Rodenkirchen, 9.4.
Descubrí anoche el “Bolero” de Ravel dirigido por Alondra de la Parra, con la Orquesta Sinfónica de la WDR [=Radio Colonia] el 27.1.2022 en la Filarmonía de esta ciudad. Admite la comparación con las versiones de Leonard Bernstein o la de Sergiu Celibidache, pero ¿habrá algún modo de interpretar mal esa partitura que considero la más inteligente jamás compuesta?
Riet y Willy llegaron alrededor de las 2 pm, nos fuimos de inmediato con ellos al chino, donde ya nos esperaban Rebeca y Montse con una mesa para seis que debíamos dejar libre antes de las 4. Estando un momento a solas, mientras Diny y Riet se afanaban en el cuarto de baño, Willy me confesó que esta mañana, al leer mi diario en Ámsterdam, quedó conmocionado. Luego, a Riet le entregué una bolsa de tela conteniendo un pañal y una bolsita de plástico para envolver en ella el pañal “usado”, si fuese el caso, antes de dejarlo en el cubo de la basura de los servicios. Menos mal que en el chino se encuentran en el propio piso, igual que en el Bistro Verde (y no en el sótano, como en La Modicana y el Delphi). Y menos mal que Riet y Montse tienen experiencia en cambiar pañales. Ya en el chino, Riet y Willy encargaron fideos a la plancha con legumbres, Diny un nasi goreng del que sólo pudo comer la ½, Rebeca y Montse respectivos rollos de primavera (king size!) y yo una ración de pavías de langostino, que en China seguramente se conocen con otro nombre: estos del Orquídea, así se llama el chino nuestro de Rodenkirchen, estaban de rechupete. Montse y Rebeca bebieron Colas, Diny su jugo de manzana con gaseosa, Willy una pils sin alcohol y Riet y yo respectivas copas de Chardonnay. Al regresar luego al Maternus, como Willy y yo somos más ligeros, nos adelantamos y Willy me dice refiriéndose a Diny: «Está peor que Miny». Miny es la segunda de los Hansen, un año más joven que Diny, y su demencia es ya de años: la de Diny ha sido un desarrollo brutal en menos de año y medio. Creo que para Riet y Willy ha sido descorazonador ver a Diny en esta tesitura. Amén de la profunda piedad que les inspira mi situación, la de un callejón sin salida. La noté al despedirnos.
Rodenkirchen, 10.4.
Hoy íbamos a almorzar con DSB, pero me levanté de tal manera desazonado que la llamé para cancelar el encuentro. No sé cómo definir lo que me pasa. Pienso que sea desesperación impotente porque la situación en la que me encuentro es ese callejón sin salida que nombré ayer. Pero sea lo que sea me tiene maniatado, no sé qué otra cosa hacer que estar tirado en la cama, sin poder dormir, sólo rumiando mi desgracia.
Por cierto: Tanto a DSB (por el almuerzo de hoy) como a Ulli (por el de todos los martes) les envié anoche un email diciéndoles que «Diny no viste ahora calzón sino pañal, por motivos demasiado obvios. Si viniera con nosotros tendré que llevar una bolsa con un pañal y un bolsa plástica donde colocar el pañal que se le cambie. Por ello te pregunto si, dado el caso, que todavía no se presentó, estarías en condiciones de acompañarla a los servicios, quitarle los pantalones y el pañal sucio, y meter éste en la bolsa de plástico cerrada herméticamente con un nudo, y luego de que se haya lavado las manos encajarle el pañal limpio y los pantalones antes de regresar al restaurante. Por favor, dime francamente lo que piensas al respecto, y nuestra amistad no se dañará si me dices que no. Lo entendería perfectamente. Hoy fuimos al chino con nuestras hijas y una hermana y un hermano de Diny, venidos de los Países Bajos, y no hubo necesidad alguna de ir al WC. Gracias de todos modos». Hoy, cuando llamé a D para cancelar nuestra cita, me preguntó si ya había leído su email de anoche. Le dije que me sentía tan mal que no había abierto todavía la compu. Me contestó que su respuesta era negativa, no se sentía capaz de llevar a cabo lo que le exponía, que no le había cambiado pañales nunca a nadie, ni siquiera a sus sobrinos. Que la perdonara pero se sentía incapacitada para ello. Le respondí que ni modo, que la entendía y ya. Ulli también me escribió contestando mi email: «Querido Ricardo, con el pensamiento he seguido varias veces tu descripción y he tratado de representarme en concreto cómo lo haría yo. Sería en verdad un problema para mí. Discúlpame. Ahora mismo estoy llorando de un modo terrible». También la entiendo. Pobre Ulli.
