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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 12 /2012

De mi Diario : Semana 12 /2012


 

Weiß/Colonia, 18.3., primeras horas de la noche

He encontrado en Twitter una de las más increíbles críticas negativas de The Artist que sería posible concebir: «El paso del cine mudo al sonoro con una tonta historia de amor como fondo». O sea, si lo entiendo bien, Oscar Collazos está hablando de Singing in the rain. ¡Aleluya! Pero no es raro leer cosas así en un país donde casi se venera a un autodidacta cinematográfico, Andrés Caicedo, como gurú del cine. Y saben los dioses que yo mismo, autodidacta de todo, sé de lo que hablo si uso semejante sustantivo con un matiz negativo. Hasta rima, qué vaina.

 

Weiß/Colonia, 18.3.

Nos traen a Henri a las 11:15 para que pase el día con nosotros. Tenerlo sobre las rodillas, con los auriculares encasquetados como si fuese un astronauta diminuto, y viendo en la pantalla de mi compu las aventuras de Pettersson & Findus, es algo que me reconcilia con la vida.

 

Weiß/Colonia, 19.3., pasada la medianoche

Estreno en el 2° canal de una nueva serie coproducida por las teles sueca, danesa y alemana, se titula El puente: Tránsito a la muerte, y tendrá cinco capítulos dominicales, así es que terminará el 15.4., el domingo antes de irnos de viaje a España. Eso significa que la podré ver completa y desde ya estoy contento, porque ha empezado muy bien. Con un doble crimen a cuyas víctimas se deja en el puente sobre el Ørensund, entre Copenhague y Malmoe, de tal manera que sólo sea una mitad de cada cadáver la que aparezca allí, pero juntas como si fuesen uno solo, con una de las dos mitades en Suecia y la otra mitad en Dinamarca, exactamente en la frontera de los dos países, enmedio del puente. Pero no es lo macabro (y un pelín artificial) de la idea lo que atrae en esta serie, sino el conjunto, que incluye un par de historias paralelas y enigmáticas, y más que nada la cooperación entre la jovencísima y súper emancipada comisaria sueca y su colega danés, casado y recién esterilizado porque con cinco hijos de tres distintas mujeres piensa que ya aportó bastante al crecimiento de la población mundial –y sin ser chino, además–. Promete la serie.

 

Weiß/Colonia, 19.3. (1)

El viernes terminó en el Algarve la primera mitad de la serie de 10 capítulos que Arte le está dedicando a las costas de la península ibérica. Hoy tocaba comenzar en la frontera entre Huelva y el Algarve, con el río Guadiana, y yo estaba preparado para lo peor, quiero decir lo normal: para que a Huelva se la pasaran por la costura del pantalón. Pero no, entre el Coto de Doñana, un cantaor gitano del barrio del Torrejón, y los cultivos de fresa (diezmando ilegalmente las reservas de aguas freáticas sin que las autoridades hagan nada para evitarlo), Huelva copó ⅔ de la emisión. Hasta le dejó algún sitio a Sevilla, y a Cádiz, Tarifa y Gibraltar. Cosas veredes, myo Cid. Pero eso sí, en materia de fonética, la cosa siguió siendo bastante chunga. Milagro fue que a Huelva no la llamasen Hülva [en la grafía homologada con alfabetos que no conocen esa letra, la “ü” se escribe “ue” y se pronuncia como una “i”, solo que colocando los labios como para pronunciar una “u”], pero a la pobre Cádiz la insultaron todas las veces llamándola Cadís, y a los gitanos, yitanos. Y es que no se le pueden pedir fresas de Lepe al añoso roble alemán.

 

Weiß/Colonia, 19.3. (2)

En busca de datos acerca del cantaor gitano del reportaje en Arte, mi amiga Miss Hortensia Google me suministró el artículo de Wikipedia acerca de Troglodia, como yo la llamo. Y para mi gran sorpresa y espanto, en el capítulo de hijos ilustres figuran un par de nombres por completo prescindibles, pero falta el de José Luis Gómez. Claro está que también falta el mío, el cual –sin falsa ni auténtica modestia– podría figurar allí con bastante más derecho que el de algún otro (¿quién es *****, por ejemplo?), pero eso es irrelevante. Ahora bien: lo de que falte el nombre de Pepe Luis no sólo es relevante, sino que es francamente alarmante. Porque se trata del primer huelvano de nivel internacional desde Juan Ramón, algo que se dice pronto, sobre todo leyendo los nombres de tanta medianía wikipediada. Ay[Addenda el 20 : Desde Alcalá de Henares, Javier me arguye, con razón, que me olvidé de Pepe Caballero. Done!, como diría Ana María].

