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De mi Diario : Semana 16 / 2022

 

Weiß/Colonia, 17.4., Domingo de Resurrección

Anoche estaba viendo Uno, dos, tres, la farsa de Billy Wilder acerca de la CocaCola en el Berlín cuatripartito y todavía sin muro: una de sus pelis más divertidas (y mejores) y de repente abro los ojos y veo en pantalla a Charles Laughon y Marlene Dietrich, es Testigo de cargo, miro al reloj ¡y eran las 4’15 am, me quedé dormido! Tengo que intentar que homologuen esta hazaña inaudita en The Guinness Book of the Records: ¡no se tiene noticia alguna de que una persona, muerta o viva, se haya dormido n u n c a viendo una peli de Billy Wilder! Lo malo es que no tengo testigos de la proeza. ¿Debería  instalar una cámara enfocando el sillón y el televisor para casos parecidos en el futuro? Me temo que mi cuerpo enfermo ya pronto no resista más.

Después de leer mi diario me escribe Violeta desde Karakogrado asegurándome que esta vez casi la saco del estadio, y le contesto feliz por sus palabras y por ser ella quién es: «Violeta querida, gracias por tus letras. Y sí, al parecer esta vez mi diario le ha tocado alguna fibra a muchísimos lectores, ni te imaginas la cantidad de emails que he recibido, amén del piropo de Ángeles Mastretta en su cuenta de Twitter. Y sí, la grabación es divertida, pero yo no quiero quebrar mi promesa: eso sí, cada amigo que visita esta casa la oye, la pasé a CD y el sonido es ahora casi perfecto. Y estoy seguro de que la saga de Jimmy Perez te va a hacer tilín. Él, por cierto, se llama así porque desciende de uno de los náufragos de la Armada Invencible, que se quedó a vivir en Escocia. Conozco un paso parejo en la vida real: en la península danesa de Jutlandia, en tiempos de Napoleón, estaban acuarteladas tropas españolas, porque Carlos IV se había aliado (o simplemente liado) con el Gran Corso. Y esas tropas dejaron también semilla castellana en Dinamarca, uno de cuyos mejores escritores del siglo pasado fue Leif Panduro, mira tú qué apellido tan escandinavo».

Reempecé la relectura de la Autobiografía de John Stuart Mill, que inicié hace unos meses y la dejé al poco porque me empantané en el erudito prólogo de la edición alemana, y también porque por esos días comenzaron a cambiar de una manera dramática las condiciones en que se desarrolla nuestra vida doméstica. Ahora comencé derecho viejo con el texto de Stuart Mill, que leí hace mil y un años en el ejemplar de la coleción Austral, de la Biblioteca Provincial de Huelva, que entonces estaba en la planta baja del palacio de la condesa de Mora Claros, donde durante la guerra civil estuvo la cárcel de donde la Falange sacaba a los presos a medianoche para fusilarlos en las tapias del cementerio. Nada recuerdo de aquella lectura, era demasiado joven para entender a cabalidad el tesoro que tenía en mis manos. Hoy puedo ya decir que las dos primeras páginas del libro revelan a nada menos que todo un hombre, de una inteligencia que corre pareja con su humildad, no modestia, es demasiado inteligente como para desconocer sus propios méritos. Qué placer tan limpio leer a alguien así.

Weiß/Colonia, 18.4., Lunes de Pascua, festivo en Alemania

Segundo y penúltimo capítulo de la nueva serie en la saga del DI Jimmy Perez, en las islas Shetland. Cassie, su hija, que estudia en Glasgow pero ahora está en la isla, encuentra el ejemplar de Cien años de soledad que Alice, el amor juvenil de su padre, le regaló hace unos días con una dedicatoria harto expresiva. Y le comenta a su padre: «Te tenía que haber regalado El amor en los tiempos del cólera. Le va mejor a tu caso. Se trata de dos jóvenes que se aman pero ella termina casándose con otro y él tiene que esperar 50 años a que ella se quede viuda para poder casarse con ella». Lo dicho: creo que a Gabo le hubiese encantado saber que se lo lee y cita en Escocia. Y después del epìsodio escocés uno inglés, el que más me gusta de la saga del DI Barnaby (el bueno, John, no el timorato Tom), titulado “Orgullo, crimen y prejuicio” y que se desarrolla en el ambiente de una sociedad austenita donde sus miembros se visten con ropa de la época de Jane Austen. Aparte de lo interesante de la trama, es una golosina para la mirada.

