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De mi Diario : Semana 14 / 2024

Rodenkirchen, 31.3., Domingo de Pascua Florida

He vuelto a ver The Day of the Jackal [Chacal], genialidad que Fred Zinnemann se sacó de la manga en 1973 como una más entre sus obras maestras. Lo que me resulta más interesante, aparte de sus valores indudables, es que en la ficha de imdb.com, la biblia de los cinéfilos (y donde la califican con un 7,8), se registran 118 títulos en los que lleva actuados el protagonista, Edward Fox, pero Chacal es sin duda alguna la peli por la que se le va a recordar siempre, su Chacal es un papel que parecieran haberle hecho a la medida, su encanto andrógino es por completo fascinante.

Algunas amistades, lectoras impertérritas de mi Diario, me han preguntado con harta curiosidad qué quise decir en mi entrega anterior al mencionar “canoas” en Huelva. El Diccionario de Onubensismos no registra esta palabra, que es por lo menos tan onubense como los chocos fritos de En la esquinita te espero. Cuando yo nací (1939) y sólo se tenía acceso a Punta Umbría navegando por el delta, ya se llamaban canoas los vaporcitos para pasajeros, así es que en mi primera visita a Venecia, 1981, los vaporetti del servicio de transporte público me devolvieron a mi infancia y juventud. Pero por qué empezaron a llamarlos canoas en Huelva es –al menos para mí– un misterio etimológico.

Una columna excepcional, como suelen serlo las suyas, la de ayer sábado de Sorayda Peguero en EE. Nunca me decepciona esta dominicana que, a lo que sé de ella, vive en Sabadell.

Almorzamos en el Steep’s con Pia y Chico, es nuestro regalo de cumpleaños a Pia, y luego vinimos al Maternus y continuamos charlando una hora larga. A lo peor es sólo una mala impresión mía, que soy tan mal fisonomista, pero me dio la impresión de que a Chico le está encaneciendo la barba. Y bueno, ya tiene 55 años en su Haber. «Nadie se vuelve más joven. Antes, era distinto». según esa frase sibilinérrima de Diny a Montse.

Rodenkirchen, 1.4., el Día de las Inocentadas en Alemania

Anoche me acabó de convencer, y no poco, la puesta en escena de El dúo de “La Africana” por el Teatro Lírico Andaluz: la trilogía grande del género chico la constituyen esta zarzuela junto con La verbena de la Paloma y La revoltosa. En Bohemios se encuentra el coro que quizás nos llega más al alma, pero el resto no alcanza el nivel de las otras tres.

10’ de alarma de fuego a partir de la 1:20 pm, es ya la 6.ª en los 16 meses que llevamos en el Maternus: no es desde luego la típica broma de un 1.º de abril y suena como si fuese el basso continuo de una serpiente inexorable, implacable, interminable. Ay, qué recuerdo inexorable, implacable, interminable del día de nuestra desgracia, ese tremendo 28.11.2022.

Vamos a almorzar al chino a la 1:35 (cuando ya podemos usar el ascensor) y lo hago porque aunque ellos cierran los lunes, hoy es festivo y es seguro que abren. Abrieron, acerté. De camino tuve que hacer una pausa sentado en el alféizar del escaparate de la tienda de chiches ingleses (le encantaría a Susanita), y usar el inhalador especial para tales casos que me regaló mi neumólogo la última vez que le visité. Como siempre, al hacerlo me acuerdo de Mario, con quien nos juntábamos para almorzar cuando íbamos a Madrid en los meses de calor: no recuerdo una sola vez que no tuviera que echar mano del inhalador, a causa de su asma.

Me escribe Sirio: «Hoy terminé de leer Niebla, ¡qué maravilla!» (La novela de Unamuno fue el regalo que le hice en Navidad). Le contesto: «La lectura de Niebla, y en especial del fragmento final del capítulo XXXI, así como la de los cuentos de Somerset Maugham, alrededor de mis 15 años, fueron lo que me decidió a tratar de ser yo también un escritor. Y las posteriores de Ibsen, Shaw y Pirandello, a emprender mis primeros pasos literarios con obras de teatro. Ya hablaremos de eso la próxima vez que nos veamos. Me alegro infinito de que Niebla te haya gustado, y sí, es una maravilla. Y piensa en Pirandello y en lo mucho que le habrá hecho meditar su lectura; doy por hecho que Niebla le sugirió bastante en la concepción de Seis personajes en busca de un autor». La manzana no cae lejos del árbol, un dicho alemán que mi abuela Remedios, sin saber alemán, traduciría diciendo «De tal palo, tal astilla».

Adelanto ya hoy el texto de mi columna en EE para el viernes 12 (acerca de la publicación en En agosto nos vemos) y se lo envío a Guillermo para que me dé su VºBº antes de mandarlo a la redacción. Ojalá le guste.

Rodenkirchen, 2.4.

