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De mi Diario : Semana 11/ 2023

Rodenkirchen, 12.3.

Repasando esta mañana lo publicado a medianoche en Fronterad, descubrí como siempre una ½ docena de erratas que ya he corregido. Pero también me di cuenta de que no expliqué por qué no seguí viendo Blonde [Rubia] cuando pensaba hacerlo, el jueves 9, después de haber visto la primera mitad el miércoles 8: y es porque cuando quise abrir el enlace me advirtieron que estaba fuera de cuota y tenía que esperar unas horas antes de poder abrirlo de nuevo. De manera que por eso abrí Nana, la peli indonesia. Esta noche volveré a tratar de ver el resto de Blonde.

Fuimos a almorzar a Delphi, el griego del Barrio de los Pintores, para celebrar el 16.º aniversario de la boda de Ulli & Carlitos. Ulli pidió un gratinado de cordero con espinacas, Diny y Carlitos unos bifes de lomo (carne argentina) y yo «Gavros», me dijo sonriendo el camarero, que me reconoció apenas verme, ¡qué memoria!, y en efecto, yo quería mis boquerones fritos. Ulli y yo optamos por el rosado seco, Diny su jugo de manzana con agua mineral y Carlitos su kölsch. Logré comunicarle a Ulli mi entusiasmo por El marido de la peluquera.

Vinieron a visitarnos Rebeca y Montserrat, amén de Henri, a quien no veíamos desde hace meses y está recién regresado de un viaje con su clase a un pueblito de la Baja Sajonia. Charlé con Montse en extenso acerca del proyectado viaje de Paul a América Latina, a fines de este año, cuando termine la nueva gira del grupo musical del cual Paul es el factótum. Un dato a resolver, me dice Montse, es qué va a pasar en la relación de Paul con Lea, su amiga. Porque no te puedes ir sin más ni más a recorrer el mundo. A no ser que te llames Phileas Fogg.

Rodenkirchen, 13.3.

Anoche terminé de ver Blonde [Rubia]. Es mala, para no decir pésima. Lo evidencia el hecho de que en las nominaciones para los Oscars sólo haya recibido una por la actuación de Ana de Armas. Espero que esta noche (creo que esta noche es la entrega de las estatuillas), no le den el de actriz en un papel protagonista a esta estupenda actriz cubana. Sería como la cuadratura del círculo: uno de los cinco principales Oscars para una mala peli. Aunque cosas más raras se han visto en esta ceremonia de la confusión que es la entrega de los Oscars.

Teníamos las entradas para ir al teatro esta noche, Diny y yo con Montse y Paul, pero me levanto con un ataque de apatía feroz y sé que eso puede significar que contraje el maldito virus. Llamo a Montse y le explico. Cancelamos el viaje al centro, Montse le entregará las entradas a Paul para que pueda ir con Lea y sus amigos.

El viento se ha pasado todo el día ululando, más bien aullando como poseso. Menos mal que no salió el sol porque sí no hubiese tenido que tender el toldo del balcón corriendo el riesgo de que el viento lo maltratase.

Vino Uwe a recoger el calendario de Paul que les regalamos a Margot y él, pero nos olvidamos de entregárselo cuando nos visitaron la semana pasada, Antes de venir fue a la farmacia y compró cuatro tests personales para nosotros. Abrí uno de ellos pero fue una batalla perdida contra la letra menuda, microscópica, de las instrucciones de uso. Tuve que llamar a Herr Nicol, el responsable por este piso del Maternus, acudió, llevó a cabo el test y positivo. Y el de Diny, que llevé a cabo yo, siguiendo el proceder de Herr Nicol, dio negativo. Por dicha, como dicen los ticos, Herr Nicol me asegura que si no tengo fiebre se trata de un ataque benigno y bastará con que me enclaustre en esta vivienda sólo cinco días. A partir del sábado ya podría estar haciendo una vida normal. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

Rodenkirchen, 14.3.

Me fui temprano a la cama. Me abrumaba pensar que voy a estar, en el mejor de los casos, encerrado cinco días entre estas cuatro paredes. Cómo será la  cosa que sólo visité el speakeasy dos veces, y sin pensármelo otras dos me tendí en la cama bien arropado.

