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De mi Diario : Semana 18 / 2022

 

Weiß/Colonia, 1.2.

2:00 am : En heuteshow, una de las mejores emisiones satíricas del canal ZDF, un kabarettista se burla del miedo de los usuarios de Twitter a que con el nuevo propietario esa red vaya a caer en el abismo de la comercialización, «como si ella misma y las redes homólogas, desde Scarfacebook hasta Instagram pasando por toda la retahíla de la nube, sólo hubieran estado activas hasta ahora gracias al desempeño honoris causa de unas monjitas». [Lo de “Scarfacebook” es cosa mía, naturalmente].

Ayer, con la visita de Rebeca y la buena nueva que nos trajo, durante el desayunalmuerzo sólo hojeé el KStAnz, hoy lo leo con la atención debida y encuentro la esquela fúnebre de Norman Junge, con esta frase precediendo los nombres de 91 personas (entre ellas Pui von Schwind, viejo compañero de la Deutsche Welle) a los que se añaden los de tres de los más revolucionarios vanguardistas de la poesía alemana: Ernst Jandl, Christian Morgenstern y Joachim Ringelnatz: «Estamos de luto por un buen amigo, un gran poeta, pintor de batallas, humanista y zurdo, Norman Junge». He buscado en la red información sobre él, y descubro que ha sido uno de los mejores ilustradores de libros del mundo, algunos de los cuales se han editado en español con esas ilustraciones suyas. ¡Qué pena no haberle conocido! Le hubiese enseñado las ilustraciones de Helen a mi versión de uno de los poemas más emblemáticos de Morgenstern y estoy convencido de que le habrían entusiasmado. Descanse en paz.

Anoche, alrededor de las 11, Diny ya se había vestido para acudir a su cita con el Dr. Esser, le tuve que recordar que mañana (hoy) es domingo y su cita es el lunes. Se diría una repetición de las escenas de ayer y de antier, que también conté en este Diario. Ha perdido ya casi por completo la noción del tiempo, y ni siquiera sé si eso es negativo. Para su entorno sí, ¿pero para ella?

Seguramente después de leer mi Diario y lo que digo en él sobre la opinión de Vargas Llosa acerca de Galdós, Guillermo me manda desde su Orquidiócesis el enlace con un artículo tratando del tema en la revista digital Leamos. Lo leo y le escribo: «Sólo tengo una cosa que añadir a lo que dejé escrito en mi diario. Y es a lo que Vargas Llosa dice al hablar de la religión y Galdós: “Estaba muy en desacuerdo con la intervención de la Iglesia en la vida privada. Pensaba que debía mantener una distancia sobre la subjetividad de los ciudadanos, pero esa era su crítica a la Iglesia, no iba mucho más allá”. A reserva de lo que diga en el libro, si esta frase resume lo que VLl piensa acerca de la religión y Galdós, es que no ha sabido leerle como se merece. En el año 2012 pasé tres semanas en Madrid, en un apartamento donde estaban las obras completas de don Benito, releí varias de sus novelas contemporáneas y escribí lo siguiente, cito de mi diario de viaje: “¿Por qué la iglesia católica fue tan implacable contra Galdós?  Porque la desmontó empleando su propio idioma, no tuvo necesidad de caricaturizar ni exagerar, sino nada más que oír y poner por escrito lo oído: Galdós es un precursor del “copiar y pegar” de hoy. Nunca ha sonado más hipócrita el castellano que cuando hablan “cristiano” los “católicos” del siglo XIX en las novelas de Galdós, sobre todo cuando lo hacen sus autoridades morales. ¿Y no pasa algo de lo mismo con el primer Böll?, ¿ese subtono clerical del que le acusan los librepensadores, no es una bomba de espoleta retardada, una añagaza para poner al descubierto la miseria del catolicismo alemán?”»

Cena: ternera neocelandesa en escabeche, con aguacate. Hhmmmmmmmmmmmm Estaba la salsa tan rica que me hice una tostada, la empapé con la salsa y me la comí como si fuese una torrija.

Weiß/Colonia, 2.5.

