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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 14 / 2014

De mi Diario: Semana 14 / 2014


 

Weiß/Colonia, 30.3.

3:50 am del nuevo horario de verano, o sea 2:50 am, poco antes de la partida del último ferry a Escocia, termino de ver la Maratón Volker Schlöndorff, cuatro pelis suyas de las que no suelen pasar tan fácilmente, pero don Volker cumple 75 años el lunes y la TV alemana le rinde honores de capitán general con mando en plaza. No en vano es uno de los poquísimos directores que se atrevió a adaptar al cine una obra maestra literaria tras otra, y casi todas las veces demostró que el cine para nada va a la zaga de la literatura. Y eso que no han pasado sus adaptaciones de Böll y de Grass –la que ganó el Oscar a la mejor peli extranjera–, sólo (¡sólo!) las de Arthur Miller y Max Frisch, amén de dos de sus más emotivas y revulsivas, El mar al alba y Ulzhan. ¡Qué bien empleada esta hora perdida de mi vida, que recuperaré en octubre! si aún vivo para entonces.

 

Como vamos a ir por la tarde a comer tarta en lo de Montse, por el cumpleaños de Frank, Diny decide que almorcemos una sopa dominical neerlandesa de raíz de apio. Hace tiempo que no la cocinaba y yo nunca se la pido, porque sé que una sopa así no se improvisa ni puede encargarse, sino que resulta de una constelación favorable del Zodíaco. No se trata tanto de la sopa en sí, que no es más que una sopa de caldo de carne de res con fideo fino y la raíz de apio cortada en daditos, sino del rito de degustarla a la manera de lo más profundo de la provincia neerlandesa. Se cucharea la sopa, dejando al lado los fideos y el apio, tomando sólo el caldo, y una vez que el plato queda “seco”, se agrega la carne del guiso, se la deshilacha, y luego de deshilachada se le añade mostaza (Diny siempre pone en la mesa un par de frascos de distintos sabores: dulce, semildulce, picante, muy picante, à l’Ancienneque es por la que yo me decanto), y además de la mostaza, mayonesa y la crema de rabanito picante, mixed pickles, cebollitas de Ámsterdam y pepino en salmuera, y todo ello se mezcla en una masa homogénea que es el segundo plato de este cocido neerlandés avant la lettre. Hay gente muy bruta, como yo, que conoce el ritual desde octubre 1965 pero prefiere comer la sopa con el apio y los fideos hasta vaciar el plato y luego poner en él la carne y el resto. Pero bueno, no todo el mundo ha nacido campesino en un rincón perdido de los Países Bajos, ni tiene por qué seguir los rituales atávicos de una tribu bátava.

 

En lo de Montse, en el jardín. Al principio sólo Montse, Paul y Henri, Diny y yo. Al rato llega Frank, pero solo, su padre, Helmut, a quien fue a buscar, no quiso venir, se siente desanimado. Hay café y torta de queso y de queso con cerezas. Tomamos Diny y yo dos porciones cada uno, que serán nuestra cena. Le entregamos su regalo a Frank, la segunda temporada de Montalbano, y hablamos de las series escandinavas, inglesas. A todo esto, Henri discursea por su cuenta y, de vez en cuando, mete la cuchara en nuestra plática, de una manera imposible de desoír. También juego un poco al fútbol con él, es decir, nos peloteamos de extremo a extremo del jardín. Nada más hacemos tiempo esperando que llegue Oskar, mientras Frank prepara la barbacoa, nos invita a cenar con ellos, le decimos que no, hoy es un día que les pertenece como familia a ellos cinco entre sí, llega Oskar, por fin, lo besamos, ¡mi Oskar!, nos despedimos, y el bus, y Weiß.

 

Weiß/Colonia, 31.3.

Como recompensa a la sopa dominical de raíz de apio le ofrezco a Diny que hoy no tenga que cocinar, que la invito al chino. Acepta, y vamos, y por primera vez se me ocurre pedir un menú del mediodía distinto del 8, que me encanta, quiero variar y pido el 17, de fritura de pescado, y es una gozada, estos chinos saben freír pescado casi como si fueran malagueños de El Palo o mi buen Bernardo Romero en Huelva. Tienen la ciencia, no perdida entre las tribus aborígenes de la Germania, de hacer que el empanado esté crocante, pero que siga fresco el pescado envuelto en él. No voy a cometer la osadía de comparar este plato con los pavías de merluza de Bernardo –Bada retro!!!–, pero es lo que más cerca se le anda por estas latitudes donde sopla el Bóreas.