Con Claudia en Linz, la Linz alemana, a la orilla del Rhin, frente a Bad Kripp, la aldea dependiente de Remagen donde viví mi primer año en este país. Bad Kripp queda justo en la desembocadura del Ahr en el Rhin, y recuerdo el día en que, yendo al trabajo, Matthias consideró que yo sabía ya todo el alemán necesario para entender un chiste que sólo se puede entender viviendo en Bad Kripp o bien conociendo el lugar. Y el chiste consiste en saber que «Los habitantes de Bad Kripp jamás tuvimos problemas con los nazis». «¿Y eso por qué?» «Porque todos, de nacimiento, somos arios puros». Es un precioso juego de palabras entre la cantinela nazi, “rein arisch [=arios puros]”, y algo que suena exactamente igual: “Rhein-Ahrisch” [=nacido en la confluencia del Rhin con el Ahr]”. ¡Mathias, qué gran tipo! Diez años de cautiverio en Rusia y ni una sola queja: el Destino así lo quiso.

A Linz del Rhin veníamos al menos una vez al año, Carlitos y yo, cuando vivían los Bayer, y o bien comíamos lo que guisaba aquella excelsa cocinera que era Marlies, o bien los invitábamos en algún restaurante de la zona y cuya cocina les gustase. Inolvidable la vez con Rolando en Ockenfels, en la cumbre de la colina, con el esplendor del Padre Rhin a nuestros pies y el paisaje volcánico del Eiffel al suroeste. Esta vez hemos comido en la cervecería a la orilla del río, junto a la rampa de los ferries a Bad Kripp. Buena comida, buen Riesling seco yo, rico el postre (Apfelstrudel a la vienesa) y dos paseos bajo el sol desde el parqueo a la cervecería y regreso. Cansados pero felices, ha sido un día muy completo y en el que he repasado para Claudia mi vida en Alemania, que no conocía en detalle.

Stuart Mill me descubre la existencia de Joanna Baillie, gran poeta y dramaturga escocesa de su juventud, tengo que conseguir alguna obra suya que exista en alemán. Y más adelante habla de Ricardo, que fue un gran amigo de su padre. Y que fue la insistencia de su padre la que hizo que Ricardo publicase finalmente sus Principios de economía política y tributación, la obra que lo consagró como uno de los más grandes economistas de la Historia. Desde que supe quién fue sentí una gran empatía por el insigne David Ricardo, que se acrecentó cuando Dieter me descubrió esta cita de Brecht: «En el fondo, Marx no es nada más que la lógica consecuencia de Ricardo».

Weiß/Colonia, 19.4.

Tercer y último capítulo de la nueva serie en la saga del DI Jimmy Perez, en las islas Shetland, que en forma de libro son ocho volúmenes, y como ya los agotaron en anteriores temporadas, ahora se filman guiones basados en los personajes de la saga, y ahí baja el perfil. Por ejemplo en esta temporada le han inventado al DI un amor juvenil que es las novelas no aparece para nada y que aquí aporta poco, cuando en las novelas estaba la maravillosa Willow Reeves, DCI de la Brigada Criminal de Inverness, que es quien logra sacarlo de su viudez. En fin, la serie sigue siendo buena, pero

Hoy en La Modicana encarga Ulli una ensalada con tiras de pato, Diny spaghetti alla modicana, Carlitos tagliatelli con espárragos verdes, yo el menú n.º 1 del día, del que Ulli se come la ensalada de rúcola y yo los espaguetis con lubina. Al llegar, Ulli conectó con la pareja asimétrica de los martes y les dijo que ya era hora de que alguna vez comiésemos juntos después de tantos años de vernos cada semana. Así es que quedamos en que el martes próximo lo haremos, pero no a la 1:00 pm, que es nuestra hora, sino a las 12:30, que es la hora de ellos. Me toca madrugar otra vez.

Yo, tan machadiano como soy (machadiano, bien entendido, de los de don Antonio), me reconozco mucho en unos versos de su hermano mayor Manuel: «Mi voluntad se ha muerto una noche de luna / en que era muy hermoso no pensar ni querer / Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna[] Que las olas me traigan y las olas me lleven / y que jamás me obliguen el camino a elegir. [] ¡Que la vida se tome la pena de matarme, / ya que yo no me tomo la pena de vivir![]  Tengo el alma de nardo del árabe español». Con este último verso hice unas variaciones iconoclásticas sustituyendo “nardo” por “bardo, cardo, dardo, fardo, pardo, sardo, tardo”. Pecados de juventú.

