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Mientras tantoDe mi diario : Semana 19 / 2019

De mi diario : Semana 19 / 2019


 

Weiß/Colonia, 5.5.

Una de mis entradas de la pasada semana en Fronterad ha descargado en mi estafeta virtual gran cantidad de mensajes que no hubiese esperado teniendo en cuenta que hoy, una de las vomitivas pruebas de corrección política es el rechazo de las corridas de toros. Por parte de cretinos que no se avergüenzan de comer en público cadáveres de plantas, como si las plantas no fuesen tan orgánicas como los toros. Pero es que esa presentación de mi querido Antonio en la Maestranza es algo que se me quedó grabado en el disco duro para siempre. ¡Mi buen Antonio! ¿Quién iba a decirle que moriría como murió, de la cornada de un alzhéimer más dañoso que un miura?

 

​Otros de mis interlocutores virtuales se centran en el caso del infarto de Casillas, y uno de ellos es mi compadre Samuel, en Camainópolis: «Casos como el de Casillas no son raros. Si se mira en su familia, probablemente se descubriría una lista de familiares con enfermedad coronaria, que se transmite por generaciones. Jim Fixx, uno de las  primeras personas que habló de los beneficios de correr y llevar vida sana, murió de infarto a los 52 años. Después se supo que su padre murió de 43 años con un historial de varios familiares muertos antes de los 40. Lo que impresiona al final es descubrir que la ciencia médica no nos dice todas las causas y respuestas: Tenemos nuestro día y hora. Al final, es como tú dices: Estaba escrito: En nuestros genes».

 

Y más eco de mi diario, esta vez desde Huelva, mi sobrina Elena, lectora asidua y atenta: «No viví la muerte del abuelo de forma consciente ya que solo contaba con 6 meses de vida, pero han sido tantas las veces que me han relatado cómo y cuándo fue, que al leer tu diario me ha resultado extraño que digas que murió el 15 de mayo ya que mi madre y la abuela siempre han hablado del 24 de mayo (miércoles) y que al día siguiente era el día del Corpus». Le contesto ipso fuckto: «Te confieso que estaba convencido de que mi padre murió el 15, pero si tu madre, que es la memoria viva de la familia, dice que fue el 24, así debe de ser. Además he chequeado que el 25 fue un jueves, mientras que el 16 no lo fue. Toca corregir, gracias». 

 

En el suplemento mensual del Kölner Stadt Anzeiger, como de costumbre, la poesía del mes. Esta vez se trata de un poema de una poetisa siria, Lina Atfah, refugiada en Alemania. Se titula “Ennui”, y está traducida a cuatro manos por un árabeparlamte y un alemán, lo que no me anima a pasarla al castellano. ¡Dios sabe a cuántos km de distancia del original llegaría! Pero sí dos versos: «¿Por qué mueren los poetas? / Para poner a prueba la inmortalidad de sus nombres».

 

Weiß/Colonia, 6.5.

Desde el sábado por la tarde vine sintiendo un dolor en el hueso frontal, exactamente detrás de la ceja derecha, en lo que es posible que la Anatomía llame “arco ciliar”. Ayer domingo hubo un momento en que ya me resultó intolerable, de manera que me tendí en la cama con unas comprensas heladas sobre la ceja derecha, compresas que Diny iba renovando cuando adquirían la temperatura ambiente. Esta mañana queda como una especie de rescoldo del dolor, pero ya puedo pasar los dedos sobre la ceja sin poner el grito en el cielo. ¡Hosanna en las alturas!

 

Como el sábado también nos quedamos sin diario, hoy cancelo vía email nuestra suscripción al Kölner Stadt Anzeiger al cabo de 45 años. Según Frank, que también canceló ya la suscripción en casa de Montse, lo seguiremos recibiendo hasta junio, que es la primera fecha posible para la cancelación. Será, pues, una larga despedida.