2:00 am Terminé de leer el primer episodio de la nueva saga de Arnaldur Indriðason, con el inspector islandés Flóvent, y Thorson, un miembro de la Policía Militar canadiense, pero que es un “islandés occidental”, como llaman en el país a los compatriotas emigrados al Canadá o los USA. Indriðason sabe dialogar como pocos, y esta novela vive de sus diálogos, que sirven para caracterizan a quienes hablan  sin necesidad de ninguna descripción. Todo un arte. Veremos qué tal las otras dos novelas publicadas de la saga. Tengo la tercera y está en camino la segunda, las leeré por orden cronológico.

Estuvo Diny donde el Dr. Esser y tiene que volver el jueves. Y ha perdido la receta que le di para que le hiciesen una fotocopia en la farmacia donde la compró, está en el mismo edificio que el consultorio del Dr. Esser (y el bono de la compra iba con la receta). Ha puesto sus dos habitaciones patas arriba y la receta con el bono se han escondido tan bien que no los encuentra.

En el calendario que me mandó la Nena, al dar la vuelta de hoja para situarlo en mayo, me encuentro con el arco de entrada en el Barrio de la Reina Victoria, al que en Huelva llamamos Obrero, porque la Rio Tinto Co. lo hizo construir para sus obreros en los talleres de la ciudad. Ahora hacen juego la hoja de ese calendario y la taza donde cada día tomo el té de mi desayuno y que me regaló mi sobrino Ricardo, con la imagen de una casa de ese barrio. Parafraseo a JRJ: Huelva, lejana y blanquiazul.

Acabo de ver una peli que no conocía, The Ghost and Mrs. Muir [El fantasma y la señora Muir], de 1947, dirigida por  Mankiewicz, con Gene Tierney (¡la bellísima e inolvidable protagonista de Laura!), Rex Harrisson y George Sanders, así como una linda Natalie Wood de 8 años, en el papel de Anna, la hija de la señora Muir. Por cierto que Natalie Wood, cosa de la que me entero al buscar material sobre la peli (que me ha gustado muchísimo y tiene una puntuación de nada menos que 7,8 en www.imdb), descendía de una familia  con ancestros rusos y ucranianos. El mundo, ese pañuelo.

Weiß/Colonia, 3.5.

2:41 am : Para seguir en un ambiente escandinavo y con uno de los grandes maestros del diálogo en toda la historia de la literatura, en este caso de la dramaturgia, donde el diálogo y los silencios son algo esencial, he releído el último drama de Ibsen, Cuando despertamos los muertos. Es la única de sus obras contemporáneas que no he visto en escena. Las otras once sí, en escena o en grabaciones de la TV alemana. Era un genio. Y jamás podré poner por escrito lo mucho, lo indecible que le debo, si bien es verdad que una vez le rendí un homenaje agradecido y a contrapelo.

En La Modicana, todo el restaurante para nosotros, hasta la pareja asimétrica brilla hoy por su ausencia. Ulli encarga carpacho de rape con corazones de alcauciles, Diny tallarines con espárragos, Carlitos una pizza con espinacas y espárragos blancos, yo un plato de espárragos blancos con jamón de Parma (San Daniele: huele distinto que el de Jabugo, pero ¡qué bien huele!) Y les cuento la peli de 1947 con Gene Tierney, una historia que les encanta.

Desde mis madriles, que también son los suyos, Jesús Mondría (uno de mis cuatro Jesuses madrileños) me manda el enlace con un estupendo artículo de Carmen Posadas acerca del sìndrome del impostor. Apenas lo he leído cuando ya le escribo a Jesús: «Gracias por este envío. Carmen Posadas, a quien no conozco ni sé quién es, tiene razón. Yo padezco también ese síndrome: siempre que me elogian por algo publicado, mi primera reacción es de agradecimiento, pero la inmediata es que se equivocaron de persona, no puede ser que eso que me dicen se refiera a mí. Una vez, una joven amiga colombiana se admiró de un texto mío que había leído (“quisiera tener la mitad de talento y elegancia que tienes tú para escribir, entonces me repatea que lo desprecies como si fuera basura”) y al leer lo de la elegancia no tuve más remedio que echarme a reír». ¡Ojo! Algún día dije que aborrezco la petulancia, pero aún más la falsa modestia: nadie debe venderse por menos de lo que vale. Pero de ahí a creer que mis textos tengan algún valor, a no ser el crematístico, va una diferencia como de aquí a la Cochinchina.

Weiß/Colonia, 4.5.