 

Weiß/Colonia, 20.3. (1)

En La Modicana, hoy, la sorpresa de descubrir a dos chilenas, Carmen y Claudia, madre e hija, que Carlitos localiza al oírlas cuando llegamos (están sentadas a la mesa de la izquierda, justo a la entrada del local) y les pregunta que cómo así que hablan en cristiano. Resulta que Claudia vive acá en Sürth, en “la casa roja” de la pradera ribereña, y Carmen ha venido a visitarla a ella y a sus nietos. Es un almuerzo multitudinario, nada menos que cuatro a una mesa, cuando suele ser que sólo comemos Carlitos y yo juntos, y más a esta hora, y más un martes. Al despedirnos está de sobra claro que el martes próximo volveremos a encontrarnos para repetir la felicidad de estar juntos y poder hablar de todo lo divino y todo lo humano, ese pleonasmo tan socorrido.

 

Weiß/Colonia, 20.3. (2)

Al levantarme de la siesta, en la estafeta, un email de Marcos, desde Caracas, con un enlace a la voz de Virginia Woolf, la única grabación que se conserva de ella. Inmediatamente se lo reboto a Susana. Y me quedo un largo rato oyendo esa voz, una y otra vez, sin entender un carajo pero qué me importa, es Virginia, y es la voz que me encaja perfectamente en el puzzle mental que tengo de ella. Sólo faltarían ahora las piedras en los bolsillos y la decisión. Porque el río, cerca sí que está. Bah, son fantasmagorías de un cobarde.

 

Weiß/Colonia, 20.3. (3)

Terremoto en México, intenso, 7,89 dicen los primeros titulares que veo, así es que les mando un email circular a todos mis amigos mexicanos, deseándoles que estén indemnes. La primera que contesta es Clementina: «Gracias por tu preocupación, pero por la parte donde vivo y trabajo, Colonia del Valle, Narvarte y sus alrededores, no sucedió nada Eso sí, un pretexto para un TEQUILAZO a las 12.15 del medio día Como ves, por excusas no paramos!!!»  Le contesto: «Pinche pueblo pusilánime el de ustedes, carajo, mira que necesitar un terremoto para darse un tequilazo»  Poco después, el parte de mi sub: «Mi querido cabo [furriel], en tiempos de sismos o seísmos (no sé a quién hacerle caso, si a El País, o como lo decimos en México), va algo para que te rías un poco». Y me manda en anexo la historia, no sé si auténtica, de unas monjitas que masturbaban a los pacientes para reducir los índices de testosterona en los hospitales de sangre de las guerras carlistas, extendiéndose luego la “terapia” hasta América Latina. Le contesto: «La historia de las monjas pajilleras ya la conocía, mi sub, y en cuanto a seísmo y sismo, nunca olvide la vieja y sabia norma: “Donde fueres, como vieres”. Sismo en México, seísmo en El País, y en Andalucía se nos caería el alma a los pies si nos obligasen a decir otra cosa que terremoto». 

 

Weiß/Colonia, 21.3.

