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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 12 / 2014

De mi Diario: Semana 12 / 2014


 

Weiß/Colonia, 16.3.

2:15 am : Absolute Power. La dan en un canal comercial. Pero como tengo el DVD, a la hora que la empezaron a pasar en él puse en marcha el DVD y me he estado regodeando al pensar en esa pobre gente que iba siguiéndola en el canal y de repente, ¡zas!, se interrumpía la peli para pasar comerciales mientras yo continuaba viéndola tan ricamente en el DVD. Parafraseando el título de uno de los sainetes de don Carlos Arniches: «¡Mecachis, qué hideputa soy!»

 

Ibsen descubre, leyendo mi diario, que soy un altmaniano convicto y confeso, como él, y nos ponemos a platicar por email acerca de la obra del Gran Viejo y menciono el detalle genial con el perro en Short Cuts [Vidas cruzadas], a lo que Ibsen reacciona diciéndome que no lo ubica. Le explico: «Recuerdo que cuando vi esta peli por primera vez, lo primero que le dije a Diny cuando salíamos del cine fue “¿Te fijaste en el perro?”, y un espectador que salía a la par nuestra, y a quien no conocíamos, pero se le notaba la altmanitis en las pupilas, preguntó ansioso “¿Qué pasa con el perro?” Y como Diny tampoco se había dado cuenta les expliqué a los dos y el hombre dijo “Ya tengo otra razón para volver a venir a verla, gracias”. Al granoCon toda seguridad te acuerdas del personaje Gene Shepard, el policía que interpreta Tim Robbins, que vive con su mujer, los dos hijos y un perro que se pasa ladrando todo el día. Gene tiene además un lío de faldas y entre el trabajo, el adulterio y las tensiones domésticas anda siempre con los nervios de punta, y un día el perro con sus ladridos incesantes le termina de hinchar las bolas, y lo agarra, se lo lleva en su moto de patrulla y lo abandona en el otro extremo de la ciudad. Esto es al principio de la peli. Luego, a lo largo de ella, vamos viendo cómo los niños le hinchan las bolas al papá porque los dejó sin perro, hasta que el buen Gene, sin decir palabra, va con la moto al otro extremo de la ciudad y busca y encuentra al perro, al que arranca sin contemplaciones de la nueva familia que lo había recogido y adoptado, y se lo lleva de vuelta a sus hijos. Lo genial del caso es que a partir del momento en que lo vuelve a ver a Gene, el perro ya no ladra. Es toda una lección de narrativa elíptica, la del viejo Altman, que no daba puntada sin hilo».

 

Viene Oskar a echarle una mano a la abuela en sus dificultades con la compu. Diny me lo podría pedir a mí, pero se lo pide a Oskar para tener así la coartada de darle algún dinero bajo cuerda, como “honorarios”. Y nuestro predilecto, que lo es, nos pregunta que cuándo son las vacaciones de Pascua, porque una parte de ellas quiere pasarla con nosotros. Como para no adorarlo.

 

Weiß/Colonia, 17.3.

Medianoche, acaban de pasar el primero de los cinco episodios de la segunda temporada de la serie sueco–danesa “El puente”. Y busco lo que escribí aquí hace exactamente dos años, en la madrugada del 19.3., a propósito de la primera temporada: «Estreno en el 2.° canal de una nueva serie coproducida por las teles sueca, danesa y alemana, se titula “El puente: Tránsito a la muerte”, y [] ha empezado muy bien. Con un doble crimen a cuyas víctimas se deja en el puente sobre el Ørensund, entre Copenhague y Malmoe, de tal manera que sólo sea una mitad de cada cadáver la que aparezca allí, pero juntas como si fuesen uno solo, con una de las dos mitades en Suecia y la otra mitad en Dinamarca, exactamente en la frontera de los dos países, enmedio del puente. Pero no es lo macabro (y un pelín artificial) de la idea lo que atrae en esta serie, sino el conjunto, que incluye un par de historias paralelas y enigmáticas, y más que nada la cooperación entre la jovencísima y súper emancipada comisaria sueca y su colega danés, casado y recién esterilizado porque con 5 hijos de tres distintas mujeres piensa que ya aportó bastante al crecimiento de la población mundial –y sin ser chino, además–. Promete la serie». Y cumplió lo que prometía. Pero esta segunda temporada promete bastante más. Yupiiiiiiiiiiii

