Weiß/Colonia, 17.3.
Los pájaros se nos están muriendo. En el suplemento finisemanal del diario, una documentación de ocho páginas dedicada al tema y con cifras de a deveras aterradoras, referentes al desceno de las poblaciones de alondras, pardillos, tarabillas, avutardas, tórtolas, estorninos, torcecuellos, avefrías, perdices, bisbitas, garcetas grandes, águilas pescadoras y aviones comunes (son una especie de vencejos): nada sin embargo en relación con los mirlos y las urracas, amén de los faisanes, que son las especies que más pululaban por estos parajes. Sólo para darme una idea de las pérdidas, el censo de perdices en 1990 era de 718.700 ejemplares, el del 2015 registra tan sólo 22.300. Y la carraca, cuyas alas pintó Durero con tanto primor, es una especie extinguida ya en Alemania. En un cuarto de siglo más, y si la tendencia sigue, e incluso se incrementa, quedará obsoleto el lamento de Juan Ramón: «Y yo me iré, y los pájaros seguirán cantando». Como no se dice nada de los buitres, gallinazos (=zopilotes) y otros carroñáfagos, a lo mejor –a lo peor– es que se convertirían en «Y yo me iré, y los pajarracos seguirán graznando».
Carla y David desde Roma, Susanita desde mi Güeno Saire querido, también me han hecho unas observaciones y sugerencias sobre el texto de mi artículo dedicado a Chandler. Las he aceptado prácticamente todas, excepto tres que se refieren al uso correcto de ciertas palabras y un signo de puntuación. Les explico a Carla y David: «En cuanto a “los años 20s” y los “Óscares”, conozco también lo que manda la Santa Madre Academia, pero me pasa con ello lo mismo que con el Rhin y con la Naturaleza. Debe ser cosa de la gente de Huelva. Juan Ramón lo escribía todo con j cuando la fonética lo permitía, y la x era una letra inexistente para él: «¡Intelijencia, dame el nombre esacto de las cosas!», dice uno de sus más bellos versos. La Academia está bien que exista, pero los dueños del idioma somos quienes lo usamos. “Óscares” es una palabra horrenda. // Y por lo que se refiere a la coma, siempre recordaré lo que me comentó JBD cuando le devolví el manuscrito de una novela suya que quiso que yo leyese antes de enviarla a la editorial. La leí concienzudamente y se la devolví anotada, y cuando me contestó para darme las gracias, dijo: “¡Respiren, comas, al ritmo de Ricardo Bada!” Por otro lado no comparto tu opinión de que la coma cumpla simplemente una función sintáctica. Fijate bien en este precioso epigrama titulado “El pintor español”, del gran poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas:
«–Yo pintaré un hombre con una linterna. – Hazlo. Pero ¿qué le pondrás / alrededor para que se vea? / –Pues, noche –dijo, ya iracundo».
En el cuarto verso las dos comas son esenciales, y no son para nada sintácticas, son un recurso expresivo de la más alta calidad poética, que le sirven a CMR para retratar de cuerpo entero a un pintor español. Leelo en voz alta y con la entonación apropiada, y te darás cuenta».
Weiß/Colonia, 18.3.
José María lee la última entrega de mi diario en Arboletes, a la orilla del Caribe, y me escribe: «Esa anécdota final de las Dos mulas para la hermana Sara la pusimos sobre la mesa hace algún tiempo: hablamos sobre títulos de películas en los distintos países, y esa que mencionas la trajeron aquí con el nombre Los cuatro del Ave María, y por su título, tan marcadamente religioso, la proyectaron en plena Semana Santa en nuestro pueblo». Sursum corda!
