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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 14 / 2012

De mi Diario : Semana 14 / 2012


 

Weiß/Colonia, 1°.4., primeras horas del día

En casa de los Foessel Ramírez. La verdad es que hablar del guateque de esta tarde, en lo de Clawdia, casi obliga a parafrasear el comienzo de Ana Karenina: las reuniones felices no tienen historia. Puedo reseñar la comida, desde las empanadas argentinas hasta el rebujo –diría mi abuela Remedios– de mejillones y berberechos (explicó Clawdia, pero descubrí que los tales berberechos eran machas); y puedo hablar de los vinos, desde el Puestero inicial al Carménère que siguió, y ya eso sería tema bastante, cómo una familia chilena agasaja a sus huéspedes sin problemas con ingredientes metaandinos: empanadas argentinas y tinto mendocino. Aunque el Carménère y el pisco sour, claro está, dejasen bien alto la bandera propia. Añadiría también que la conversación no decayó un segundo y que Alex, el marido de Clawdia, tiene un sentido del humor que dejaría avergonzados a muchos británicos. Y puedo concluir que lo pasamos muy bien, y como diría Rick al final de Casablanca, este puede ser el comienzo de una buena amistá.

 

Weiß/Colonia, 1°.4.

Llamo a la Nena para recordarle que hoy es el día en que papá cumpliría 100 años, según el DNI que me robaron el 23 de febrero y que continúa sin aparecer, como mi billetera y todo el resto. Pero la Nena es la Memoria Histórica de los Bada. Me recuerda que papá nació el 29 de marzo. Lo que pasa es que era el primer niño, después de dos, que no se les malograba a los abuelos Remedios y Pantaleón, y el abuelo agarró tal borrachera que recién a los tres días acudió al Registro para inscribirlo. Según la leyenda familiar, fue Ricardo Medina, un amigo del abuelo, quien les dijo que ese niño no se les iba a malograr pero siempre y cuando él fuese su padrino y llevase su nombre, y es por eso que papá y yo y los demás cuatro Ricardos de la familia nos llamamos así. A propósito de esa inscripción de papá tres días después de su nacimiento, resulta que hoy me entero, por Julia Elena, desde Buenos Aires, y en un contexto sin nada que ver con el de mi padre, que Carmencita, su madre, nuestra gran amiga del 67, la esposa de Julio Nicolás, no fue inscrita en el Registro sino cinco años después de haber nacido. Eso sí que es un récord, y espero que no se debiese a una borrachera quiquenal de su padre, el abuelo de Julia Elena.

 

Weiß/Colonia, 2.4.

Henri en casa. Montse tenía que ir al centro, con Frank y Paul, y no quisieron dejar a Henri al cuidado de Oskar a solas, así es que nos lo trajeron para pasar la tarde con nosotros. Lo que he descubierto hoy es que cuando pide “Vídeo, Vídeo!” y le instalo un DVD en el televisor, amén de ello quiere tener corriendo en paralelo un CD en la columna sonora, de tal manera que lo que se oye en el living es un guirigay a la quinta potencia, al cual él, además, no le da ni cinco de bolilla, está tan pronto viendo la peli como bailando la música y entrando y saliendo tanto de la cocina, para controlar a su novia, como de mi cuarto, desde donde sabe que puede telefonear con tarifa no ya plana sino en pendiente. Pero en cambio, cuando lo siento en mis rodillas y le calzo los auriculares, se queda larguísimos ratos concentrado en las pelis sin moverse, a no ser para mirarme sonriente de vez en cuando y decirme “Alo!”  Es, por lo menos, desconcertante.

 

Weiß/Colonia, 3.4., primeras horas del día

Le placard [Salir del armario en España], qué delicia, y otra vez un Daniel Auteuil fascinante. Me encanta la escena en que François (Auteuil) y Mademoiselle Bertrand (la pícara Michèle Laroque, en la esplendorosa flor de sus 40 años) hacen el amor sobre una mesa de acabado, en la fábrica de látex cuyo best seller es una marca de preservativos, mientras el director guía por una pasarela superior a un grupo de visitantes japoneses que es inevitable que vean y oigan lo que está sucediendo allá abajo, y el director explica como si no tuviera importancia: «Y esa es la sala de control de calidad de los condones, y como pueden ver,  hay una pareja de empleados que están probando un nuevo modelo».