 

Weiß/Colonia, 1.4.

Ya pasada la medianoche me escribe Lillian: «Qué vaina no poder partirme en pedacitos para estar al mismo tiempo con toda la gente con la que quisiera estar. Un pedacito en Colonia, por ejemplo, y otro en San Diego, y otro en Texas, y otro en Suiza, y…». Le contesto: «¿Y qué otra cosa hacemos, si no es partirnos en pedacitos visuales, por medio de nuestros emails?  Gracias a ellos demostramos qué es lo que somos en el fondocristalitos de un caleidoscopio. Y te dejo que ya suena la sirena del último ferry camino de Escocia».

 

Hoy, hace quince años, logré que Argentina ingresara en la Unión Europea, en pie de igualdad con Alemania y Francia, sin ir más lejos. El 1 de abril es para las tribus bárbaras (tanto acá en la Germania como en la Escandinavia, la Britania y la USAnia) el equivalente de lo que es para nosotros el 28 de diciembre. Y el 1.4.1999, siguiendo una tradición de los medios alemanes, y comandando yo el informativo live de la Deutsche Welle para toda América Latina, programé al comenzar la emisión, entre los titulares de la prensa europea, estos dos:


Corriere della Notte, de Palermo: UN VIEJO SUEÑO CONVERTIDO EN REALIDAD,

ARGENTINA INGRESA EN LA UNIÓN EUROPEA.

The Moon, tabloide londinense, sobre el mismo tema y con un sesgo de ironía muy británicaDON’T CRY NEVER MORE FOR YOU, ARGENTINA.

 

Luego, entre las noticias, leídas por Mirjam Gehrke, ésta:

 

ARGENTINA ADMITIDA EN LA UNIÓN EUROPEA

En una sesión extraordinaria de la Comisión Europea, anoche en Bruselas, Argentina fue admitida como miembro de pleno derecho de la Unión Europea. Según ha trascendido, la votación arrojó un resultado de catorce votos a favor, y una sola abstención: la de Austria.

 

Y para rematar la broma, nuestra corresponsal en Bruselas, Claudia Camarera, se prestó a ella transmitiéndonos también live, desde la sede de la UE, esta crónica cuyo texto le escribí yo, plagiando el ritornello insoportable de los corresponsales acreditados ante la Unión Europea cuando informan desde la sede de la Unión Europea sobre novedades en la Unión Europea:

 

La noticia del día, la admisión de Argentina en la Unión Europea, ha despertado un clamor universal de sorpresa que en Bruselas se registra con el máximo estupor. Cualquiera que sepa algo de Historia y que tenga más o menos al día sus conocimientos literarios, sabe que la Argentina, desde siempre, se ha considerado a sí misma como un país europeo al que los azares de la Geografía desterraron en el Cono Sur. // La decisión de la Unión Europea, de admitir a la Argentina en su seno, incluso antes del ingreso de Polonia, Hungría y el Principado de Mónaco, no hace más que refrendar la necesidad de corregir errores geopolíticos derivados de minucias tales como la dispersión continental. // Uno de los voceros de la Comisión Europea declaró anoche a Radio Deutsche Welle, si bien lo hizo off the record, que sería una injusticia no apoyar la entrada de Argentina en la Unión Europea: «Considere usted» (nos dijo) «la presencia de Italia, Grecia y Turquía, países indudablemente mediterráneos, en la Organización del Tratado del A-tlán-ti-co Norte» (y subrayó la palabra Atlántico) «y verá que no hay nada que hable en contra de que Buenos Aires pueda ser vista como una capital europea, tanto como Madrid o Andorra la Vieja». Fin de la cita. // Se espera que el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, apruebe sin ningún problema la decisión de Bruselas: en este sentido, algunos historiadores recuerdan que el nombre romano de Estrasburgo era justamente Argentina. Además, el único problema realmente serio derivado de la admisión de la Argentina en la Unión Europea, según hemos podido detectar en nuestros contactos con algunos responsables de la Unión Europea, es el problema de la homologación de los títulos académicos de Siquiatría entre Argentina y los países de la Unión Europea: ello, sobre todo, debido a las reticencias de Austria, cuna del Dr. Segismundo Freud, y que no quisiera verse relegada a un segundo lugar en esta rúbrica.

