Rodenkirchen, 5.3.
Terminé de ver anoche Eyes Wide Shut y admiré la escena en que Sydney Pollack, gran director de actores, borda su escena con Tom Cruise en la sala de billar. Y luego quise ver Sabrina, pero en la versión original, para apreciar mejor lo buen director de actores que es Pollack. Lo hice, aunque la señal del sonido era débil; no me importó mucho porque me sé los diálogos de memoria. Y lo que no he registrado acá todavía es que Eyes Wide Shut la estuve viendo en Zoowoman, un portal gratuito que descubrí la semana pasada. Tienen un fondo impresionante, de lo mejor que conozco en materia de portales gratuitos.
Le envié a José Luis mi texto sobre Jakob Wassermann y me comenta: «Me gustó muchísimo, a pesar de que no coincido ni una pizca con los juicios de Reich–Ranicki. Los personajes de Wassermann me parecen muy convincentes. Más que un parentesco con los de Dostoievsky, a sus héroes los encuentro semejantes a los de varios románticos: son excesivos y arrastrados por la fueza del destino como los del teatro de Schiller. Y, sobre todo, me apasiona. Tres novelas alemanas han causado gran impacto en mí, quitándome el aliento y obligándome a no apartarlas de mi mente en los siguientes días o semanas después de su lectura: Werther, El hombrecillo de los gansos y Effi Briest». Le contesto: «Caro Giuseppe Luigi, ahora que he releído Laudín y los suyos creo entender mejor lo que dice Reich–Ranicki. De todos modos, de lo que no cabe la menor duda es que era un narrador nato. En cuanto a Werther, me pareció exagerado, me gusta más el Goethe de Las afinidades electivas. Y no trato de hacer un chiste si te digo que el Goethe que más me gusta es el de Lotte en Weimar, una novela magistral aunque poco o nada conocida de Thomas Mann. ¿La leíste? Si no, te la recomiendo. Y sí, Effi Briest es muy buena, como lo son todas las que integran esa que suelo llamar «la saga del adulterio”: Madame Bovary, Anna Karenina, La Regenta, Fortunata y Jacinta, Eline Vere, El primo Basilio, Don Casmurro…«» De Eline Vere, publicada en 1889, cuando se editó la segunda traducción inglesa en el 2010 escribió un crítico en The Scotsman: «Las novelas redescubiertas suelen hacer que te des cuenta en primer lugar de por qué se perdieron, pero Eline Vere es una excepción: un placer que nos hemos perdido durante demasiado tiempo». Doy fe.
Desde el Canadá de su exilio, Arcebelle me cuenta: «Aquí seguimos en el crudo invierno. Lástima para mí que no te puedo mandar fotos porque no tienes Scareface ni Whatsapp y yo no sé pasarlas al correo. En todo caso, te cuento que hemos tenido tormentas por montón. Toda una experiencia para mí, una chica tropical. Este año ha sido el más fuerte». Le respondo: «Si alcanzás a vivir hasta que acabe de licuarse el Polo Norte, vas a tener que aprender a nadar». Mañana se cumplirán 17 años del día en que comenzó nuestro intercambio epistolar.
Rodenkirchen, 6.3.
Estuve viendo anoche Good Will Hunting [El indomable Will Hunting] que no conocía y me cautivó, por su guion (de Matt Damon y Ben Affleck, ganadores del Oscar con él), por sus protagonistas masculinos (ellos dos, Stellan Skarsgård y un inmenso Robin Williams) y por el descubrimiento de Minnie Driver, que está comestible a besos. Qué peli tan buena, tan buena, tan buena, seguro la veré esta noche de nuevo, pero en la versión original.
Vinieron Rebeca, la ergoterapeuta y Gerda. Fue de compras Diny con Rebeca, mantuvo una sesión al parecer intensiva con Frau Lindemann, la ergoterapeuta, y finalmente Gerda la sacó a pasear. Todo ello entre las 10:30 am y las 3:30 pm, con el intermedio del almuerzo en el comedor del Maternus. Me temo que ha sido un día de excesivo ajetreo sociable para Diny.
¡Encontré en el portal Zoowoman nada menos que Blonde [Rubia]! Ahora ando en la duda de si ver primero la peli y leer luego el libro de Joyce Carol Oates. Creo que lo haré así, ando con una cierta pereza lectora y un intenso fervor cinéfilo. Además, no sería la primera vez que veo la peli antes de leer la novela o ver el drama o la comedia. Recuerdo que La muerte de un viajante con Fredric March como Willy Loman la vi en el cine unos veinte años antes de verla en escena en el Teatro Bellas Artes de Madrid, 1985, con José Luis López Vázquez, un fabuloso WL. Naturalmente conocía ya el texto de Miller al verla en el cine, pero es una de esas obras, como Seis personajes en busca de un autor, que hay que verlas en el teatro para darse cuenta de la catarsis que significan. En Madrid la vi con Hilde, quien estaba allí visitando a unos amigos argentinos. Salimos del teatro como en trance.
