Weiß/Colonia, 2.5.
1:45 am : He vuelto a ver Hysteria [requetebién retitulada en alemán como En buenas manos] y Made in Dagenham [Pago justo, estupendo título español si pienso en el estúpido con el que se estrenó en Alemania, Queremos sexo, qué obscenidad prescindible y que nada tiene que ver con la peli]. Las he vuelto a ver porque ambas son muy buenas pelis, pero además trabajan en ellas, respectivamente, Maggie Gyllenhaal y Sally Hawkins, dos actrices excepcionales que me hacen gozar con sus actuaciones.
Hoy es la primera vez que llamo a la Nena a su teléfono móvil, después de varios intentos con el fijo de la red y cansarme de oír la voz de la señorita Robot diciéndome «Este número no existe». Javier, el marido de Mónica, a quien llamo para que me explique el caso, me dice que la Nena ha cancelado el contrato de su teléfono fijo porque para lo único que le servía era para atender a mis llamadas. Resulta que todo el clan Bada y todo el círculo de sus amistades la llaman al móvil y… Ay Troglodia, quien te ha visto y quien te ve.
Aparece mi artículo en Nexos y me siento alegre como un chico con zapatos nuevos. Aunque en realidad decir “mi artículo” es casi una mentira. Me lo escribieron al alimón Borges y Bioy. Pero sobre todo Silvina: el glorioso remate del texto, antes de la Coda, se lo debo a ella.
Antes de irme a dormir entro al cuarto de invitados para ver si Henri duerme bien abrigado, y no hay tal, ha pateado el edredón y está sin abrigo aunque más dormido que Roque. Lo arropo con el mayor cuidado, para no despertarlo y al escribirlo recuerdo el día que aprendí una acepción que desconocía, colombiana, del verbo “cobijar”: «Nunca olvidaré tu ternura cobijándome». Me la descubrió la carta de una joven colombotedesca, y por ella entendí que me hablaba de las cobijas, como llaman en Colombia a las mantas, con que la arropé la noche anterior.
Weiß/Colonia, 3.5.
2:15 am : Pasaron el primer episodio de una temporada piloto de Huss: Crímenes en el fiordo, una posible nueva serie sueca. Es la secuela de la serie Irene Huss: Policía de Gotemburgo, que fue muy exitosa. La Huss de la secuela es la hija menor de Irene, Kati, Katarina, quien desea seguir los pasos de su madre. El episodio es convincente, como también el del joven Morse con el que cierro la noche.
Mis genes propensos al resfrío sufrieron un shock que los dejó fuera de combate al día siguiente de recibir yo la segunda dosis de la Biontech, que bauticé como “la Chanel n.º 5 de las vacunas”. Pero se han repuesto del shock y vuelven por sus fueros desde hace dos días, otra vez a moquear se ha dicho, como si mi nariz fuese un grifo con la llave de paso en modo cuentagotas. ¡Atchissss!
A mí me pasa que a veces hago descubrimientos en el idioma que me hacen pensar en él y en cómo funciona. Por ejemplo, ¿por qué hay adjetivos que usamos normalmente y en cambio su antípoda casi nunca? Cuando ha habido una catástrofe suele decirse de quienes se libraron de ella que salieron «ilesos». En cambio «leso/a» casi sólo (o sólo) se usa en la expresión «delito de lesa majestad» [y “de lesa Humanidad”, apostilla Anotota]. Y una vez me quedé pensando en que el léxico, las palabras, las aprendemos por muchísimos conductos, pero en una frase como «voy corriendo al Correo para echar una carta» nadie nos ha enseñado a emplear un verbo en presente indicativo seguido de un verbo en gerundio y una preposición seguida de un infinitivo para explicar la razón de haber empleado el primer sustantivo. Eso no podría querer decir otra cosa sino que la sintaxis la heredamos con la sangre y los genes. Tuve luego la suerte de conocer a Carlitos, que por sus estudios es lingüista, aunque se ganara la vida como realizador en la radio, y él me confirmó lo que llevaba pensando desde hacía tiempo. Y que la lengua, la verdadera lengua, es la hablada. La escrita no es más que un código para entendernos sin que nos veamos: ni los lectores ven al autor del libro que leen, ni el destinatario de una carta ve a su remitente.
Decido releer Paa gjengrodde stier [Por senderos que la maleza oculta], el último libro escrito por Knut Hamsun, que yo debí leer en Huelva entre los años 1955 y 1960, cuando estábamos entusiasmados con Bendición de la tierra, Victoria, Hambre, Un vagabundo toca con sordina… y no sabíamos nada del “caso Hamsun”, aunque sí teníamos consciencia clara de que lo leíamos no en traducciones del noruego, sino del inglés, el francés o, en el mejor de los casos, del alemán. Que es el idioma en lo que voy a releer ahora.