Volví a ver anoche Love Affair [Tú y yo], la primera de las tres versiones, la del año en que nací, 1939, versión ya restaurada y no sé por qué coloreada. Me ha servido para comprobar que el guion de Love Affair [Un asunto de amor], la de 1994, es mucho más fiel al de la original que el de An Affair to Remenber [Algo para recordar], y que esta es en verdad inferior a las otras dos, aun siendo su director Leo McCarey, el mismo de la primera.

En La Modicana somos los únicos comensales, amén de la pareja asimétrica, que se sienta, ella de perfil, él de espaldas a nosotros. No les hago ni puto caso. Estoy preocupado por la salud de Ulli y me hace gracia el consejo de su médico, que se tome unas vacaciones. Naturalmente, el buen señor no puede saber que esa posibilidad es tan lejana como que Ulli se postule para cosmonauta. Pero esa picazón constante, sobre todo en la espalda y las plantas de los pies. son cosas de lo más molestas e insoportables. Mi pobre Ulli.

Rodenkirchen, 3.4.

Anoche, pensando en Only you, recordé algo que anoté mentalmente pero luego olvidé reseñarlo aquí, y es que desde que Faith y Kate llegan a Venecia, y sobre todo después en Roma, me sorprendió la continua presencia policial (carabinieri, supongo) en las calles y plazas. La peli es de 1994, Sirio sería un  niño menor de 10 años por esas fechas, no obstante le preguntaré sobre el tema, quizás sepa decirme algo al respecto. ¿Estará relacionado con la actividad de las Brigadas Rojas hasta el 2012? Me parece que sí.

Miércoles, Reibekuchentag en el Steep’s, hoy encorsetado en unos andamios metálicos para obras en los pisos superiores. Diny pidió el menú del día, sopa de tomate y un buen pedazo de codillo de cerdo, con guarnición de papas asadas, y yo mis Reibekuchen con salmón ahumado. Creo que la próxima vez los pediré con zumo de remolacha, para evocar de modo aproximado lejanos recuerdos de saborear panqueques con dulce de leche en mi Güeno Saires querido que ya no volveré a ver. O tempora, o Mariano Mores!

Rodenkirchen, 4.4.

Ayer recibí un email de Hildy Johnson recomendando dos pelis de los años 30, Barreras invisibles (1939), con George Raft, Bogey y un joven William Holden, que la dejé para esta noche, y The Trail of the Lonesome Pine [El camino del pino solitario] (1936), dirigida por Henry Hathaway, con la adorable Sylvia Sidney, Henry Fonda y Fred McMurray, que es la que vi anoche. Es una peli de las imperdibles, y me abrió el apetito para ver una de estas noches, una vez màs a la pareja Sidney/Fonda en Sólo se vive una vez (1937), de nadie menos que Fritz Lang, otra de sus obras maestras en Hollywood. ¡Qué pena que la Sidney, a partir de 1952, se dedicase casi sólo a la TV!

También ayer me llamó por teléfono Vincent para decirme que hoy tenía el día libre y quería visitarnos, así es que lo invité a almorzar con nosotros y no se lo anuncié a Diny. Tal y como quería yo, se llevó una alegre sorpresa al encontrar a Vincent esperándonos a la puerta del Sommershof. Subimos al Primo Piano, una novedad para el chico, y los tres le encargamos respectivas pizzas a Gabriela (de quien entretanto ya sé que es de ascendencia rumana). Vincent me platica con entusiasmo de El Maestro y Margarita, de Bulgakow, que ha leído en estos días. Celebro tanto coincidir en gustos con él «Ese Bulgakow era otra cosa», me dijo una vez Rolando, eso de “ser otra cosa” era su mayor elogio. Por mi parte le hablo a Vincent de Only you y de Love Affair (la de 1994), y toma buena nota para verlas. Luego nos engolfamos en la filmografía de Stanley Kubrik, porque su padre le ha prestado su cofre con toda ella, y Stanley Kubrik pasa a ser así uno de los predilectos de tres generaciones, la mía, la de mi hijo y la del suyo, este Vincent querido. Le conté que con su padre, quien entonces tendría 17, 18 años, fuimos juntos al estreno de Barry Lindon en Colonia, y le digo que mi favorita entre las de Kubrik en blanco y negro es Senderos de gloria, que no se la pierda y que admire su emocionante final. Nos despedimos en el Maternus con un gran abrazo y la promesa de que habrá más jueves como este. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

José Manuel me escribió ayer desde Huelva que tuvo tiempo de ver y leer todos los      enlaces que le mandé «y la verdad es que estoy encantado con tu manera de contar          hasta lo más cotidiano». Le contesto: «Creo que el secreto mejor guardado de la         expresión literaria es hacerlo escribiendo de la misma manera que hablando, y entonces lo que escribes «suena» auténtico». Pienso que en realidad vengo a ser un cuentacuentos que no cuenta cuentos sino lo que me pasa, lo que veo, lo que leo, lo que oigo, lo que siento, lo que me está matando, día a día.

Rodenkirchen, 5.4.