Me levanté a las 3 pm para escribir el texto de mi columna del viernes en EE. Tuve la gran suerte de que hace un par de días me escribió Juanita Lascarro, la soprano colombiana que a fines de los 80 vino a estudiar canto en el Conservatorio de Colonia y a quien contacté por una sugerencia de Álvaro. Eso fue a fines de los 80, y desde entonces mantenemos una amistad a distancia, porque su agenda y la mía han sido muy poco compatibles y además ella se fue a formar parte del elenco estable de la Ópera de Fráncfort, donde ha hecho una carrera brillantísima. Y ahora me escribió con motivo de la muerte de Brian Moser, su querido padrastro, un nombre que nada me decía y resultó ser una personalidad apasionante y muy relacionada con Colombia. Me puso la columna como dizque los cortesanos le colocaban las bolas del billar a Fernando VII.
Rodenkirchen, 11.4.
Anoche volví a ver Fort Apache al cabo de más de sesenta años. Es una de las pelis más épicas y más paisajísticas de John Ford. Y una de las primeras en que los pieles rojas le ganan la batalla al ejército de los Estados Unidos. Siquiera fuese sólo por ello, ya valdría la pena verla. Pero también por las dos actuaciones asimétricas de Henry Fonda y John Wayne, éste más contenido y menos machito que en muchas otras de sus pelis.
Hoy fui a La Modicana solo, le planteé el dilema a Diny diciéndole que si estando en La Modicana hacía uso del pañal, tendría que llevarlo puesto hasta que regresáramos al Maternus, porque los WCs de la trattoría están en el sótano y la escalera es muy empinada y lo único que nos faltaba es que se descalabrase en ella; eso además de que Ulli no estaba por la labor de acompañarla y de cambiarle el pañal, de modo que lo mejor sería que almorzase aquí, en el Maternus, y al volver al apartamento se echase a dormir una siesta. Aceptó esta segunda posibilidad. Me dolió hacerlo, pero tengo que velar por su salud y su seguridad. Ya en LM pedimos: Ulli bacalao frito con lentejas, Carlitos espaguettis con gorgonzola derretido, y yo repetí los ravioles con trufa de la semana pasada. Mantuve una larga plática con Ulli sobre los problemas con Diny y creo que vio una posibilidad de ayudarme cuando le conté que los pañales de ahora no son como los de nuestro tiempo, son enterizos y con dos perneras, no hay arte en el acto de ponérselo a un niño ni a un adulto. Me pidió que la próxima semana viniera Diny con nosotros, le contesté que no se lo prometía pero lo tomaba en cuenta y se lo agradecía, si bien, le añadí, preferiría que no viniese: estas dos horas con ustedes en La Modicana son mis únicas dos horas felices en una semana. Suena egoísta, y acaso lo sea, pero creo que todo el mundo al que le toca convivir con una pareja demente, sorda y terca como una mula, además de los desvaríos en que incurre estos últimos días, me dará la razón y me reconocerá el derecho a tener dos horas felices entre las 168 que componen una semana.
Rodenkirchen, 12.4.
Vino Montse para acompañar a Diny donde el neurólogo, la llevó en una silla de ruedas motorizada de las que dispone el Maternus para estos casos, y cuyo motorcito se activa con una moneda de 1 €. Al regresar me trae la noticia de que este Dr. Stenzel ha leído con atención la baja médica de Diny en la clínica universitaria (son siete páginas) y ha concluido de la lectura que no existe ninguna base para diagnosticar que su caída se debiera a un ataque epiléptico; así es que debo reducir a sólo una las dos pastillas de Ergenyl chrono 300 que le hago tomar a las 8 am y a las 8 pm, y esa una sola dársela a tomar a las 6 pm, pero nada más que hasta el día 20. Y reanudar la ingesta de Piracetan neuraxfarm 1200 que le viene recetando desde que la atendió por primera vez. No le dio una receta a Montse porque por la ficha de Diny dedujo que teníamos todavía reserva de sobra, pero le recordé que esa medicina fue la que devolvió hace una semana en la farmacia de la esquina, de manera que encarga ella por teléfono que nos envíen otra por correo. Mi escepticismo en materia de médicos se acrecienta con esta peripecia digna de ser incluida en el repertorio de una obra teatral justamente célebre: Knock o El triunfo de la medicina.