 

Weiß/Colonia, 3.4. (1)

En el diario un reportaje a toda plana acerca del primer niño nacido en Srebrenica, hijo de una serbia cristiana y de un bosnio musulmán. Es una pareja unida por el amor y que, además, de acuerdo con los códigos de sus religiones respectivas, vive en concubinato. Y a mí me parece que va siendo hora de que hablemos de supersticiones en vez de religiones. ¿Qué diferencia en esencia a las bienaventuranzas cristianas de la buenaventura de las “profetisas” gitanas? ¿hay alguien que me lo pueda explicar entre las jerarquías angélicas, como diría el compadre Rilke?

 

Weiß/Colonia, 3.4. (2)

Me entero por un email de Ana de la muerte de Mingote. Este sí que era un Grande de España. Más que todos los duques de Alba juntos y varios linajes más. Enviándolo a las 484 direcciones de la lista de reparto de mis circulares virtuales, le he rendido urbi et interneti el homenaje de contar el chiste suyo que más me gusta, desde que lo vi por primera vez, seguramente en ABC de Sevilla el 6 de agosto de 1960, tercer centenario de la muerte de Velázquez, y no se me ha despintado de la memoria desde entonces:

Don Diego está en su estudio, caviloso delante del caballete; muerde el pincel y mira a los reyes que ya tiene pintados en el lienzo, cuyo reflejo aparece en el espejo que hay a sus espaldas. Muerde, muerde el pincel don Diego, y al borde del desconcierto, mientras por la puerta del fondo ingresan al aposento –sin que él los vea– los personajes que todavía no sabe que va a inmortalizar en Las Meninas, murmura sin esperanzas:

– Hay días en que a uno no se le ocurre nada.

Es un chiste digno de las propias Meninas. Y en ello radica la grandeza de Mingote.

 

Weiß/Colonia, 4.4.

Ana María insertó en su cuenta T un tuit mío completa y absolutamente natural, sin trampas: Va siendo hora de empezar a decir la superstición cristiana en vez de la religión cristiana. Y lo mismo con todas las demás. Inmediatamente le echaron los perros del fundamentalismo cristiano, y ella se los sacó de encima con su sano sentido común, menos mal. Nadie parece tomar en cuenta el hecho incontrovertible de que nuestro mundo está poblado de supersticiosos, lo que pasa es que muchos de ellos confiesan como fe una religión. Nadie se confiesa «religiosamente» supersticioso, sino cristiano, islamista, hindú. Sucede sin embargo que la Academia registra dos acepciones de «superstición». Según la primera, sería una «creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón», con lo que ya casi se hace equivaler a la fe religiosa con aquello que sea conforme a la razón, y ahí me van a tener que explicar muy bien, pero que muy bien, conforme a la razón, por ejemplo, el sedicente misterio de la Santísima Trinidá. Pero es que, además, según la segunda acepción, superstición también es la «fe desmedida o valoración excesiva respecto de algo», y ahí me van a tener que explicar en qué se diferencia una superstición como la del martes 13, de la creencia en los valores curativos de una peregrinación a Lourdes o Fátima. A mí todo lo que huele a religión siempre me ha parecido superchería, y entre creer que no se debe pasar por debajo de una escalera y que el cuerpo de Jesús se encuentra en la hostia consagrada no veo mucha diferencia cualitativa. Por más vueltas que se le den, mi impresión es que las religiones no son sino supersticiones atávicas mutadas por la clase dominante con el nombre de religión y dictadas por un Ser Superior inventado por ellos mismos, y al que todos los idiomas coinciden en llamar dios con palabras equivalentes: eso ya, de por sí, resulta bastante sospechoso. La religión es algo tan prescindible, que me aterra pensar en cuánta gente se cree cualquiera de sus malformaciones, y la única explicación racional que le encuentro sería que el dizque homo sapiens es, en principio, y per se, un homo superticiosus.

 

Weiß/Colonia, 5.4. (1)

Le escribo a Jordi, en Barcelona: «Querido Jordi, la verdad de la milanesa (como dirían en el Río de la Plata) es que eres el legítimo sucesor de Speedy González. El libro de Nicolás Sánchez–Albornoz, que te pedí anteayer a las 17.47, me lo entregó el mensajero de UPS hoy a las 10.38, mientras estaba desayunando. Ahora ya lo único que falta es el siguiente salto cualitativo: la próxima vez que reciba el catálogo de novedades de Anagrama, y vea en él algún libro que me interese, te lo comunicaré de manera telepática, sin enviarte ningún email ad hoc, y seguro estoy de que en menos de 48 horas tendré el libro aquí. Bromas aparte, muchísimas gracias y un fuerte abrazo, ah, y felices Pascuas Floridas».