Nada de ir a La Modicana, por supuesto, Tampoco han ido Ulli y Carlitos por si acaso se hubieran infectado conmigo el domingo, cuando comimos juntos en Delphi, el griego. Pero hoy parece como si en el Maternus celebrasen de manera tácita el Día Internacional de la Incomunicación. Herr Nicol me dijo ayer que desde hoy hasta el viernes nos servirían los almuerzos en el apartamento. Viendo que no llegaba el cocinero, llamé al teléfono de Herr Nicol, me contestó una fresca voz juvenil y después de exponerle el caso me dijo que Herr Nicol estaba ausente hoy pero no le dejó ninguna indicación acerca de la domicialización de nuestros almuerzos, que de inmediato los ordenaría a la cocina. Y después no apareció Gerda, a quien tenía pensado decirle que llevase a Diny a la farmacia para que comprase Paracetamol y un rollo de esparadrapo, para aliviar dos heridas en carne viva que tengo en las piernas y me duelen cada vez que las roza la tela del bluyín. Llamé a todos los teléfonos donde me podían dar razón de por dónde andaba Gerda. Parecía que se la hubiese tragado la tierra. Por último llamé a la sustituta de Herr Nicol, le expliqué el nuevo caso, y me dijo que tal vez Gerda, al saber que yo di positivo en el test, tuvo miedo de que hoy también pasara lo mismo con Diny y por eso no pasó a recogerla. Le argumenté que podía haberse disculpado por teléfono y me dio la razón: «Tendría que haberlo hecho». Luego, espontáneamente ofreció dar un salto a la farmacia (está en la esquina de la plazoleta donde se ubican el Maternus y ReWe), hacer esas dos compras y traérnoslas al apartamento. Le dije que bajaría para entregarle el dinero para las compras y me contestó que ella las pagaría de su bolsillo y luego nosotros se lo devolveríamos. Y asi fue, eran 5,55 € y Diny no tenía dinero menudo  ni miró en mi monedero, de modo que la chica le dijo que 5 € estaba bien. Pero mañana iré a ver qué correo me llegó desde el sábado, los apartados postales están en el mismo piso que la oficina de Herr Nicol, y saldaré mi deuda de 0,55 €, no tengo alma de parásito, Y de este modo, el Día Internacional de la Incomunicación concluyó en el Maternus de una manera muy distinta a cómo comenzó.

Rodenkirchen, 15.3.

Estuve viendo anoche la Sabrina de Billy Wilder (1954) para reafirmarme en mi opinión de que la de Sydney Pollack (1995) es bastante mejor. En la Sabrina de BW no hay un solo momento en que salte la chispa entre Bogart y la Hepburn. En la de SP, a partir de un determinado momento estallan fuegos artificiales entre Ford y la Ormond. La Sabrina de BW es Audrey Hepburn interpretando a Audrey Hepburn en el papel de Sabrina. En la de SP, Julie Ormond es, es, Sabrina. Y ya sólo eso podría hacer la diferencia, pero son muchas más cosas en las que difieren y en las que en todas, sin excepción, sale ganando la Sabrina 2.

Hoy, 15.03.2023, por una decisión tomada en la ONU, se celebra el Día Internacional contra la Brutalidad de la Policía. Yo he presenciado en el otoño de 1968, acá en Colonia, una carga de su policía montada contra una manifestación pacífica de las escuelas de la ciudad protestando contra la subida del billete en los transportes públicos. El escándalo fue tan grande que la policía montada se redujo a partir de entonces a funciones casi ornamentales, como conducir a caballo y vestidos como romanos los desfiles escolares en las procesiones del día de San Martín.

Me desperté a las 7:15 am y me acabo de levantar de la cama a las 6:00 pm. Sólo me he levantado para aliviar la vejiga y los intestinos, cepillarme los dientes y hacer mis abluciones matutinas, para desayunar, para almorzar (sólo la sopa y el postre) He pasado pues casi más de 10 horas acostado, presa de un cansancio irreductible. Para colmo, una llamada de Rebeca anunciando que dio positivo su test del Corona y está en cama, con fiebre, sin hambre, altamente resfriada, rendida de cansancio y con ataques de escalofríos. Mi niña querida y qué impotencia frente al virus, está convirtiendo los elementos más animales de nuestro ser en los principales del mismo. De repente sus inventores lo concibieron como un arma para la deshumanización. El único consuelo es que se les fue de las manos, como al aprendiz de mago, y ahora también ellos están amenazados.