Conté ayer de los desvaríos de Diny, hoy han sido tres: a) La oí trajinar con la mesita de noche y fui a ver qué hacía y vi que le estaba dando vuelta. Que por qué, le pregunté. Me contestó que por el otro lado estaba el pomo de la gaveta. Y entonces me di cuenta de que la gaveta no estaba, sólo el hueco, la busqué hasta debajo de su cama, y hasta de la mía, aunque en mi cuarto desde luego no estaba. Había. desaparecido sin dejar rastro. Hasta que se me ocurrió mirar en el balcón, y allì estaba, no sólo vacía sino húmeda, por la razón que sea Montse la vació y la lavó, poniéndola a secar en el balcón y sin decirme nada; la llamo por el celular y tiene desconectado el suyo. b) Poco después vino Diny de su cuarto al mío trayendo consigo el edredón de su cama y yendo en dirección al balcón. Le pregunté que por qué y me dijo que lo llevaba al balcón para llenarlo de plantas. Tuve que convencerla de que un edredón no es un arriate ni un macetero. C) Alrededor de las 6 pm me pidió el resto de la lasaña de su almuerzo, que le compró Montse en el chino para que ella la comiese acá, le expliqué que no fue una lasaña sino un rollo de primavera, no lo entendió y le tuve que decir la palabra neerlandesa (en realidad indonesia), “loempia [pron.: lúmpia]” para que me entendiese. En español decimos “un día de perros”, que EL diccionario define como «desapacible, muy malo, molesto, doloroso». Así pues, hoy he tenido una “tarde de perros”, valga la redundancia.
Rodenkirchen, 13.4.
El aislamiento acústico en las viviendas del Maternus es admirable. Pero está inerme, indefenso frente al estruendo de las taladradoras. A las 9:55 am comenzó una su tableteo y duró una hora, casi hasta las 11:00. Diny ni siquiera se enteró. Una de las pocas ventajas de ser sordo.
A media tarde oigo un quejido y un “¡Ricardo!” viniendo del cuarto de Diny. Se ha caído de la cama de tan mala manera que le pido que se tienda en el suelo, le coloco un cojín bajo la cabeza y busco sin encontrarla la escarapela para las emergencias que debía llevar colgada del cuello, pero no la lleva, aprieto el botón rojo en la pared, tras el sillón. Menos de un minuto después llega una asistenta que la ha atendido ya varias veces, y solicita por su interfono ayuda en forma de fuerza física, llegan casi de inmediato otra asistenta, que se la ve fuerte, y un asistente, un ropero normando de 2 m, me piden que me quite de enmedio. Me vengo a mi cuarto y me siento dándole la espalda a la compu. Al cabo se va el asistente y quedan las dos mujeres. La que ya conocemos lleva a Diny al baño para cambiarle el pañal. La otra se queda mirando desde la puerta del recibidor a este cuarto. De pronto me sorprendo hablando en voz alta: «Mi suegra, es decir, su madre, murió pocos meses antes de cumplir cien años. Ella cumplirá 84 en agosto. De sólo pensar que me queden 15 años largos viviendo esta pesadilla, se me quitan las ganas de vivir». La asistenta me ha seguido y para mi mayor sorpresa me dice en un español impecable, casi sin acento distinguible: «En estos casos lo que se necesita es mucha calma. Imagina que la situación fuese al revés, que el enfermo fueses tú; estoy segura de que ella te iba a cuidar todo el tiempo. Piensa en la cantidad de parejas que viven solos en sus apartamentos, que no se pueden dar el lujo de vivir como ustedes en un lugar donde aprietas un botón y llegamos nosotras en un instante; hay mucha gente que vive así». El tuteo la delató pero quiero cerciorarme, le pregunto que de dónde viene. «De Cuba», me responde. Hay gran cantidad de personal hispanoparlante en este Maternus, a la cubana le doy las gracias por sus palabras.
