Rodenkirchen, 23.4.
Noche dedicada a la música en vez de al cine. Siempre vuelvo a oír con la mayor devoción la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvořák, con Celibidache en el podio, en vivo, en Múnich (al maestro se toma su tiempo, 1’28”, para lo que los demás no llegan a un minuto (0‘53“); la grabación en estudio de la 5.ª de Beethoven, con la Filarmónica vienesa milagrosamente dirigida por Carlos Kleiber; la Obertura de La Revoltosa, en vivo, conducida por Mariss Jansons en el Concertgebouw de Ámsterdam. Y luego tantas otras más, en especial las Danzas povoltsianas de El príncipe Igor, de Borodin, con el cuerpo de baile, la orquesta y el coro del Bolshoi en Moscú. Y Satie, siempre Satie, con sus miniaturas tan preciosas, lo amo a Satie… Y suma y sigue.
Muy buena la columna de Héctor en EE, hoy, Día del Libro. Donde se despacha a gusto contra los compradores de libros piratas: «Estos estafadores desprecian una larga cadena de esfuerzos y méritos: leer mucha basura hasta encontrar algo bueno, corregir con cuidado, escoger una buena cubierta, respetar la estética y los colores del diseño, apoyar el oficio del librero, del editor y del bibliotecario. En los libros piratas he decidido poner siempre la misma dedicatoria. “Para X, ladrón del trabajo. Con tres dedos se escribe, pero duele todo el cuerpo”. Y sigla, en vez de rúbrica». Me temo que le den un par de hostias, con los colombianos no se bromea.
Vino Rebeca y sacó a pasear a Diny, hasta la Maternusplatz, y luego regresaron al Maternus para tomar café y torta en la cafetería, que en realidad es el comedor en las horas que no hay desayuno, almuerzo ni cena, y a esas horas lo llaman restaurante. Estas mutaciones me recuerdan aquella peli italiana con Vittorio de Sica y la Lollobrigida, donde el comendatore Carotenuto (de Sica) ve a un pobre hombre comiendo un bocadillo y le pregunta qué le puso dentro y el pobre hombre le contesta abriendo el pan sin nada dentro: «¡Fantasía, comandante, fantasía!» Rebeca volverá el viernes al dar de mano en su Residencia de la Tercera Edad y ya me alegro de tenerla una vez más entre nosotros.
Rodenkirchen, 24.4.
Estuve viendo al cabo de unos 67 años Pan, amor y fantasía (estrenada en Madrid en 1954), era una copia no restaurada, pero aún potable. No recordaba absolutamente nada de la trama, excepto aquella escena del bocadillo de fantasía, y el apellido del maresciallo Carotenuto. Me volvió a gustar pese al hecho de que es intrascendente. O quizás por eso mismo. No lo sé.
A Diny se le ocurrió este mediodía tomar el paraguas para ir al comedor a almorzar. Cuando le dije que ni hablar del peluquín me contestó que estaba lloviendo, y yo: «¡Pero no dentro del Maternus…! A no ser en el octavo piso si tuviese goteras, lo que no creo».
Después de la siesta me preparé un café bien cargado y me puse a pergeñar mi columna del viernes en EE. Ese día 28 se cumplen cien años de la inauguración de Wembley, uno de los dos estadios míticos del fútbol (el otro es Maracaná). Rastreé con ayuda de Miss Hortensia Google mucha información sobre tres fechas claves en la historia del Wembley: la primera derrota de Inglaterra al cabo de 30 años desde su inauguración, perdió 6-3 ante la Hungría de Puskás; la final de 1966, la única vez que “los tres leones” han ganado el Mundial, 4-2 en la prórroga del partido contra Alemania; y el prólogo del primer partido contra la selección francesa sólo cuatro días después de los atentados terroristas de París en noviembre 2015, prólogo que me pone la carne de gallina cuando lo recupero en un vídeo: me hizo llorar el día del partido en la transmisión en vivo, como en su día me hicieron llorar Paul Henreid y Corinna Mura, la guitarrista del local de Rick, cuando la cantan en Casablanca coreados por todos los presentes, acallando así el canto de “Lieb Vaterland [Amada patria]” de los alemanes. Añadí también, en atención a los lectores de EE, una fecha memorable para la Selección Colombia, el primero de sus dos empates con Inglaterra, en Wembley: las otras tres veces perdieron.
Rodenkirchen, 25.4.
Anoche empecé a ver La venganza del hombre llamado Caballo y no me agarró, decidí volver a gozar la Sabrina buena, la de Sydney Pollack. Nunca me defrauda y no hay vez que la vea sin sacarle nuevo provecho. Es una de las mejores pelis románticas de la segunda mitad del siglo pasado.