El Pacopere me mandó ayer desde Huelva sus impresiones de la llegada del equinoccio de primavera a un sitio mítico, el Dolmen de Soto: «Hoy, catorce privilegiados hemos podido presenciar un amanecer de lujo. Valió la pena el madrugón. El Sol de siempre entró con sus primeros rayos hasta el último rincón de la catedral primigenia. No para los allí muertos sino para alimentar con su energía a los muertos que allí viven. Hay momentos que igualan el ayer y el hoy. Sólo ocurre una vez cada año. Os envío esto porque las cosas extraordinarias y maravillosas se deben compartir aunque sea a posteriori». Qué cabrón. Pero en fin, menos da una piedra. Así es que decidí que un par de amigos compartieran esa experiencia y repartí el texto del Pacopere urbi et interneti. Arcebelle me escribe desde Caracas: «Qué bello debe de haber sido. No estoy en Europa, aquí no hay primavera, pero hoy ocurrió algo extraño. Esta mañana entraban por la ventana del baño auxiliar de mi casa rayos de sol de un brillo especial. Se reflejaban en mi blusa blanca que  estaba colgando allí. Me quedé admirando aquello porque la luz caía sobre el blanco de una manera muy especial. Ahora me doy cuenta de que empezaba la primavera». Y ello me mueve a contestarle: «Hay momentos mágicos con la luz. Yo viví una vez una epifanía muy particular en los Jardines del Muelle, en el puerto de Huelva. Era el crepúsculo un día del verano de 1968 en que pareció que el aire se volviese rubí en estado gaseoso, y la cenefa del horizonte del color que los alemanes llaman verde veneno. Me parece estar viéndolo todavía. Sobre todo, además, porque pareció que la vida se suspendiese un momento, no se oía un solo ruido».  

 

Weiß/Colonia, 22.3. (1)

Hace diez días escribí aquí que Ramos Horta es uno de los diez Nobel que entrevisté a lo largo de mi vida profesional: cinco de Literatura, cuatro de la Paz, y uno alternativo. No sé por qué, pero hoy me acabo de acordar de que son tres más: uno de Literatura y dos de la Paz. La lista sería: de Literatura (Heinrich Böll, Cela, Octavio Paz, Günter Grass, Saramago, Vargas Llosa): de la Paz (por teléfono, el mexicano Alfonso García Robles; el argentino Adolfo Pérez Esquivel; la guatemalteca Rigoberta Menchú; el costarricense Oscar Arias, y los dos timorenses orientales que lo obtuvieron en 1996: el obispo Belo, por teléfono desde Colonia a Dili, la capital de Timor Oriental, y José Ramos Horta, por teléfono desde Colonia a Nueva York, a Sydney y a Lisboa, e incluso en mi propia emisora, la Radio Deutsche Welle, cuando nos visitó en 1999); y last but not least, el Nobel alternativo de 1995, el húngaro Bíró András, a quien conocí el año 1989 en la residencia de quien era entonces embajador nicaragüense en Budapest, ese singular narrador que fue el infortunado Lizandro Chávez Alfaro.

 

Weiß/Colonia, 22.3. (2)

Me llamó Pepi, desde Colorado Springs. A ver, qué somos. Su madre y mi padre eran primos hermanos. O sea, somos primos en segundo grado. Y nos habremos visto dos o tres veces, si mucho, en nuestras vidas. Pero siempre mantenemos el contacto, sobre todo ella, que continúa siendo de quienes escriben a mano. Me da muchísima vergüenza cada vez que recibo sus por lo general abultados sobres, con tarjetas de felicitación y fotos de su familia, pero creo que ahora, que por fin me pasó su dirección email personal y su número de teléfono (y ambos tenemos tarifa plana para llamarnos por encima del gran charco), este contacto se volverá más habitual. Además tengo que insistirle en que me mande sus poesías, esas que me ha dicho que escribe. Sería el segundo letraherido de la familia. Y además vocacional, no mercenario, como yo.

 

Weiß/Colonia, 23.3. (1)

Abro la estafeta al levantarme y me encuentro un email enviado ayer por Rolando donde me dice que «mañana viernes, Warrick Wadlington y yo iremos a tomar café, cosa que hacemos todos los viernes por la mañana, algo como tú, Carlitos, Julio, Diny y yo en La Modicana. El viernes pasado hablamos sobre Faulkner, cuya carrera fue un desastre en la universidad de Missipippi [sic, pero me parece que es una broma] con la excepción del estudio de español que le encantaba. Después de Go Down, Moses, nos concentramos en Light in August. Le expliqué a Wick que Light, en el sentido de la novela, era dar a luz, cosa que hizo Lena en ese mes de agosto. Meneó la cabeza y dijo, «Godammit, I had no idea». Y soltó la carcajada». Siempre dije que esa novela en español debió titularse Alumbramiento en Agosto. Y ahora se me ocurre si no podría hacerse una linda serie de doce novelas (si es que las hay) en cuyos títulos aparezcan los nombres de los meses: además de la de Faulkner sólo recuerdo de momento Los idus de Marzo, de Thornton Wilder, y Dos días de Septiembre, de Caballero Bonald, pero seguro que hay más. Con pelis sí que se puede hacer una serie de siete cuyos títulos nombran cada uno un día de la semana: Asesinato en Lunes de Carnaval, Martes negro, Miércoles de Ceniza, Los jueves, milagro, Viernes 13, La fiebre del sábado por la noche y Nunca en domingo.

