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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 10 / 2013

De mi Diario: Semana 10 / 2013


 

Weiß/Colonia, 3.3.

2:30 am: Valió la pena trasnochar, The Disappearance of Alice Greed es una de esas pelis que no tienen lobbystas pero son mejores que el 99% de las mainstream, como de aquí a Manila. Un verdadero tour de force con sólo tres actores, auténtico teatro de cámara pero con encarnadura cinematográfica de primerísima categoría. [Lobbystas, mainstream, tour de force menos mal que escribí “teatro de cámara” y no Kammerspiel, aunque Kammerspiel hubiera sido mejor que dar el rodeo por el teatro de cámara, obligado puesto que todo el cine se hace con una cámara: los alemanes orillan el rodeo porque Kammer es la cámara=habitación, y la cámara fotográfica y/o de cine se escribe Kamera. ¡Hay que ver lo listos que son estos aborígenes, caray!]

 

En el magazin finisemanal del diario una entrevista con P. D. James, mi predilecta entre los escritores de policiales, a propósito de su última novela, Death Comes to Pemberley, que es una continuación en clave de misterio criminal, de Pride & Prejudice. La baronesa de Holland Park (tal es el título, casi de película, del que puede enorgullecerse), una enamorada de la obra y la época de Jane Austen, responde así cuando le pregunta la periodista si se podría imaginar viviendo en aquel entonces: «Imaginármelo sí que puedo, pero prefiero por lo general vivir en el presente, aunque sólo fuera porque los dentistas son hoy mejores que hace 200 años. ¿Querría usted quizás ir al dentista en un siglo distinto del nuestro? Yo, decididamente, no». Ecco!

 

GN, desde Buenaventura, me escribe acerca de estas páginas mías: «Como lector, no suelo leer diarios de vivos. Prefiero el de los muertos. Son más convincentes y rigurosos». Es decir, no me dice que no lea diarios de vivos, sino que no suele leerlos, lo que sensu contrario significa que hay algunos que sí lee… pero el mío, no; o sea, que empieza por ningunear mi diario; y luego se permite el lujo de darme una bofetada implícita al sugerir que los de los muertos serían más convicentes y rigurosos que el mío, lo cual a su vez permite establecer dos conclusiones: a) que estaría dispuesto a leerme cuando me muera; y/o b) que, según él, hay muertos que escriben diarios. ¿Jamás, en su afán por hacer una frase, se le ha ocurrido pensar que los diarios de los muertos fueron escritos cuando los difuntos estaban vivos y por lo tanto eran, cuando menos, tan inconvincentes y faltos de rigor como parece que lo somos quienes seguimos escribiéndolos mientras el cuerpo aguante? Al contestar su email, me limito a confesarle mi estupefacción: «Lo que es la falta de ignorancia, hermano; yo no sabía que hubiera muertos que escribiesen diarios, te ruego encarecidamente que me recomiendes algunos de los más edificantes».

[4.3., en un nuevo email se disculpa diciéndome que lo entendí mal y asegurándome que sí lee mi diario, con la consecuencia de que lo entiendo todavía menos].

 

Weiß/Colonia, 4.3.

Me pide Diny que lleve una bolsa llena de botellas vacías a los contenedores de reciclado de vidrio, también para que al cabo de no sé cuántos días salga yo a la calle y respire aire libre, y de repente me doy cuenta de que son las cinco de la tarde y todavía hay luz (el sol se está poniendo detrás de los árboles del cementerio), y recuerdo cómo es que Carlitos, cuando vino a buscarme la semana pasada para ir a La Modicana, descubrió en el jardincito delantero de nuestra casa la primera Schneeglöckchen [=campánulas] del año. ¿Será quizá, una vez más, que la parienta rusa ha venido, y nadie sabe cómo ha sido?

 

Weiß/Colonia, 5.3.