Weiß/Colonia, 4.5.
2:00 am : Una peli que no conocía, Class Action [Acción judicial], con un furioso mano a mano entre Maria Elizabeth Mastrantonio y Gene Hackman, hija y padre enfrentados en un juicio como defensa y acusación, respectivamente. Un esquema archiconocido, aunque es más común que quienes se enfrenten sean dos cónyuges, bien casados o bien divorciados; el esquema–base da tela cortada para muchas variantes. En este género Hollywood ha logrado varias obras maestras: Acción judicial no lo es, pero se le acerca, y el duelo Mastrantonio/Hackman vale la pena verlo. Muerta su esposa, Jedediah (Hackman) se lamenta ante una actitud de Maggie: «Si tu madre pudiera oírte ahora…» Maggie (Mastrantonio): «Bueno, ella no puede, ¿verdad? Por fin se ha ido de aquí y, esté donde esté, tiene que ser mucho más feliz de lo que era contigo». Él levanta violentamente la mano para abofetearla pero se queda con la mano en alto, conteniéndose a duras penas y sorprendiendo a su hija: «¡Por fin, las palabras le fallan al gran Jedediah Tucker Ward!»
En el KStAnz de hoy, en las páginas internacionales, hay un titular grande de una crónica a ⅔ de plana, de su corresponsal en América Latina, y dice así: COLOMBIA SE VUELVE UN BARRIL DE PÓLVORA. Teniendo en cuenta que este corresponsal no es un agorero y que lleva harto tiempo entre latinoamericanos, me echo a temblar pensando mis amigos colombianos, que no son pocos. De corazón deseo que se anden con cuidado, porque las armas las carga el diablo.
Como todos los martes, la visita de Ulli y Carlitos, y Ulli que se queda acá platicando y Carlitos y yo vamos a las compras de la semana al Aldi. Allí me pasa una cosa curiosa. Inserto un disco publicitario del tamaño de 1 € en la ranura del carrito de la compra, y al salir del supermercado y devolver el carrito a su aparcamiento, no me devuelve a su vez el disco publicitario. Inserto en la ranura una moneda de 1 € para ver si así consigo extraerla junto con el disco, y a un comprador que me contempla algo extrañado le explico lo que me pasa y me dice que insertando la moneda no voy a sacar el disco, porque en el interior de la ranura no hay hueco bastante para dos objetos de ese tamaño. Regreso al supermercado y rehago el camino que recorrí durante mis compras, y nada, el disco no aparece. Si se cayó sin que me diera cuenta, seguro que alguien lo encontró y se lo habrá apropiado. Es la tercera vez que me pasa con esos malditos discos. Porca miseria!
Es evidente que el concepto de la tolerancia de Manu y el mío no son compatibles. A mí me produce alergia que Borges se dejase condecorar por Pinochet, pero no por eso me resulta repugnante, sino tan solo un anarquista mental a quien Allende debió parecerle una encarnación de la democracía que detestaba en un socialismo que no le parecía viable (y al menos en eso, y en el caso chileno, tenía más que razón en aquel momento). Nunca juzgaré a Borges por sus ideas políticas basculadas a la derecha por su profundo y comprensible antiperonismo: apenas ha habido un personaje de la historia argentina menos borgiano (cortazariano, etc.) que Perón, una caricatura de Franco exiliado a la sombra de Franco, a un tiro de piedra de la residencia del inferiocre, en su casa–palacio de Puerta de Hierro. El hecho de que haya argentinos peronistas es harto más incomprensible que el hecho de que haya inteligencia artificial. La inteligencia. o es natural, o no lo es. Lo que se llama inteligencia artificial es lo más próiximo que en materia de pensamiento político me recuerda al peronismo.
Weiß/Colonia, 5.5.
1:45 am : Pasaron Era notte a Roma [Era noche en Roma, así se estrenó en toda Latinoamérica, mientras en España se sacaron de la manga un título rocambolesco: Fugitivos en la noche], de Roberto Rossellini, una peli que no cuenta entre sus obras maestras, pero lo es, aunque menor. Una peli rodada en italiano, inglés y ruso, sin subtítulos, para que el espectador entendiera de un modo indeleble cómo los personajes se entendían entre sí, a pesar de los pesares. ¡Qué grande era Rossellini! ¡Cómo le cambió la cara al cine! Pocos tan visionarios y humanistas como él.