 

El viernes, cuando quise pagar en Aldi con la tarjeta de crédito del Banco, el tabernáculo de Mercurio no me la aceptó. El sábado, cuando quise pagar la factura del restaurante, en el Museo de Bonn, su iconostasio tampoco la aceptó. Voy al Banco en Rodenkirchen, hoy, a las 2:30 pm, convencido de que por haber metido la tarjeta en el bolsillo de la chamarra donde tenía las llaves, ese contacto metálico ha desactivado el chip. Pero antes de hacer la reclamación, pruebo a sacar dinero en el cajero del propio Banco, y sí, puedo sacar limpiamente 50 €. Hablo con un empleado, le explico la situación, y él a su vez me explica que si el chip parece estar en orden, quizá lo que sucede es que se haya desmagnetizado la banda ad hoc del reverso de la tarjeta, y que podría chequearlo en el automático del vestíbulo donde se consulta el estado de la c/c. Salgo al vestíbulo, meto la tarjeta en la ranura, pido mi estado de cuenta y lo imprime en un dos por tres. El empleado concluye que se trata de un misterio, pero que si vuelvo a intentar pagar en alguna tienda, y el lector de tarjetas de ella me la rechaza, lo mejor es que pida una nueva. Para que luego digan que se acabaron la magia y el misterio en el mundo 100% maquinizado.

 

Viene Diny a darme el beso de buenas noches y de camino al dormitorio de pronto se devuelve y me pregunta qué día es hoy. “17”, le digo. “17, ah, sí”, me responde. Más tarde, en la cocina, estoy sirviéndome un whisky cuando de repente me fijo en el calendario perpetuo colgado al lado de la puerta. Es el aniversario de la muerte de mi suegra.

 

Weiß/Colonia, 18.3.

0:30 am : Le nom des gens [título estúpidamente masacrado como Los nombres del amor, ¡¡a qué fantasía corintelladesca se le habrá ocurrido semejante pelotudez, que además demuestra un lameculismo vomitivo, puesto que es traducción literal del título en inglés, el cual, para más inri, desvirtúa uno de los elementos sicológicos más importantes del discurso del film!!, en fin, mejor me callo aunque le retorcería el pescuezo al cretino que se hizo la paja mental con ese título], Le nom des gens es una de las mejores pelis francesas de los últimos años. Es la tercera vez que la veo y gana en cada una de ellas. Sara Forestier no creo que vuelva a poder  dar la talla de su performance aquí, a menos que le ofrezcan un guión igual de bueno. ¡Y eso es harto difícil!

 

Huelga de servicios de transportes, celadoras de guarderías infantiles, etc. etc. etc. En Colonia no circulan ni tranvías ni autobuses, de manera que Diny no puede ir a hacerse cargo de Vincent como todos los martes. Y Angie o Chico, uno de los dos, tendrá que ir al trabajo andando, qué otro remedio le va a quedarPienso que el sindicato que agrupa a los trabajadores y empleados del sector público se llama Verdi [abreviatura de Vereinte Dienstleistungsgewerkschaft, o sea, sindicato unido del sector terciario], pero que haría mejor en llamarse Mahler [=el que machaca].


En La Modicana, adonde Diny (en paro laboral) se nos añade, Carlitos dice que le gustaría poder telefonear al amigo ucraniano del hijo de Susana, en Costa Rica, para preguntarle qué opina de lo que está pasando en su país de origen. Yo recuerdo entonces el mes de enero 2002 en Buenos Aires, cuando fuimos dos semanas huéspedes en casa de Esther, y en el camino a una pizzería que nos gustaba mucho pasamos varias veces por delante de la embajada de Ucrania, y era de ver la cantidad de argentinos de origen ucraniano que hacían cola para conseguir una visa de entrada en el país de sus mayores, huyendo de la quema económica argentina y el corralito. Pienso ahora si habrá colas equivalentes en Kiew, delante de la embajada argentina, para volver a Buenos Aires. Y una vez más me digo que debo releer La hora 25.