El primer viaje de Borges a Estados Unidos fue invitado por la Uni de Texas, Austin; estuvieron a punto de no concederle la visa (1961) porque había protestado durante el régimen peronista por el encarcelamiento de un pariente, socialista, ni siquiera comunista. Pero al fin obtuvo la visa y viajó. Y en octubre, en carta a Bioy Casares le dice: «Si pudiéramos juzgarla imparcialmente, Texas sería superior a la Argentina». Se lo cuento a Rolando, catedrático in aeternum de esa alma mater, y me contesta: «Sí, el ciego se enamoró de Austin, vino no menos de tres o cuatro veces y se quedaba su tiempecito. Su poema en inglés sobre la universidad y Texas es Borges, en fin, the best. ¿Y dónde esta el poema? En el Harry Ransom Center con lo de Graham Greene, para empezar, y luego con el regalo de Norman Mailer de todo lo suyo así como muchas, muchas otras cosas: de las actrices que leyeron parte de Lo que el viento se llevó y no se les dio el papel, así como la parte que leyó Vivien Leigh; además, toda la correspondencia de David O. Selznick y Margaret Mitchell, etc. Lo de JLB está por separado, con luz especial». Poco después, le cuento que en enero 1962 Borges le escribe a Bioy: «Tenía razón tu padre, las ciudades norteamericanas son incomparables a las nuestras. Austin es un pueblo de campo de la provincia de Buenos Aires, con sus casitas bajas, sus huecos, el pasto y las noches llenas de grillos, pero es una gran ciudad, con una biblioteca universitaria cuyo caudal bibliográfico es varias veces superior al de nuestra masure (diría Montenegro) de la calle México. Hablé del Martin Fierro y de Lugones a los texanos; me pareció bien que el primero les interesara más que el segundo». Y en otra carta le cuenta haber visto una peli de Disney donde un gato fanfarrón abraza a una gata y le dice, con acento francés: «You may call me street-car because I desire you». Lo curioso es que, pocos días después, ya Borges de regreso en Baires, Victoria Ocampo lo invita a comer en su casa porque quiere presentarle a Vivien Leigh, que la está visitando. Pero Borges no acude: posiblemente no la quiso llamar tranvía, ni la deseaba.

 

En La Modicana (linguinis con almejas, merluza y salmón, además de la camarera linda como aperitivo y postre visuales, hmmmmmmmmmmmm) Carlitos me habla de que encontraron en unas excavaciones, acá en Colonia, el cuerno de un unicornio. Como compruebo que me está hablando en serio, le pregunto si está seguro de que era un unicornio. Me dice que sí. Pero de pronto se da cuenta de que ha caído en la hijueputísima trampa de los “falsos amigos”, no es de un Einhorn [=unicornio] sino de un Nashorn [=rinoceronte] de lo que me estaba hablando. Prosigo la degustación de los linguinis más tranquilo. Unicornios en Colonia No, ¡por Dios!, nuestra cuota de fósiles está cubierta de sobra con el cardenal arzobispo.

 

Weiß/Colonia, 6.3.

Alcanzo la página 800 del Borges de Bioy Casares. Un par de ellas antes una anécdota deliciosa de una mucama de Bioy, al abrir el paquete que mandó la editorial con los ejemplares de autor de la Antología de la literatura fantástica: «Así cualquiera escribe libros. Todos son iguales». Este Borges, que tan mala fama tiene, es una pura delicia, cada vez me gusta más, se lee como si uno estuviera ahí, copuchando con ellos. [Hay verbos inconfundiblemente latinoamericanos que me hipnotizan: el templar cubano, el afrijolar colombiano, el apolillar ríoplatense, el copuchar chilenoy jamás se me van a caer los anillos por usarlos, todito lo contrario].

 

Preocupación por mis amigos venezolanos, espero que no pase nada, es decir, espero que no les pase nada. Pero también porque espero que se cuiden, ya me imagino qué grado de inquietud estarán padeciendo todos. Menos mal que Arcebelle está en Ontario, Pilar en Los Ángeles y Ana en Barcelona, al menos tres están seguros. ¡Qué calamidad vivir en un país donde una vez más mostró su rostro detestable el caudillismo! Para mayor inri combinado con unas dosis de mesianismo y de dizque socialismo que convierten en espeluznante el vacío de poder. Porque eso es seguro, lo que hay ahora mismo en Venezuela es un vacío de poder, y ojalá no se instale en él un maelstrom irresistible que provoque el vértigo social. Ojalá.

