Rodenkirchen, 7.4.
Hoy fuimos a almorzar a La Petite Marie con Montse y Frank, es nuestro regalo a Frank por su cumpleaños, él eligió el restaurante, donde Diny y yo comimos alguna que otra vez, y es de lo más chic que hay en Colonia. En sí, es pequeño no sólo por su nombre, también por su tamaño. Montse y Frank compartieron una entrada de vitello tonnato, y cuando M. le ofreció una loncha a Diny le dije que no lo hiciera porque Diny es alérgica al atún. «¡Pero si es carne de ternera!» «Sí, Montse, pero “tonnato” quiere decir “en salsa de atún”». Diny y Frank encargaron dos filetes de carne de res que lucían como para fotos de una revista gastronómica, Montse algo que se llama contracarpaccio, uno de esos inventos de la haute cuisine moderna, y yo opté por la bullabesa, debiendo constatar que los tropezones de pescado y marisco eran buenísimos pero el caldo no les hacía los honores correspondientes. Es la última bullabesa que como en Alemania. Por su parte, Frank me agradeció el Lugana que le recomendé.
Debo anotar que charlando y no recuerdo a santo de qué salió a relucir Aljaraque y de repente, como de pasada, Montse comentó que NH se ha quedado ciego. La noticia me cayó como una bomba. Mi amistad con él se dañó hace muchos años, a causa de su ego desmesurado, pero me apeno de un modo muy fuerte, como con el ictus que nos arrebató a nuestro querido Juan. En Granada cantan: «Dale limosna, mujer, / que no hay en el mundo nada / como la pena de ser / ciego en Granada». La acotación geográfica anda sobrando.
Recibo un email de Jaime, desde Valencia: «Hace casi sesenta años vi la película La mujer del cuadro en TVE y creo recordar –pero seguro que tú lo sabes a ciencia cierta– si en la introducción lleva una cita en griego, creo que de Eurípides». Le respondo un par de horas más tarde: «Me has puesto a trabajar a toda máquina porque recordaba varias frases de Eurípides en el cine, por ejemplo en El sacrificio del ciervo sagrado, si no lo recuerdo mal. pero es una peli reciente y la frase va en la escena final, amén de que hace poco volví a ver La mujer del cuadro, donde no se cita ni siquiera se nombra al gran trágico. Pero hice un poco de prestidigitación con Miss Hortensia Google y di con la cita: “Quién sabe si morir no será vivir y lo que los mortales llaman vida será la muerte”, es la cita de Eurípides que seguramente recuerdas, pero no al principio de La mujer del cuadro, aunque el título de la peli trata de un cuadro y una mujer, Retrato de Jennie, con Jennifer Jones y Joseph Cotten, que la vi allá por 1955, en Sevilla, y no la he vuelto a ver ni me acordaba de la cita con que comienza. Sea como fuere, no se te habrá escapado que la cita de Eurìpides es un plagio en prosa, y anticipado en el tiempo, de unos famosos versos de «la Santa», como la llaman en Ávila. Por otra parte, a mí se me escapó decirte que en el prólogo de Jennie con la voz en off hay también una cita de Keats, de su «Oda a una urna griega»: «La belleza es verdad y la verdad belleza. / Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta», tomada muchos años después por Jane Campion como epígrafe de su Bright Star. Y hace poco encontré la de Rilke en Only you. Alguien debería hacer alguna vez una tesis de doctorado sobre las citas literarias en el cine».
Rodenkirchen, 8.4.
Decidí volver a ver Portrait of Jennie (Retrato de Jennie) al cabo de 69 años. Ahora me doy cuenta de por qué no me dejó mucha impresión cuando la vi en Sevilla, en 1955 yo todavía no había leído a Priestley (Llama un inspector y la trilogía de El tiempo y los Conway), no estaba familiarizado con ese juego con el tiempo real y el imaginario. Me ha parecido una peli preciosa y le agradezco a Jaime que me haya puesto sobre su pìsta. Claro que voy a volverla a ver, pese a que Joseph Cotten no es precisamente santo de mi devoción, pero de vez en vez (como diría Unamuno) hay que tragar un sapo.
