Weiß/Colonia, 28.2.
1:00 am : Acabo de ver Mr. Majestyk [Con la ley en sus manos, la titularon en el Perú], que es un clásico de Charles Bronson, a quien alguien lo definió como «un Clark Gable que estuvo tendido demasiado tiempo tomando el sol». En esta peli, Mr. Majestyk, es como si le hubieran hecho un traje a la medida en Saville Row. Tan lacónica y tan derecha como él, una pequeña obra maestra.
A mediodía nos visitó Montse, estuvo un par de horas con nosotros, y como Henri ha de volver mañana a la escuela (se reanudan las clases presenciales) hemos acordado que no lo veremos más hasta que estemos vacunados. El motivo es que en la escuela nuestro Henri va a tener mogollón de contactos que eventualmente lo contagien y de rebote nos contagiaría. Ay de mí.
Weiß/Colonia, 1.3.
2:30 am : Sigo viendo la saga del joven Morse, es de lo mejor que ha salido de los estudios ingleses, y no sólo de ellos. Claro está que hablo por hablar ya que de las series gringas no veo ninguna puesto que las pasan en canales comerciales, una chatarra que el nieto de mi abuela Remedios no consume. Pero mientras haya policiales escandinavas e inglesas, e incluso alguna que otra francesa, pá qué quiero más.
Después de leer mi diario, José María me escribe desde su beatus ille a la orilla del Cauca: «Me late para mis fueros, que ese «despanzurrados» que citas hablando de doña Petra, es más bien «despernancados» o sea abandonados en decúbito dorsal sobre muelles triclinios, muy al estilo de los ilustres romanos en sus juergas consuetudinarias. Por lo demás, me asombra del mismo modo que a su mercé, la cantidad de inconsistencias que mencionas». Le respondo: «En español de España diríamos «despatarrados». En un cuento mío, no recuerdo cuál, hablo de una joven que después de conocer las mieles de un buen polvo se quedó “despatarrada en el paraíso». Y sí, lo curioso es que a pesar de tantas inconsistencias y contradicciones, la saga es muy buena. Ahora estoy metido en el último volumen de Petra Delicado que pienso leer, un volumen que recoge nueve cuentos protagonizados por la misma pareja de la saga. Llevo leídos cuatro y ni una sola inconsistencia, ni una sola contradicción; se conoce que el formato influye, en un cuento no puedes permitirte descarrilamientos ni tropezones de ese calibre».
También después de leer mi diario, Manu me deja un comentario en el foro de Fronterad, lo que da lugar a un casi chateo muy divertido. Manu: «Hasta 1995 no le dieron el premio Cervantes a Cela, y no debieron de dárselo después de decir que “el premio estaba lleno de mierda”, pero no tuvo escrúpulos en ir a recogerlo y a pavonearse como él sólo sabía hacerlo. La mierda que llenaba el Cervantes hasta 1995 tiene nombres y apellidos: Bioy Casares; Rafael Alberti; Octavio Paz; Onetti; Borges; Francisco Ayala; Miguel Delibes, y otros más. Para un hombre de la soberbia de Cela, debió resultarle insufrible la espera». Yo pecador: «Personalmente creo que, a) como autor se merecía el Cervantes; y b) si no se lo dieron hasta el 95 fue porque los jurados sucesivos, a partir del 89, cuando le concedieron el Nobel, pensaron que teniendo el Nobel para nada necesitaba el Cervantes. No contaban con su soberbia ni con su calidad de pícaro. Parafraseando algo que él mismo dijo de Baroja y las mujeres, a Cela le gustaba el dinero más que el pan frito». Manu: «Mucho debió de gustarle el dinero ya que no tuvo empacho en aceptar un premio con tan mal olor». Yo pecador: «Un emperador romano dejó dicho al respecto cuando creó un impuesto al uso de las letrinas: “Pecunia non olet! [¡El dinero no huele!]” Sé que con esta cita equiparo el premio cervantes a las letrinas romanas, pero no es culpa mía». Y Manu: «Tampoco es culpa tuya que Vespasiano se lucrara de la necesidad de aliviar la vejiga».
Weiß/Colonia, 2.3.