Pensaba ver Barreras invisibles, una de las muy pocas de Bogey que nunca he visto, pero la tentación era demasiado fuerte, volví a ver al cabo de los años You Only Live Once [Sólo se vive una vez] (1937), porque a Fritz Lang lo tengo en un altar y quería además volver a ver la pareja Sylvia Sidney/Henry Fonda, ambos extraordinarios, y ella comestible a besos. Ah, ese final ambiguo que no lo es y que perfeccionó al cabo de siete años en La mujer del cuadro, ese final no deja tranquilo a nadie. Nada menos que 87 años después.

Fui con Diny a almorzar al Chino, viviendo después una explosión de enemistad y de agresividad en medio de la calle, de regreso al Maternus, nada más porque llevo asido el manillar de su andador con la mano izquierda (es con el bastón mi segundo punto de apoyo para caminar mejor) y constantemente debo corregir su rumbo porque tiene tendencia a derivar a la derecha y a veces la dejo que me lleve hasta un escaparate y le pregunto que si debemos entrar en la tienda por el escaparate y no por la puerta. Esta vez no lo soportó y se alejó a buen paso dejando el andador a mi cuidado. La llamé y se hizo la sorda. Una señora la detuvo y la hizo volver sobre sus pasos, le dijo que yo la llamaba. Regresó, agarró el manillar del andador y se fue sola al Maternus. Si, sólo se vive una vez, y esta vez ya me dura demasiado.

Me piden de la admón. de EE que renueve mi suscripción, me dispongo a ello y al cabo de ½ hora me veo obligado a escribirles: «Con todos los respetos, el nuevo formulario de suscripción dispone de una INA(=Inteligencia Naturalmente Artificial), que no admite el número de mi tarjeta de American Express ni junto ni por separado (como en la misma tarjeta) y me reprocha que el dígito de cuatro cifras de CV, sea ello lo que fuere, tampoco es correcto aunque se corresponde con el de la tarjeta. // El número de mi tarjeta de AE es —- —— —–, expira el 02/25 y el CV es —-. Por favor, suscribanme ustedes, después de la pasada e inútil ½ hora no puedo a mis 85 años perder más tiempo con Doña Inteligencia Artificial, a quien –para decirlo mal y pronto– le pueden ir dando por donde amargan los pepìnos. // Gracias y les deseo un feliz fin de semana. //  Ricardo Bada // Hauptstrasse 128, App. 230 // 50996 Colonia // Alemania (Depto. NRW) // Pasaporte español XDE443723 // Sexo: Varón fuera de servicio por cansancio del material // Señas particulares: Inteligencia natural y memoria mayor que la de Miss Hortensia Google. // Para más datos consulten a la CIA».

Rodenkirchen, 6.4.

Estuve viendo anoche Invisible Stripes [Barreras invisibles, también titulada Hombres marcados], calificada con un merecido 6,7 en www.imbd, y la tuve que ver en la versión original con subtítulos porque la única copia gratuita que encontré en español tenía una sincronización cercana a la esquizofrenia, veías mover los labios a la madre y oías al hijo y cosas por el estilo. Abominable, a qué pobres espectadores le habrán inferido semejante tortura.

Sustancioso texto de Reiner Stach en Fronterad sobre los aforismos de Kafka, muchos dellos antológicos, p.ej.: «Como si Eva hubiera arrancado la manzana (a veces creo entender el pecado original mejor que nadie) sólo para mostrársela a Adán porque le gustaba. Lo decisivo fue morderla, el hecho de jugar con ella no estaba permitido, ciertamente, pero tampoco prohibido». De RS traduje años ha un largo artículo para la revista Humboldt y otro para RdL Fueron traducciones laboriosas pero valieron la pena, en especial la segunda.

Vino Rebeca y fuimos con ella a almorzar al Bistro Verde, donde encargó una salchicha de carne de ternera con ensalada de col rizada, Diny su ensalada de papa al modo de Renania y una Frikadelle, y yo estuve dudando entre espárragos con huevos revueltos o la cazuelita de camarones, me decidí por esta cuando Petra me dijo que espárragos tendremos hasta junio. Con Rebeca acordamos un nuevo encuentro el próximo sábado para organizar las facturas de la asistencia durante el primer trimestre y enviarlas al seguro y la subvención estatal, íbamos a enviarlas hoy pero todavía no me han llegado las de marzo, las muelas de la admón. del Maternus muelen despacio.

Recibi de Todo–Mail un enlace con 20 últimas palabras de personajes históricos y lo reboté a varias amistades. Mi compadre José María, desde su Arboletes a la orilla del Caribe, me comenta: «Pienso en cuáles serían las mías. Por lo pronto, se me ocurren: «¿Y eso era todo?», o «Lo que me quedó faltando, lo haré cuando regrese». ¿Cuáles serían las tuyas?» Le contesto: «Bueno, imagino que si me diera cuenta de estar en ese trance, cerraría los ojos y diría «Iba siendo hora». Aunque yo, a decir verdad, en materia de últimas palabras me quedo con las del comandante inglés Herbert Armstrong, quien asesinó a su esposa Katharine, le condenaron a muerte, y cuando subió al patíbulo alzó los ojos al cielo y dijo con absoluta sangre fría británica: «I’am coming, Katie!»

*******************THE END*****************

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