Me escribe KC para responderme a la pregunta sobre cómo se encuentra: «¿Que cómo estoy? En presente de indicativo. Algunas cosas las estoy recuperando: la caligrafía, la ortografía… Tardo en recuperar algunas cosas de memoria: la redacción creativa, por ejemplo; tengo una idea de frase genial, pero mientras la estoy escribiendo o buscando un papel para anotarla… se voló. Otra cosa que también me incomoda bastante: he perdido el automatismo de encontrar las letras del teclado, y escribir es muy lento: tengo que buscar cada vez la letra de lo que estoy escribiendo». Le contesto ipso fuckto: «Bueno, pues para tener que buscar letra a letra al teclear, este email te quedó libre de erratas, es una cosa que no podría decir de mí, según demuestro en mis artículos y textos (menos mal que tengo un consejo asesor que me libra de tales meteduras de pata). Lo que me gusta de tu email, es decir: lo que más me gusta de él, es que no has perdido el sentido del humor. Y si ese no te falla, el resto lo puedes mandar a tomar por culo, exceptuando eventualmente el caso de que le guste».
10:00 pm : Acaban de pasar, de Agnès Varda, Sans toit ni loi [Sin techo ni ley], dedicada a Nathalie Sarraute. Con una Sandrine Bonnaire en estado de gracia. ¡Qué pedazo de actriz! Con qué naturalidad interpreta los personajes más complicados. Y qué buena mano la de la Varda, para sacarse una obra maestra de la manga, ¡de la nada! En Venecia le dieron el León de Oro, por ella. Tendrían que haberle dado además la leona y los cachorros. Y una leonera, claro.
Weiß/Colonia, 19.3., San José
0:15 am : Acaban de pasar El guardián invisible, la primera novela de la trilogía del Baztán que se adapta al cine. No está nada mal, pero en este caso vuelve a repetirse la manida costumbre de que el libro sea superior a la peli. Con todo, el paisaje del valle está muy bien captado, resulta oprimente y hasta se diría que induce a la depresión y al crimen. Pero claro, todo esto no es sino una extrapolación mental mía. O una inducción desde la pantalla.
¡El magnolio en flor! Hosanna in excelsis!
Carlitos me pasa un enlace con el pasquín de Prisa dedicado al que califican de «Stonehenge subterráneo en Huelva», es decir, el dolmen de Soto. Estuve una vez en él, en el milenio pasado (como suele decir Carlitos), y es en verdad algo que impone a un hombre moderno. Y lo hace de una manera pura, sublime, es decir, no induce a pensar en el trabajo esclavo al que se deben las pirámides egipcias, la gran muralla china o la ciudad de Machu–Picchu. No, acá fue la fe con la que también se alzaron siglos después las catedrales. Una favela dice asimismo más del ansia de sobrevivir del ser humano, que todos los rascacielos juntos de Nueva York.
En La Modicana con Claudia. Ella y Carlitos se decantan por una lasaña, yo por una pizza con chorizo y queso trufado. La charla es un cajón de sastre, pero en un 90% a cargo de Claudia y mío, Carlitos parece como si ahorrase energía permaneciendo callado.
Un trino mío subido a su cuenta Twitter por Alberto Salcedo Ramos ha conseguido puntuar 118 veces “me gusta” y ser retuiteado 27 veces:
Tengo vocación de hombro, para mí no existe nada más sagrado que la amistad. (Ricardo Bada)
— Alberto Salcedo R (@SalcedoRamos) March 16, 2019
Nada que hacer, he pasado casi dos horas, desde que Diny me anunció que al cambiar de canal, de RTL a Arte, el sistema se encasquilló y no hay manera de regular el sonido ni de cambiar de canal ni siquiera de apagar el televisor con el mando a distancia. Al cabo de dos horas de luchar en vano por restablecer el sistema, tiro la esponja, la toalla, el taburete y hasta el boxeador.
Weiß/Colonia, 20.3.
Leo en el diario, desayunando, que está a punto de caer el último bastión del Estado Islámico, una noticia que la vengo leyendo, casi exacta en los términos, desde hace bastantes meses. Se conoce que como ya la tienen compuesta, basta un solo clic para repetirla. La pregunta que se plantea es: ¿de cuántos últimos bastiones disponen los fundamentalistas? Ay…
Carla me escribió ayer: «Creo que nunca te lo he dicho, pero me causa mucha gracia tu “ipso fuckto”. Otro trabucado parecido de una expresión de base latina, y que se me ocurre ahora (acuñada en el siglo XVI según el diccionario Treccani), es “fucktotum”». Le contesté lo único que puede contestarse en estas circunstancias: «”Largo al fucktótum della città!”, ¡genial!»