 

He devorado hoy de cabo a rabo el # 143, un especial de El Malpensante, uno de los dos que les han dedicado allì monográficamente a un tema. El primero fue “300 días en Afganistán”, relato de la experiencia de una ginecóloga colombiana, Natalia Aguirre Zimmerman, de Médicos sin Fronteras, entre el 2003 y 2004. Gracias a mi empeño personal, sus recuerdos se convirtieron en libro, publicado en varios idiomas, entre ellos el neerlandés y el español. El # 143 apareció el 2013 y .lo poseo desde entonces, pero recién hoy lo vengo a leer, Es una narración que no se puede calificar sino como estremecedora, contada en primera persona por Guillermo Cortés, un empresario y dirigente deportivo,. Secuestrado a la edad de 74 años por las FARC y mantenido en secuestro 205 días, entre enero y agosto del 2000. Horas y horas de conversaciones grabadas por la periodista Alexandra Samper culminaron en este relato publicado póstumamente, porque Cortés seguía temiendo por su vida después de haberlo liberado el ejército: «Me da miedo todo: me da miedo hablar por teléfono, me da miedo que llegue un mensajero con una carta, me da miedo caminar por la calle entre la gente, ir a comer helado en un parque con mis nietas me da terror. Las cosas sencillas de la vida me dan miedo. Mijita, sigo secuestrado», le confesó a su amiga Alexandra, y se le eriza a uno la piel leyendo semejante testimonio.

 

Weiß/Colonia, 7.5.

Arcángeles acudirá el 10 a Cámaralentolandia para la feria del libro, y ayer le pasé un par de nombres de gente amiga con la que me gustaría que contactara (Marjorie, Yadira, Ana) Me responde todavía desde México: «Nunca creí que te lo diría, pero estoy empezando a entender por qué decidiste ya no viajar casi nunca. Da mucha flojera. Y los aeropuertos se parecen a las estaciones de autobús de hace cuarenta años. El aeropuerto de la CDMX, antes DF, es una pesadilla pestilente, un hervidero de humanos desesperados por salir del espanto o volver a él. He recordado la primera vez que vine a la Ciudad de México a tomar un avión para ir a Los Ángeles, invitada, por unos amigos de mi abuelo, a pasar tres meses allá. Dizque para aprender inglés. Viajé de traje sastre, sombrero y neceser. Y me vinieron a dejar mis papás, mi hermana y un tío que trajo también a mi abuelo. Ahora viajo con zapatos tenis y maleta de jalar, pero, como dice Catalina. todavía soy de la generación de quienes se pintan para ir al aeropuerto». 

 

Al entrar en La Modicana, la persianita (como la llama Carlitos, ¡pobre iraní indefensa!) se me queda mirando y me dice que qué mal color de cara tengo, casi amarillo. Me alarmo y bajo a los baños para mirarme en el espejo. Regreso y le digo que tiene que ir al oculista, de repente es daltónica sin saberlo. Se lo cuento a Carlitos cuando llega, y él me cuenta que estando interno en un colegio de Gran Canaria, le pasó lo mismo, y llamaron a un médico y fue bueno que lo hicieran porque tenía una inflamación en la vesícula, Nuestro almuerzo transcurre entre la evocación de recuerdos escolares, mientras mandamos a bodega, él sus espaguetis con ragú de ternera, yo los míos à le pauvre Jean, con sólo mantequilla y parmesano.

 

Recibo la invitación para que este viernes «revivamoa al Che» en el CineClub Latino, con la proyección de la peli Diarios de motocicleta, título absurdo, a fe mía. Contesto ipso fuckto al amigo que me invita: «El Che te lo regalo envuelto en celofán y con un moñito encima. El Che era autoritario (y yo estoy contra el autoritarismo), machista (y yo pienso que el machismo es una metástasis del fascismo), enemigo de la libertad de prensa (y yo soy periodista), partidario de la pena de muerte (y yo un abolicionista convicto y confeso) y asimismo partidario de meter a los homosexuales en campos de concentración para «reeducarlos» (y yo no soy homosexual, pero defiendo el derecho a serlo de quienes lo son). Así pues lo dicho, te regalo al Che envuelto en celofán y con un moñito encima. Rojo».

