será capaz de vestirse sola. Entonces, comienza realmente la diversión. Limpiar su mierda. Cara congelada. Demencia. No es una enfermedad, es una novela rusa». Y me temo que sea una de Dostoiewski.
Vamos al Bistro Verde sin Paul –se disculpó por telèfono, tiene mucho trabajo entre manos– pero con Rebeca, aunque ella no puede comer otra cosa que purés y sopas, así es que le tiré el anzuelo de la riquísima sopa renana de papa del BV (si bien sin rodajas de salchicha fresca, ayer estuvo sangrando la encía de la muela del juicio que le han extraído el miércoles), y picó. Y luego llegamos al BV y resulta que en la carta del día no hay la sopa renana de papa. Le explico la situación a Petra y me tranquiliza: le guisarán la sopa a Rebeca, aunque no esté en la carta. De algo nos tiene que valer eso de ser parroquianos habituales. Aquí viene bien lo de ¡Alabado sea el santísimo sacramento del altar!
A despecho de que ya se siente la próxima llegada de la parienta rusa, esa prima Vera que nos visita todos los años por estas fechas, este mes hace bueno al menos el principio de uno de los refranes de mi abuela Remedios: «Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso». ¿De dónde saldrá tanto viento? El tal Eolo es infatigable.
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