 

A continuación de lo cual dije lo siguiente: Desde Bruselas, Claudia Camarena, y me avisan de la consola de control que no logramos conectar con nuestro habitual colaborador en Buenos Aires, Marcelo Biasatti, lo cual no puede tener otra explicación sino que debe de andar festejando la noticia junto con el resto del país. Cambiamos de tema y de continente.

 

Y pasé a otro tema y otro continente. Lo curioso es que todos nuestros oyentes, forzosamente, parece ser que se tragaron el sapo de la broma (¡¡¡sin que fuese un 28 de diciembre!!!), tal vez porque en 1999 todavía creían, ¡qué inocentes!, que Argentina era, en verdad, un país europeo. Hoy, ya, no se tragarían tan fácil ese sapo.

 

Almorzando en La Modicana le recordé a Carlitos mi hazaña del 1.4.1999. Lo hice cuando me preguntó que a quién le tocaba pagar hoy (¡ay carajo, mi cuenta corriente estaría ya de lo más saneada si yo no fuese, por desgracia, honesto!), y le dije muy serio que no me parecía de recibo que me quisiera gastar semejante broma un 1 de abril, puesto que ya llevo más de cincuenta años en este país. Sólo que a continuación lo tranquilicé: hoy me tocaba pagar a mí. Puta que lo parió, la honestidá terminará por arruinarme.

 

Weiß/Colonia, 2.4.

Ando ya metido en una nueva maratón de lecturas/relecturas. Relectura sólo la de los cuentos de Cortázar, para mi conferencia en Hamburgo, y aunque acumulo notas no tengo todavía ni la más remota idea de qué voy a hablar esta vez. Las lecturas “de nueva planta” son dos: el libro de crónicas de Pablo Suero, España levanta el puño, compuesto durante su viaje en los meses inmediatamente anteriores a la guerra civil; y los diarios de Fritz J. Raddatz, uno de los dos popes y gurús del Feuilleton alemán (si decirlo así no es pleonasmo). Los diarios abarcan de 1982 al 2001, y lo que llevo leído me apasiona, sobre todo porque descubro en su manera de “narrarse”, de contar lo que vive, una cercanía muy grande con el tono que he tratado de conseguir en este diario desde un principio, desde que lo empecé a las 3:00 am del primer día de enero de 1998. Raddatz me llevaba entonces, sin yo saberlo, 16 años de ventaja en el rodaje, pero no estoy descontento de lo que entretanto me he ido acercando a su rueda.

 

Weiß/Colonia, 3.4.

2:00 am: Descubro, al zapear buscando un programa donde haya algo interesante, un partido de fútbol de la Champions League, entre dos equipos llamados Borussia Dortmund y Real Madrid (¿será que hay un Virtual Madrid?), y al cabo de 10’ constato que no me importa un reverendo carajo lo que están haciendo esos 22 señores en calzoncillos. No es algo que me suceda sin previo   aviso. Desde hace ya bastante tiempo, cada vez que aparece el fútbol en la tele, cambio de canal. Al cabo de los años me parece uno de los deportes más aburridos que se han inventado. Y ahora todavía más. Lo único que me podría llevar de nuevo a soportar 90’ de transmisión de un partido es que en el Mundial se llegue otra vez a una final Brasil vs. Uruguay, como en 1950, mi primer Mundial, vivido a través de la radio. Así, se cerraría el ciclo de mi interés por este pierdetiempo.

 

Queda una sola parcela por edificar en los alrededores de nuestra casa. Está en el cuadrilátero irregular entre la calle principal y el Pflasterhofweg, limitada por el camino que los une y que luego se prolonga hasta el bosque, lo atraviesa y va a terminar en Rodenkirchen, ese camino que hice cada mañana con la bici, durante 25 años, para acudir a la redacción, y al que dediqué más de la mitad de mi cuento “Amos y perros”. Esa parcela, librada a sí misma y a las fuerzas de la Naturaleza, se ha forjado un espléndido aislamiento con parapeto de narcisos, en este momento en plena floración; es una muralla amarilla casi sin fisuras, pero en la que al bajar del bus y venir a casa he descubierto una tronera, y me detuve delante y miré el interior del cuadrilátero, y me quedé como en trance. Lo que la muralla encierra es un prado de alto césped silvestre recamado con cientos de dientes de león, margaritas y nomeolvides, se diría un cuadro impresionista que decidió abandonar el caballete y bajar a la tierra. Y pensar que ha de llegar el día en que tanta belleza sucumba a las excavadoras y al cemento y los ladrillosOjalá no viva para contarlo.