 

Weiß/Colonia, 23.3. (2)

He sido nieto. De mi abuela Joaquina, que era una mujer menuda y de la que no recuerdo casi nada. Y de mi abuela Remedios, una mujer fuerte, del pueblo, casi tan sabia como analfabeta, y de quien era el nieto preferido porque me parecía como una gota de agua a su hijo predilecto, mi tío Antonio, que murió de tuberculosis a los 21 años, en el 41, cuando la tisis era sentencia de muerte segura. Hoy he llegado a las 11 pm al salón, donde Oskar se afanaba con la computadora portátil de Diny, quien me había hecho prometerle –antes de retirarse a dormir– que Oskar iría a la cama no más tarde de las 11. Y he tenido un breve diálogo con él, en tedesco, claro, y luego, al sentarme ante la compu, para seguir trabajando, de repente me he puesto a pensar en mis dos abuelas extremeñas y en mi nieto alemán. Y en que yo soy el eslabón perdido. O sea, un mono.

 

Weiß/Colonia, 24.3. (1)

«El trabajo asalariado es la manera más generalizada de perder la vida tratando de ganàrsela [sic]». Leo esto, en una cuenta Twitter, y lo único que se me ocurre pensar al respecto es que quien lo escribió no debe tener ni la más remota idea de lo importante, a veces vital, que es percibir un salario por el trabajo realizado. Los hijos de papá pueden permitirse tales epigramas. Los mercenarios, quienes tenemos que ganarnos la vida a base de salarios, nunca escalaremos las cumbres del ingenio a las que ellos logran acceder porteados por sherpas. O coolies.

 

Weiß/Colonia, 24.3. (2)

Iba a llevar a Oskar al cine, íbamos a ver Hugo. De repente me sentí mal, unos sudores fríos, una especie de náusea, tuve que acostarme. Me disculpé con Oskar, le propuse que vayamos mañana y me contestó que no me preocupase, que mañana no podrá (¡esta gente tan solicitada por todos, siempre llena de compromisos!), pero que iremos cuando venga a pasar unos días con nosotros en las vacaciones de Pascua. Con lo que me recuerda que el Domingo de Ramos cae este año en el 1° de abril, cuando se cumplan cien años del nacimiento de mi padre. ¿Tendré tan mala, tan pésima suerte, que no recuperaré su DNI, que me lo robaron con la billetera el 23 de febrero?

 

Weiß/Colonia, 24.3. (3)

Hans Bender ha publicado un nuevo libro, Auf meine Art. Gedichte in vier Zeilen [A mi manera. Poemas en cuatro versos]. 92 años y una sabiduría inconmensurable, este Bender a quien conocí en 1978, cuando llamó a Felipe para encargarle un número monográfico de su Akzente –la mejor revista literaria del mundo alemán– dedicado a la literatura española contemporánea, y Felipe me embarcó en esa aventura. Yo había traducido en Buenos Aires un cuento de HB en 1967, para una antología de narradores alemanes que preparaba Sudamericana y no sé si alguna vez llegó a editarse. El viejo, personalmente, me cayó muy bien. Y estas cuartetas suyas de ahora son una delicia.

                                            ”El único deseo”
                                            No tres igual que en los cuentos, 
                                            con uno me bastaría. 
                                            Que los días que me restan 
                                            lúcidamente los viva.
Y un suave sarcasmo soterrado:

                                             ”Recíproco”
                                             Quienes cuidan de ti son 
                                             insoportables a veces. 
                                             Mas puede que ellos de ti 
                                             también eso mismo piensen.

 

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