En lo de mi otorrina, la Dra. Pega–Wolter, visita de control bimestral. Todo en orden, menos la segunda vez que me pregunta si no necesito audífonos. ¿Cómo tengo que decirle que no? ¿O será que es ella la sorda?
Hice unas transferencias en el Banco, ingresé 1.000 € en mi c/c, despaché en la oficina postal el regalo que olvidé entregarles a Maite y José Manuel cuando nos visitaron el Viernes Santo, y luego pasé a recoger a Diny y fuimos a almorzar al Bistro Verde. La terraza estaba a tope, los heliófilos alemanes (esto es casi un pleonasmo) no dejan escapar la oportunidad de resecarse al sol, con unos 17º en el termómetro. Pero en el interior se estaba fresquito y hoy decidí comer mis primeros espárragos del año, con papas emperejiladas, huevos revueltos y salsa holandesa. Hmmmmmm… Diny se decidió también por los espárragos, pero en sopa, que se veía y olía deliciosa.
Llamo a Huelva, a Vicente, a enterarme de si NH de veras se ha quedado ciego, me dice que no lo sabe ni lo cree, porque lo sabría, pero que desde luego en los últimos tiempos tenía que acercar mucho la vista a lo que leía. Me escribirá un email cuando se entere de más. Ojalá no sea la noticia de su ceguera.
Rodenkirchen, 9.4.
Ví otra vez Only You. Constaté de nuevo que el trayecto a través de la laguna, desde el aeropuerto de Venecia al Danieli es pura fantasía, y me encantó volver a ver los traghetti, esas góndolas que hay a cada lado del Canale Grande, entre los puentes de Rialto y la Academia, para que los transeúntes no tengan que caminar hasta uno de ellos a fin de pasar a la otra orilla: creo que los turistas los desconocen, no los viejos zorros como yo. Constaté asimismo que la peli nos ahorra el Vaticano (como lo hizo Vacaciones en Roma). Y sonreí cuando llegan a Positano, y aludiendo al viaje de vértigo desde Roma por la cornisa etrusca, manejando Giovanni a toda pastilla, Kate dice al bajar del auto: «¿Llegamos ya? ¿Dónde está el hombre con la bandera a cuadros?»
Acudí a mi cita con la Dra. Sulimma, y me tengo que operar de cataratas, me expide una transferencia para el profesor Dr. Esser, quien parece ser el non plus ultra de la cirugía oftalmológica en Colonia. Oremus.
Con Ulli y Carlitos en La Modicana… y sin la pareja asimétrica. La signora y Minou me hacen bromas con que tal vez no vengan ya porque no les gusta que yo los ignore. A mí plín, como decían los castizos madrileños el siglo pasado. Pedimos, Ulli, como siempre, una ensalada (esta vez era con un carpaccio de remolacha), Carlitos una lasañeta con pulpitos y guisantes, y yo espaguettis con tropezones de espárragos y salmón a la parrilla. Todo supo a gloria. Carlitos, por añadidura, no perdonó su tiramisú.
Rodenkirchen, 10.4.
Puntual a las 10:30 am llegó la pedicura, al cabo de casi dos meses sin venir a cuidar nuestros pies. Fue operada de artrosis en la mano izquierda (lo estaba ya de la mano derecha) e inválida durante seis semanas para trabajar, sus manos son sus principales herramientas. Charlando descubro que a su marido le operó de cataratas un hermano del profesor Esser, al parecer los Esser son una familia dedicada a la cirugía oftalmológica y de lo mejor del gremio. Alabado sea sea el santísimo sacramento del altar.
Almorzamos en el Steep’s, otra vez sin Tom, nos atiende la camarera entrada en carnes y de la que curiosamente todavía no sé cómo se llama. Diny se decanta por el menú del día: sopa de tomate y filete de cerdo con guarnición botánica, y yo mis Reibekuchen, hoy con jugo de remolacha, tras cerciorarme de que eso era el Rübenkraut que decía la carta: una comensal comentó desde una mesa vecina que su otro nombre era Sirup. No le dije que el Sirup [=jarabe] en España lo hay hasta de palo y de pico, porque no lo entendería, y además a los alemanes no les gusta ser corregidos en su propio idioma. Como sea, me devolvió a mi infancia, cuando sólo se conocía el azúcar de caña en forma de terroncitos en los cafés. No estaba entonces racionado el aire, de puro milagro.
