Weiß/Colonia, 30.12.
Desde por la mañana, cuando desperté en el sofá del living, tengo la impresión, que se acentúa a lo largo del día, de que he pasado el clímax de la crisis. Toco madera y toco fierro, porque no le hago ascos a ninguna superstición que tenga que ver con el sosiego de mi cuerpo, agradecido de antemano al armisticio con las bacterias que estoy a punto de firmar, aunque luego resulte que no se trata sino de una tregua. Pero es que eso es lo mínimo que necesito, una tregua. Y estuve hasta el mediodía dedicado a programar el Concierto de Año Nuevo en mi blog de EE, que es una tradición que yo mismo creé, y estoy cierto que el de este año hará dar gritos de alegría a más de uno de mis lectores. Por la tarde, después de la siesta, selección de los 45 tuits para los tres TTD de la semana. Y la cena; ensalada de papa y huevo, con salchichas de Fráncfort. Por primerísima vez desde que me atenazó el catarro, la bronquitis o lo que sea (sigue siendo, pero ya batiéndose en retirada), por primerísima vez vuelvo a comer con ganas y sacándole sabor a lo que como. Este es el mejor síntoma del retorno de la salud. Ojalá no sea una fatamorgana.
Leo que Michael Moore filmó otro de sus documentales demoledores. Uno sobre aquel a quien nunca voy a llamar de otro modo que the fake president, no quiero que su nombre ensucie mis páginas. Lo malo es que, aunque parece que lo deja en cueros, Moore mismo está convencido de que los gringos lo reelegirán. Moore opina que el problema no es the fake president, sino la sociedad gringa. Y sospecho que tiene razón, que lamentablemente tiene razón. Ay.
Me apena ver en mi bandeja de entrada tanta correspondencia por contestar: Lillian, Susanita, Alma Delia, Kathyushka, Carla, David, Marcos, Luis, Mourad (& Hadia), Samuel, José María… Por todos los dioses, de mañana no pasa que empiece a achicar el bote. Pero ahora sólo quiero un par de pelis que me relajen y me acompañen en un nuevo viaje a Escocia.
Weiß/Colonia, 31.12.
00:05 am : Acabo de ver El murciélago en una versión concertante, en la Ópera de Dresde. Lo cual me ha traído a la memoria algo que anoté en este diario hace casi veinte años, en vuelo a Madrid, el 11.11.1999: «En el avión, leyendo Die Zeit, encuentro la encuesta gastronómica que está llevando a cabo Siebeck con algunas personalidades. A la de esta semana le pide que complete la frase «Una Navidad sin ganso es…«, a lo que le contestan «…como Nochevieja sin murciélago». Si el lector ignora que cierta opereta homónima de Strauss se repone todas las Nocheviejas en muchos teatros alemanes, le queda la impresión de que a este pueblo, al menos en determinadas fechas, le gusta la carne del único mamífero volador». A mí El murciélago me trae además el recuerdo de la fiesta de fin del bachillerato de Montserrat, cuya clase puso en escena la opereta, y las alumnas pidieron a sus padres que colaborasen como comparsas, sacándolas a bailar cuando suenan las notas del famoso vals. O tempora, o Mariano Mores!
Hadia y Mourad nos escriben para desearnos todo lo bueno, salud, curiosidad por todo lo que pasa en el mundo, alegría de vivir y ganas de seguir escribiendo, para añadir luego de cierta exaltación relajada de sus deseos para si mismos: «Pero no queremos olvidar que sólo hemos girado alrededor de nuestro propio eje: ahora estamos de vuelta donde estábamos en diciembre de 2017 o 1970». Les contesto: «Hace poco leí un tuit alemán que decía: “Seamos honestos, lo realmente bueno del 2018 es que no pasó más de lo que pasó”. Cierto. Tomando en consideración la pandilla de cretinos y ególatras que gobierna el mundo (¡sálvese el que pueda!), uno se maravilla de que todavía sigamos vivos y alentando esperanzas. Pero estoy hablando de un rincón muy pequeño del mundo, de un rinconcito que se cree grande y es un ratón, y que se llama Europa. En el resto me parece que ha comenzado Armagedón».
