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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 13 / 2011

De mi Diario : Semana 13 / 2011


Weiß/Colonia, 27.3., primera hora del día

Acabo de volver a ver 0SS 117: El Cairo, nido de espías: es una de las pelis más hilarantes de los últimos diez años. Es más, ahora, pasado el efecto sorpresa de la primera vez, me pregunto si no sería conveniente verla a continuación de alguno de los incunables de James Bond, las pelis con Sean Connery, para disponer de algo así como las dos caras de una moneda. Más todavía: si se la viese antes, en vez de después, a lo mejor la de James Bond nos provocaría estentóreas carcajadas pensando en la posible solución que hubiese encontrado Huber Bonisseur de la Bath a las dificultades en que se veía metido su colega inglés. Hay además una sutil diferencia entre ambos agentes secretos: 007 es un machista doblado de donjuán; y OSS 117 un misógino, pero por escasez de células grises. De ser mujer, yo me quedaría con el francés, más fácil de dominar. Y más divertido.

 

Weiß/Colonia, 27.3.

La acumulación de correo en mi estafeta, hoy, con e-mails de pésame, me ha llegado al alma. Por fin encuentro ahora el hueco para anotar que ayer, por fin también, pude telefonear con Álvaro hasta Bogotá, y darle nuestro pésame por la muerte de Gloria: una y otra vez me repetía, en su desconsuelo, lo mucho que nos quería ella. Ah, y una anotación más: al volver de Beek traía conmigo el ejemplar del Borges, de Bioy Casares, que, por como se ve, es una especie de Petit Borgerousse Illustrée; tiene para ello tanto el diseño como el porte. Y otro apunte más, last but not least: las almendras garrapiñadas que nos mandó Josefa Cortés hemos tenido de ponerlas a buen recaudo, porque de lo contrario hubiesen caído todas al primer asalto; son riquísimas, ay diosito de mi alma, pero en esta casa se ha decretado el toque de queda contra las calorías. Si no fuera una contradicción auténticamente metafísica, diría que las estamos comiendo con cuentagotas.

 

Weiß/Colonia, 28.3. (1)

Ana [Nuño] me envía una lista de 20 palabras intraducibles, palabras que en sus respectivos idiomas significan algo que es irreproducible en cualquier otro idioma con una sola palabra 100% equivalente. Para empezar descubro que “cafuné” (del portugués de Brasil) se define ahí como «el acto de peinar a alguien suavemente con los dedos», y pienso que hasta es posible que quisiera significar eso originalmente. Pero ya en el Aurélio se define como «rascar suavemente con las uñas la cabeza de alguien, para adormecerlo», y yo añado que más que la cabeza sería el cuero cabelludo, y para alargar su orgasmo, o estimularlo al acto sexual. Pero esta es precisión irrelevante, porque lo que realmente me importa es otra cosa: que casi no hay una sola palabra, en ningún idioma del mundo, que pueda definirse con una sola en ningún otro. Con la posible (sólo posible) excepción de los numerales y los cardinales. En el fondo, esa lista de las veinte palabras intraducibles no pasa de ser una manuela mental pour épater les monolingues.

 

Weiß/Colonia, 28.3. (2)

La tele, hoy, me puso en un dilema. Por dicha, La Règle du jeu (curiosamente es un título que se ha traducido siempre en plural) la transmitían sin rival a las 8.15 p.m., pero a partir de las 10 había que decantarse entre No Country for Old Men en el segundo canal, o Libel en el NDR3, y dado el caso de que salía de ver una de las obras maestras del cine todavía filmado en blanco y negro, elegí la de Anthony Asquith mejor que el road murder movie de los hermanos Coen. Registré una cierta coincidencia familiar entre las dos que veo: en la de Jean Renoir, de 1939, el vestuario es de Coco Chanel; veinte años más tarde, en la de Asquith, es de Christian Dior. Pero lo que me roe por dentro es pensar que el 7.7.1939 (yo no llevaba ni siquiera un mes completo en este planeta), cuando el estreno de La Règle du jeu en París, el público se mofó de ella y terminó abucheando y silbando aniquiladoramente semejante prodigio. ¿De qué maravilloso don nos ha dotado la Madre Naturaleza para que pudiéramos enmendar la enajenación mental de aquellos primeros espectadores? ¿Si será verdad que el ser humano es factible de corregirse y mejorar?