La Dra. Dornaika me duplica las dosis de aerosol para ampliar el volumen de mis pulmones, pero por lo demás se muestra satisfecha con los datos que le suministraron esas máquinas que parecen concebidas por la Inquisición y que te dejan medio groggy con sólo tres minutos de chequeo. Que no se me olvide: hace frío, brama el viento y llueve a ráfagas. Llegué al consultorio aterido y mentàndole la madre al Bóreas. Luego, mientras estuve en el consultorio y tras ir al Banco, hacer unas compras y esperar el bus, sol que no calentaba, pero sol. Cuando me bajé del bus al llegar a Weiß, de repente el cielo se puso de color calamares en su tinta y apresuré el paso para ganarle la carrera al aguacero. Me refugié en nuestro garaje justo a tiempo de esquivar un chaparrón tan torrencial como efímero, no llegó a ½ minuto aunque resonó en la puerta alzada del garaje como si preludiase La gazza ladra. ¡Cuánta cabriola, este tiempo de miér…coles! (según el calendario).
Me cuenta Diny la novedad del día y me vengo a este cuarto a rumiarla. Al hacerlo recuerdo algo que escribió Buero Vallejo cuando añadía un comentario a la publicación del texto de sus obras en la colección Teatro, cosa que dejó de hacer después de Hoy es fiesta (estreno en septiembre 1956). Repaso esos textos y encuentro lo que busco en el comentario a La señal que se espera (estreno en mayo 1952). Escribió Buero Vallejo: «Tragedia no es necesariamente catástrofe final, sino una especial manera de entender el final, sea feliz o amargo. Algún día, con mejores pertrechos que esta vez, si me es posible, intentaré escribir una obra a la que poder subitular rotundamente “Tragedia feliz”». “Tragedia feliz” me parece un subtítulo adecuado a lo que Diny me contó. Pero la protagonista tardará un tiempo en darse cuenta de ello. Ojalá no sea muy largo.
Weiß/Colonia, 6.5.
2:00 am : No había en la tele nada interesante, excepto una peli, Sliver [Acosada], que la revista quincenal MovieTV presentaba falsamente como Silver y anunciándola como “erotic–thriller”. Y pues creo que en esa dirección no se podrá hacer nada mejor que Instinto básico, también con Sharon Stone, me decidí por el DVD de A Wedding [Un día de boda], de otro gran Roberto, como Rossellini anoche, el grande Robert Altman. La gocé de nuevo y volví a preguntarme, igual que cada vez que veo una peli coral de Altman, si él habrá leído alguna vez Das Gänsemännchen [El hombrecillo de los gansos], la magnífica novela coral de Jakob Wassermann, que leí asombrado a mis 16 años, al ver cómo JW trenzaba los hilos de nada menos que 32 personajes. En la peli de Altman son más de 50, según el casting de www.imdb.com. De la novela se me quedó grabada una frase ya casi al final: «Primero sé persona; luego puedes ser creador». En aquellos años leí mucho a JW, incluso lo nombré y cité en mi cuento “Macho dulce” : «puesto que me habían destinado a la carrera de Leyes, saboreaba libros como Laudín y los suyos; yo sería Laudín y el mundo estaría lleno de Lúes, las tirantas de cuyos sostenes se caerían con facilidad».
Pienso que quienes tienen un cerebro bien amueblado para ello, deberían centrar sus reflexiones sobre el lenguaje estudiando a fondo la «arquitectura interior» de los libros dedicados a la enseñanza de lenguas extranjeras. Generalmente se arman sobre el esquema de unos personajes o de unas escenas arquetípicas de la vida diaria, y puede contarse con que en cada lección se aprende expresamente un determinado vocabulario, relacionado con el tema de la lección, e implícitamente una determinada cantidad de sintaxis al ver cómo se forman las frases en el otro idioma. Ejemplo. En español: ¿En qué estás pensando? En alemán: Woran denkst Du? Con el poco o mucho alemán aprendido en lecciones anteriores te das cuenta de que: a) el «en qué» también va delante en alemán, «woran»; b) el verbo también va a continuación, pero de una forma compuesta («estás pensando») con participación del gerundio, pasa a convertirse en un simple presente de indicativo; y c) aparece el pronombre personal segunda persona, que es obligatorio en alemán y en el español solo lo emplean los cubanos: «¡Qué tú estás pensando, mi socio?» Pues bien; todo ese proceso mental comparativo jamás hay que hacerlo en el propio idioma, y no lo enseña nadie. Los libros sobre la sintaxis, como aquellos acerca de la lógica, no te la enseñan, simplemente te la explican, a toro pasado, como se dicen en el lenguaje de la tauromaquia. Ahí tenemos otro detalle más: en el ámbito de nuestro idioma, en países sin tradición taurina, es raro encontrar expresiones que vengan de ese mundo: «a toro pasado», «hacer un quite», «cortó oreja y rabo», «lleno hasta la bandera», «le hizo una faena de aliño», «atarse bien los machos», «hacer el paseíllo», “¡música, maestro!”, “en el hoyo de las agujas”, «más cornás da el hambre», etc.