 

Weiß/Colonia, 8.5.

Termino de leer las memorias de John Le Carré, aunque más que memorias son un recuento de casos y cosas, sin atenerse a un orden cronológico. Registro esta frase, en la que me reconozco de cuerpo entero: «Alec Guinness [] estimaba la amistad tanto como aborrecía los elogios». A mí me pasa exactamente igual. Soy negado para oír elogios dedicados a mi persona o mis textos. Negado hasta el punto de cambiar de conversación sin que venga a cuento. Entretanto, eso sí, aprendí a agradecerlos, para que los amigos no me consideren un desagradecido.

 

Larga conversación telefónica con Violeta, que está por un mes en España, descansando del infierno en que se ha convertido Venezuelistán. Me habla de un autor neerlandés de novelas policiales, Gauke Andriesse, al que no conozco. Me revancho (¡qué verbo tan alemán!) con el nombre de Jan–Willem van de Wetering, cuyo trío de los dos comisarios Grijpstra & De Gier + su viejo jefe, es el protagonista de una de las mejores Krimi–sagas europeas del siglo pasado.

 

Puesto que no hay nada más interesante en la programación TV del día, y a contrapelo de mis buenas costumbres, veo en su versión sincronizada en alemán una peli española, de Almodóvar, La buena educación. Es evidente que sabe construir una trama (creo incluso que ganó con este guion el Oscar de aquel año¿o fue con el de Hable con ella?) y sabe manejar como pocos la banda sonora de sus films, pero es un cine que me deja frío, no me interesa en absoluto. Puedo admirarlo por su perfección formal, pero de ahí en adelante se levanta una barrera. Prefiero con mucho el “arte pobre” de Aris Kaurismäki, de quien antes de la peli de PA, pasaron El otro lado de la esperanza. El laconismo escandinavo me va más que el barroco manchego.

 

Weiß/Colonia, 9.5.

Como anteanoche, me acosté a las 3:00 am, me despertó la vejiga a las 5;20 y después de haber aliviado su urgencia me agarró un insomnio que ha durado hasta las 11:11, cuando desesperado de no lograr conciliar el sueño, me levanto en modo zombie. Eccomi, ciao, nuovo giorno! Porco Dio! (en el más elemental sentido napolitano del exabrupto: «¡Me cago en Dios!»)

 

Esta es una de esas noticias que le alegran el día a cualquier hijo de vecino, la leo en el Kölner Stadt Anzeiger durante el desayuno : Dos ladrones desvalijaron una casa en ausencia de sus dueños, pero antes de rajar con el botín, como parece que tenían hambre, abrieron la nevera y descubrieron en ella una tarta que mismamente estaba diciendo “comedme”. Que fue lo que hicieron sin darse cuenta de que, al hacerlo, pobres hijos (diría Cortázar), dejaban sus huellas dactilares en el baño de chocolate que recubría la tarta. La Policía les echó el guante menos de 24 horas después. Bienaventurados los muertos de hambre, porque a ellos se les hará justicia. Enter [=Amén, en lengua virtual].

 

Otra buena noticia al caer la tarde: se va a reanudar la publicación de Vasos Comunicantes, en soporte virtual, y quieren contar conmigo, como durante la etapa en soporte papel. Y además parece que van a reflotar El Trujamán, huérfano desde la muerte de la inolvidable Mari Pepa. Casi diría uno que hoy es el Día Universal de las Buenas Noticias. Alabado sea por siempre el santísimo sacramento del altar. (Sea por siempre bendito y alabado).

 

Weiß/Colonia, 10.5.