De regreso de la orilla del Caribe a la del Cauca, y después de leer mi Diario, me escribe mi compadre José María: «Cada día me causa más asombro la cantidad de películas que vas mirando en el transcurso de la semana. A veces creo que sos por lo menos tres o cuatro Ricardos distintos para que te alcance el tiempo». Le contesto: «Siempre supe administrar muy bien el tiempo. P.ej., en mis cinco últimos años en la Deutsche Welle, cuando era el moderador principal de los informativos en vivo para América Latina (dos de ½ hora cada uno, con hora y ½ de intervalo), siempre incluía todos los temas acordados en la reunión de pauta a las 9 am, y siempre duraban 29’55». Era casi prestidigitación, pocas veces lo lograban los moderadores que me suplían cada segunda semana, siguiendo el ritmo Ricardo Emilia Ricardo Mirjam Ricarlo Carl y vuelta a empezar. Lo atribuyo a que no festejaba mi propia voz, y como les dije una vez a mis alumnos latinoamericanos en la Academia de la DW, donde se impartían cursos a colegas jóvenes de Asia, África y América Latina, el moderador tiene que ser el n.º 1 del equipo, es decir, el arquero, para evitar que al programa le metan goles (que haya fallos), y al mismo tiempo el n.º 10, el que da los pases en profundidad para que cuelen goles sus compañeros y los corresponsales. Una de las corresponsalías era la de Belgrado, a cargo de Snežana Stajonevic, quien se convirtió en una de mis mejores amigas, y aún seguimos en contacto, 24 años después. Es aquella a quien a veces he mencionado aquí llamándola Blancanieves, eso significa su nombre en serbio y es con él que la presentaba a los oyentes: “Con ustedes, desde Belgrado, Blancanieves Stanojevic”».
Rodenkirchen, 11.4.
Almorzamos en el Primo Piano, sentados a nuestra mesa preferida, en el rincón detrás del bar. Diny pidió sopa de espárragos y, no contenta con ello, también encargó espárragos con papas emperejiladas y huevos revueltos. Me contenté yo con una pizza scampi, o sea, con gambas. Por curiosidad miré la etiqueta trasera en la botella del excelente aceite de oliva virgen que hay en todas las mesas (junto al frasco del aceto balsámico de Módena, la sal y la pimienta), y descubrí que se fabrica en pequeña escala en las suaves colinas de Mafalda, dentro de la región de Molise, entre los Apeninos y el Adriático: ¡mirá vos dónde me fui a reencontrar con Mafalda! Y como Gabriela nos trajo cuchillos especiales para los espárragos y la pizza, los miré con atención y me di cuenta de que la cubertería es asimismo italiana. Cada vez que vengo me gusta más el Primo Piano, reservé ya “nuestra” mesa para el próximo jueves.
Después de la siesta me dediqué a escribir una nueva Carta desde Alemania para LJS del domingo 28, y se la he dedicado a los 50 años de la Revolución de los Claveles. Nos agarró a Diny, los niños y a mí en Punta Umbría, donde pasamos las últimas vacaciones de seis semanas que hicimos los cinco juntos, porque al regresar a Colonia, Rebeca entraría a la escuela, y desde entonces –por un largo tiempo– nuestras vacaciones se regirían por acuerdos entre los padres con hijos escolarizados que currábamos en la misma redacción de la Deutsche Welle. Creo que he escrito uno de mis textos más personales, y al final le cambié el título “La Revolución de los Claveles”, que era ya un preanuncio de la efeméride, y quise darle a mis lectores la misma sorpresa que experimenté aquel glorioso 25 de abril.
Rodenkirchen, 12.4.
Anoche sólo me quedó la primera hora del día para ver algo de cine y me decidí de nuevo por la fabulosa segunda mitad de Chacal. Acá, Fred Zinnemann hace gala de un prodigioso sentido del ritmo, como antes en Solo ante el peligro (que al otro lado del charco se titula A la hora señalada). Un buen análisis de Chacal debería ser materia lectiva en las Escuelas de Cine.