Hoy hace 200 años que nació Jacques Offenbach, uno de los pocos colonienses universalmente conocidos. Su Can–can de Orfeo en los Infiernos es un icono de la música, como también lo es la Barcarola de Los cuentos de Hoffmann. (De esta, por cierto, inolvidable la interpretación de la muñeca Olimpia por Diana Damrau). Le tengo particular afecto a esos dos judíos renanos que fueron Offenbach, de Colonia, y Heine, de Düsseldorf. Creo que hubiera podido ser su amigo, y lo digo con conocimiento de causa, porque la vida me ha hecho conocer muchos judíos, y entre ellos una gente amorosa, y tambíén otra que me provoca mucho rechazo. En especial uno al que bauticé como Sinagogo y que me pareció la encarnación de todo aquello que uno repudia en ese pueblo, en esa tribu. No he conocido en mi vida casi a nadie tan pagado de si mismo al mismo tiempo que tan ansioso de reconocimiento por terceros, ni tan mendaz (¡se presentaba algunas veces no como judío sino como druso!) Tuve que soportarlo 25 años como colega, y lo único que me ayudó a hacerlo fue el recuerdo de mi MM querida, de mi querido EN, unos judíos de la madera de mi padre, que no lo era: gente que son, en el buen sentido de la palabra, buenos.
Weiß/Colonia, 21.3.
2:15 am : El televisor sigue descacharrado. Ayer perdí dos horas (una antes de mediodía, la otra tras la cena) tratando de restablecer el status quo de antier, pero que si quieres arroz, Catalina. De manera que decidí dedicar la noche a la música, uno de mis tres grandes amores, con el cine: la literatura no sube al podio, queda siempre en cuarto lugar. Y héteme aquí que, luego de casi cinco horas de música, con los auriculares y en alta fidelidad, me digo que equivoqué mi vida al dedicarme a ganármela escribiendo, tendría que haber tenido el valor de seguir mi vocación más íntima, que era y es la música, y aprender a tocar algún instrumento, incluso ingresar en el Conservatorio y estudiar dirección de orquesta (ellos son los únicos dioses que reconozco y que venero, aquellos capaces de convertir el silencio y el aire en Arte, con mayúscula). Escuchar de nuevo la séptima de Beethoven dirigida por Carlos Kleiber en el Concertgebouw de Ámsterdam es una experiencia tan mística como la de santa Teresa amorosamente traspasada por la flecha del ángel de Bernini, hay momentos en que Kleiber atrae la música a sus brazos y la abraza y la besa, no conozco nada igual en la dirección de una orquesta. ¡Y que no me toque la lotería y me pueda librar de la esclavitud de la escritura y dedicarme solo a oír música y ver cine! Hijueputa la vida que me condenó a depender de la escritura para sobrevivir.
Un correo quelonio me ha dado esta mañana la alegre sorpresa de un envío de Anagrama, desde Barcelona. Contiene un ejemplar de Kubrik en casa, de Vicente Molina Foix, en la colección nuevos cuadernos, y otro de la Biblioteca de la memoria, Un día en la vida de un editor (y otras informaciones fundamentales), del propio Jordi, quien me lo dedica de su puño y letra: «Para Ricardo Bada, viejo amigo casi alemán (tantos encuentros en Francfort), con mucho afecto», y el garabato de su firma al pie. Si no me falla la memoria, Jordi y yo nos conocimos allá por 1969, en mi primera feria de libro de Fráncfort, que también tiene que haber sido una de las primeras, si es que no la primera, de las suyas. Medio siglo de amistad no es moco de pavo.
Otro servicio distinto de correo quelonio, esta vez la Deutsche Post, me trae otro libro más, uno de Javier, Mis sobras completas, que me lo manda desde Alcalá de Bañares, como suelo llamar al lugar donde vive. Con una dedicatoria entrañable, para Diny y para mí. ¡Qué gozada tener los textos de Javier reunidos en un volumen! Y si la amistad con Jordi no es moco de pavo, la que nos une a Javier y a mí, desde 1955, debe ser moco de pavorreal. Digo yo. Sin ir más lejos.