 

Pago con la tarjeta de crédito del Banco tanto en La Modicana como en Aldi. Esta mismísima recontrarremilputísima tarjeta que me dejó en Aldi con el culo al aire el viernes pasado, y luego el sábado en el restaurante del museo de Bonn, ella misma, hoy, se dejó ordeñar los €€ como si fuese una vaca holandesa. No hizo ¡tolón tolón! con el cencerro porque no da leche merengada.

 

Weiß/Colonia, 19.3.

En lit.Cologne, el festival literario de esta ciudad, ya famoso internacionalmente, le han rendido homenaje a Upton Sinclair. Cierto, fue un autor singular, pero se le olvida con facilidad porque su literatura se quedó vieja casi recién nacida, a pesar de que con ella consiguió algunas reformas importantes en la legislación laboral y sanitaria de los Estados Unidos. Aunque no pude con sus novelas, que se me caían de las manos, una vez agarré impulso bastante para leer la traducción de sus memorias, American Outpost, A book of reminiscenses. Fue allá por 1989, y tampoco me dejaron una impresión duradera. Ahora, al enterarme del homenaje que iban a rendirle acá a su autor, las he repasado diagonalmente y me parece haber descubierto por qué no: con toda la inmodestia del caso creo poder afirmar que soy bastante mejor memorialista que don Upton.

 

Le regalé todos mis libros en portugués a Laís, vino a recogerlos el lunes, y me quedó vacío un anaquel completo. Eso me ha permitido esta tarde reorganizar los anaqueles de la biblioteca del dormitorio grande, colocando juntos y distribuidos por países la mayoría de los libros de autores iberoamericanos. La buena Laís se llevó mi regalo a ciegas, en dos cartones que pesaban harto (eran más libros de lo que yo calculaba), y me ha escrito después del escrutinio que «As caixas que você me entregou contêm de fato muitas joias. Muitas delas eu ainda não li», y me da las gracias. Pero las gracias sería yo quien debería dárselas, porque ella también me dejó un regalo incomparablemente más valioso: una botella de un vino tinto portugués del 2011, tan noble que voy a reservarla para el día en que tengamos la visita de un buen catador, como Julio, o Héctor. 

 

Weiß/Colonia, 20.3.

¿Quién es ese dios hijueputa que deja que haya niños que se caigan al Rhin y se ahoguen en él? Pero sobre todo: ¿quién es ese dios, todavía más hijueputa, si cabe, que hace que dos padres de familia turcos, que se arrojan al Rhin para salvar a esos niños, en los dos casos lo consigan, pero a costa de sus vidas?  Me cago en ti, dios. Y dios, hijueputa, que lo eres, me puedes condenar por los siglos de los siglos, me puedes condenar, cabrón hijueputa, porque jamás, todo el tiempo que dure la eternidad, jamás dejaré de cagarme en ti, y nunca, nunca jamás me arrepentiré de hacerlo, antes al contrario, estaré orgulloso de usar como papel higiénico cualquiera de tus libros dizque sagrados. Todos ellos, seas quien seas.

 

José María se ha ido a vivir a Arboletes y yo, no sé por qué, pensaba que Arboletes quedaba en un lugar de tierra adentro, algo así como La Ceja, donde está la casita de Héctor; pero no, por un comentario en un email descubro que está a la orilla del Caribe, así es que consulto con mi gran amiga Miss Hortensia Google, y al hacerlo veo que su escudo, el de Arboletes, está partido por gala en dos gracias a la presencia de un signo de cierre de interrogación. Creo que debe ser el único ejemplo de presencia de un signo ortográfico en el estrafalario mundo de la Heráldica. Le digo a José María que si el lugar es tan bello como él asegura, habría que renovar el escudo y sustituir el signo ? por el signo ! – me parece que escribiré una columna al respecto.

 

Weiß/Colonia, 21.3.