Vienen Ulli & Carlitos y me traen el ejemplar de Colas Breugnon que, desesperado, les pedí ayer que fuesen a ver si lo conseguían en la librería de lance que hay enfrente de su casa. Sucede que quiero escribir un artículo sobre la pandemia que no sea una reiteración de los cincuenta o más que llevo leídos sobre Defoe y, sobre todo, Camus. Y Colas Breugnon es el libro ideal para ello. En España se consigue vía www.iberlibro.com pero los gastos de envío duplican y en algún caso triplican el precio del libro. Y en alemán, si programo el título en la máquina de busca ZVDA.de, me aparecen versiones en rumano, ruso, inglés, francés, italiano, polaco… pero ningún ejemplar en alemán. Cuando Ulli me entrega el libro sé por qué. Los alemanes, que son más papistas que el Papa, tradujeron el título, que es el nombre del protagonisa, como Meister Breugnon [El maestro Breugnon]. ¡Como para encontrarlo! ¡La meretricia progenitora que los dio a luz!
Después de semanas de dejarme en paz empiezan a llegarme de nuevo, al ángulo inferior derecho de la compu, avisos pícaros en el modo «Long Time No Sex» o «Ich möchte ficken. Jetzt! [Quiero follar. ¡Ahora!]», ilustrados ad hoc. Ya se cansarán de esperar una respuesta. Ni por curiosidad los abro, ¡quién sabe qué mafia anda detrás de ellos! ¡Pa chasco!, como decían los madrileños.
Buscando material para mi envío semanal La Frase del Domingo, cosecho varias de Willem Frederik Hermans, mi autor predilecto entre los neerlandeses. Copio varias: «La gente en los barcos siempre devuelve el saludo. En cuanto te transportas de forma diferente a los demás, empiezas a saludar»; «Escribir un diario es como improvisar con las teclas negras del piano: no puede salir mal, pero rara vez es realmente bueno»; «Si se jugara más al fútbol, nunca habría más guerras»
Weiß/Colonia, 3.3.
El 5 del mes pasado, Marcos subió a su cuenta T un tuit mío donde dije que en el tema de la pandemia Alemania ha demostrado ser un país del Tercer Mundo barnizado para que parezca del primero. Hoy, en el chiste gráfico del KStAnz se ve lo siguiente: una gran pantalla de TV en la que aparecen unos hombres de Neandertal haciendo fuego frotando unos maderos. La dueña de la casa se asoma a ver y le pregunta a su marido, sentado delante de la pantalla: «¿Qué documental están pasando? ¿uno sobre Alemania y la digitalización?» Y en una entrevista a toda página con el filósofo Markus Gabriel, profesor de Teoría del Conocimiento en la Uni de Bonn, él asegura en el mismo contexto que Alemania milita en la “Kreisliga”, o sea en la liga regional amateur.
Hoy apareció en Vasos Comunicantes mi artículo sobre el premio Bulwer–Lytton, el cual se concede anualmente a la peor frase para comenzar una novela, en homenaje a la legendaria «Era de noche y sin embargo llovía». Está teniendo mucho éxito entre los miembros de mi parroquia, como lo registra la bandeja de entrada de mi estafeta virtual.
La regalo a Marjorie, gran gastrónoma doblada de poeta y novelista, un tuit que traduzco del alemán y según el cual la gente que le pone piña a la pizza deberían ser los últimos en recibir la vacuna. Y le explico: «En mi niñez, en la España del hambre y todos los alimentos racionados, una piña era como el hielo en la primera página de Cien años de soledad. Hoy no la soporto porque me deja los dientes como si fueran el alféizar de una ventana con macetas de geranios».
Diálogo por email con Alfonso, en los madriles. Alfonso: «Que sepas que acabamos de descubrir que fronterad no se puede leer ni en Rusia ni en China. Parece que no les gustan las cosas que publicamos sobre ellos». Yo pecador: «Mis contactos en el Servicio Secreto de Andorra, para el que trabajé algunos años como free lancer y en el que dejé un buen recuerdo, me han asegurado que Putin es un fan de mi diario, se lo hace traducir todos los domingos. Les he pedido que indaguen si también Xi, en Pekín, sigue mi vida y milagros. Te mantendré informado». Alfonso: «Ya me dirás de Xi y de Vladimir, que podrían servir para que un nieto de Beckett les invitara a un picnic en un descampado de Mongolia a contar cómo casan los ucases con el comunismo chino y la iglesia ortodoxa rusa». Yo pecador: «Lo dicho, te mantendré informado. Pero recuerda el ensayo crítico de Xi titulado El comunismo como rábano. Su definición del comunismo chino como rojo por fuera y blanco por dentro es equiparable en valor histórico a «L’Etat c’est moi!» de Luis XIV».