Alrededor de las 5:30 pm han empezado a oírse las primeras explosiones, son los pirófílos impacientes que no pueden esperar a que se abran las puertas del infierno a la medianoche. La requetecontrarremilputa madre que los requetecontrarremilparió.
¡Gran noticia! Al fin llegó Carla, acabo de hablar con ella y con David y ya acordamos que nos reuniremos pasado mañana para comer en La Modicana. ¡Este sí que va a ser un regalo!
Dinner for One. No verla hoy sería casi sacrilegio. Curiosamente parece ser que este es el año en que por fin va a ser programada por estas fechas en las TVs británicas. No deja de tener su gracia que los alemanes les hayan descubierto uno de los mejores telesketches craneados en las Islas. La historia de la dama de 90 años que celebra su cumpleaños en compañía de cuatro fantasmales amigos, el último de los cuales falleció hace 25 años, más inglesa no puede ser. Los alemanes lo descubrieron en 1963, los ingleses ahora, 55 años después.
Weiß/Colonia, 1.1.2019
1:00 am ; Mi primer email del 2019 ha sido para mi queridísima Phoebe: «A mi derecha, por la ventana, suben y suben estrellas fugaces del género tierra>>>cielo. Cuando empiezo a escribir llevan casi ½ hora haciéndolo, no sé si dándole la bienvenida al 2019 o despidiéndose del 2018. Y sí, que más quisiera yo que publicar un texto cada mes en la revista. Pero mi método de trabajo es lento y difícil, porque me documento mucho, vacilo harto en la redacción, hasta el punto de recurrir quizá en exceso a las obras de consulta y el diccionario; a veces uso una palabra que creo que es la exacta y de repente me digo que la empleo por el sonido, pero que no sé realmente qué es lo que en verdad significa. Y en prosa periodística uno no debe guiarse por la sabia norma que el bueno de Gonzalo Rojas me repetía casi cada vez que nos encontrábamos: “El sonido me puede más que el sentido”. Él mismo me dijo alguna vez que le gustaba mi prosa porque “sonaba”, algo que me puso en guardia inmediatamente».
El Concierto de Año Nuevo en mi blog de EE parece que le está gustando a los lectores. De lo que me alegro, porque compaginarlo no fue nada fácil, aunque creo que el resultado me vale la pena del tiempo invertido. La selección que llevé a cabo es muy personal, pero al mismo tiempo casi parece un canon, y de los mejores. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
Divertido : En la ventanilla de búsqueda de los columnistas de El Espectador, si escribo nada más que las tres primeras letras de mi apellido, la máquina me ofrece dos opciones: Héctor Abad Faciolince y Ricardo Bada. Pobre Héctor, vaya compañía le ha buscado la máquina.
He adelantado bastante en la lectura diagonal que estoy haciendo de El origen de las palabras. Debo entregar mi manuscrito el 6, pero el trabajo se me hace fácil al ser evidente que ningún lector, ni la redacción de la revista, esperan que me meta el libro entero entre pecho y espalda antes de pergeñar su reseña. No he leído el libro completo (aunque pienso hacerlo, por mi placer) pero sí una letra completa –las entradas correspondientes a la A– y cinco o seis entradas de cada una de las restantes letras, lo cual, en una publicación como esta, sobra y basta para hacerse una idea del conjunto. Que me lo pienso leer entero, después, eso también lo tengo claro como el agua, y se me hace cada vez más claro cuantas más entradas leo de esta enciclopedia sui géneris. Es un libro que alguna vez me habría gustado escribir. Ahora es demasiado tarde.
Weiß/Colonia, 2.1.