 

Weiß/Colonia, 5.4. (2)

Me escribe mi tocayo, desde Buenos Aires, contestando al email donde le expuse lo que pienso en materia de religión y superstición. Y me dice: «Permitime que disienta de tus puntos de vista. Las religiones son, precisamente, portadoras de la fe en aquello que la razón no puede explicar». A lo cual le respondo: «Claro que te permito (qué carajo, no te lo permito, es tu buen derecho, y punto, dejémonos de retórica) claro que tienes todo el derecho a disentir de mis puntos de vista, pero ese disentimiento no es tan grande como vos creés: vos me decís que “Las religiones son, precisamente, portadoras de la fe en aquello que la razón no puede explicar”, y yo suscribo la frase cambiando la palabra «religiones» por la palabra «supersticiones», que también son una fe en algo que la razón no puede explicar. ¿Ves cómo es de sencillo?  Otrosí, cuando yo hablo de religiones, nunca me estoy refiriendo a sus burocracias. La iglesia católica no tiene nada que ver con las enseñanzas de Jesús, por ejemplo». Al rato me contesta: «Estamos bastante de acuerdo. Las Pascuas harán lo demás». Y yo: «Si mi abuela Remedios te oye decir eso de «Las Pascuas harán lo demás», hubiese comentado para su capote: «Sí sí, las Pascuas te harán la pascua«».

 

Weiß/Colonia, 5.4. (3)

Empecé a ver Contracorriente a las 23.15, al empezar la transmisión, y miro ahora el reloj acá en la pantalla y son las 23.28, he aguantado unos doce minutos. La peli obtuvo el gran premio del público del festival de Sundance, y a quien Dios se lo dé, san Pedro se lo bendiga, pero yo no soporto los diálogos de cartón piedra. Creo que los actores a lo mejor hasta son buenos (doce minutos no es tiempo suficiente para asegurarlo), pero ¿qué pueden hacer con esos  diálogos, por todos los dioses?  No mucho más que tratar de salvar la cara. Ahora, buscando algún buen enlace para un hipervínculo que no la deje tan malparada con mi fulminante rechazo, descubro además que la peli obtuvo más premios en diversos festivales, entre ellos en el de San Sebastián, el premio “Cine en construcción”, con el cual –según asegura esa noticia– se pudo costear la producción. Al principio me deja perplejo leer semejante despropósito, porque si resulta que la producción se costeó a posteriori Pero luego me dije que eso explica que lo que he visto ha sido en efecto cine en construcción, y no como a mí me gusta, ya construido.

 

Weiß/Colonia, 6.4. (1)

Hoy me llegó una nueva filípica de un apóstol moral español contra Grass más que contra su poema dizque antisemita, y en él veo de nuevo profusamente citada la traducción que hizo Miguel para El País, incluyendo lo del «ataque preventivo». Es curioso que no haya en castellano una expresión para el «Erstschlag», aunque me parece que si uno se mete a repasar diarios y  revistas del tiempo de la guerra fría, seguro que encuentra alguna expresión específica creada y empleada para designarlo. Porque el Erstschlag no es un ataque preventivo, sino lo que su mismo nombre dice, el golpe que se da primero [=Erst] porque el que da primero da dos veces (esa sería la estrategia disuasoria, cínica, que subyace a la expresión). Claro está que si eres el primero que golpea –bien entendido que con armas atómicas– y el otro se achanta, o queda aniquilado, entonces el Erstschlag sí se revalida a posteriori como ataque preventivo; pero no necesariamente los USA y la URSS se quedarían con los brazos cruzados ante un ataque del otro, ni un primer golpe sería tan aniquilador que dejase inerme al enemigo, y entonces, de haber respuesta, el primer golpe se consolidaría semánticamente como Erstschlag y nunca como ataque preventivo. Y a ello creo que se debe el que Grass usara esa palabra y no otra. Porque además el Irán no levantaría cabeza después de un ataque nuclear israelí. De eso sí podemos estar seguros.

