Weiß/Colonia, 1.1.2017
Vemos juntos Paddington, que Diny no conocía. La ha disfrutado, ¡y cómo no!, es una de las pelis más disfrutables desde hace muchos años. Y esta vez me ha dejado pensando en el acierto de tener a Nicole Kidman en el papel que caricaturiza (so capa de una cita) la escena clímax de Mission Imposible, la peli emblemática de quien fue su marido.
Esto es toda una novedad, nadie menos que Rowan Atkinson, estereotipificado como Mr. Bean, en el papel de Maigret. Tenía mucho interés en verlo, acaban de pasar el primer episodio (pues al parecer se trata de una serie) y decido dejar para la semana próxima un juicio con más datos en que apoyarme. De todas maneras, y aunque el episodio está bien construido y, hasta donde recuerdo el original de Simenon, se ciñe muy bien a él, mi primera impresión es que en un afán (si se quiere comprensible) de distanciarse de la imagen de Mr. Bean, ha petrificado en exceso la fisonomía del personaje. Pero lo dicho, esperaré a la próxima semana.
Weiß/Colonia, 2.1.
Nevó durante la noche, pero es una nieve debilucha, sin ninguna convicción íntima, con unos indudables síntomas de anemia; no va a aguantar hasta el mediodía.
No he recibido por email ni un solo comentario a mi Concierto de Año Nuevo, en mi blog de EE (hay, sí, tres en el propio blog). Y se lo mandé a 78 personas, entre ellas todas las de mi directorio MELÓMANOS. Y es uno de los mejores y más originales que he armado desde que comencé lo que ya, a la luz de la experiencia, casi se podría llamar tradición. Pero a la luz de esta experiencia mejor no me tomo tanto trabajo ninguna vez más.
La programación de hoy noche en el canal Arte era prometedora, con dos pelis de don Claude Lelouch. Primero La bonne année [que en España se estrenó con el estúpido título Una dama y un bribón] y a renglón seguido Un hombre y una mujer. Esta la vi con Diny y Malala cuando la estrenaron en Buenos Aires, a fines de 1966, en un cine de no sé si Suipacha o Lavalle; pero sí sé que fuimos con el colectivo 259, eso sí. En cambio La bonne année nunca la había visto y ha sido de lo más cómico porque no sabía nada de ella, y a las 8:15 pm en punto, cuando comenzó la transmisión, al cabo de máximo ½ minuto me dije que qué desastre, cómo eran tan pelotudos los técnicos de Arte que comenzaban presentando el final de Un hombre y una mujer. Y todavía estaba puteándolos cuando terminó Un hombre y una mujer… en La bonne année, porque esta empieza con el final de aquella, en una proyección en el cine de la cárcel, que el director de la misma les ofrece a los presidiarios como regalo de navidad. Lelouch autocitándose, pues. Me gustó. Y me gustó la peli, que es un tour de force para los tres actores principales, y me volvió a atrapar la historia de amor de Un hombre y una mujer, pues yo no me conté en el número de los eruditos a la violeta que en 1966 fruncieron la nariz al verla y siguieron leyendo el librito rojo de Mao. Los muy pelotudos, ellos sí que sí. O sea que estas tres horas largas de las dos pelis han sido algo así como la pescadilla que se muerde la cola, puesto que terminaron como habían empezado, con el fondo de esa melodía de Francis Lai, casi más pegajosa que pegadiza. Ah, y cómo me encantó reencontrarme con el samba “Saravá” aunque sea en gabacho, y esos Citroëns–tiburón y esos números de teléfono (“Montmartre 1540”) que parecen venir de un mundo raro… y todo lo que sigue, José Alfredo, qué importa una mentira más.
Weiß/Colonia, 3.1.
Almuerzo hoy en el italiano a la orilla del Rhin porque La Modicana cerró por vacaciones de la signora + obras, hasta el 10. Quisimos hacerlo en Marano, a ½ cuadra de LM, y cuya cocina no le teme a una comparación con ella, pero también han cerrado hasta el 6, así es que nos tocó ir al que llamamos genéricamente “el italiano de la orilla” porque por no saber ni sabemos cómo se llama, aunque sí que la cocina no es mala. Carlitos se flageló con unos tortellini parmesanos acompañados de una ensalada de rúcola consistente en todo el perifollo verde que le endilgaron a mi carpaccio con parmesano, del que di cuenta acompañándolo con lo mejor de la cocina de este lugar: unos bollitos con mantequilla de yerbas que sirven como abreboca y los hacen con la pasta de la pizza pasada un par de minutos por el horno. Aaaaah, qué delicia.