Aunque no sé inglés sí sé lo bastante para seguir una crónica de la corresponsal del Washington Post en Berlín, acerca de la creatividad léxica de los alemanes en relación con el fenómeno de la la pandemia y sus efectos colaterales. Me lo envía Marjorie, desde Cámaralentolandia, y le digo, que me parece que está muy bien pero se queda corto y no señala lo más visible de esta explosión léxica. Por otra parte «hamsteren» existe en neerlandés desde tiempos inmemoriales, y en alemán existe asimismo su equivalente: «hamstern», también desde el año de Marie Kastanien. Pero lo dicho, lo más visible de la explosión léxica es la aparición en el idioma alemán cotidiano de docenas de palabras que en su inmensa mayoría son cultas y que provienen derecho viejo del latín: por ejemplo Inzidenz, que es la que más está en la boca de todos porque hasta no bajar a menos de 50 personas contagiadas por cada 100.000 durante siete días, significa que tenemos lockdown para largo. Hoy hemos entrevisto un rayo de esperanza, porque al parecer a partir del lunes se autorizarán las reuniones de hasta cinco personas en una casa (sin incluir los menores de 14 años); en la actualidad sólo podían ser tres. O sea, que si se llega a confirmar, a partir del martes 9 podremos reanudar nuestros almuerzos en casa con Ulli & Carlitos, haciéndonos servir buena comida caliente por el Bistro Verde. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
Weiß/Colonia, 4.3.
2:20 am : Esta ha sido una noche perfecta, empezando por el título de la primera peli que vi, una del 2011 pero resueltamente actual, Perfect Sense, y que voy a recomendar a tutti quanti para que la vean, si es que no la conocen. No es una obra maestra, pero conecta de un modo estremecedor con el ambiente de pesadilla en que nos ha sumido el virus. Y a continuación, una de mis pelis francesas favoritas, Un corazón en invierno, ésta sí una obra maestra y el reencuentro con Ravel y su música, que me apasiona, pero también la dirección de Claude Sautet y la interpretación de ese dúo Emmanuelle Béart y Daniel Auteuil, una pareja sin química posible y en ello reside gran parte de la fuerza poderosa que transmite lo filmado. La he visto no sé cuántas veces, la veré de nuevo cada vez que la pasen. Y como broche de oro de esta noche un documental fabuloso sobre Claude Sautet, su vida y su obra, su duro comienzo cuando su primera peli Classe touts risques [A todo riesgo] tiene la mala suerte de estrenarse una semana después que À bout de souffle [Al final de la escapada], y claro, pasó desapercibida. Cinco años después, y gracias a la insistencia de Lino Ventura, vuelve a dirigir y comienza una carrera espendorosa. La muerte de su musa, Romy Schneider, y el suicidio de uno de sus actores estelares, Patrick Dewaere, lo dejaron muy descalabrado espiritualmente. Lo que me duele, ahora, es haber estado siete veces en París desde el 2002 al 2012 y no haber encontrado nunca la tumba de Sautet en mi tradicional visita al cementerio de Montparnasse, no haber visto nunca sino en fotos, el epitafio que campea sobre su lápida: «Gardez le calme, devant la dissonance! [¡Mantengan la calma ante la disonancia!]»
Abordé el lunes la lectura del volumen de cuentos Crímenes que no olvidaré, de Alicia Giménez Bartlett, como guinda del pastel que fue la saga de Petra Delicado. Los cuatro primeros cuentos se leían bien, pero cuando terminé de leer el quinto, titulado “Petra en agosto”, decidí que lo dejaba para releerlo hoy, no fuera a ser que estuviese obnubilado durante su lectura y no haber entendido su final. Y no, o mejor dicho: sí, sí que lo había entendido bien y es una auténtica catástrofe, un disparate que me vuelve a hacer pensar que en la editorial nadie lee los textos de la autora mascarón de proa de la firma. Es tan grande el desastre que voy a dedicarle un artículo en el que desmontaré la trama para evidenciar el sinsentido del desenlace. ¡Por estas!