Dejamos a Diny en el sillón, frente a la tele ya prendida. Me vengo a trabajar en ordenar todo el papelerío que se ha ido acumulando desde el 28.11., el día de la desgracia. Es mucho papelerío y lo voy ordenando por materias para meterlo todo en una carpeta plástica rotulada por mí con referencia al contenido. Y entonces llega Diny y me dice que no hay más tele. Voy a su cuarto y me doy cuenta, por el neutro de la pantalla, aunque sigue el sonido, que volvió a tocar alguna tecla que no debía del mando a distancia… que ha desaparecido dentro del cuarto, ¿pero dónde? Reviso el cuarto palmo a palmo y hasta debajo de la cama. Nada. Al cabo de una ½ hora desisto de seguir perdiendo el tiempo de manera tan inútil, pero por si acaso abro su ropero y en la gaveta de abajo, la de sus calzones (odio la palabra “bragas”), ahí estaba el maldito mando a distancia. Por qué lo puso allí es todo un misterio para mí, pero con su enfermedad todo misterio deja de serlo.
Rodenkirchen, 14.4., Día de la República
Vi anoche Appaloosa, escrita (en colaboración), producida y dirigida por Ed Harris. Lo poco salvable de la peli son la formidable interpretación suya y las de Viggo Mortensen y Jeremy Irons, así como la de Ariadna Gil, en un papel secundario que le roba el show «a una literalmente insoportable, como viene siendo habitual en ella, Renée Zellweger, con un personaje inútil»: cito de la reseña de Espinof, que como también es habitual allí, no tiene presa mala.
Como suelo hacer todos los 14 de Abril, felicito a mis tres amigos que cumplen años en este día tan señalado y memorable: Antonio Félix en Lanzarote, Bernardo en Huelva, José María en los madriles. Y por la noche brindaré por su salud, y por la tricolor, con un Single Malt irlandés que me regaló José Luis:
Rodenkirchen, 15.4.
Estuve viendo anoche la primera mitad de David y Betsabé, que vi en su día, en mis ya tan lejanos días de Huelva, y desde luego la bella Susan Hayward y el apuesto Gregory Peck forman una pareja insuperable: veré el resto esta noche. Por cierto que la peli me hizo recordar las muy mal llamadas “sevillanas bíblicas”, porque en realidad son seguidillas del Alosno, donde hubo en el tiempo de los Reyes Católicos un alto porcentaje de judíos conversos. Carlos Saura las integró en su peli dedicada a las sevillanas, y en 1994, cuando vino a Colonia para participar en una Semana del Cine Español hice amistad con él, me regaló un vídeo de Sevillanas, y riéndose me comentó que Paco Toronjo convirtió «la carta de Urías» en «la carta de Hungría” en que hubo un misterio, a Carlos le divirtió mucho. Lo que no parece haber notado nadie, tampoco Carlos, es que a aquel grandísimo cantaor no se le oye decir “Betsabé”, lo que canta es un híbrido de Betsabé e Isabel, y si uno afina el oído, en otra de esas bíblicas, llama a Dalila “La Lila”.
Vino Rebeca e hizo un montón de tareas, entre ellas recortar las plantillas de mis mocasines (las que me compró Montse) al tamaño del número 44 que calzo. Luego, antes de irse, nos contó por qué el 22 de mayo se van ella y Montse cinco días de vacaciones, a tanquear nuevos ánimos, a La Haya, mejor dicho, a su playa, Scheveningen. Habían buscado en Ámsterdam, Hamburgo, Berlín (donde incluso las podía alojar gratis un amigo de Frank), pero todo era muy caro, hasta que un día vio en TV un reportaje sobre La Haya que le pareció una ciudad hermosísima, y en Scheveningen descubrieron un hotel de apartamentos al alcance de sus respectivos bolsillos. Le recomendé que no dejasen de ir a Madurodam, quiso saber qué era eso, se lo expliqué y se entusiasmó. Mientras ella seguía hablando busqué donde Miss Hortensia Google, me enteré de que el boleto de entrada a Madurodam cuesta hoy 18 € y espontáneamente le dije que las invitaba yo a visitarlo. Qué no haría yo por recompensar tanto amor como están derrochando en su madre.
Encontré la frase de la semana para mi doble envío a medianoche de esta semana de mi Diario, a las 512 de mis amistades que lo reciben. Es una de Flaubert, y donde la encontré decía: «Cuando el pueblo no crea más en la Inmaculada Concepción, creerá en los tocadiscos». Consulté otra vez a mi dilectísima Miss Hortensia Google y comprobé que Flaubert murió en 1880, así es que modifiqué ese final, y ahora dice así: «Cuando el pueblo no crea más en la Inmaculada Concepción, creerá en los fonógrafos». Edison los patentó en 1878 y enseguida se hicieron populares en todo el mundo.
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