En La Modicana con Carlitos y Diny, y siguiéndole los pasos a Diny, puntuales en modo Big Ben, Carla y David. Por fin Carla. Es bastante más pequeña de como la imaginaba, pero tal vez sea que tiene el tamaño exacto para ser quien es. En cualquier caso es evidente que la amistad nacida por carta resiste la prueba del conocimiento personal, e incluso la afianza. Luego del almuerzo, y de las compras en Aldi, la sobremesa obligada en casa, con café y digestivo (ella no, no toma alcohol, y aunque sé que fuma mantiene el vicio bajo control… o quizás le tiene terror a fumar en el balcón, es muy friolenta, y el día no está precisamente como salir a tomar baños de sol al aire libre). Una conversación larga, distendida, sobre no sé cuántos temas ni cuáles, porque lo bello es estar juntos y comunicando. Carla nos trae a Diny y a mí regalos de Navidad, unos chocolates italianos que pintan muy bien, y en especial un dulce romano que tiene todo el aspecto de ser de aquellos que todavía son de fabricación casera, y cuya receta se remonta a la Roma imperial. Pangiallo [=pan amarillo] se llama y me prometo hincarle el diente en algún momento muy especial. Amén de ello, me trae Carla como regalo una edición pocket de La Divina Comedia. Y le cuento cómo fue que aprendí las primeras palabras en italiano, en el cuarto año de mi bachillerato, donde nos tocaba Literatura Universal y en el capítulo Italia se citaban los tres primeros versos de la Comedia, que todavía sé recitar de memoria: «Nel mezzo del cammin di nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura / chè la diritta via era smarrita». Carla me dedica el libro con una sentencia de Cicerón (De Amicitia, capítulo 47): «Solem e mundo tollere videntur qui amicitiam e vita tollent». Ella me lo tradujo altiro, pero ahora sólo consigo reconstruirlo gracias a una edición bilingüe que me consigue mi grande amiga Miss Hortensia Google: «Pues parecen quitar el sol del mundo, quienes quitan la amistad de la vida». Así es. Por eso nuestro lema en la pandilla de Huelva, los más íntimos, era: «Pour la vie et pour la morte, toujours notre amitié». Por mi parte, me revanché regalándole The Köln Concert, de Keith Jarrett, porque Carla toca el piano y estoy seguro de que este CD le va a gustar a rabiar. Acaban de marcharse ahora, Carla y David, pero con la promesa de volver mañana, ya que Carla vuela el 4 de regreso a Roma.
Weiß/Colonia, 3.1.
He dormido tan profundamente que no me enteré de que ya pasó el repartidor de los turcos del almacén depósito de cervezas, refrescos y aguas minerales, a quienes Diny les hizo un encargo king size para servirnos a domicilio, con motivo de la visita sabatina del clan Hansen, grandes sedientos, a fe mía.
Carla y David iban a venir alrededor de las 3 y por si venían con hambre ya les anunciamos que aunque no habría comida tipo sentarse a la mesa etc., sí que habría fuet, caña de lomo, diversos quesos, sobrasada… Finalmente llegaron cuando ya no les esperábamos, alrededor de las 5, y sí, al menos David había comido algo en el último mercado navideño que sigue abierto después de las fiestas. De todos modos, Diny le sirve una menta a Carla y un café a David, con dulces navideños españoles. Nos cuentan que su retraso se debió a que Carla dejó a David dormir hasta que se despertase solo, y sólo después pusieron proa a Colonia, al museo Käthe Kollwitz, que les ha producido una fuerte impresión, sobre todo a Carla, hablaba de ciertos grabados hasta casi con terror. Lo que quiere decir que KK no dio puntada sin hilo. Luego hablamos del humor negro de Yrrah, de Bertrand Russell, de los libros de correspondencia… Defiende Carla las cartas literarias de los clásicos romanos, escritas evidentemente para ser leídas por el público, y le retruco que no me interesan como cartas, sino como literatura, que las cartas que de veras me interesan son aquellas que se escriben para ser sólo leídas por el destinatario, las cartas íntimas, las que dejan ver quién fue la persona que se sacó de la mollera a Madame Bovary y por qué en un momento de lucidez debió confesarse: «Madame Bovary c’est moi!» También hablamos de cine e intenté despertar su interés por Ninotschka y Pygmalion, así como también, entre las actuales, por Hyde Park at Hudson. Cuando se marchan, alrededor de las 7, quedamos en que la próxima vez han de venir a casa temprano, a almorzar las cosas ricas que cocina Diny, y tener una larga sobremesa como las de ayer y hoy. Y al final, nos cuesta despedirnos, todo hay que decirlo. Ojalá vuelva Carla en febrero, para el cumpleaños de David, el día 9.