2:10 am : Me lo trajo esta tarde el cartero y empecé a leer el segundo episodio de la nueva saga de Arnaldur Indriðason, con Flóvent y Thorson, y me atraparon sus tramas paralelas, en 1944 y nuestros días. Y de nuevo la maestría de Indriðason dialogando. Promete mucho este episodio. Además un dato curioso acerca de la ocupación militar de Islandia en la 2.ª guerra mundial, primero por los británicos, luego por los gringos. Los padres islandeses querían evitar a todo dar que sus hijas cohabitasen (en el  sentido más amplio del verbo) con los militares pero, dice Indriðason, «el idioma no fue un obstáculo. En la cama, todas y todos se entendían entre sí. Se creó una comisión especial para  contrarrestarlo y esta tensa situación se reflejó en una sola palabra, conocida popularmente como «la coyuntura»». Sería curioso conocer la palabra islandesa original. En la versión alemana que leo es “der Zustand”, sustantivo muy polisémico. Si me decanto por “la coyuntura” es porque incluye también la coyunda, y en el fondo de lo que se trataba es de eso: de impedir la de las islandesas con los ocupantes.

Olvidé anotar ayer que cuando Diny se fue a dormir el lunes, hice un registro cuidadoso de su cuarto de trabajo y encontré la receta y el bono de la farmacia que perdió ese día. Mi tejido nervioso se está convirtiendo en los flecos de un mantón de Manila, «de la carrera de la edad cansados / por quien caduca ya su valentía», Quevedo (¿quién, si no?) dixit! ¡Grande Quevedo! Pero qué gran hideputa.

Weiß/Colonia, 5.5.

1:45 am : Terminé de leer el segundo episodio de la nueva saga de Arnaldur Indriðason, con Flóvent y Thorson, y es en verdad un capo lavoro, una obra maestra de entramados superpuestos y un empleo virtuoso de los flash backs narrativos. Lo que me pregunto es de qué tratará el tercer volumen de la saga, si ya sabemos gracias al segundo que Flóvent se retiró de la policía y murió de un cáncer de estómago en 1947, mientras que Thorson murió asesinado alrededor del 2009, a sus 90 años de edad, como último eslabón del misterio que ni él ni Flóvent pudieron resolver en 1944; hubo entonces una conspiración de silencio en torno a un político relevante que logró echar tierra al asunto para que no afectase su carrera: llegó a ser dos veces ministro. O sea, que estas cosas también pasan en Islandia.

Hoy se cumplen 27 años de la muerte de Juan Nuño, el filósofo español emigrado a Venezuela para no pasar por afecto al régimen del inferiocre, y su hija Ana me manda varios fragmentos de algunos de los escritos de su padre. Retengo estos, de mucha enjundia: «​Habría que suscribir un Manifiesto Citadino, bajo aquel definitivo texto de Platón, en el Fedro: “Yo soy amante del conocimiento: ni el campo ni los árboles jamás me han enseñado nada. Lo que sé lo he aprendido de los hombres”. El que no quiera firmar, que suba al monte, coma yerbitas y termine aullando. []​ Hay quienes confunden pensar con tener memoria, y aún peor: con ser simplemente lógicos. Como los franceses son racionalistas y lógicos, pensaron en 1940 que no tenía sentido luchar contra los alemanes; como los ingleses son pragmáticos y empiristas, siguieron luchando, para desgracia de Hitler. []​​ Viejo tema ese del pesimismo y el optimismo. Lo mejor ya ha sido dicho: es aquello de que optimista es quien cree vivir en el mejor de los mundos posibles, y pesimista quien en efecto teme que así sea».

Weiß/Colonia, 6.5.

2:00 am : Después de la siesta, comencé la lectura del tercer episodio de la nueva saga de Arnaldur Indriðason, con Flóvent y Thorson. Según la contratapa su trama transcurre en la primavera de 1943. Pero hay una alusión al viaje relámpago que Churhill hizo a Islandia tras su primer encuentro con Roosevelt, en Terranova, agosto 1941, y puesto que las fechas encajan, lo falso es la información de la contratapa del primer volumen de la serie, que sitúa la acción en 1942, siendo así que ese episodio termina justo con la visita de Churchill. Descuidos como este no son frecuentes en las contraportadas de los libros alemanes, y en general partimos de la base de que quienes las escriben es porque han leído el libro en cuestión. Pero no siempre, como se ve en este caso. (Del diario de un cazador vocacional de gazapos y otras piezas de caza mayor y menor).

