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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 17 / Islandia

De mi Diario : Semana 17 / Islandia


 

Con motivo de mis vacaciones, y siendo esa una ocasión en la que me distancio al máximo de las computadoras, durante las casi cuatro semanas que estaré fuera aparecerán acá, hasta el domingo 13 de mayo, viejas entradas de mi diario, agrupadas de manera temática. Hoy recojo diversas anotaciones relacionadas con la literatura policial islandesa, una de las más importantes y más innovadoras. 

 

Weiß/Colonia, 14.7.2005

Una hora con Indira y Lukas en el luminoso piso de Indira. Lukas (Luz Helena) es de los llanos, Indira es de Cartagena de Indias. Surge la conversación sobre cómo se llama al hijo menor en los distintos pueblos. En Cartagena es el bordón, en los llanos colombianos el suto, en Chile es el regalón, en Centroamérica el tierno, y también se lo suele llamar el consentido. Ah, ese idioma español que nos uneAl regreso, en el tranvía una señora de pelo completamente blanco lee una novela de Arnaldur Indriðason. Es uno de mis autores favoritos entre los escandinavos, y el segundo islandés que he leído, después de Halldor Laxness. Estoy tentado de sentarme junto a la señora, y decírselo, pero me detiene la pereza de levantarme del asiento. Este calor es inhumano. Luego sonrío pensando que la primera vez que lei a Arnaldur Indriðason apelé a un recurso mnemotécnico para retener su nombre, y para el apellido pensé en Indira, pero Gandhi, aún no conocía a mi joven amiga cartagenera. 

 

Beek de Montferland/Holanda, 13.7.2006

Estoy muy engolfado en la lectura del primer caso del comisario Erlendur Sveinson, del islandés Arnaldur Indriðason, que se ha convertido en uno de mis autores predilectos: ya he leído seis de las siete novelas suyas traducidas al alemán, de las nueve que lleva escritas, y cada vez me gusta más.

 

Beek de Montferland/Holanda, 14.7.2006

Leído anoche en la novela de Indriðason: “Como creyente sostengo sin lugar a dudas que Dios se clonó al crear a Jesús. Es el primer indicio que tenemos de la clonación”. Dígase que el buen Indriðason pone estas palabras en labios de un científico desaprensivo y criminal, dueño de una gran empresa farmacéutica. Pero, así y todo

 

Weiß/Colonia, 5.8.2006

En la novela de Viktor Arnar Ingólfsson que estoy leyendo (es la segunda suya que leo en muy pocos meses), uno de los dos protagonistas, el detective vietnamita nacionalizado islandés, le pregunta a una de las implicadas: «En otras palabras, ¿me estás queriendo decir que hay una grabación en vídeo de tu adulterio?», a lo que ella le responde: «¿Adulterio? ¡¿Pero de qué planeta vienes?! Hay una grabación en vídeo de cómo follo en mi propia cama». ¡Ah, Islandia, Islandia, país de las mujeres emancipadas, abuela de todos los parlamentos del mundo!

 

Beek de Montferland/Holanda, 14.8.2007

Empiezo a leer la última novela de Arnaldur Indriðason traducida del islandés al alemán.

 

Beek de Montferland/Holanda, 15.8.2007

Tarde y noche dedicadas a la lectura, Indriðason es apasionante, y más en este caso, donde buena parte de la acción se desarrolla por medio de flash backs en el Leipzig de los tiempos del socialismo real de la RDA y concretamente por los días entre las revueltas callejeras de Berlín en 1953 y el alzamiento húngaro de 1956. Lo que no logro entender es por qué le han dado un título tan anodino y hasta pleonásmico a la traducción. Entiendo, sí, que el título original, Kleifarvatn (el nombre del lago cuyo descenso de nivel pone al descubierto el esqueleto de la víctima de un asesinato, activando así el dispositivo criminalístico) no le diría nada a los lectores no islandeses, pero Kälte Zone [Zona de frío] no les dice mucho más: hablar de zona fría en una novela que sucede en Islandia, es como llevar naranjas a Valencia.

 

Weiß/Colonia, 11.8.2009

Acabo de terminar la última novela de Arnaldur Indriðason traducida al alemán, Hipotermia, con el octavo caso del comisario Erlendur. Magnífica, quizás la mejor de la saga. Y lo primero que me llamó la atención es que en islandés María se escribe con acento, no como en alemán, algo que tuve que remarcar hace poco en mi texto sobre la verdadera protagonista del segundo libro de memorias de Grass. Luego me divirtió mucho el que Erlendur se aburra en el teatro, hasta el punto de dormirse durante El pato silvestre, de Ibsen, aunque no con La muerte de un viajante. Y me reí al leer que identificaba la canción ”Moon River” (la tenía en un disco de Sinatra) pero no a la bella actriz que la cantaba en una peli que no recuerda: ¡¡Audrey Hepburn en Desayuno en Tiffany’s!!, estuve a punto de gritarle, como si pudiera oírme. Y una vez más su visceral rechazo de los anglicismos, cuando un colaborador le dice que determinado aparato es mejor activarlo “manually”, le cuelga el teléfono violentamente al oír el término. Y en fin, cuando lo visita su actual amiga, Valgerður, animándolo a que se vayan juntos de vacaciones a Canarias, ella descubre que él jamás ha salido de Islandia ni siente el deseo de hacerlo: «¿Ni de ver la torre Eiffel, el Big Ben, el Empire State, el Vaticano, las pirámides?» «Quizás me gustase ver la catedral de Colonia», le responde él, y más tarde, al hablarle del Harðskafi, la montaña al nordeste de Islandia adonde tanto le gusta ir, se interrumpe, pero como ella le anima a seguir, él concluye: «Esa montaña es mi torre Eiffel». Me encantaría conocer a este comisario.