 

Weiß/Colonia, 29.3. (1)

Me envió ya no sé más quién una secuencia de fotos de la guerra civil española, y la veo recién hoy, me quedo largos minutos mirando la de unos niños que juegan a fusilar a sus compañeros: reproducen el ritual hasta en los más escalofriantes detalles; se ve, casi, literalmente, cómo desciende la espada del jefe del pelotón mientras ordena «¡Fuego!» Ese gesto documenta lo espantoso, lo que no se dice: y es que no lo pueden haber inventado, tienen que haberlo visto, para conseguir una mímesis tan perfecta. Me vuelvo cada vez más y más misántropo. Por un solo Gandhi que nace, vienen al mundo docenas de centenas de miles de hijueputas. ¡Cuánta razón tenía Max Aub!: «Dios creó el mundo basándose en un informe equivocado de la CIA».

 

Weiß/Colonia, 29.3. (2)

En el tema del asesinato en Arauca de la juez Gaona, que estaba instruyendo la causa contra un subteniente que violó a una menor y mató a sus hermanos, para ocultar su delito, la Defensoría Militar de Colombia publicó ayer un comunicado recomendando a los medios de comunicación no decir cosas feas del ejército, «so pena de ser víctimas de atentados como consecuencia de dichos pronunciamientos». Hoy ha modificado la ominosa redacción de esta donosa manera: «Nos solidarizamos con el dolor de la familia de la Dra. Gaona y esperamos que muy pronto se pueda esclarecer este infortunado suceso, pero solicitamos a los medios de comunicación mesura en la información, pues nuestros Profesionales del Derecho son quienes pueden ser víctimas de atentados como consecuencia de dichos pronunciamientos». Me cago en la diferencia: aquí se puede parafrasear aquello de «calumnia, que algo queda» y usar a cambio una versión castrense: «Amenaza, que algo queda». Si esto no es cinismo, que venga Dios y lo vea.

 

Weiß/Colonia, 29.3. (3)

Pablo, desde Manizales, después de leer lo que conté en un blog, acerca de los conventillos y las corralas, me explica que en Colombia a ese tipo de viviendas comunes lo llaman inquilinatos, y en México le dicen vecindad, cosa aprendida al ver al Chavo del Ocho. Le contesto dándole las gracias y diciéndole que ya conocía esas palabras (y que en México se usó antes la expresión «quinto patio»), pero la verdad es que inquilinato me suena demasiado jurídico, y lo de vecindad es ambiguo y/o genérico de sobra, mientras que conventillo y corrala son palabras muy humanas,  nada abstractas, configuran una imagen cada una de ellas, y por eso es que usé las dos. Es uno de mis secretos de escritura. Usar siempre la palabra más humana al hablar de seres humanos.

 

Weiß/Colonia, 30.3.

Oskar, que es un tataranieto secreto de Groucho Marx, los miércoles sólo tiene escuela hasta la 1.30 p.m., y contando desde luego con el Nihil Obstat de su madre, a quien desde ahora llamaré la primera parte de las partes contratantes, ha decidido que ese día de la semana, en lugar de volver de la escuela a su casa, se vendrá del cole a nuestra casa –siendo nosotros la segunda parte de las partes contratantes (y eso corriendo el riesgo de que nunca segundas partes fueron buenas)–, pasará acá el resto del día y dormirá acá, de donde el jueves saldrá para la escuela, regresando desde ella por la tarde adonde la primera parte de las partes contratantes. Hoy ha venido tan sólo a lo primero, a pasar el día, en una especie de experiencia piloto, porque mañana por la mañana temprano viajarán a Berlín (y allá en la provincia se quedarán cinco días, hasta el lunes inclusive) tanto la primera parte de las partes contratantes como la mitad femenina de la segunda parte de las partes contratantes, en unión de una hermana de la primera parte de las partes contratantes, que a su vez es hija de la segunda parte de las partes contratantes. Enter.