Hay días que son como agujeros negros. Es lo único que se me ocurre para resumir este seis de mayo. Añadir que quiero morir es como colgarle al sustantivo “Dios” uno de esos adjetivos superfluos con que lo adoran los cristianos. ¿Todobondadoso? ¿Alguien que deja que millones de niños mueran de hambre en el mundo, que los rusos masacren civiles en Ucrania y que condene a una pandemia como la del Covid19 a toda la población mundial? ¿Qué clase de Bondad Suprema es esa que “los pobres de espíritu” somos tan resueltamente estúpidos que no la entendemos? Aún más: que nos da náuseas. Que se metan su Dios en el culo, hablando mal y pronto. Perdón: ¿hablando mal? ¿No será al revés? Bergoglio, pibe, vos que lo podés firmar ex cáthedra, ¿no cachás que contra la verdá naides la talla? Ni vos, pibe, ni vos hablando exloquesea. ¿No sería hora ya, por qué no le ponés fin a la farsa? [] ¡Ah claro, no, disculpame que olvidé la guita! En el nombre del Padre, del Hijo y del Dineritu Santo… 

Weiß/Colonia, 7.5.

2:20 am : Concluyo la lectura del tercer y último episodio de la nueva saga de Arnaldur Indriðason, con Flóvent y Thorson. Me apena que la pareja haya tenido tan poco desarrollo, pero ya descubrí que Indriðason ha iniciado, en el 2017, una nueva saga protagonizada por Manfreð, el policía retirado a quien se debe la solución del caso expuesto en el segundo episodio de la saga de Flóvent y Thorson, de manera que ya encargué el primer volumen. Lectura asegurada para el próximo fin de semana.

En heute.show, la emisión satírica de los viernes en el canal ZDF se planteó al cierre la pregunta de por qué los partidos de la coalición gubernamental y los medios no se ocupan del problema de la casi segura extradición de Julian Assange a Gringolandia, con lo que ello significa de ataque a la libertad de expresión. El humorista austríaco Dietmar Wischmeyer dio la respuesta: Porque existe un caso bastante peor y es que un tribunal inglés ha condenado a la cárcel a Boris Becker, «nuestro Boris», el ex niño prodigio del tenis mundial desde su victoria en Wimbledon, 1985, a sus 17 años, y que, como dice Wischmeyer, «representó a su país con la raqueta en mano y nada en la cabeza. Un alemán que ni mandado hacer de encargo». Y a Assange, que con su pan se lo coma. Si al final Gran Bretaña lo llega a extraditar a los USAnos, no se ha inventado todavía un detergente eficaz para borrar esa mancha de su historia. Pero como diría mi abuela Remedios: «La vergüenza era verde y se la comió un burro».

Repensando mi primera entrada de ayer en este diario, me doy cuenta una vez más de que a mí los pormenores cronológicos siempre me han interesado mucho cuando estoy leyendo una novela. Por ejemplo, en vísperas de la publicación de El general en su laberinto, García Márquez alardeó de que su texto había sido chequeado por historiadores y biógrafos de Bolívar y, por lo tanto, los datos que contenía eran todos fehacientes. Como soy desconfiado por naturaleza, al leer la novela me encontré en la pg. 60 con la frase «El miércoles 25 de septiembre de 1828» y esa desconfianza me llevó a consultar el Calendario Universal. Y no, el 25 de septiembre de 1828 no fue un miércoles, sino un jueves. Y no es esta, ¡qué esperanza!, diría Julio, la única inexactitud histórica en esa novela. Hasta a Borges le capté, hace casi medio siglo, otro gazapo como este. Se sorprendió muchísimo cuando se lo conté el día de octubre 1982 que nos encontramos en Stuttgart y platicamos un par de horas.

A la frase de Van Gogh que tengo tatuada en el disco duro de mi alma («Es inútil, la tristeza durará toda la vida»), debo añadir ahora otra que encontré al azar de mis safaris por el páramo de Twitter; es de Cesare Pavese y no puede ser más elocuente ni más desesperanzadora: «La grande, la tremenda verdad, es esta: sufrir no sirve para nada».

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