Weiß/Colonia, 4.1.
1:20 am : Han pasado una peli canadiense de la que no consigo entender el tejemaneje entre los personajes, debería verla otra vez y sin el cúmulo de sensaciones y experiencias de los últimos días. Es amargo pensar que haces una amistad a los casi 80 años, cuando te queda ya tan poco tiempo para gozar de ella. Es esa rémora subliminal la que me ha impedido concentrarme en esta peli, pero no tanto como para no darme cuenta de la buena actriz que es Michelle Williams. Tengo que volver a ver la peli, Take This Waltz se titula, y creo que es buena.
Cuando uno se siente bien, no tose, no expectora, no moquea, parece como una maldición lo que se ha padecido las dos semanas anteriores. Pero por si las «que ni labráis como abejas ni brilláis cual mariposas», no pisaré las tinieblas del mundo exterior hasta el martes, cuando me venga a buscar Carlitos para acudir a La Modicana. Bada retro!
Me escribió hace días Julio que pasaría hoy por Colonia y le gustaría encontrarse conmigo, pero recién caigo en ello cuando doy de mano con la redacción del borrador de mi reseña para Revista de Libros, de El origen de las palabras, al que he dedicado todo el día, desde después de terminar el desayuno hasta ahora, que ya son las 9:45 pm y me siento como un contrincante de Mohamed Ali derrengado en las cuerdas.
Leído hace un rato en un email de David: «[Le dije a Diny:] soy como las cucarachas, la gente las echa y uno pa’dentro; la verdad, del hogar de ustedes no provoca salir ni un ratico».
Weiß/Colonia, 5.1.
No recuerdo quien dijo aquello de «Dadme un punto de apoyo y moveré el universo», creo que fue Arquímedes, pero sí sé quien dijo «Dadles un pretexto y los Hansen organizarán la fiesta de ese día». Lo dije yo. Hoy le tocaba a Diny organizar el encuentro anual del Borreltjedag, o sea, literalmente “el día del traguito aperitivo” (por supuesto alcohólico). A los Hansen no les basta el nutrido calendario de festejos familiares que los reúne al menos una vez al mes, y a los que Diny suele apuntarse al menos a la mitad de ellos. Los Hansen son grey. Necesitan sentirse tan próximos como sea posible. Y hoy llegaron once, desde Holanda, no los 17 previstos contando con que vinieran todos. Y Diny estuvo una semana craneando lo que iban a comer y a beber, y en el día de ayer prácticamente no abandonó la cocina, guisando, horneando, troceando fiambre, todo ello con un éxito evidente en el consumo que los Hansen han hecho de la oferta. Hasta la sobrasada les gustó. Yo hice poca aparición por el cotarro, y casi siempre cuando no estaba Diny en el salón, donde el hemiciclo Hansen era una continua carcajada, se divierten mucho entre ellos. La razón de mis ausencias era que estando todos juntos seríamos trece, y aunque no soy supersticioso, seguro que algunos de los Hansen sí, sólo que ninguno se dio cuenta. Sea lo que fuere, el próximo Borreltjedag le tocará a Diny el año 2029. Y el tiempo va tan de prisa a partir de los 60, de los 70, de los 80, constantemente acelerando… Ay.
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