No le ha gustado nada a BU la frase de la semana, en este caso una de santa Teresa («Tengo experiencia en lo que son muchas mujeres juntas. ¡Dios nos libre!»), que antepuse como hago cada domingo al enviar mi diario a los amigos. Y me lo escribe: «Estamos en un mundo en el que el fundamentalismo se riega como pólvora, o EN pólvora, literalmente. Jamás había habido tanto retroceso en derechos humanos en civilizaciones “avanzadas”. Jamás se había atropellado tanto a las mujeres y las niñas. A mí no me hace ninguna gracia la cita, y me importa un bledo si es de Santa Teresa, de Mickey Mouse (que a eso “suena”, a riesgo de calumniar a Mickey Mouse), o del mismísimo Donald Trump, que sería DICHOSO con ella. Pero supongo que ser de Santa Teresa te hizo sentir “autorizado y reforzado” para divulgar tan erudita oración. Lo que más me irrita a mí es el oportunismo de los hombres “intelectuales” para pordebajear a las mujeres con la cita de otra mujer, lo cual constituye una verdadera moñona sexista. Creo que quien divulga cultura tiene responsabilidades éticas más que patéticas. Muchos éxitos en 2017. Has empezado metiéndote a los machos en el bolsillo». Y no tengo más remedio que contestarle: «A ver si ponemos en claro un par de cosas. Que no te haya hecho gracia la cita no le quita ni le añade un adarme al hecho de que la santa de Ávila la dejase escrita, y por tanto susceptible de ser citada, le guste o no le guste a las feministas. Y desde luego el hecho de que la firmase la santa no me hizo sentirme «autorizado y reforzado» para difundirla, porque ello presupondría en mí una intención antifeminista que cualquiera que me conozca se reiría al enterarse de que la cita me fue interpretada con ese motivo. Es decir, rechazo de plano que haya habido en mi caso ni la menor sombra de oportunismo en el sentido de pordebajear (¡excelente hallazgo este verbo, que no conocía!) a las mujeres con la cita de otra mujer. En todo caso, me movió tal vez la subconsciente intención de mostrar que la santa abulense no sería muy proclive al femenismo radical, el cual a mi juicio no es otra cosa que un machismo de signo inverso. Y por lo que se refiere a que quien divulga cultura tiene (debe tener) responsabilidades éticas más que patéticas, de acuerdo, pero no veo ningún patetismo ni en la frase de la santa ni en el hecho de publicar su cita. Last but not least, no dudo de que entre mis lectores masculinos haya machos en el sentido que empleas la palabra en tu última frase, pero su lectura no me interesa, y si ellos sacan de mi cita unas conclusiones que no son las que expongo más arriba, contra eso no puedo hacer nada. Como tampoco contra tus conclusiones. Cada uno es muy dueño de leer e interpretar como le parezca. Pero no de atribuirle al autor unas intenciones que no tuvo».
Desastre en la programación del canal One: pasan el último episodio de la 2.ª temporada de la serie australiana protagonizada por Miss Fisher, que podían haberlo pasado el martes anterior, y sin saber por qué no lo hicieron cuando justamente es uno de ambiente navideño, un ambiente del que ya nadie quiere acordarse más una semana después de la hecatombe recién pasada. Más pelotudos esta semana, y aquí realmente de una manera inapelable: los programadores de One. Por lo demás, la serie sigue siendo un primor, los australianos demuestarn saber qué significa reconstruir una época y, sin hacer grandes aspavientos, contar de paso la historia de su país.
Weiß/Colonia, 4.1.
Leo en el diario que un jugador internacional belga, de fútbol, firmó contrato con un club chino por una cifra muy alta, y justificó su decisión diciendo que lo hacía pensando en su familia. En una glosa de uno de los redactores deportivos, se le pregunta si es que su familia no iba a poder comer caliente una vez al día con los seis millones anuales que le ofrecía la Juventus. Lo peor del caso es que si China sigue comprando jugadores en Europa y América Latina a fuerza de millones, les va a cercenar sus vidas como tales convirtiéndolos en meros profesionales que alquilan sus cuerpos por dinero. La prostitución tiene muchos nombres.