Weiß/Colonia, 20.4.

2:15 am : Hace un par de días, en un email, Susanita me preguntó «¿Sabés quiénes vienen a cenar esta noche? No, no es el novio morocho de mi hija rubia» sino un matrimonio de amigos comunes, y ello me despertó las ganas de volver a ver esa joya que es la última peli de Spencer Tracy, Adivina quién viene a cenar esta noche, una de las que más veces he visto, y lo que te rondaré, morena. Acabo de hacerlo y creo que la veré mañana de nuevo, pero en el original inglés, ahora que tengo fresco todo el guion gracias a la versión alemana, que es impecable.

Llevo una bolsa grande llena de botellas vacías a los contenedores ad hoc en la callecita que une la calle principal de Weiß con nuestro Pflasterhofweg y luego se prolonga hasta internarse en el gran bosque del arco del Rhin, mi camino diario en bici a la Deutsche Welle. En el milenio pasado, como añadiría Carlitos. Al regresar sorprendo un dúo de mirlos entre el seto que bordea la rampa hasta los garajes del 11a y el techo de los garajes del 13. Quedo atornillado al suelo y hasta intento respirar lo más plano posible, para no interrumpir esa belleza. «¡Detente, instante, eres tan bello!» Cómo supo Goethe captar la quintaesencia de lo incapturable, la aspiración a la eternidad que nos asalta en algunos momentos de nuestras vidas. Aquellos en los que podríamos decir exactamente lo mismo que el príncipe Don Carlos en la tragedia de Schiller, en unos de sus versos más preñados y luminosos: «Un instante vivido en el Paraíso no será expiado demasiado caro con la muerte».

Escribo el texto de mi siguiente Carta desde Alemania, para LJS, y le mando un email a Norbert Kron, escritor alemán con una obra bien prolífica, pero de quien no encuentro en ninguna parte en qué puesto se desempeña en la Autonama, la selección nacional de autores: ¿guardameta, defensor, centrocampista, puntero, centroforward? Ojalá me conteste, quiero que mi artículo contenga toda la información posible sobre el tema. Ahí es nada, once escritores alemanes contra once noruegos, u once brasileños: a la Seleção, por cierto, le ganaron en el año 2013 por 9:1, una premonición del mineirazo, ese inapelable 7:1 que Alemania le propinó en el 2014 a la canarinha, y que ya se usa como expresión coloquial: “Sete um” quiere decir, hoy, en el Brasil, que todo salió pésimo.

Sigo leyendo a Stuart Mill, el capítulo de su autobiografía cuando a sus 14 años pasó uno en Francia con la familia de un amigo de su padre. Es en realidad relectura, porque la traducción española ya la leí hace más de 60 años, pero la tenía olvidada por completo. A mis 16, 17 años, yo no estaba en las  condiciones mentales que estoy ahora para poder aquilatar a cabalidad el inmenso valor de esta obra.

Weiß/Colonia, 21.4.

1:45 am : Acabo de ver Adivina quién viene a cenar esta noche en su versión original. ¡Qué pareja la que formaban la Hepburn I y Tracy! ¿Cómo decía Frank Capra?: «Hay mujeres y luego está Kate». Y sí, están las irrepetibles, aquellas que las hicieron y luego tiraron el molde.

Dedico la tarde a la composición del envío semanal de tuits alemanes para mis amigos en este país, y de dos números adelantados de The Twitter’s Digest. De los alemanes retengo este de @bangpowww: «Como cuando alguien presume de cocinar bien pero todas sus recetas son con pollo o carne picada». Y entre los de nuestro idioma, primero este de mi buen amigo mexicano @JorgeLanda: «El debate ha abandonado la cuestión energética, ahora, y durante las siguientes horas, se desarrolla en un ambiente mucho más conocido para los legisladores: el insulto». Y este otro de un surrealismo despampanante, en la cuenta de @anajuegaconnada: «Hace años me mandaron por WhatsApp una foto de una leona y una cebra amigas hablando de cómo la maternidad las había transformado».

