Rodenkirchen, 28.4.
Con excepción de levantarme para desayunar y tres veces para acudir al baño y tratar de vaciar mis intestinos, que no sólo me hacen sufrir el estreñimiento sino que además añaden intensidad en el sentido de provocarme náuseas dolorosas, secas. No logro vomitar nada, pero la desagradable sensación de estar enfermo se agudiza y hace que uno desee que esto acabe de una puta vez Sirio sigue en Italia, se reincorpora al consultorio recién el lunes, y el viernes volará al Brasil. Y no tengo ganas de conocer más médicos.
Me dice Guglielmo, desde su Orquidiócesis, a propósito de mi frase sobre Oskar («lo hicieron y luego rompieron el molde»), que hay un dicho toscano parecido: «Si é rotta la machinetta, la mamma non ne fa più». Es decir, que si la maquinita se rompió, mamá no la rehace más. Pero creo que difieren en un punto esencial: en el español hay una voluntad expresa de romper el molde para no repetir el modelo; en el toscano la máquina se rompe sencillamente no sabemos por qué causa ni si voluntaria o involuntariamente.
Rodenkirchen, 29.4.
Me desperté como quien lo hace de una pesadilla, y con un sopor invencible. Terminé de desayunar y regresé a la cama porque no podía seguir de pie, ni conscientemente, necesito reposo, reposo y más reposo. Y allí me quedé hasta la hora del almuerzo. Me levantè a duras penas, me vesti para salir y fuimos de nuevo al Steep’s porque me siento incapaz de caminar un trecho más largo. En el Steep’s sólo comí dos medios Röggelchen con salchicha fresca y con paté de Colonia. Mi estómago no admite más
Con Frau Lindemann un ¼ de hora de charla después que atendió a Diny con su ergoterapia. Creo que se da cuenta de mi agotamiento, de mi cansancio de todo. Intenta animarme, se lo agradezco, pero en las actuales circunstancias nada logra animarme, mejor dicho, sacarme del pozo depresivo donde estoy metido hasta el cuello. Lo único que hago es reposar, una larga siesta hasta casi las 7 pm.
Rodenkirchen, 30.4.
Prácticamente una repetición del día de ayer, hasta que llega la llamada de Ulli y salgo a esperarlos para ir juntos a La Modicana. Le pido a la signora, que vino a preguntarme qué tal me va, un plato de jamón de Parma con algo de aceite y de parmesano, y pan para empujarlo. Jamón puro y duro, sin guarniciòn botánica, como es uso en las trattorías. Ulli sigue laborando en su mal, que le tiene la piel cubierta de ampollas que le pican y la inducen engañosamente a rascarse, lo que no haría sino empeorar el problema. Recuerdo la décima sentenciosa de Rosaura en el acto I de La vida es sueño («Cuentan de un sabio que un día…»), y sí, le doy la razón a Calderón: siempre que te sientas mal y miras a tu alrededor, verás que hay otros a quienes les va peor. Por supuesto, no se trata de un consuelo, tan sólo de una constatación.
Desde La Modicana llamé a los Schäfers y 10’ después pasaron a buscarme. Ha sido posible porque a Diny se la llevó Rebeca a la casa de Montse y de ese modo pude disponer por fin del tiempo libre necesario para reunirme con Brigitte y Thomas, a quienes no veo desde octubre, creo. Me llevan a su apartamento por la entrada trasera, atravesando el rincón de los juegos infantiles y a lo largo de la fachada del 11b, en el extremo opuesto a la del 11a, la de nuestra vieja vivienda, que tuvimos que abandonar después del día de la desgracia, los Schäfers desean evitarme pasar por la puerta del 11a. Esta vez es Thomas quien lleva el peso del diálogo, está interesado en muchas cosas de mi pasado y de la hora presente. De pronto me pregunta: «¿Qué es lo que más deseas en esta situación?» Lo pienso y le respondo: «Que me sigáis queriendo como lo hacéis». Brigitte se levanta de su asiento y me abraza espontáneamente: «¡Qué hermoso lo que acabas de decir! No pude contener las ganas de abrazarte». Bebo dos whiskeys Tullamore Dew a pequeños tragos y tomo un té de menta marroquí, les pedí expresamente que no me tuvieran tarta ni nada para acompañarlo, y además el jamón de Parma me hizo el día. Me trajeron de regreso al Maternus y nos despedimos con sendos abrazos y la promesa de volver a vernos lo más pronto posible.