Susanita, desde mi Güeno Saire querido, me escribió ayer un email que sólo un milagro hizo que no se me cayera la cara de vergüenza: «​Querido hermano, Esto es lo que leí hoy en tu diario: «Es por cartas como esta que les doy siempre las gracias a los dioses que me dotaron con el don de hacer amistad con gente como mis tres José Marías, y Annuchka, Arcángeles, Arcebelle, Anotota, Carla, mi deuda estherna, Kathyushka, Laúra [sic], Marianela, Marina, NS, Violeta, Yadira y un largo etcétera masculino». Ah buenoahí no está Susanita. Qué pena me dio. Y si Paul se viniera a Buenos Aires no le costaría encontrar trabajo y nadie le pediría que se vaya. Además aquí estará la tía Susi para ofrecerle ayuda». En verdad es imperdonable que no incluyese a Susanita en esa lista, aunque podría defenderme sofísticamente alegando que Susanita es más que una amiga, es una hermana del alma, como lo demuestra ella misma al llamarme “Querido hermano” y decirme luego, a propósito de Paul, que ella es su “tía Susi” pero no voy a ser tan cínico. Sencillamente tengo que darme de golpes en el pecho y confesar arrepentido, con toda humildad, que sufrí un black out al redactar esa frase. Es más, ruego a los dioses de todas las cosmogonías, que haya sido el único.

Rodenkirchen, 16.3.

Estuve reflexionando anoche sobre los finales tan distintos de las dos versiones de Sabrina. No sólo por el viaje de Sabrina y Linus en el trasatlántico Liberté, de Nueva York a Le Havre o Cherburgo, en la Sabrina 1, mientras que en la Sabrina 2 Sabrina vuela con Air France y Linus con el Concorde un par de horas después que ella, pero llega antes que ella a París y la está esperando cuando un taxi la deja en el 13 de la rue des Beaux Arts. No es sólo por eso, es por algo más sutil. Entre Bogart y Audrey no salta nunca la chispa, y es más, en un momento muy avanzado del metraje, 84’ (de los 113’ del total), ella le pide a David que la bese, “Otra vez” le pide luego, y antes de que empiece el 85’ le pide que la abrace fuerte. Luego, el cambio emocional de ella es precipitado y sin desarrollo convincente. Entre Julia Ormond y Harrison Ford el desarrollo no sólo convence, literalmente nos va arrastrando, sobre todo a Ford, a un final espléndido.

Día especular con el de ayer, casi un calco. La diferencia la hizo un email de Susanita contestando al que le envié ayer, en desagravio al black out que me hizo olvidarme de incluir su nombre entre mis amistades más queridas: «No tenés ningún desagravio que hacer, hermanito. La que se quedó muerta de vergüenza fui yo. Eso lo escribí en un arranque calentón nada británico (recordá que mi rama materna proviene de Italia) y ni bien lo mandé me arrepentí. Fue un lapsus histericón y narcisista. Sé muy bien que cuento con vuestro cariño y además, con todo lo que estás atravesando y has atravesado estos últimos tiempos no estás para planteos extemporáneos. Te agradezco que me escribieras enseguida. Fue estúpido de mi parte, porque lo peor de todo fue que no lo dije bromeando. En fin así somos las percantas» Sonriendo le dedico esta línea desde la seguridad del entrañable afecto que nos une:Percanta que me amuraste / en lo mejor de mi vida

Rodenkirchen, 17.3.

Voy a cerrar mis reflexiones sobre las dos Sabrinas, la de Billy Wilder y la de Sydney Pollack. En la Sabrina 1, cuando la Hepburn y Bogart se reúnen a bordo del Liberté, rumbo a Francia, nos quedamos con la sospecha, y hasta algo más que la sospecha, de que esa pareja, cuando mucho, va a durar sólo un año: hay uniones que son, o que van, contra natura. En la Sabrina 2, cuando Linus la consigue convencer de que la quiere y la necesita y desea que le salve (como la náyade a una virgen en el poema galés que comienza con la invocación «O Sabrina fair!», la cual incluye el mensaje oculto del nombre de la propia Sabrina, Sabrina Fairchild), en ese momento estamos por completo seguros de que esa pareja lo seguirá siendo hasta que la muerte los separe. La única diferencia radical entre los dos guiones es la desaparición del viejo Larrabee, pero me parece un acierto, porque ese personaje es un estereotipo que no añade, a no ser cierto ridículo y mucha sal gruesa a los  momentos en que aparece: sustituirlo por Maude, su viuda, que en la Sabrina 1 era un personaje marginal y en la Sabrina 2 es una mujer de empresa, y con grandes golpes de humor, es todo un acierto. Así como la introducción del personaje de la criada puertorriqueña, simpatiquísima en todas sus intervenciones la estupenda Miriam Colón.