 

Weiß/Colonia, 19.7.2010, primera hora de la noche

Me envía mi deuda estherna el programa de un amplio simposio de hispanistas al que está yendo en Roma, y le comento lo siguiente: «Tras una detayyyada lectura del programa, descubro dos amigas a las que podés saludar en mi nombre, Dolly Muhr [de Onetti] y Fanny Rubio, aun cuando pudiera ser que Dolly ande enfadada por mi conferencia sobre su difunto esposo, así es que tanteala cuidadosamente antes de revelarle el avergonzante secreto de que sos amiga mía. Pero lo que en  verdad te envidio es que podás asistir a la conferencia de una islandesa que se llama Erla hija de Erlend, ¡genial!, que va a disertar acerca de la palabra iguana como aporte latinoamericano a las lenguas escandinavas. Me imagino siendo Borges y leyendo ese programa: semejante ponencia no me la perdería ni por un polvo con Silvana Mangano en sus mejores tiempos. Vale».

 

Weiß/Colonia, 27.8.2010

El cartero me trajo ayer la última novela de Arnaldur Indriðason traducida al alemán, y me voy a tomar uno o dos días de asueto para leerla y leer algunas otras cosas que tengo pendientes, y así descansar de la devastadora tarea de transcribir las citas de Miguel Hernández, y antes de hincarle el diente al texto de mi conferencia.

 

Weiß/Colonia, 26.8.2010

Mañana tranquila en casa, almorzando luego en La Modicana con Carlitos y Julio, y leyendo después de la siesta Codex Regius, la novela de Indriðason, cuyo prólogo son unos sucesos que tuvieron lugar en 1863, y el viajero por Islandia que los protagoniza recuerda su paso por Colonia, donde se habían reanudado las obras de la construcción de la catedral. Esta catedral debe de ser una vivencia muy fuerte para Indriðason: en una novela de la saga de su detective Erlendur, cuando Valgerður, su compañera, lo quiere convencer para irse juntos de vacaciones a Canarias, descubre que él jamás ha salido de Islandia ni siente el menor deseo de hacerlo, y le pregunta: «¿Ni de ver la torre Eiffel, el Big Ben, el Empire State, el Vaticano, las pirámides?», y  él le responde: «Quizá me gustase ver la catedral de Colonia».

 

Weiß/Colonia, 27.8.2010

Concluyo Codex Regius, la novela de Arnaldur Indriðason, y me seduce cómo ha logrado armar la trama de modo que haya un puente entre ese códice del siglo XIII, fundacional de la nación islandesa, y el año 1955, cuando la Academia Sueca concede el Nobel a Halldór Kiljan Laxness, la gloria literaria del país en el siglo XX. Me encanta, me enternece incluso, que Indriðason haya aprovechado esa urdimbre para introducir en la novela, como personajes, no sólo a Laxness sino también a su propio padre, a quien está dedicado el libro. Ya en la página 42 se puso en estado de alerta mi instinto cinegético porque Valdemar, el protagonista, cuando parte en barco desde Reykjavik a Copenhague, para seguir allí sus estudios de Filología Nórdica, sólo llevaba consigo dos novelas recién editadas. Quise saber por qué, porque don Arnaldur nunca da puntada sin hilo, y enseguida averigüé que 79 af stöðinni [Taxi 79], una de ellas, era el polémico relato con el que debutó como novelista Indriði Guðmundur Þorsteinsson, el padre de Indriðason; de manera que ya no me extrañó luego cuando lo vi aparecer exactamente 300 páginas más allá, en la 342, recién regresado de un largo viaje como reportero a China y enterándose en Copenhague, al lado de los protagonistas, frente al edificio del mayor diario citadino, de la noticia del Premio Nobel a su compatriota. Indriðason no lo menciona por su nombre (excepto en la dedicatoria, claro está), pero lo describe: «Era de mediana estatura, corpulento y con los dientes algo saledizos. Su sonrisa iluminaba sus ojos. Oyéndole, se notaba que venía del norte del país. “Trabajo para el [diario] Tímmin”, nos dijo. Extendió su mano, se presentó y nos saludamos. Y entonces,  naturalmente, me acordé de quién era. Era escritor, y la última primavera había publicado una novela que causó mucha sensación a causa de su tema y de su desparpajo. Fue uno de los dos libros que compré antes del viaje y que me había traido conmigo a Copenhague». Qué bello gesto de Indriðason, y qué lecciôn de understatement Puesto que el año 2011 la feria del libro de Fráncfort estará dedicada a Islandia, es bastante seguro que traduzcan 79 af stöðinni, y ya me he reservado un puesto en la cola de los que esperan a que salga publicada.

 

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Novelas de Arnaldur Indriðason

 

Synir Duftsins. 1997 (1er caso comisario Erlendur Sveinsson)

Dauðarósir (1998) (2° caso comisario Erlendur S.)

Napóleonsskjölin (1999) (español: Operación Napoleón) 

Mýrin (2000) (3er caso comisario Erlendur S.) (español: Las marismas)

Grafarþögn (2001) (4° caso comisario Erlendur S.) (español: La mujer de verde)

Röddin (2002) (5° caso comisario Erlendur S.)

Bettý (2003)

Kleifarvatn (2004) (6° caso comisario Erlendur S.)

Vetrarborgin (2005) (7° caso comisario Erlendur S.)

Konungsbók (2006)

Harðskafi (2007) (8° caso comisario Erlendur S.) (español: Hipotermia)

Myrká (2008) 9° caso comisario ES/Elínborg

Svörtuloft (2009) 10° caso comisario ES/Sigurður Óli  

Furðustrandir (2010) 11° caso comisario ES

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