Tenemos a Henri en casa, con lo que nos perdemos el vernissage de la exposición de Chiqui en 100 Kubik, la galería de Carmen, a quien ayer le expliqué el porqué: «La razón de nuestra ausencia mañana es que al mediodía nos traerán a casa a nuestro nieto menor, para que pase con los abuelos el fin de semana. Y a mis años (en un mes y un día cumpliré los 80) no puedo desperdiciar ni una sola hora de compañía de mis nietos, en especial del menor (el mayor cumple este domingo los 22), espero que lo comprendas. En algún momento, claro está, pasaremos Diny y yo por la galería para ver la exposición, pero mañana, hélas!, no».

 

Bajé al garaje, donde tenemos nuestras provisiones de aguas minerales, y al llegar allí me sedujo el canto de unos mirlos. Fue una sensación muy extraña y con seguridad se debe al carácter del día, un día, cómo decirlo, que parece de otra dimensión temporal. Un día como del alzhéimer de Dios. Y los mirlos se diría que lo perciben y por eso gorjean como si lo hicieran susurrando. Ni siquiera el graznido de un grajo, ni el vuelo centelleante y fugaz de una garceta o una pequeña urraca (imposible discernirlo a la velocidad que rasgó el aire sobre el tejado del # 13 de la calle), nada turba el conciliábulo sotto voce de los mirlos. Es un momento mágico. Pena de no ser un Messiaen para pasarlo al pentagrama.

 

Weiß/Colonia, 11.5.

En la sección de necrológicas del Kölner Stadt Anzeiger aparece hoy una con un epígrafe de Robert Frost «en la traducción de Paul Celan», según consta expressis verbis. Con la impagable ayuda de Miss Hortensia Google localizo el original y la traducción al castellano por Agustí Bartra: «Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, / yo tomé el menos transitado, / y eso hizo toda la diferencia». Son los versos finales del poema “El camino no elegido”, “The Road Not Taken” en el original. Y lo que me pregunto es –aunque no sé inglés– si no hubiera sido mejor traducir “road” como “senda” o “sendero”. Pienso en el título de un famoso cuento de Borges y lo retitulo “El jardín de los caminos que se bifurcan” y no me suena para nada. Creo que lo propio del bosque son las sendas, los senderos; los caminos son otra cosa.

 

El poema de Frost es tan bello que no resisto la tentación de copiarlo íntegro, pero intentando aproximarlo mucho más al original: «Dos senderos se bifurcaban en un bosque amarillo, / y apenado por no poder tomar los dos, / siendo un viajero solo, largo tiempo estuve parado / mirando uno de ellos tan lejos como pude, / hasta donde se perdía en la espesura. // Entonces tomé el otro, tan bello como aquél, / y habiendo hecho quizás la elección acertada, / pues era tupido y requería ser usado; / aunque en cuanto a lo que vi allí / hubiera elegido cualquiera de ellos dos. // Y ambos esa mañana yacían igualmente, / nadie había pisoteado sus hojas. / ¡Oh, me guardaría aquel primero para otro día! / Aunque sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante, / dudé si volvería sobre mis pasos. // Debo estar diciendo esto con un suspiro / de aquí a la eternidad: / dos sendas se bifurcaban en un bosque y yo, / yo tomé la menos transitada, / y en eso consistió toda la diferencia».

 

Henri ha pasado gran parte de la tarde en el patio de garajes y el parque de juegos infantiles de nuestras casas, del 11a + 11b del Pflasterhofweg. De vez en cuando fisgamos desde el balcón por mor de la debida custodia. Cuando miro alrededor de las 9:15 pm lo veo muy entretenido con una de las niñas de su edad que vive en el 11b. Así es que cuando regresa a casa, alrededor de ¼ de hora después, le pregunto si le fue bien con su flirt. Gruñe algo ininteligible pero que suena a que no me meta donde nadie me ha llamado. Y tiene toda la razón, angelote mío. 

 

*****************THE END*****************

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