El problema no era el televisor, el problema era el mando a distancia. De alguna manera yo lo habìa intuido, y hasta creí que se resolvería poniéndole pilas nuevas. Pero tampoco las pilas lo reanimaron. Diny ha regresado de su gimnasia Feldenkrais de los jueves, después de pasar por la tienda donde compró el televisor, y lo hace con un telemando nuevo, y volvemos a tener TV. ¡Aleluya!, como dizque que gritan durante sus orgasmos los miembros del Opus Dei.
Weiß/Colonia, 22.3.
Todo el día dedicado a mi artículo acerca del fin de la guerra civil española (el 1.º de abril se cumplirán 80 años de la efeméride), artículo que me costó arrancar y echarlo a andar hasta que me di cuenta de que no podìa escribirlo, así es que lo hice sobre mis experiencias inolvidables de la posguerra, de los años del hambre. Es un texto que me ha costado lo que los alemanes llaman Herzblut [literalmente “sangre del corazón”], pero en él le he rendido homenaje a mi abuela Remedios y al niño y el adolescente que alguna vez fui. Éramos un tándem fenomenal. Como Cruijff y Neeskens en los mejores tiempos del Ajax y “la naranja mecánica”.
Weiß/Colonia, 23.3.
0:30 am : Acabo de ver por segunda vez Zero Dark Thirty [La noche más oscura] y me sigue gustando como la primera. En la primera estaba tan deslumbrado por el guion, la dirección y el montaje, que ni siquiera me di cuenta de que Jessica, la otra agente de la CIA, con la que Maya llega a tener una buena relación y hasta amistad, era (es) Jennifer Ehle, mi actriz predilecta. Y sí, esta Noche más oscura es una de las mejores búsquedas del tiempo perdido en localizar y en eliminar a un terrorista. Habrá quien la encuentre larga, pero es que fueron diez años los que se invirtieron en esa cacería, y un mérito grande de esta peli es acompañarla casi con cámara en el casco protector. Pero lo mejor de todo es que ni el guion ni la directora se posicionan frente a lo que narran: que sea el espectador quien saque sus propias consecuencias.
Llamada de Ricardo Ojeda Vera, al cabo de los años. Lo conocí allá por 1985, es un médico y biólogo venezolano que vive en Heilbronn, a la orilla del Neckar y a unos 50 km de Stuttgart. Es a él a quien se deben las primeras fotos que documentan la muerte de los árboles (es decir, no los árboles muertos, sino cómo mueren), con cámaras especiales que diseñaron para su tarea. Luego se metió a solucionar el problema del rechazo en los trasplantes de órganos, y ahora, por lo que me cuenta al teléfono, tiene entre manos un gran proyecto esclarecedor, como nadie ni nada lo hizo hasta la fecha, de la catástrofe ecológica que nos espera. Y quiere que le eche una mano en la redacción de una disertación pública –con PowerPoint– acerca de este tema, en una universidad de Colombia. Le prometo mi ayuda porque es una persona honesta a carta cabal, un rara avis en nuestros tiempos.
En el foro de mi columna de ayer en EE me dejaron cinco comentarios, uno de ellos listando otros acontecimientos notables que sucedieron en 1979, ese año parteaguas de nuestra Era. Entre ellos (cito) «el 10 de agosto, Michael Jackson, la mayor estrella de la música pop de todos los tiempos y seguramente de la música no clásica, lanzó en Estados Unidos Off the Wall, su primer disco como solista». Le respondí ipso fuckto: «Gracias por leerme, y por supuesto que en 1979 sucedieron más cosas ameritables de ser mencionadas en la columna, pero solo dispongo de un margen de 2.700 espacios. Y por lo que se refiere al tal Michael Jackson, perdóneme, pero no suelo hablar de racistas. Y quien nació negro e invirtió una fortuna en tratar de dejar de serlo, para mí es tan racista como un miembro del KuKluxKlan».
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