Le platico a Arcángeles del hotel Algonquin y al final le digo que los dos únicos motivos que yo tendría (es decir, que hubiese tenido) para viajar a NY serían pasar un día en ese hotel y dejar una rosa en la tumba de Mrs. Gertrude Vanderbilt Whitney. Me responde que buscó a Gertrude en la Wikipedia y que se cuenta entre los mejores personajes de Edith Wharton«Me pregunto en dónde estará enterrada esta última». Le localizo la tumba de la Wharton en un cementerio cerca de Versalles, y añado: «En cuando a la rosa que le llevaría a su tumba a la gran Gertrude, eso es algo que tiene que ver con mi infancia, querida. Yo nací en una extraña ciudad española donde existían –y existen– una calle de los Doctores Mac Kay & Mac Donald, una alameda Sundheim, una avenida Escultora Miss Whitney… Sí, en Huelva tenemos el mayor y mejor monumento que se debe a la inspiración de Gertrude, está en la Punta del Cebo (o del Sebo, no hay acuerdo en el tema), que es el lugar donde confluyen los ríos Tinto y Odiel para desembocar juntos en el Atlántico, formando un delta. [En ese delta, en la isla de Saltés, según el arqueólogo alemán Adolf Schulten, fue donde Nausica encontró en la playa, náufrago, al desventurado Ulises]. Allí, en el lugar donde se juntan los ríos, y mirando hacia el brazo del delta que lleva derecho al Atlántico, por el estero de Domingo Rubio, el lugar del que salió Colón con sus tres carabelas, allá se alza ese monumento que es para Huelva lo que pueda ser vuestro famoso Ángel para el DF o la torre Eifel para los parisinos. Y la avenida Escultora Miss Whitney está a dos pasos de la casa donde nací, en el # 21 de la calle Alonso Sánchez (antigua calle De los Tumbados). A Gertrude le tenemos devoción en Huelva. Ahí tienes mi explicación de por qué le llevaría una rosa a su tumba».

 

Ayer un día soleado y que invitaba al picnic, 22°, la mayor temperatura registrada el día de la llegada de la parienta rusa, desde que se inició el cómputo de datos meteorológicos. Hoy una jornada gris, desabrida y triste, fría, ventosa y lluviosa, con rachas de luminosidad sin sol, un día basura. Almuerzo dos pancitos con salmón ahumado escocés (no esa bazofia noruega de las pisciculturas, alimentada con antibióticos) y después de la siesta me encuentro con que el Padre Febo le ha ganado la batalla a sus compadres Eolo y Zeus, en su disfraz de violador de Dánae. Pero tan tarde que sólo luce, no calienta. Joderse y aguantarse, no hay más cera que la que arde.

 

Weiß/Colonia, 22.3.

3:00 am : El gato y el canario, una de esas pelis que aquí llaman “de terror”, y de las que huyo como el diablo del agua bendita, pero que al zapear en la tele antes de irme a dormir me hizo detenerme cuando vi el rostro de Wendy Hiller. Ay caray, esta es una peli suya que no conocía, y además inspirada al parecer por un óleo del surrealista canario Óscar Domínguez. Resultado: recién ahora me estoy yendo a la cama. Esa Wendy es otra cosa, como diría Rolando.

 

En el diario, entre las esquelas, como siempre en esta fecha, el recordatorio del accidente mortal en Costa Rica donde perdieron la vida Hanna y Marie, con otros cuatro amigos. Y en el epígrafe un verso de Reiner Kunze: «y al final, al final del todo, el mar de los recuerdos será azul».

 

Vienen a cenar los Bada Scholz. Y también a despedirse de mí, Chico. El jueves volará con Olaf a Hong Kong. Rica cena de chile con carne en pimientos al horno, con arroz basmati, delicioso. Deliciosa charla sobre viejas fotos familiares, Christian Morgenstern, Helen Escobedo, Les noms des gens, el vuelo de ocho horas vía Dubai, la última corrida de toros en Macao (Chico no tenía idea de la presencia portuguesa en el Lejano Oriente)Todo el mundo guarda tácito silencio sobre el tema del avión malayo desaparecido. Me digo que es un silencio al divino botón y que no cancela el tema, simplemente lo pone entre paréntesis. Pero toco madera.

 

***********FIN***********

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