 

Weiß/Colonia, 4.4.

Un día cronopial. Por Jaime, en Mendoza, me entero de que Lucio Aquilanti, en Buenos Aires, posee la mayor colección de primeras ediciones y literatura secundaria sobre Cortázar, en todo el mundo. Y resulta que yo estoy seguro de poseer un ejemplar de la que es, con toda seguridad, la primera edición de “Adiós, Robinsón”, la que hizo la imprenta de la Deutsche Welle cuando produjimos el radioteatro y lo distribuimos en América Latina; la norma era enviar la grabación con el texto de lo grabado, para que las redacciones que recibían el programa pudieran chequear, leyendo esa copia, y sin tener que escuchar la grabación, si es que podrían transmitirla (no hay que olvidar que en muchos países latinoamericanos funcionaba entonces la censura de regímenes criminales que no admitían la “subversión” camuflada, y la verdad es que confieso que todos nosotros quedamos agradable y estupefactamente sorprendidos al constatar que, bajo Pinochet, “Adiós, Robinsón” fue emitido por algunas radios chilenas). Confirmo primero, con Carles, que la colección de Lucio Aquilanti es lo mejor en la materia, y Carles, además, generoso, renuncia al regalo que le ofrezco, de esa primera edición rarísimade manera que tengo que ponerme a buscarla, porque estaba seguro de poseerla pero primero tengo que encontrarla. La encuentro pronto porque, gracias a los dioses, siempre he sido muy ordenado, sobre todo con las cosas de valor. Y pasa que al encontrar la copia de ese manuscrito descubro un envío postal a José Alias en febrero de 1994, diez años después de habernos conocido en el cementerio de Montparnasse, tras el entierro de Julio; un envío que me llegó devuelto («Retour: Inconnu», y a mano, detrás, “Desconocido”) y lo guardé sin abrirlo. Lo abro y veo que en él le enviaba la fotocopia de una crónica mía publicada en un diario de Las Palmas de Gran Canaria y que sólo existe en soporte papel porque yo entonces aún no trabajaba con una compu. Y en esa crónica hablo de aquellas dos horas tras el entierro de Julio, y lo mejor de todo, en ella nombro a sus cuatro protagonistas, con lo cual por fin logro rescatar el nombre del recepcionista del Claridge de Buenos Aires, el único que me estaba faltando: Miguel Omar Berciano. Ahora sí que se completó el puzzle.

 

Weiß/Colonia, 5.4.

Este año jubilar, en el teatro The Globe, de Neuss (una reproducción 1:1 del de Shakespeare en el Londres del siglo XVII), actuará una compañía española, la de la Fundación Siglo de Oro, con dos obras de Lope, El perro del hortelano y El castigo sin venganza, así como también una del patrón del Festival, La famosa historia de la vida del rey Enrique VIII. Yo quería ir a esta, porque es muy poco el Shakespeare que conozco en español, pero tras una corta deliberación con Carlitos decidimos que lo mejor, también pensando en el Fantasmita y en Diny, va a ser El perro del hortelano. Hoy, a partir de las 9:00 am se ponían a la venta las entradas del Festival, y hay que andar rápido para conseguirlas, porque se agotan en un tiempo récord. Más en este año. Me costó, después del desayuno, una lucha contra los molinos de viento de la compra en línea, que una y otra vez tan sólo me dejaban reservar cuatro entradas pegadas al costado derecho del escenario cuando yo encargaba la tercera fila, centro derecha, del anfiteatro. Desesperado, tiré la esponja, la toalla y hasta creo que el taburete y me colgué del teléfono. Ahí me costó 20’ de oír la cinta sinfín de la hotline, pero finalmente, a las 12:12, llegó a mi estafeta la confirmación de la reserva y el pago. La cita es el 11 de julio, a las 8:00 pm. Ahí nos vemos, don Lope. Guau, guau.

 

Me encanta la entrevista de hoy en el diario. Con Margaret Atwood, quien anduvo hace poco por estos pagos con motivo de lit.cologne. Al despedirse de la periodista, le recomienda que tenga mucho cuidado en Australia con los cocodrilos: «Si ve que alguno le sigue de cerca, corra en zigzag. Los cocodrilos son desde luego muy veloces, pero no pueden cambiar de dirección tan rápido como nosotros». Delicious, Mrs. Atwood!

 

***********FIN***********

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