A la parada del bus llegaron dos chicas comiendo un barquillo que se veía delicioso. Una de ellas me tapaba la pantalla con las horas de llegada de los buses y me incliné a la izquierda para verla mejor. La que tenía el barquillo en la mano lo interpretó en el sentido de que me atraía el barquillo y me dijo que si quería un trozo. Esto también es Alemania. El bus tardó 16’ en llegar. Fui al Banco a hacer unas transferencias y me tocó luego esperar 12’ al bus que me llevaría a Sürth. Al montarme fui a picar mi billete y antes de poderme sentar el conductor tuvo que frenar casi en seco y fui a dar con mi corpachón en el puto suelo, dándome un golpazo en la sien izquierda, en la rodilla del mismo lado y un esguince en el cuello y otro en la ingle zurda, son los esguinces lo único que me sigue doliendo al escribir estas líneas. Apenas caí, dos mujeres, una de mediana edad, la otra de ± mis años, me izaron del suelo y me estuvieron cuidando y dándome buenos consejos todo el tiempo que siguieron a bordo. El conductor se disculpó. Esto es también Alemania. Me bajé casi ante la puerta de la bisutería de Montse y le entregué las recetas y las facturas médicas que necesito que me fotocopie y me las traerá mañana cuando venga. Me siento aturdido y acudo a La Modicana, aunque al poco me detengo, doy ½ vuelta y me dirijo a la parada del bus. Me detengo y regreso decidido a La Modicana. Gaby y Carlo me ven entrar y enseguida se dan cuenta de que llego tocado del ala. Me invitan a su mesa y cuando les cuento de mi caída en el bus Gaby le pide a Minou que me traiga un vaso grande de agua del grifo, «Es lo mejor en estos casos». Luego encargo mi vino y un plato de melón y jamón de Parma, para nada me apetece comer caliente. Conversamos, hacen una sobremesa larga en mi honor, les cuento de Carlos, de cuya demencia nada sabían, aunque Gaby dice que se había dado cuenta de que casi no hablaba nada en nuestra mesa. Al final, como estoy bien aturdido y no tengo apetito, le pido a Minou que me envuelva el plato para llevármelo a casa. Carlo se brinda a traerme al Maternus en su auto. Se lo agradezco en el alma, mucho más al enterarme durante el camino que viven en la calle donde está nuestra vieja casa, un rodeo tremendo traerme a Rodenkirchen para luego tener que devolverse hasta Weiß. Esto también es Alemania.
Antes de entrar al Maternus hago compra grande en ReWe, y el caminar con la ayuda del carro de la compra hace que me estabilice un poco y pueda llegar indemne, pese al dolor en la ingle, a nuestro apartamento. Guardo las compras en los armarios y en la nevera de la cocina, me sirvo un whisky con agua, lo bebo a tragos lentos y me tumbo a dormir una siesta hasta que llegue Oskar, quien anunció ayer que vendría hoy a visitarnos entre las 5 y las 6 pm. A las 7 lo llamo a su celular porque todavía no ha llegado. Se disculpa diciendo que salió muy tarde del trabajo, me dice que llegará en una hora y le digo que las puertas del Maternus se cierran a las 8. Quedamos en que vendrá mañana, o pasado. Oskar puro.
Rodenkirchen, 26.4.
Anoche vi Pagafantas y pasé un rato muy divertido. Y fue además un encuentro con una Sabrina que se llama así, la actriz argentina Sabrina Garciarena, en el papel de Claudia, la protagonista de esta comedia para nada romántica pero que sabe entretener y derrocha humor. No pasa mucho más allá de ser instrascendente, pero tampoco parece que los gnionistas y el director hayan pensado descubrir el Mediterráneo con ella, de manera que cumple perfectamente su función. Un detalle para mí bastante importante de la peli es que por primera vez desde Calle Mayor, en mi caso, veo una peli española que no transcurre ni en Madrid, Barcelona, Sevilla o Granada, sino en Bilbao, y las escenas que la muestran son muy atractivas, sin necesidad de recurrir al Museo Guggenheim.
Anoche también, después de despachar la cena, me apliqué en la ingle izquierda una friega con el ungüento llamado Teufelskrallen [=garras del Diablo], del que quedaba un resto en el tubo. Prometía ayudar a eliminar el dolor, pero el dolor sigue, especialmente al levantarme de la cama y al caminar. No quiero ir al médico. Mañana tengo cita con mi cardiólogo y un médico a la semana es una cuota más que suficiente, pienso yo.
Ya dije alguna vez aquí que el aislamiento acústico es admirable en el Maternus, no nos llega ni un solo sonido de los pisos contiguos ni desde el superior y el inferior, pero el aislamiente está inerme frente a las traladradoras y los martillos. Hoy comenzaron a las 8 am en punto. Ay.