Rodenkirchen, 7.3.
Descubrí anoche en el portal Zoowoman que estaba disponible Blonde [Rubia] y la reservé para hoy o mañana. Volví a ver Good Will Hunting, otra vez en español, para empaparme bien de los diálogos y poderlos seguir cuando vea la versión original. Entretanto me di cuenta de que Good Will Hunting es en realidad un juego de palabras: puede traducirse como El buen Will Hunting, pero también como Cazando la buena voluntad.
Hoy en La Modicana, Ulli una de sus monumentales ensaladas, Diny espaguetis à la modicana, Carlitos una lasaña, yo mi sopa de pescado. Ulli propone que almorcemos el sábado en Delphi, el griego del Barrio de los Pintores. Le digo que el Delphi sólo abre a mediodía los domingos, y Ulli pregunta si podríamos también el domingo, le digo que sí y en esas quedamos. O mucho me equivoco o se trata de la invitación habitual por el aniversario de su boda: pasado mañana hará 16 años que se casaron, con nosotros como únicos testigos.
Le hablé a José Luis de las tertulias de Rafael Conte, mientras vivía, en la salita del restaurante Belarmino de la calle Castelló, en Madrid, y de los buenos ratos que pasé allí. Me contesta que le habría gustado estar allí de oyente, al menos una vez. Le cuento una de las mejores anécdotas de la tertulia: «Una vez llevé allí a Álvaro Mutis con su mujer. Al rato llegaron Chus Visor y Carmen Romero, entonces mujer de Felipe González. No hubo presentaciones porque eso no se estilaba en la tertulia, y además Chus ya le había avisado a Carmen que ese día iba a estar en ella Álvaro, un autor al que Carmen admiraba mucho. Yo estaba sentado al lado de Álvaro, y él en algún momento, con aquella voz sonora que toda América Latina conocía como la del narrador de Los intocables, le dijo a Rafael: «Eso no lo arregla ni Felipe González». Del otro lado de la mesa Chus me lanzó una señal de alarma y me incliné hacia Álvaro para decirle al oído: «Ojo, que la mujer que está sentada frente a Chus es la esposa de Felipe». Álvaro se quedó callado un rato, pero es que estaba pensando la jugada siguiente, y cuando Rafael comentó algo acerca de su plato, la hizo; dijo de una manera que se oyese claramente: «Pues a mí me ha dicho Gabo que las mejores lentejas que se comen en Madrid son las de la Moncloa»; y Carmen le contestó desde el otro extremo de la mesa: «Pues si queréis, mañana estáis invitados a comerlas allí». A lo que Álvaro, avanzando la cabeza para poder mirarla, exclamó: «¡Es, es!», y Carmen avanzó la suya y le dijo sonriendo «Sí, lo soy». Y nos echamos a reír todos. He pasado muy buenos ratos en esa tertulia, este fue uno de ellos. Nota bene: Aunque Carmen nos invitó a todos los presentes (nueve en total) yo me disculpé con ella al despedirnos, diciéndole que al día siguiente, temprano de mañana, volaríamos a Barcelona con el puente aéreo y, por lo tanto, perderíamos su invitación. Fue una mentira grande como la copa de un pino, pero es que jamás en la vida he querido tener tratos con el poder. Jamás pasé del nivel de tres embajadas, o por motivos profesionales, como cuando entrevisté a Fujimori para la Deutsche Welle». Por cierto, era un enano.
Rodenkirchen, 8.3.
Nevó durante la noche. El largo patio ajardinado del Maternus se veía desde nuestro balcón como un gran rectángulo impoluto. Y la nevisca seguía. Recién al mediodía se ha detenido, y el sol se dejó ver minuto y medio.
Anoche vi la primera mitad de Blonde [Rubia] y, por lo que llevo visto, ojalá Ana de Armas consiga el Oscar con esta recreación tan lograda de Marilyn Monroe. Impresionante la escena en que la está sodomizando su amante y la cámara enfoca su cabeza y sus manos aferradas al borde de la sábana de la cama que de repente se transforma en las cataratas del Niágara.