Ibsen publica un formidable artículo sobre el concierto de Año Nuevo de la Sinfónica de Viena, o mejor dicho, acerca de quien lo dirigió, y suscribo 100% sus palabras. En un par de entradas en este diario, años ha ya, he expresado mi disgusto hacia el tal Dudamel, sin entrar para nada en su filiación política (de la que nada sabía), sino sólo su manera de dirigir, que me parece grotesca por lo histriónica. Con ello no descalifico su música (quienes entienden me aseguran que es un excelente profesional), sino sencillamente digo que no me gusta ver a un macaco dirigiendo una orquesta sinfónica, por muy bien que lo haga. Así se lo digo a Ibsen en un email que le mando después de leer su artículo, y termino así: «En cuanto a Furtwängler, y por si no la conoces, te recomiendo una muy buena peli que en inglés se titula Taking Sides [Tomando parte, se tituló en Argentina, El caso Furtwängler, en México]».
Festejamos en casa de Montse el cumpleaños de Henri (¡siete años ya! ¡¡pero si nació ayer!!), primero café con torta de chocolate, y bien entrada la tarde unas pizzas a la piedra con las que Frank vuelve a consagrarse como un cocinero de marca mayor. Nuestro regalo a Henri ha sido un reloj, su primer reloj de pulsera, y lo luce muy ufano. Cuando le pregunto que qué hora es, lo mira y me dice muy seguro de sí mismo: «Las 4 y 6», y efectivamente, la manecilla corta está sobre el 4 y la larga sobre el 6. ¡Ni Einstein!
Pasan de Gregory Peck la peli Mirage [en español se tituló Espejismo] y una vez más renuevo mi pacto de fidelidad con mi actor favoritísimo entre los favoritos. Le dediqué un artículo algo más que emotivo cuando el centenario de su nacimiento.
Weiß/Colonia, 5.1.
2:35 am : Perfect Sense [Al final de los sentidos], una peli que no conocía, una peli para ver mil y una veces, y no porque sea una obra maestra, aun siendo muy buen film, no, es que viéndola cuantas más veces mejor creo que se puede interiorizar, “encarnar”, también mejor el mensaje terrible, y tan posible, oculto en la trama. El fotograma final es alucinante.
A Mariana, que me consulta desde Bariloche una frase que ha leído en uno de mis diarios, le debo una explicación pormenorizada, y a fe mía que se la doy: «En cuanto a tu consulta sobre «se me alborotó la República Argentina secreta que me habita», tiene su origen en un chiste que me contó un gran amigo porteño y que seguramente conocerás, es aquél del argentino que le pregunta a otro: «Che, decime un poco, no dejo de oír hablar del ego, a todo el mundo, y me tiene intrigado; ¿qué es el ego, che?» Y su amigo le explica: «Y…, mirá, el ego es ese pequeño argentino que todos llevamos dentro». Y el otro: «¿Y por qué pequeño, che?» A partir de ese chiste, he creado una especie de sistema de recepción de elogios, de esos que te alegran el ego (a veces hasta te lo restauran), y cada vez que me hacen uno digo, por ejemplo, «Estoy yendo a la embajada argentina, a solicitar la nacionalidá honoris causa» o algo por el estilo, pero si el elogio es grande (y viene de alguien del tamaño de Ángeles Mastretta) me invento una variante mayúscula, como esa de «se me alborotó la República Argentina secreta que me habita», hasta el punto de salir en patota hasta el Obelisco y cantar el himno».
Ayer Graciela llamó a Diny y se citaron para hoy, en la casa de Werner, en Bayenthal, donde está viviendo. Ha sido un reencuentro emotivo. Nunca podremos olvidar los años que vivimos juntos, en el mismo edificio, ellos un piso por encima del nuestro, en el 29 del Karolingerring. Ni los que vinieron despuès, con sus altos y bajos, pero la amistad intacta siempre. Y en el caso de Diny, muy en especial, la presencia de espíriru de Graciela cuando Chico tuvo su primer ataque de epilepsia y ella sola en casa sin saber qué hacer, la llamada a Graciela, Graciela que baja a nuestro piso y se hace cargo, llamadas al taxi, a la clínica infantil de la Amsterdamer Straße, todo en un santiamén. Hay momentos estelares en la vida; en la de Diny ese fue uno, y Graciela su protagonista. Amén de luego la experiencia común cuando se fueron juntas como voluntarias a la mota del algodón en la Nicaragua sandinista de 1983. Y tantas otras cosas de entre aquellas pocas y muy especiales que nunca se olvidan. Para estar presente de algún modo en esta cita, le mandé a Graciela el décimo caso de la saga de Erlendur, pensé que la prosa de Arnaldur Indriðason, si no me equivoco mucho, tendría que gustarle; ojalá no me equivoque.