 

Weiß/Colonia, 31.3, primera hora del día

Una editorial alemana me envió hoy una antología del relato policial italiano, y entre sus autores figura un tal Wu Ming, que para nada me suena a la Bella Italia. Consulto los créditos y vengo a enterarme de que Wu Ming, en chino mandarín, significa “anónimo”, y que en este caso se trata del seudónimo de un colectivo de autores de Bolonia. Quiere el azar que la tele transmitiera esta noche Sorgo rojo y me hiciera pensar que no debe de ser precisamente chino mandarín el gutural y hermoso idioma casi onomatopéyico con que el abuelo del narrador, después de haber poseído en el campo de sorgo a Nueve, su futura esposa, canta a voz en cuello, entre otras cosas, acerca de los 9.990 caminos que conducen al cielo (comparado con esa cifra el Kamasutra es un manual de autoayuda). Y qué buena la novela de Mo Yan que inspira la peli, aunque le falte el aliento como de saga que se respira en Grandes pechos amplias caderas, su novela que más me gusta. Y aquí se riza el rizo con Wu Ming (=sin nombre) cuando recuerdo que Mo Yan también es un seudónimo y significa “el mudo”. Al final todo esto me parece algo así como una pescadilla que se muerde la cola. Y la pescadilla mordiéndose la cola sería un precioso ideograma chino.

 

Weiß/Colonia, 31.3.

Luis Miguel Aguilar, el gran poeta mexicano, es un alma tan solidaria, y tan caritativa, que hasta lee todos los domingos mi blog en Fronterad. Esta vez me ha llamado la atención acerca de mi entrada sobre las citas sin comillas, mandándome anexo un texto suyo ad hoc: El escorpión, la rana y el cucú”. Como casi todo lo que escribe, no tiene desperdicio.  

 

Weiß/Colonia, 1°.4. (1)

Me despiertan a las 6.30 a.m. unas violentas arcadas y no quiero provocarme el vómito para no tener una segunda noche siniestra como la de fines de noviembre en Madrid. Tomo un par de digestivos y un sobre de sal de fruta diluído en agua. Pero no regreso a la cama, no podría ni dormir ni quedarme en ninguna posición donde no me molestara este ataque de una náusea que me deja inerme. Finalmente se desencadena una colitis que me hace temer haber comido ayer algo que no estaba en buenas condiciones, pero ¿qué puede haber sido?  Lo cierto es que a las 9.30 llamo a Carlitos y cancelo nuestro almuerzo con sopa de pescado en el Nordsee.

 

Weiß/Colonia, 1°.4. (2)

Leído en la revista semanal del diario con el programa de la tele: «En realidad yo nunca quise ir al Japón. Sencillamente porque no me gusta el pescado. Y yo sé que allí en África se come mucho de eso». Esta frase de Britney Spears es casi tan buena como aquella del centrocampista alemán Andreas Möller, campeón del mundo en 1990, cuando en el cénit de su carrera contestó a la pregunta de por cual club extranjero preferiría fichar: «Lo mismo me da Milán que Madrid, lo que importa es que sea en Italia». Pero ninguna de las dos igualará la marca de la candidata a Miss Panamá que aseguró que Confucio fue el inventor de la confusión. Lo jodido del caso es que esta pobre gente nos inspira risa, en vez de una profunda compasión.