No he ido a almorzar al comedor, fue Diny sola. Desde ayer tarde ando padeciendo problemas intestinales. La única explicación que se me ocurre es que alguno de los pescados o mariscos de la sopa no estuviera en buenas condiciones. Anoche cené una taza de té y esta mañana desayuné otra taza de té y un yogur de stracciatella. Veremos si el ayuno le hace bien a mi cuerpo. Gandhi era un virtuoso del ayuno y gozaba de muy buena salud. Oremus.
Tuve una pesadilla durante la siesta. Estaba en la escuela y todos mis amigos se confabularon para acosarme (en buen castellano: hacer mobbing conmigo), incluso llegaron a desvalijar las gavetas de esta mesa escritorio del Maternus. Recién me desperté cuando uno quiso aplastarme contra la pared con un rollo de papeles viejos. Padrecito Freud: ¿me echarás una mano para interpretar este sueño? Entretengo la espera de la respuesta con una taza de té frisón y dos bizcochos secos.
Rodenkirchen, 9.3.
Medianoche : Les mando un email a Ulli & Carlitos felicitándolos por sus 16 años de casados, y lo hago con la Marcha nupcial de Lohengrín, para que admiren el puro alto alemán de un coro español y cómo López Cobos también les acompaña de memoria. Fue la boda más rápida a la que he asistido. Llegamos los cuatro, la funcionaria leyó las fórmulas de rigor, Ulli y Carlitos dijeron que sí, firmaron y a renglón seguido nos fuimos a almorzar al restaurante del Hotel Mundial, frente a la catedral. Ni siquiera existe una foto como recuerdo.
Estuve viendo anoche la primera mitad de la primera peli indonesia que he visto en mi vida, en el original se titula Nana, pero se distribuyó en España como Antes, ahora y entonces, a partir del título inglés: Before, Now & Then. Es sumamente interesante verla a continuación de haber leído, aunque haya sido en octubre/noviembre pasados, el libro Revolución, de David van Reybrouck. Terminaré de verla esta noche, me atrae mucho su atmósfera y el hecho de que la haya dirigido una mujer, Kamila Andini, que lleva ganados 24 premios internacionales, lo que no es paja.
De las 2 a las 5 pm con Theresia y Luciano, primero en el Bistro Verde, luego en este apartamento. Cada vez me reafirmo más en que haberlos conocido fue, como sigue diciendo Bogey al final de Casablanca, «the beginning of a beautiful friendship». Hemos platicado de la guerra civil, de los racionamientos de la posguerra y del estraperlo, de la mortandad que suponía contraer la tuberculosis en la primera mitad del siglo pasado, de las dificultades para traducir a Böll sin conocer Colonia y el idioma que hablan sus habitantes, de las corridas de toros, de mi amistad con el gran Chamaco, de la fotografía de Mordzinski y nuestra amistad con él, de milyuna cosas, como las noches de Cherazade. Una tarde redonda.
9:17 pm: ¡Qué hermosa peli es Nana! Voy a escribirle a Willy, para recomendársela y para que le pase el dato a Donny, que la puede gozar en su idioma original. Tiene además una música sensacional y un final que me lleva a pensar cuando de la redacción de EM me pidieron que en mi cuento “La oración fúnebre” la incluyera de un modo expreso… sin darse cuenta de que el final tenía que ser como yo lo había escrito, sin incluirla, porque en ello estriba la posible calidad de ese cuento:
«─ Es una pena que no sepa español. Me hubiese gustado saber qué fue lo que dijo.
Me senté a su lado, prendí un cigarrillo, y lentamente, con los ojos clavados en su sombrero boca arriba, como si le hablase a él, fui traduciéndole de memoria mis breves palabras de la capilla. Cuando terminé nos quedamos un largo rato en silencio. Después se puso el sombrero, se levantó y tan sólo dijo:
─ Gracias.
La vi alejarse por el sendero principal, y cuando la perdí de vista me levanté también y seguí despacio su mismo camino. No tenía ninguna prisa. A esas horas el 6 pasa cada diez minutos».
Rodenkirchen, 10.3.
He tomado la costumbre de cenar sentado a la mesa enfrente de la compu y hacer correr una peli sin oír la banda sonora, ya que mi compu carece de altavoces externos. Es una experiencia nueva para mí ya que, según me seduzcan o no las puras imágenes, decido si verlas con los auriculares puestos, o no. Así descubrí pelis como La doncella, coreana, On the Rocks, gringa, Nana, indonesia, la secuela de Mamma mia!, y algunas más. Anoche estuve viendo de ese modo El marido de la peluquera, que no conocía. Esta noche, además, la oiré.