Weiß/Colonia, 6.1.
Estuve pensando en aquella anécdota que se le atribuye a Roosevelt, a Truman, a Eisenhower, cuando alguien le hizo ver que Somoza era un hijo de puta, y el presidente, sea cual fuere, le respondió: «Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta». Ahora la imagino al revés, dicha por presidentes latinoamericanos y por estadistas europeos, pero protagonizada por Trump, Ay. Por cierto que estuve pensando en su proyecto de financiar el muro fronterizo con México con las remesas de los inmigrantes mexicanos. Se necesita ser bien hijueputa para cranear solución semejante. Pero además bobo. A los inmigrantes les bastaría con hacer sus remesas al Canadá y que de allá las reenvíen a México. A no ser que el siguiente paso de Trump sea alzar también un muro en la frontera norte. De un imbécil como él puede esperarse cualquier barrabasada.
Ha muerto Ricardo Piglia, y Phoebe me escribe preguntándome si estoy en condiciones de poder escribir algo sobre él y su obra. No lo estoy. No llegué a conocerlo personalmente (hasta creo que no debe de haber venido nunca a Alemania) y mi único contacto con su obra es que un día me encargaron en Revista de Libros la reseña de El último lector. Y basándome luego en un detalle de la misma pergeñé un trujamán travieso con el que me divertí mucho. Me disgusta no poder ayudar a Phoebe, pero lo que no puedo hacer es meterme a saco en los dominios de Miss Hortensia Google y enjaretar una colcha de retazos con frases de terceros.
Weiß/Colonia, 7.1.
1:00 am : El cuento de la criada. Increíble pensar que un texto de Margaret Atwood adaptado al cine por todo un Harold Pinter y dirigida la peli por todo un Volker Schlöndorff, termine siendo un producto tan decepcionante. Ni siquiera la malograda Natascha Richardson y el buen resto del reparto la logran salvar. Qué pena penita pena. Pero ni modo, como dicen los cantinflos.
El amigo Napo me manda un enlace con la página web Gutenberg, incluyendo 14 palabras ya en desuso para insultar con propiedad. Hay seis que no conocía (cagalindes, vidaperdurable, zurumbático, carcunda, mangurrián y bultuntún), una (crapuloso) que conocía en otra versión mejor (crápula), y otra (tragasantos) que también conocía en mejor versión (meapilas). De las seis restantes, hay dos (verriondo y mamerto) que las conozco gracias a mi estrecha relación con Colombia; tres (petimetre, casquivano, fantoche) que las he usado y uso todavía, y una (zascandil) que me retrotrae a mi infancia y adolescencia: mi inolvidable abuela Remedios me la espetaba de vez en cuando: «¡Ay, Ricardito, hijo, no seas zascandil!» Y echo de menos botarate, vivalavirgen, lameculos, cenutrio, merluzo, mentecato, alcornoque, zaparrastroso, papafrita, lerdo, zopenco, papanatas, mequetrefe, soplagaitas, pazguato, alfeñique, mameluco, palurdo, cateto, zoquete, pintamonas, pelele, sacamuelas, lechuguino, tarugo, pelagatos, mastuerzo, ceporro, patán, berzotas, pinchauvas, tragaldabas, tunante, besugo, chiquilicuatre, zángano, rastacueros, cernícalo, majadero, cebollino, percebe, chupóptero, pasmarote, pelma, malage, malasombra, borrico, gaznápiro, calamidad, gurrumino, orate, zote, barrabás… amén de los «coloreados» por prejuicios raciales o xenófobos (cafre, gabacho, franchute, cabeza cuadrada, hijo de la gran bretaña), y dos que me resultan absolutamente inefables: panoli [la sublimación de la memez] y parguela [el eufemismo màs tierno para afeminado].
5:50 pm : Llega Henri, de la mano de Montse, va a quedarse a dormir en casa. Sea por siempre bendito y alabado el santísimo sacramento del altar.
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