En el Bistro Verde almorzamos hoy con Sirio, que encargó espárragos con papas emperejiladas y huevos revueltos, como hizo ayer Diny en el Primo Piano, bien que hoy se limitó a la sopa de espárragos, mientras que yo optè por mis Rösti con salmón ahumado. Hablamos de cine (le recomendé calurosamante Only You encandilándole con mi canto de amor a los paisajes italianos captados por ese mago que era Sven Nykvist, el camarógrafo favorito de Ingmar Bergman). Me habla Sirio luego de la profunda impresión que le ha dejado la lectura de Niebla, la novela de Unamuno, que le regalé por Navidad. Y luego cuenta que se ha vuelto a enamorar, me habla entusiasmado de una bella asistenta social alemana que habla italiano. Me alegra infinito, es maravilla la amistad tan grande que hemos anudado Sirio y yo en el poco tiempo que llevamos de conocernos. «Dios los cría y ellos se juntan», comentaría mi abuela Remedios.
Oskar amenazó con venir a partir de las 6 pm, cuando me levanto de la siesta… pero como tantas otras veces llamó alrededor de las 9, con Diny ya en la cama, de manera que lo dejamos hasta el lunes, porque él mañana puede pero yo no (las tardes de los sábados son sagradas, las dedico a poner en orden mi Diario antes de subirlo a Fronterad), y luego el domingo tendremos almuerzo con su ♫ madrecita del alma querida / en mi pecho yo llevo una flor ♫ (como cantaba en mi lejana juventud Antonio Machín), y con Angie y hasta puede que Vincent, lo cual es demasié para un solo día. Amén de que sé que Oskar me quiere hablar a solas, yo conozco a los míos: «en eso reconozco a mis Pappenheimer», como Schiller le hace decir a Wallenstein, y es ahora una frase hecha en alemán pero son poquísimos los alemanes sabedores de que citan a Schiller: casi solo somos los extranjeros que le amamos más que al omnívoro Goethe, vulgo Jodete.
Rodenkirchen, 13.4.
En el Bistro Verde con Paul, que le trae a Diny la alegre sorpresa de que le han ofrecido un puesto de aprendizaje de la gerencia de conciertos, recitales, lecturas y toda la panoplia de la cultura cara al público. Yo ya lo sabía porque me mandó un mail apenas se lo ofrecieron, y le contesté que no se lo diría a Diny, que tenía que ser él quien se lo dijera el sábado, al reunirnos de nuevo para almorzar, que tenía que ser él quien le diese esa alegría a la abuela. Pidió una ensalada gigante con menudillo de pollo asado, amén de tres Rösti aparte. Diny quiso la ensalada de espárragos y yo los espárragos con papas emperejiladas y salsa holandesa. De manera inesperada llegó Rebeca, quien pensaba pasar más tarde para ordenar las facturas del primer trimestre de la asistencia social que debo enviar al seguro, de donde, por cierto, me han reembolsado 11.092,64 € de los 12.759,34 € de la remesa anterior. Mica male. Rebeca encargó lo mismo que yo pero con jamón de Parma. Viva el lujo y quien lo trujo, diría la abuela Remedios. Cuando se fueron, primero Paul, luego madre e hija, me quedé paladeando a cortos tragos mi Chardonnay y regresé al Maternus con el bus.
Se fundió la bombilla de la lámpara del techo en el cuarto de baño, menos mal que tenemos la del armarito con espejo encima del lavabo, tan útil a la hora de afeitarse. Rebeca se mostró dispuesta a cambiar la bombilla pero me negué, ya tiene bastante con la difícil tarea que es lidiar con Diny cada vez que nos visita. Gracias a los dioses esta hija tiene más paciencia que Job.
Y apareció por fin, aunque con un dìa de retraso, mi columna en EE. Trata de la publicación póstuma del relato En agosto nos vemos, de García Márquez. Cito al final a Espido Freire, quien en su cuenta de ex Twitter, publicó un trino, pienso que relacionado con el tema: «Nada debería trascender la voluntad manifiesta o manifestada de un autor». Como no tengo su dirección ni acceso a ex Twitter le repliqué de manera indirecta a través de mi columna semanal en Nexos: «Desde luego, y así nos quedamos sin leer a Kafka. Gracias».
*******************THE END*******************