Uno de nis tres Jose María amigos, el madrileño, Guelbenzu, uno de los pocos que siempre escribe bien el nombre de Diny, me mandó ayer este email: «No sabía cómo escribirte tras del desastre de vuestro piso y la situación de Diny. No encontraba palabras para poder acercarme a la catástrofe, pero ayer estuve leyendo Límeri de Bueno Saire y te recuperé, te sentí cerca, vivo, y me animó a aplacar la sensación de daño inmerecido que ha caído sobre los dos. Total, que ya me siento anímicamente en condiciones de enviarte un abrazo muy grande, para ambos, sin sentirme convencional e inútil. La verdad es que la vejez es un castigo; lo que pasa es que no lo advertimos lo suficiente. Yo ya empiezo a estar atacado de ella y es mucho peor de lo que siempre supuse. Pero la vida es como la luna: siempre ahí, siempre creando ilusiones, siempre creando belleza, pero fría, como una amante que no se compromete contigo más allá de los buenos momentos porque tras ellos te abandona al fin de la noche con la misma indiferencia con que te acompaña. Así es la vida, que yo me alegro de haberla frecuentado, a pesar de todo. O sea que la vida, venga como venga, no es justa ni injusta, disfrutarla o soportarla es sólo cosa nuestra, esa es la verdad. Un abrazo total». Es por cartas como esta que les doy siempre las gracias a los dioses que me dotaron con el don de hacer amistad con gente como mis tres José Marías, y Annuchka, Arcángeles, Arcebelle, Anotota, Carla, mi deuda estherna, Graciela, Kathyushka, Laúra [sic], Marianela, Marina, NS, Violeta, Yadira y un largo etc. masculino.
Buscando un hipervínculo para la entrada anterior, descubro que the barcelona review ha publicado mi vuelta de tuerca a La Regenta en su # 85 y van por el 102. Lo envié a la redacción en enero 2015 y me lo aceptaron, prometieron comunicármelo cuando lo colgasen en su página. Deben haber perdido mi dirección, dice mi bienpensante interior. Mi malpensante interior le saca la lengua.
Rodenkirchen, 11.3.
No me equivoqué anoche, Le mari de la coiffeuse [El marido de la peluquera] es una peli muy bella, es como una de esas miniaturas preciosas que más que miniaturas son alhajas. Los dos intérpretes, la hermosa Anna Galiena y el grandioso histrión que es Jean Rochefort actúan tan entregados a lo que hacen que a Patrice Leconte le resultó súper fácil construir su relato de un amor loco de tan cuerdo. Me quedé con este diálogo de Antoine y el cliente gay de Mathilde: «–La muerte es amarilla y huele a vainilla. –¿Está usted seguro? –Acepto apuestas».
Lillian me envió ayer el enlace con una composición de Felisberto Hernández titulada “Negros”, para piano y percusión. Felisberto, aparte de ser un fabuloso narrador, se ganó la vida al principio tocando el piano para acompañar las pelis del cine mudo. Más tarde tomó lecciones serias de piano y a sus 37 años tocó a Stravinsky en mi Buenos Aires querido que ya no volveré a ver. Leo en Wikipedia que Italo Calvino, quien prologó la traducción italiana de Nadie encendía las lámparas, lo definió de este modo: «Un escritor que no se parece a nadie: a ninguno de los europeos y a ninguno de los latinoamericanos, es un “francotirador” que desafía toda clasificación y todo marco, pero se presenta como inconfundible al abrir sus páginas». Es cierto, basta recordar el final del cuento que dio título al libro: «Los invitados empezaron a irse. Y los que quedamos hablábamos en voz cada vez más baja a medida que la luz se iba. Nadie encendía las lámparas. Yo me iba entre los últimos, tropezando con los muebles, cuando la sobrina me detuvo: “–Tengo que hacerle un encargo”. Pero no me dijo nada: recostó la cabeza en la pared del zaguán y me tomó la manga del saco». Su obra completa, en la edición de la Biblioteca Ayacucho, ha ido a parar con todos los demás volúmenes que poseía de esa Biblioteca, a la del Centro Cultural Antonio Machado.
Fuimos al chino para almorzar con Paul. Algo un poco peliagudo dadas las dificultades motóricas de Diny, que ayer pasó casi todo el día en la cama y combatiendo un pertinaz dolor de cabeza a base de Paracetamol. Pero se obstinó en ir al chino y transigí. Con Paul conversamos (conversé) de dos ítems importantes: de sus planes para viajar a América Latina y de cine. Es tan cinéfilo como yo, me pidió una lista de mis últimos descubrimientos, se la mandé por email apenas regresamos al Maternus. En cuanto a su viaje le he pedido que lo reflexione un poco más, que piense que no conseguirá trabajo tan fácil si entra a cualquier país con un visado de turista. Esas cosas que decimos los abuelos como yo, que han viajado más que la maleta de Willy Loman.
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