Vino Montse y llevó a Diny a la peluquería. De la droguería me trajo un nuevo tubo de Teufelskrallen para combatir el dolor de la ingle izquerda y la luxación en el lado derecho del cuello. Además me trae la noticia de que mañana, a las 10, abrirá su consultorio el médico del Maternus y que llame al teléfono interno 361 para fijar una cita, ya sea allá, o que él venga acá.
10:20 pm : Estuve viendo de nuevo Fisherman’s Friends [Música a bordo], por lo muchísimo que me gustan los shanties [=salomas, se llaman en español], las canciones corales de los marineros. De hecho siempre las he incluido en mis programas, tanto en la Cope 14 de Huelva (1960/61) para la gente del mar, como en una emisión semanal similar en Radio Antillas en la isla de Montserrat, del Caribe, cuando desde la Deutsche Welle dirigí a control remoto, acá en Colonia, su programación en nuestra lengua (1969/1980). Amén de ello, aunque las críticas que he leído le hacen poco favor, en www.imdb.com tiene una puntuación alta, 7,0. Y es una delicia verla, y sobre todo oírla.
Rodenkirchen, 27.4.
Anoche tuve una pesadilla de la que desperté bañado en sudor a las 6:36 am y pude ver que dormía sin edredón (que finalmente encontré en el cuarto de Diny, arrumbado sobre su sillón) y que el taburete delante de mi mecedora estaba patas arriba y una de mis pantuflas había desaparecido. De la pesadilla en sí no rcuerdo nada, sólo que tuve mucho miedo mientras duró y que despertar fue un inmenso alivio.
Llamo a las 11:05 al consultorio médico del Maternus, para que me den hora para una consulta, y su asistente me pregunta que quién es mi médico de cabecera, le digo que es una médica, la señora Luna–Wolff, y muy educadamente me contesta que es a ella a quien debo dirigirme. Llamo al consultorio colectivo de Sürth, donde me informan de que ella está de vacaciones y regresará el martes (el lunes es festivo, 1.º de mayo), pero cuando les cuento lo que me pasa me piden que me quede en la línea y al cabo de un par de minutos me anuncian que pasará a verme la Drª. Franz. La doctora llega cerca del mediodía, me ausculta, me palpa el cuello y la ingle, me receta un calmante y me consigue una cita con los radiólogos del consultorio en el edificio de la Estación Rodenkirchen, a dos paradas de bus del Maternus. Me causa muy buena impresión la Drª. Franz. Cuando se va llamo a Oskar, que ahora vive en el pìso sobre la bisutería de Montse, y le pido si me puede hacer el favor de pasar por aquí, recoger la receta y comprarme la medicina en la farmacia de la misma plaza donde el Maternus: se presenta al rato, le digo que el medicamento ya está encargado, le doy 20 € para comprarlo (sé que vale 12,95 €) y que con el resto nos compre mandarinas, yogur y leche en ReWe. Al regresar, se queda un rato con nosotros y me dice que deja la receta y su copia en mi mesa escritorio, yo no he dejado la cama desde que se fue la Dr. Franz Cuando por fin me levanto, la receta y la copia están sobre la mesa, pero también 7,05 €. ¡Oskar ha pagado las compras del Rewe de su propio bolsillo! Tengo una familia que no me merezco.
Aparece en El Trujamán mi selección y traducción de aforismos de Multatuli, con gran resonancia en Twitter. La tuitera Sofi Siete plantea una alternativa al seudónimo de Eduard Douwes Dekker, quien se autobautizó Multatuli: «Cabe un interesante debate sobre el origen del seudónimo Multatuli. ¿Ars poetica de Horacio como propugna Ricardo Bada?, ¿o el verso 102 de la elegía IV de las Tristia de Ovidio (“ipsa multa tuli non leviora fuga?”)» En la biografía de Multatuli en neerlandés de Wikipedia se inclinan por Horacio, dado el hecho de que su Ars poetica fue un libro que Douwes Dekker tuvo que estudiar en la escuela. Amén dello, eligió este seudónimo muchísimo antes antes de ser condenado al exilio, y el verso de Ovidio hace referencia a su propio exilio en Tracia.
Rodenkirchen, 28.4.
Anoche, mientras cenaba vi en modo mudo la primera mitad de Las gentiles, y luego con auriculares la segunda parte. Su puntuación 6,0 en imdb es a todas luces excesiva.