¡Cuánta intrahistoria inglesa del siglo XIX leyendo la autobiografía de Stuart Mill! Pero debo leerla degustándola, como hice con Ecos de una voz, «a pequeñas diócesis», según decía el redicho camarero de La del manojo de rosas, a quien por serlo llamaban “el Espasa”.

Weiß/Colonia, 22.4.

2:10 am : Estaba anunciada para la medianoche Love & Mercy [Amor y piedad en Argentina, Amor y compasión en México, y en España, siempre tan castiza, Love and Mercy]. Tenía muchísimas ganas de verla porque siempre se me escaqueaba a causa de coincidir con otras a las que también les tenía las mismas ganas, o bien a causa de un horario imposible. Fui en sus días un fan de The Beach Boys y me conmovió harto el duro destino de Brian Wilson, tanto como me alegré de su renacer. Bueno, lo cierto es que esta noche, y sin decir ¡agua va! sacaron Love & Mercy de la programación para pasar una peli griega en versión original con subtítulos en la lengua de las tribus aborígenes de estos pagos, así es que le hice al canal donde la pasaban un corte de mangas homologable con los que le costaron sus brazos a la Venus de Milo, y me mandé mudar a ZDF Neo para ver unas serie de documentales sobre casos criminales de la vida real. Suelen ser mejores que muchas pelis policiales.

​Me escribe mi deuda estherna desde la provincia, o sea, desde Berlín: «Acabo de escuchar el discurso de Cristina en la entrega del Cervantes, lo leyó Cecilia Roth, estoy emocionada». Le contesto ipso fuckto: «¿Hoy 22? ¿Descubrióse que Cervantes, haciéndole honor a su apellido, murió un día antes?» ¡Voto a bríos!, como gritaría el Guerrero del Antifaz, q.e.p.d.

En la cuenta Tweeter de Otraparte, la gran corporación cultural de Envigado/Medellín, me publican un nuevo tuit:
«Cuando te digo “Me siento sola” / es preferible que pienses / que se trata de la silla».
Este epigrama es el primer poema que Ricardo Bada leyó de Cristina Peri Rossi, y propició vía epistolar una amistad que dura desde el milenio pasado. Enhorabuena por su Premio Cervantes.

Weiß/Colonia, 23.4.

2:00 am : Acabo de ver una buenísima peli neerlandesa, Lucia de B. [estrenada en Argentina con ese mismo título, en alemán la titularon Lucia o El ángel de la muerte], Premio Rembrandt del 2015, el equivalente de los Goyas españoles, con una interpretación de lujo de Ariane Schluter en un papel bien desagradecido: a Lucia de B., enfermera, la acusan sin pruebas de haber asesinado a varias personas, entre ancianos y recién nacidos, en los distintos centros clínicos donde se desempeñó. Y no sólo la acusan sino que la llevan al banquillo y la sentencian a cadena perpetua. Menos mal que gracias al arrojo de una ayudanta de la fiscal se logra encontrar por fin la prueba ocultada por esta y que demuestra que Lucia es inocente y su condena un error judicial, un error que le ha costado seis años de cárcel. Lo peor de todo es que el film está basado en un caso de la vida real.

En el cuaderno de notas necrológicas de hoy, en el KStAnz, hay un difunto al que le han dedicado nada menos que nueve (casi dos planas del diario) y una señora que fue recordada por otras siete. El finado, dicho sea de paso, nació como yo un 10 de junio, aunque un par de años después que yo. Se me hace que la desdentada anda afilando su guadaña con la vista puesta en mí.

Vino Rebeca a echarle una mano a Diny en tareas de la casa, pero también para aclarar conmigo un par de detalles que necesita contestar en los densos formularios solicitando la Asistencia Social. Es una gran dicha para mí que mis hijos me hayan quitado de encima toda la engorrosa burocracia que conlleva este desdichado tema. Yo no sabría cómo orientarme en ese laberinto de Creta que es el mundo de la burocracia alemana al que Kafka le levantó los dos monumentos literarios que son El proceso y El castillo. Cómo, cuánto y qué bien dominaba el tema. No por casualidad era un buen empleado de una compañía de seguros. Y qué universal su tema. El gran Rafael Humberto Moreno Durán aseguraba muy en serio que si Kafka hubiese nacido en Colombia, lo consideraríamos hoy en día un escritor costumbrista.

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