 

Weiß/Colonia, 7.3.

1:00 am: Fish Tank [El rebelde mundo de Mía], me gustó mucho y las actuaciones de Katie Jarvis y Michael Fassbender son magníficas, pero la peli en total deja un rescoldo de desazón, como si algo que parece tan real fuese en realidad inventado. El cine proletario tiene a veces esas trampas. En cambio Seis días, siete noches, la robinsoniada por excelencia, que la pasan a continuación, sigue ganando con el tiempo. Recuerdo cuando se la mencioné a Montse hace un par de años, y la desdeñó como pasatiempo agradable e intrascendente. «Al tiempo», le dije, y puede que me equivoque mucho pero creo que terminará convirtiéndose en una peli de culto.

 

Leído en el Borges, de Bioy: «Miércoles, 30 de enero (1963). Borges y su madre se van a Europa, que pasa el peor invierno desde el siglo XVII». Doce días más tarde también yo estaba yendo (viniendo) a Europa («África comienza en los Pirineos», entonces y, más aún, ahora), y sí, puedo certificar lo del peor invierno. Todavía recuerdo mis primeros días en Bad Kripp, cuando bajaba caminando hasta el Rhin y veía pasar los témpanos corriente abajo, y llegué a entender que en algunos lugares se podía cruzar a pie de una orilla a la otra. Brrrrrrrrrrrrrrrrr

 

Al levantarme de la siesta, me fijo en el lomo de un libro en el estante de los españoles y se me ocurre un tuit que no sé a cuál de mis nodrizas Twitter afrijolárselo: «Sevilla cuenta con 706.365 habitantes. El título del libro 123 motivos para no viajar a Sevilla es en verdad indulgente».

 

Weiß/Colonia, 8.3.

2:15 am: The Painted Vail está basada en una de mis novelas preferidas de Somerset Maugham, El velo pintado, ese que «quienes viven lo llaman vida», como dice el verso de Shelley de donde WSM sacó el título. El 26.11.2007 le escribí a La Maga que «acá no la dieron aún y no sé si iré a verla cuando la den (aunque vos me asegurás que es muy conmovedora). Ocurre que yo conozco la primera versión, la de 1934 con Greta Garbo, la vi hace tiempo en una retrospectiva de su filmografía, y me impactó enormemente. Hay que tener en cuenta que en esa década mágica de los treintas, GG incorporó papeles tan diferentes y tan complejos como la Anna Christie de Eugene O’Neill, la Mata Hari, la prima ballerina Grunsiskaya de Grand Hotel, la reina Cristina de Suecia, la adúltera Kitty de El velo pintado, la Anna Karéñina (así se pronuncia en ruso) de Tolstoi, la Margarita Gautier de La dama de las camelias, la condesa María Walewska (amante polaca de Napoleón) y la por todos conceptos inolvidable comisaria soviética Nina Yakushova, la adorable Ninotchka. Lo cierto es que la pobre Naomi Watts lo tiene bravo como comparación, porque en la década que vivimos tan sólo recuerdo dos buenos papeles suyos, el doble que interpreta en Mullholland Dr. (de Lynch, claro, que es un gran director de actores) y la Ann Darrow de King Kong (aunque quienes nos enamoramos en su día de Fay Wray, además del propio King Kong, no dejamos de comparar ambas actuaciones, y ganó la Wray por puntos): en Ned Kelly y en 21 gramos, que son otras dos de sus mejores películas de esta década, no pasa de hacerlo bien y ya. Uffffffffffff, qué pedante te debo parecer. Pero es que se trata de cine, Maguita mía, el único arte sobre el que de veras sé decir algo».