Segundo día especular con ayer jueves y el miércoles, otra vez casi un calco, pero con dos ítems distintos: a) nos han chequeado a los dos y los tests han dado resultados negativos, alabado sea el santísimo sacramento del altar, a partir de ahora podemos volver a hacer vida normal. Y b) desde Beirut, me escribió el lunes Yolanda, comunicándome, por si no lo sabía, la muerte de una mujer a la que no reconocí por el apelativo que le daba. Como tenía el Corona metido en los huesos le contesté el miércoles preguntándole que a quien se refería con ese apelativo, y como ella me hablaba de K y de un proyecto de edición que tenían con él, le pregunté que si era su mujer, a quien conocí por otro sobrenombre desde que la editorial de ambos vino por primera vez a la feria del libro de Fráncfort, creo recordar que en 1969. Hoy me contesta Yolanda para decirme que el apelativo para mí desconocido era como conocían los de su círculo más íntimo a la mujer de mi buen y querido KSQ, tocayo del otro K en quien pensé primero. Le escribo ipso fuckto: «Te imagino desolado y te mando mi más sincero pésame. No sabía que llamábais así a tu mujer. A ella la encontré una sola vez en mi vida, fue durante una recepción en la embajada de Colombia en Madrid, donde me la presentaste. Intercambiamos un par de fórmulas corteses y eso fue todo. No sé si lo recuerdas. La mayoría de los invitados, a pesar del verano madrileño, iba de etiqueta, y los que no, como tú, de traje formal (nada de bluyíns) y corbata. Yo era el único que acudió de bluyín y guayabera, y cuando Álvaro [Mutis], quien me llevó consigo, me presentó al embajador, le expliqué mi atuendo diciéndole que acudía así en nombre de la Costa Caribe colombiana, y la embajadora, creo que era costeña, me sonrió divertida por mi desfachatez. No añado más porque el cansancio, el intestino y la falta de hambre y de sueño me traen a mal traer. Ya lo dijo Philip Roth, que la vejez no es una batalla, es una masacre. Te abrazo de todo corazón, condoliéndome contigo, hermano canario». Ya me respondió, pero su respuesta es muy personal, es desgarrador lo que me cuenta en ella, no me animo a escribirle pidiéndole permiso para reproducirla. Hay barreras que no debo traspasar aquí.

Rodenkirchen, 18.3.

Anoche estuve viendo un cortometraje titulado La vida y el triste final de Deanna Durbin, la estrella rutilante que recuerdo de mis años de niño, a quien los carteles de nuestros cines la presentaban como Diana Durbin, y que un buen día, mejor dicho: un mal día, desapareció de las pantallas para ya no ser vuelta a ver nunca más. Siempre me fascinó el abandono de una carrera que la había convertido en la segunda actriz mejor pagada de Hollywood (la primera era Bette Davis). Hace un par de años rescaté el tema entre mis pendientes, después de admirarla en una fenomenal interpretación del “Largo al Factótum”, de El barbero de Sevilla, una piedra de toque para todos los barítonos de todos los tiempos, pero Deanna le echó arrestos al tema y nos legó una joya. Por lo que averigüé, la Durbin se retiró del cine a los 28 años, en el cénit de su carrera y en abierto disgusto con el star system, que era lo que imperaba por aquellos años en Hollywood. Jamás quiso volver a ponerse delante de una cámara y vivió feliz hasta los 91 años cumplidos, muriendo en su casa de los alrededores de París rodeada del amor de su familia (alcanzó a tener bisnietos). Así las cosas, ¿qué carajo significa ese “triste final” en el estúpido título de ese cortometraje?

En principio habíamos pensado Ully y yo ir hoy a almorzar al Bistro Verde, con Diny y Carlitos, pero parece que a Carlitos le agarró un catarro bronquial con mucha expectoración y tenemos que dejar el reencuentro para el martes en La Modicana. Con Rebeca está pasando tanto de lo mismo, y me llama para pedirme que no le entregue el celular a Diny, porque no quiere llamadas extemporáneas de madrugada para interesarse por su salud, que necesita reposo, que llamará ella cuando tenga algo nuevo que contarnos. Me echo a dormir la siesta, sin almorzar, y luego voy a ReWe con Diny para hacer compras. Ahora, después de escribir estas líneas, echaré una segunda siesta, y al levantarme le entraré al repaso de las entradas de esta semana en este Diario, antes de subirlas a Fronterad. Tengo la impresión de que esta semana es una de las más aburridas que le he contado a la pantalla.  Veremos luego si la impresión permanece o sólo es fruto del infinito cansancio que me abruma.

Mi columna de ayer en EE, en homenaje a Hernán Valdés, ha tenido mucho eco, sobre todo en Chile. Laus Deo! Al menos yo he cumplido con su memoria.

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