Rodenkirchen, 1.5., Día del Trabajo, festivo internacional
Repetición cansina del cansancio invencible y sólo remediable con reposo, ya se va convirtiendo en costumbre. Y reincido en el Sleep’s con Diny al mediodía. Hoy está Tom y me atrevo a pedir espárragos, pero a palo seco, sin salsa de ninguna especie, sólo un par de papas pequeñas, de las primerizas. Diny eligió el menú del dìa, con postre en vez de sopa, y Tom nos trae tiramisú a los dos. Es claro que entretanto nos hemos convertido en dos parroquianos habituales, con los que se puede contar cada semana, incluso un par de veces como en esta, por ejemplo.
9:10 pm : Willy acaba de llamarme desde Beek, donde está reunida toda la familia por un motivo tristísimo, la muerte de Thea, la mujer de Harry, víctima de un derrame cerebral del que no recobró el sentido y ha muerto ayer en la clínica donde estaba internada en Italia, andaban visitando a Chantal y Natale, y asistieron a un ballett en el que participaba Tosca, su nieta italiana. Tenía 73 años, que no es edad para morirse. Y era una persona tan llena de vida, tan amorosa… Llamo a Rebeca porque no sé cómo comunicárselo a Diny. Rebeca se asombra como yo, me dice que lo deje es sus manos, ella y Montse vendrán el viernes a almorzar con nosotros. El golpe me duele profundo porque Thea era una de las personas más queridas por mi dentro de la familia. No sé qué pensar y sólo acierto a repetir como una letanía: ¡Qué cerca están cayendo ya los tiros!
Rodenkirchen, 2.5.
11:08 am : Alarma durante 18‘ interminables. La cabeza a punto de estallar. Y el recuerdo imborrable de la tarde del lunes 28.11.2022, el día de la desgracia que hoy me tiene postrado, en las cuerdas, como se dice el el idioma del boxeo, y es de lo más gráfico, sólo que quien te ha golpeado no es otro boxeador, ha sido el Destino en persona. Recién cuando cesa la alarma puedo levantarme de la silla e ir al baño para asearme.
Primer día del año con guayabera y sombrero de paja, hace muchísimo calor, lo que es otro hándicap para mis cansadas piernas,. De manera que volvemos una vez más al Sleep‘s, que es el restaurante màs cercano al Maternus. Luego, por la tarde, veo que Diny ha dispuesto tres platillos en la mesa comedor: uno con una tostada con salchichón italiano, otro con una manzana pelada y partida sn trozos, el tercero con una naranja desgajada. Le pregunto que para quièn son y me dice que por si acaso viene Oskar o algún otro de los nietos. Le digo que eso lo puede descartar y me añade que además estamos esperando una visita. «¿De quién?», le pregunto. «De un joven que te quiero presentar. Se llama Sebastián y nos hemos enamorado». Me quedo de piedra. Debo contárselo a Rebeca y Montse, que vendrán mañana a almorzar con nosotros. Pero algo me queda claro y es que ahora sé con quien dialoga cuando se pasa el tiempo hablando a solas, ya había intuido que hablaba con alguien.
Rodenkirchen, 3.5.