Esto le escribí a La Maga, y lo cierto es que luego no alcancé a ver la peli al estrenarse en los cines, pero sí compré el DVD cuando aparecióy no lo visto hasta hace un rato. Y estoy admirado. Creo que es mejor que la versión de la Garbo como peli, y Naomi Watts está impecable, no desmerece de la Divina pese a carecer de su carisma. Además me impactó mucho, desde los títulos de crédito, el hecho de que los productores son la Watts y Edward Norton, los dos actores principales, y ello denota que se enamoraron del tema y quisieron llevarlo a la pantalla aunque fuese pagándolo de su propio bolsillo. Y se nota, se nota en la entrega con que actúan y en cómo deben de haber diseñado un argumento cuyas secuencias finales se apartan por completo del original de Maugham, pero no de sus intenciones. Tengo que volverla a ver, a ser posible con Diny, pero no sin releer la novela, y se la tengo prestada a Montse, deberé recuperarla, y pronto, me urge ver esta peli otra vez, hay en ella algo que me ha conmovido profundamente y no acierto a focalizarlo y verbalizarlo.

 

Diny a Holanda, una vez más, a encontrarse con Willy y visitar a Annie en su casa; ya abandonó la clínica, aunque su diagnóstico, y el consiguiente pronóstico, siguen en pie. El vínculo que une a los Hansen está anudado tan fuerte que no logro imaginar cómo irán soportando las sucesivas pérdidas inevitables. Ojalá yo no tenga que vivirlas.

 

A las 19:30 pasan por el canal Arte un reportaje acerca de Colonia como albergue y escenario de una vida silvestre que no imaginamos tan variada: dentro del área ciudadana, rica en bosques y  estanques, viven patos, cisnes, gansos, garzas, tortugas, petirrojos, papagayos (que se fugaron del Zoo y sobrevivieron y se multiplicaron en libertad pese al clima adverso), murciélagos, ranas, conejos, ciervos, cangrejos, una familia de zorros en el cementerio Melaten, halcones peregrinos, grajos, cuervos, mirlos, vencejos, estorninos… El reportaje tan sólo ha olvidado una especie que ojalá se encuentre en vías de extinción: el cardenal. Pero no el pájaro, sino el arzobispo.

 

Weiß/Colonia, 9.3.

Vamos a Linz del Rhin a visitar a los Bayer. Buscamos a Osvaldo en su casa y después de la tradicional copa de champagne (ceremonia sine qua non de estas visitas) salimos camino del restaurante en el que algunas veces hemos comido años atrás, y ellos además son parroquianos habituales; tiene la ventaja de encontrarse enfrente de la clínica de rehabilitación donde Marlies se recupera de su doble fractura. Llegamos a la par, nosotros con Osvaldo y Ana empujando la silla de ruedas de Marlies. Luego, ya a la mesa, cuando Ana me comenta que hace muchísimo tiempo que no nos vemos, le digo que 29 años y 10 días: no nos vemos desde el 27 de febrero de 1984. Y para que no crezca la leyenda de que soy una computadora bípeda e implume, le recuerdo que fue el penúltimo día de la Berlinale, y en el apartamento de Osvaldo en Berlín  (donde también vivía ella) estábamos con Osvaldo Soriano, Héctor Olivera y Federico Luppi cuando llamaron a Héctor por teléfono y era para anunciarle que No habrá más penas ni olvido, presentada oficialmente al festival, había ganado el Oso de Plata, o sea, el Gran Premio del Jurado. Sabiendo que Ana iba a estar hoy con nosotros, busqué las fechas del festival de aquel año y por eso podía decirle con exactitud cuál fue la última vez que nos vimos antes de hoy.

 

De vuelta en casa, breve siesta, café y a continuación That Forsyte Woman [La dinastía de los Forsyte]. Vuelvo a verla al cabo de casi medio siglo, y lo que más me ha llamado la atención es el poco progreso en la sociedad clasista inglesa desde Pride & Prejudice y el hecho de que no puedo aceptar a Errol Flynn en el papel de un abogado británico de la época victoriana. Ay no, m’hijo, usté estaba destinado a comandar el 7° de Caballería pero también a morir con las botas puestas, a asaltar galeones españoles en el Caribe y a poner cachonda a la reina virgen, a ser Don Juan de Mañara y, sobre todo, sobre todo, Robin Hood. Pero como Soames Forsyte la verdá es que no te reconozco, Errol. Sorry.

 

***********FIN***********

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