Pasaron por el canal Arte un largo reportaje dedicado a los años en que Elten, el pueblo alemán vecino de Beek de Montferland, donde nació Diny, se convirtió en un pueblo neerlandés como parte de la reparación por los daños sufridos por los Países Bajos durante la ocupación alemana en la 2.ª guerra mundial. Conoceos muy bien el lugar: cuando pasábamos vacaciones en Beek, en la casa de Monique & Marcel, mientras ellos estaban a su vez de vacaciones con sus hijas, raro era el día en que no agarrábamos las bicis y nos íbamos de compras a Elten, a través del bosque con sus senderos de contrabandistas (un paisaje que allá por el 2004 me lo encontré sin sospecharlo en la novela Los informantes, de Juan Gabriel, cuando Sara huye de la Alemania nazi por uno de esos senderos), o pasábamos por Elten camino de la orilla del Rhin, allí donde deja de ser alemán y se vuelve neerlandés. ¡Qué días tan felices aquellos, mare mía de mi arma!
Weiß/Colonia, 7.5.
1:45 am : Hay varias teleseries policiales europeas que transcurren en el extranjero: en Lisboa, Barcelona, París, Zúrich,Venecia, Bolzano, Zagreb, Estambul, la isla sueca de Gotland, y alguna más que no recuerdo. La que más me gusta es la del comisario parisino Dupin, desterrado como castigo a la Bretaña. Ojalá todos los castigos fueran unos semejantes . El episodio de esta noche es nuevo y me reafirma en mi buena opinión sobre la serie y el protagonista.
Miro en la bandeja de entrada de mi estafeta virtual la correspondencia sin contestar y no se me suben los colores a la cara porque la vergüenza era verde y se la comió un burro, como decìa mi abuela Remedios. ¡Ay! Susanita en mi Güeno Saire querido, Jorge en el Detritus Federal mexicano y Freddy en Lausana, Lola en mis madriles, Henry Horacio en Paisápolis… Qué desastre, trataré de remediarlo este domingo. Si es que los dioses me son propicios, o mejor, no me son adversos.
Rastreando material para mi nuevo artículo en Árbol Invertido, y una vez descartadas la sorpresa y las carcajadas porque ya conozo los textos, desde muy atrás en el milenio pasado, recapacito en lo buen escritor que era Jardiel Poncela, con independencia de su fenomenal humorismo. Cuánta fluidez en su escritura, cuánto acierto en la adjetivación, cuán acertado el enfoque de cada uno de los temas que tocaba. Qué envidia tan grande. Pero cuánto aprendimos de èl, sin darnos cuenta.
Weiß/Colonia, 8.5.
Tuvimos larga visita de Rebeca y Montse, con café y pasteles. Montse y yo nos decidimos por el que en alemán se conoce como Bienenstich [literalmente “picadura de abeja”] que es dulce de un modo un pelín menos que pecaminoso. Hablamos largo del desastre que es el problema escolar en este país: chicos como nuestro Henri perderán un año íntegro de su formación. Montse nos pone el ejemplo de un contradiós con una tarea impuesta a los niños del curso de Henri, en una clase a distancia, vía compu, donde se trataba de las leyes del Imperio Romano y se mencionaba una de ellas, según la cual los padres podían vender a sus hijos. Ocurre que Henri levantó la mano en la pantalla, la maestra le admitió la pregunta y Henri preguntó que por qué los padres podían vender a sus hijos en Roma, y la maestra le contestó que no lo sabía. Al oírselo contar a Montse no me caí de culo porque estaba sentado. ¿Qué especie idiota de Pedagogía es la que pide a los alumnos que reflexionen sobre un tema (la patria potestad del pater fanilias romano) acerca del cual el maestro no sabe respuestas a las preguntas más elementales? Así anda este país, la antaño alabada «tierra de los poetas y los pensadores». En este punto pedí que pasáramos a otro tema o me daba por salir con la escopeta a buscar a esa maestra. Les hablé entonces del documental acerca de cuando Elten fue por unos años un municipio neerlandés, y como son baquianas en ese territorio les interesó mucho la historia.
Mientras charlábamos pasó el cartero y me dejó dos libros, la última novela de Joserre, y Alma y acero, un ejemplar del precioso libro–homenaje a Carmen en la Residencia de Estudiantes, hace un par de semanas. Cada uno con una dedicatoria de lo más cariñoso. Buena lectura a partir del lunes, que tengo un par de días sin compromisos, Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
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