 

Weiß/Colonia, 6.4. (2)

Terminaron  de pasar hoy, en el canal Arte, una bonitísima serie de cinco reportajes dedicada a legendarios vapores de ruedas que navegan regularmente por el Lago de Lucerna en Suiza, el Mjøsa de Noruega, los ríos Elba en Alemania y Ohio en Estados Unidos, y esta tarde, en la costa occidental de Escocia, conocimos al Waverley, el único vapor de ruedas que se atreve a salir al mar abierto, entre Glasgow y Coll, una isla de las Hébridas Interiores. Menos mal que repiten la serie la semana próxima ya que nos perdimos los dos primeros reportajes. De todos modos pienso verla completa, otra vez de nuevo los tres que ya conozco.

 

Weiß/Colonia, 7.4., recién pasada la medianoche

También en el canal Arte, una fabulosa documentación sobre la forja del conjunto Monty Python. Lo que más me ha divertido es cuando uno de ellos, creo que Terry Jones, habló de los sketches que escribía como si los transmitiese la BBC–BC [esto es, la BBB–Before Christus], fingiendo un noticiero radiofónico a base de versículos de la Biblia como grandes titulares: «¡Tremenda nube de langosta avistada sobre el valle del Nilo!» Debió ser una época en que todos trabajábamos en esa dirección, la desacralización de los contenidos. Yo tengo muchos ejemplos de lo mismo en lo que publicaba por entonces, sin ni siquiera saber que algún día existiría The Monty Python. El que más me sigue gustando es uno que reciclé hace poco en forma de tuits en @otraparte, también como boletín radiofónico: “Aquí Radio Bizancio transmitiendo en FM. Noticia de última hora: Tropas otomanas han desembarcado en el Cuerno de Oro. Devolvemos la conexión al parlamento, donde continúa la discusión sobre el sexo de los ángeles”.

 

Weiß/Colonia, 7.4., primeras horas de la noche (1)

Me escribe Carmen desde San Salvador: «Para aquellos a los que les gusta la música de Bach, les dejo este vínculo a un sitio donde podrán disfrutar de una de las mejores versiones de las Variaciones Goldberg. Me llamó la atención porque leí en alguna parte que Bach compuso esta obra como cura para el insomnio de cierto personaje importante». Le contesto, con la mayor desvergüenza pero no sin algún respaldo personal: «Para ciertos temperamentos, mi querida Carmen, las Variaciones pueden ser con seguridad un somnífero de efecto completamente seguro. Nosotros no nos dormimos con ellas porque alertamos los sentidos para tratar de descubrir donde aparecen las tales variaciones, y así nos autoacreditamos como melómanos incurables, sin llegar nunca a descubrir que en realidad no pasamos de ser incurables insomnes».

 

Weiß/Colonia, 7.4., primeras horas de la noche (2)

¡Son tantas toneladas de pasado las que nos acompañan entre las cuatro paredes de nuestros domicilios!  Parecen no pesar porque están quietas colgadas de las paredes en forma de cuadros, de fotos o grabados, o arrejuntadas unas al lado de las otras en las estanterías llamándose libros, o escondidas en las gavetas y en los fólders como archivos de cachivaches o de epistolarios. A veces me he preguntado cómo calculan los arquitectos la estática de sus edificios. ¿Toman en cuenta en su aritmética el peso de los recuerdos?  ¡Qué cimientos se necesitarían para eso!

 

Weiß/Colonia, 7.4. (1)

Oskar & Henri en casa. Por fin sé lo que significa la denominación eclesiástica de este día: ¡Sábado de Gloria!

 

Weiß/Colonia, 7.4. (2)

Dan Seminole [Traición en Fort King] a la misma hora que el penúltimo capítulo de la policial sueca, así que me quedo sin verla, pero es que, además, la anuncian como western, y si Florida está en el Far West, yo soy el arzobispo de Constantinopla. Lo que me llama la atención es que el diccionario de la RALE no registra la existencia de los gentilicios “seminola” ni “semínola”, siendo así que la Florida fue una colonia española hasta 1821, y seminolas los indígenas que la habitaban. En cambio el diccionario sí registra el nombre de los algonquinos, pobladores de las tierras colonizadas por neerlandeses primero, e ingleses después. A ver si ingresa pronto Pepe Luis en la “docta casa” y empieza a poner orden en semejante despelote.

 

***********FIN***********

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