Anoche estuve intentando en balde ver la peli El proceso de Billy Mitchel (título que en otras fuentes es Consejo de guerra), de 1955, dirigida por Otto Preminger y con Gary Cooper en el papel protagonista. Me la recomendó Vicente en vista de que estoy pasando las últimas noches viendo pelis de por aquellos años, y me cuenta que tardó muchos años en llegar a las pantallas españolas porque en el franquismo no se veían con agrado las pelis con consejos de guerra a militares. Algo similar le pasó a Senderos de gloria, el estupendo film de Stanley Kubrik, pero no en la España franquista sino en la Francia republicana y con libertad de expresión garantizada por la Constitución, pero no por el Ejército francés. Sea como fuere, la copia gratuita que empecé a ver se atascó a los aprox. 19’ y no hubo manera de desatascarla. No sé si lo intentaré de nuevo esta noche, me gusta mucho ver pelis con juicios, y entre los juicios en el ámbito militar recuerdo por sobre todas El motín del Caine, a excepción del pegote final con José Ferrer y su defensa a ultranza de la Marina, seguida de una filípica hacia los leguleyos que la llevan a juicio. Es una concesión a todas luces impuesta por la US Navy y que se puede dejar de ver sin problemas, no se pierde nada. Hay que ver los sapos que a veces tienen que tragar los actores, hacerles hablar en público de cosas en las que no creen ni tantito así.
Vamos a almorzar al Sleep’s con Rebeca y Montse, que han venido de visita y a poner en orden y con nuevas plantas el arriate de nuestro balcón. Les cuento lo del joven Sebastián de quien Diny se ha enamorado, y viceversa, y resulta que ya conocen la historia. Se trata del actor Sebastian Koch, el de La vida de los otros, de quien Diny descubrió una foto en el Kölner Stadt Anzeiger y a partir de ella ha construido toda una relación con él. Montse opina que ello se debe a que a Diny le falta la TV y va a platicarlo con Frau Wuttke, quien le sugiere que hable con el persa de la tienda de pequeños aparatos electrodomésticos en nuestra calle Mayor, en la otra acera, muy cerca del Maternus: Frau Wuttke le asegura que se trata de un manitas, como los llaman en Madrid, que resuelve muchísimos casos muy parecido al nuestro.
El persa llega a las 5 pm en punto y en menos de un ¼ de hora resuelve nuestro problema con el televisor. Lo conozco porque el KStAnz le dedicó hace años un reportaje, ya que además de su negocio y de ser un manitas es escritor y tiene publicados una docena de libros acerca de la experiencia del exilio, él se marchó de su país a raíz de la llegada del ayatola Jomeini, aborrece el fundamentalismo, y al enterarse de que soy andaluz me dice que uno de sus poetas predilectos es García Lorca. Me revancho diciéndole que uno de los míos es Omar Jayyam y el rostro se le ilumina al oír ese nombre. Le digo que conozco de memoria varios poemas suyos y me pide que le recite uno en español. Me cobra 20 € por su tarea con el televisor y se los pago con gusto porque me resuelve un problema con el aburrimiento de Diny.
Rodenkirchen, 4.5.
Inútil tratar de ver la copia de la peli que me recomendó Vicente, de manera que veo de nuevo la Sabrina buena, la de Sydney Pollack. Los catecúmenos de una religión cuyo Dios es Billy Wilder la tienen en entredicho por el delito de filmar una versión mejor que la suya del mismo tema y casi con el mismo guion, pero se equivocan a medio a medio, y el mero hecho de haberla filmado ya es de suyo un pecado imperdonable, a pesar de que BW respondió favorablemente al deseo de SP de filmarla y yo no me canso de verla.
Llamo a Paul para decirle que no vamos a almorzar en el Bistro Verde porque me siento mal y con náuseas que no terminan de romper aguas. Vamos pues al Sleep‘s por la dichosa circunstancia de tenerlo tan a mano, y Paul encarga unas milanesas que se ven muy bien, Diny una terrina de gulash húngaro y yo decido probar con los espárragos de nuevo. Bebo la primera copa del Grauburgunder y las náuseas se aquietan y me dejan comer en orden, al contrario de lo que Paul me anunció. ¡Qué sabrán los abstemios de las virtudes del vino! Recuerdo a Omar Jayyam: «Si la secta de abstemios del amor y del vino / sola es llamada al goce del Edén del Profeta, / ¡ay! temo que el Paraíso, con su encanto divino, / vaya a quedar desierto, sin fieles ni destino!»
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