Me levanto a las 7:30 am y tengo la gran suerte de ducharme y afeitarme con agua, a las 8:00 cortan el suministro del agua en todo Rodenkirchen, Sürth y Michaelshoven por una rotura en las cañerías. Desayuno luego y a las 8:30 pasa Montse para acompañarme al consultorio radiológico, vamos allá en taxi. Me sacan placas de la columna vertebral y del pubis. Al rato me llama el médico que las ha examinado y me las entrega diciéndome que no tengo ninguna rotura ni ninguna hernia. Siento como Montse suspira aliviada. Lo estoy yo también. Volvemos al Maternus en el bus y voy a sentarme por casualidad junto a la vieja con el casco de pelo cano que tanto y tan bueno me aconsejó cuando me caí el martes en el bus. Le cuento el desarrollo de las consecuencias de la caída y se alegra de que no haya tenido mayores consecuencias. Al despedirnos lo hacemos de modo muy afectuoso, como si nos conciéramos desde hace mucho tiempo. También esto es Alemania.
A Jessica, una de las damas de los pisos del Maternus, venezolana ella, la invité hace poco para que nos visitara, lo hace hoy. Le muestro mi Cuaderno de Bitácora publicado en Fronterad, le explico las fotos que lo ilustran y luego, aparte, le enseño la foto del carguero de contenedores en que viajamos a Buenos Aires: se llama MSC Venezuela. Eso le explica por qué quise que viniera a visitarnos. Luego hemos charlado un largo rato, de nuestras vidas. Lleva 30 años en Alemania, donde vino a estudiar el idioma, se casó con un alemán y tienen tres hijos. Como dice Bogie al final de Casablanca, creo que este ha sido el principio de una buena amistad.
Vino Rebeca al dar de mano en su Residencia de la Tercera Edad, donde hoy se ha reencontrado con su primer novio, al cabo de 40 años; él iba a visitar a su tío, demente, y reconoció enseguida a Rebeca pero ella no a él. Aquí, fue con Diny a hacer compras en ReWe y al irse se lleva tres grandes sobres para certificarlos mañana en la oficina postal de su barrio, con facturas por valor de 9.418.271 € para el seguro de enfermedad, 5.445.21 €, el de asistencia y 9.305,64 € la subvención estatal, lo que hace un total de 24.169,56 €. Desde ya me conformo con recibir ±15.000 €. Oremus.
10:15 pm : Estuve viendo Mary Poppins en pelisencastellano.com, pero fue una frustración total, porque si bien en la careta anunciándola constaba que dura 140’, la copia que han subido a ese portal concluye a los 66’. La progenitora que los dio a luz.
Rodenkirchen, 29.4.
El día comenzó con un susto. Me levanté a las 7:37 am urgido por la vejiga, acudí al baño. Al salir me fijé en que la puerta del cuarto de Diny estaba abierta y prendida la luz de la lámpara de pie junto a su sillón. Pero ni rastro de Diny: ni en su cuarto, ni en el mío (la habría descubierto al levantarme), ni en la cocina, ni en el recibidor. Cero coma cero presencia de Diny. Estaba súper alarmado por llamar a la Recepción cuando oigo el ruido de la llave en la puerta del apartamento y entra Diny vestida como para salir a la calle. Le pregunto que de dónde viene y me contesta que del comedor, que a esas horas está cerrado (lo abren a las 8 para el desayuno). Le pregunto que si ya pasó la asistenta que tiene que asearla y me dice que no. Poco antes de levantarme, entre sueños creí oír el timbre de la puerta y la voz de la asistenta llamando a Diny. Consigo que Diny vuelva a la cama, me acuesto y a las 8:30 llega la asistenta. Le pregunto si ya estuvo acá y me responde que sí, a las 7, pero que Diny no estaba. Por unos instantes siento pánico, pero es desesperación. Ojalá sólo exasperación.
Almorzamos en el comedor del Maternus una sopa de queso y puerros que me recordó la de puerros y papas que comimos Willy y yo el 5.6.2004 en un pub de Dublín, cuando viajamos allá para festejar el centenario del día anterior, el del Ulises joyciano, y «seguimos las evoluciones de la camarera, con esa falda tubo de translúcida tela negra que cada vez que pasa por donde incide el sol de mediodía le esculpe unas piernas norabarnaclianas, amén de que asimismo su blusa trasluce, haciéndome registrar joyceanamente que “Top less también podría significar ubérrima”. Después de lo cual anoto en el disco duro: Sin la semianalfabeta Nora, qué poco del superalfabeta Joyce nos hubiese quedado. ¡Loor a la chica de Galway! Sláinte!» [¡Salud!, en gaélico)]
Juan Carlos me manda desde sus Asturias el enlace con una noticia cultural sobre Héctor aparecida en un diario de Oviedo. Después de abrirlo y leerla le acuso recibo agradecido y le digo: «No sé si te has fijado, pero en la foto del público que ilustra la noticia, se ve claro que la sala de té del Campoamor estaba con lleno hasta la bandera, pero en ella sólo puedo localizar a tres hombres. Un indicio más de que el sexo inteligente es el llamado débil.
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