 

Weiß/Colonia, 1°.4. (3)

Paco Pérez me mandó un poema precioso, escrito el 3.3., ocho días antes del tsunami en Japón, y que se lee y se siente como una premonición. Pero es que además Félix Morales, en su blog, un día antes del tsunami, también lo presiente en el post que insertó ese 10.3. Y tanta coincidencia me hace pensar en el informe elevado a sus superiores por el Corregidor de la villa de Huelva el 2.12.1775, un mes y un día después del devastador terremoto de Lisboa, que también dejó en ruinas la ciudad donde nací. Lo que se sabe menos es que además del terremoto se produjo un tsunami (que en aquella época carecían de taxonomía propia, al menos en Europa, o bien se los llamaba maremotos). Como se trata de un informe sobrecogedor y, según me escribió Cinna, cuando se lo di a conocer, la descripción del Corregidor «es la más precisa y «moderna»» que él conoce, de repente pienso en una crónica atípica: el poema de Paco, el post de Félix, los datos esenciales de la catástrofe de Fukushima y un resumen del informe del Corregidor. Podría ser de interés para El Malpensante, así es que se lo propongo a Mario, y me contesta de inmediato, aceptando. Pero como el número de abril está ante portas tendría que entregar el manuscrito a más tardar pasado mañana domingo por la mañana. Me pongo a la tarea sin perder un minuto.

 

Weiß/Colonia, 2.4., a las 3.15 a.m.

La crónica sobre los dos tsunamis, el de Huelva 1755 y el de Fukushima ahora, no puede pasar de 1.200 palabras, me anunció Mario. He conseguido un borrador de 2.150. Estoy derrengado. Mañana será otro día (de hecho ya lo es) y podré jibarizar el borrrador hasta dejarlo en el molde.

 

Weiß/Colonia, 2.4. (1)

Como cada cierto tiempo, para probarlas y saberlas en activo, sonaron las sirenas de alarma a las 12.00, 12.06 y 12.12., cada una de las veces 53”. Queriéndolo o no, uno las oye y uno ve con la mirada interior una Colonia toda en ruinas, tal cual quedó después de la guerra. El monótono aullido no me distrae para nada el folleto que estoy leyendo, editado por la Fundación alemana Wildtier (=animal silvestre), donde me vengo a enterar de que los gorriones, ay, parecen ser una especie en extinción en Alemania. Y claro, me digo, a quién le gusta oír esas sirenas, emigran adonde no tengan que oírlas, pobrecitos míos. Si a mí me zumban los oídos oyéndolas, a ellos deben hacerles vibrar el cuerpecito entero, zarandeado por un tsunami del aire. Criaturitas

 

Weiß/Colonia, 2.4. (2)

Alojo hasta mañana a un desterrado. Angie recibe visita de sus amigas de infancia, que llegan de Franconia a pasar el fin de semana con ella, y como su apartamento es pequeño, Chico se ha venido a casa. Convenimos en que él verá en la tele el espacio deportivo que dura hasta las 8 p.m. y nos iremos a cenar a algún restaurante de por acá, para no tener que ponernos a cocinar. Como además necesito hacer unas compras pienso que lo ideal es cenar en el chino que hay en Rodenkirchen, para así poder dejar aparcado el coche delante del ayuntamiento y comprar en el supermercado enfrente, y matamos tres pájaros de un tiro. Pero necesito saber si el súper estará abierto hasta tan tarde. Llamo para preguntar por la hora de cierre y me responde una voz femenina juvenil y traviesa: «A las 10 p.m. ¡y ni un segundo más tarde!» «En tal caso voy a tratar de llegar un segundo antes de las 10». «Muy gentil de su parte, lo estamos esperando». A veces, una sonrisa no cuesta nada, es deliciosamente gratuita. [La pobre piba tiene que haberse quedado esperándome, pues al final Chico se decidió por cenar en el italiano a la orilla del Rhin y fuimos a comprar a otro supermercado que queda más cerca. Hélas!]

 

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