Weiß/Colonia, 5.3.
1:15 am : Acabo de ver The Kindergarten Teacher [indolentemene traducido el título como La profesora de parvulario, en vez de La maestra de parvulario, como me confirma mi sobrina Mónica, a quien llamo en Huelva para chequear este punto]. Es una peli a la que en www.imdb le dan 6,7 puntos, muy por debajo de lo que realmente vale. Tan sólo la interpretación de Maggie Gyllenhaal, una de las mejores actrices de nuestros días, ya daría de sobra para un 7,5 si no un 8. Ojalá vuelvan a pasarla pronto, me quedé con ganas de volverla a ver. Además, la que no puedo dejar de ver es la israelí de cinco años antes, de la cual la gringa es una remake casi facsímil, según las críticas que leo. ¿Tendrán el DVD en Saturn? Llamaré el lunes para preguntarlo.
En el suplemento literario del KStAnz, el poema del mes –titulado “Lengua común”– es de un poeta suizo, Jürg Halter, de Berna *1980, y sin encomendarme a Dios ni a su imagen en el espejo (que ya sabemos cuál es y cómo se llama), me pongo a traducirlo a mano alzada: «Hablamos con pies y manos, / no osamos abrir la boca. / Los acuarios donde estamos / casi engarzan entre sí. // Nadamos uno hacia el otro. / Poco antes de tocarnos / una pared de cristal / nos aplasta las narices. // Como de mí te avergüenzas / no te puedo contar cómo / me avergüenzo yo de ti. // Las burbujitas de oxígeno / se convierten en palabras. / Amadísima, ¿en qué lengua / común es que nos hablamos?» Creo que lo conseguí, son puros octosílabos.
Alguien que no sé quién pueda ser ha hecho que me envíen el último número de la revista Leer, que me ha parecido buenísima y el número lo he devorado como si fuese una novela. A resaltar, por aquello de la cabra que tira el monte, la magnífica “Auténtica entrevista falsa” que Víctor le hace a Zenobia, la esposa de Juan Ramón, un texto que el propio Víctor me mandó hace un par de semanas, cosa rara avis en él, que no es un animal virtual como yo. Lo que me infunde una cierta curiosidad es el matasellos del sobre donde llegó la revista. Lo he recortado para conservarlo porque nunca he recibido un envío postal despachado desde la Dirección General de la Policía.
Weiß/Colonia, 6.3.
Anoche me quedé dormido ante el televisor alrededor de las 2:00 am, según mis cálculos, poco después de ver Ulzana’s Raid [La venganza de Ulzana], una peli de Robert Aldrich teniendo a Burt Lancaster como protagonista. No la conocía y me parece buena, aunque sin alcanzar la pauta de calidad de The Dirty Dozen [Doce del patíbulo]. De pronto me apagué como se apaga la luz en las bombillas. Cuando volví a abrir los ojos eran las 4:14 am, menos mal que Diny no se había despertado al notar mi ausencia. Me fui a la cama ipso fuckto, pero mientras me cepillaba los dientes di en pensar qué maravillosa forma de morir sería esa. Ver una buena peli, cerrar los ojos y no volverlos a abrir sino en el Valle de Josafat, buscando afanosamente a mi padre, y a Carol y Aurora colgadas cada una de un brazo de Julio, y a Monika fumando sus gauloises, y a mi don Paco del alma empeñado en xilografiar una vista aérea de La Mejoral, y a Pepe y Hilde que seguramente habrán sembrado buganvilias en el trozo del Valle que les tocó… ¡Es tantísima la gente que me espera al otro lado!
Mi columna de ayer en EE me ha reportado correo bastante y muchos comentarios en el foro de la propia columna. Sin embargo, la considero fallida. No logré concienciar a los lectores acerca de lo que verdaderamente me importaba, y es cómo el racismo puede llegar a envenenar la vida de una comunidad, hasta el extremo de “blanquear” en modo ario el inocente alfabeto. Algún día, quizás, aprenderé finalmente a escribir de manera que se me entienda.
*******************THE END*******************