Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 2 / 2012

De mi Diario : Semana 2 / 2012

 

Weiß/Colonia, 8.1., primera hora del día

El Lobo es una serie noruega de culto, y cada vez que la pasan la vuelvo a ver. La protagoniza Varg Veum, un detective privado de Bergen. Hoy repitieron el episodio del envenenamiento con cianuro potásico, cuyo final contiene una especie de lección moral extraña: hay cómplices que a veces deciden pagar con la propia vida un crimen que no cometieron. Una gran serie, como la sueca de Maria Wern, que corre en paralelo: estas primeras semanas del año son harto promisorias. Cuanto más filme veo, menos literatura deseo. Yyy, a lo mejor es cansancio del material, diría Manolito, que no es tan bruto como cree Susanita. Limitado, sí, pero no bruto.

 

Weiß/Colonia, 8.1. (1)

De algún modo me dan una cierta pena las generaciones que crecen con otros piratas distintos a Errol Flynn y Anthony Quinn, sobre todo don Errol. Acaban de pasar a una hora muy atractiva para esas generaciones, 1:30 p.m., Against All Flaggs [La isla de los corsarios], diversión pura,  con una Maureen O’Hara comestible a besos. Pero luego busco un enlace para un hipervínculo cuando suba el diario a Fronterad, y descubro que todas, todas las entradas en español, acerca de esta peli, hablan de que transcurre en una isla del Caribe. ¿Será posible que nadie se dé por enterado de que Madagascar está en el océano Índico?  Me entra la duda cuando leo en uno de esos enlaces «el puerto de Madagascar en una isla del Caribe», recurro a mi gigantesco Atlas Aguilar y localizo un arrecife llamado Madagascar frente a la costa yucateca, pero en la peli es evidente la referencia a una isla desde donde los piratas amenazaban la ruta comercial inglesa a la India. ¿Qué hacer?, como se preguntaba Lenin, angustiado, sintiendo una erección dolorosa y sosteniendo al mismo tiempo con ambas manos una edición monumental del Kama Sutra.

 

Weiß/Colonia, 8.1. (2)

Diny vino de repente a mi cubil para decirme que Guelbenzu escribe de distinta manera que los demás autores de policiales, y al decírmelo ya se le nota que es una manera que le gusta. Cosa que me alegra, porque José María se alarmó al saber que le regalé a Diny una novela suya para el International Gift Day: «Feliz Navidad, queridísimos, aunque me quedo en vilo pensando si no defraudaré a Diny. Con lo bien que iba todo»  Alarma infundada.

 

Weiß/Colonia, 9.1.

Voy a Rodenkirchen a fotocopiar para La Maguita 27 páginas de un libro dedicadas a Alejandra Pizarnik, su Alejandra, a quien hasta le tiene dedicado un blog en exclusiva. Y se las fotocopio sin el más mínimo remordimiento de conciencia, por tratarse de un libro que no puede comprar en Costa Rica, ni tampoco tiene a nadie que se lo consiga en Chile, donde se editó. ¡Ni siquiera está en la red!  Aprovecho el viaje para hacer unas compras: arenques en salmuera toscana, foie gras flamenco, aguardiente de hierbas, sobres blancos DIN A5 y la revista con la programación de la siguiente quincena en la tele; por cierto que no compro la edición normal de 1,60 € sino la “cara”, de 3.50 €, la que incluye un DVD, porque esta vez se trata de Eastern Promises, una de mis pelis predilectas. Y mientras espero el bus de vuelta soy testigo de las medidas pedagógicas de una abuela algo mayor que Diny con un nieto de la edad de Henri, a quien ella quiere obligar a que recoja su paragüitas, que ha tirado al suelo, mientras que él se empeña en abrir el paraguas de ella. Gana la fuerza bruta. Es decir, la abuela. Que se aleja con él diciéndole cariñosamente pero para que la oiga yo: «Tienes que aprender desde pequeñito». Me deprimí aún más de lo que ya lo estaba. Menos mal que Diny ha cocinado hoy el gratinado de papa, huevo y tomate que es el que más me gusta entre los de su repertorio (¡el único sin hortalizas ni legumbres!)  La cocina, qué gran medicina.

 

Weiß/Colonia, 10.1., primera hora de la noche

Orino en el baño chico y registro una vez más, sobre la repisa de la cisterna, el paralelepípedo con 12 paquetitos de pañuelos de papel –sin abrir– que Diny compró cuando tuve aquel feroz resfriado, hace unas dos semanas. Diny no entenderá nunca que yo prefiero sonarme la nariz en un pañuelo de tela, y cuando está saturado, lavarlo y tenderlo a secar sobre el radiador de la calefacción, mucho mejor que escoriarme las narinas con el raspado de la celulosa. Recuerdo una vez más, mirando ese paquete, aquella escena de Tienes un email en la que Tom Hanks visita a Meg Ryan, resfriadísima en su apartamento y sonándose la nariz cada vez con un kleenex que sin solución de continuidad tira al suelo. Meg Ryan en esa escena, pura publicidad subliminal de la firma Kleenex, y yo lavando mis pañuelos de tela para tenderlos a secar en la calefacción, somos los paradigmas de dos modos de entender la vida: el despilfarro y la sobriedad. Y que no me vengan a hablar del incremento de la infección por el hecho de usar el mismo pañuelo: desde el primer ¡Atchísssss! de Adán (o de Eva), quienes además se sonaban los mocos de una manera que nos ruborizaría contemplarla, todos los resfriados de la historia, todos, todos, se han curado al tercer día. ¡¡¡¡¡Todos!!!!!  Que me muestren un certificado médico que demuestre lo contrario.

 

Weiß/Colonia, 10.1. (1)

Cuando intercambio información vía email con Ana Nuño siempre me siento como el cojito de la carrera. Y ni con prótesis de aluminio ionizado alcanzo a seguirla sino de lejos. La veo, eso sí, allá lejos, como una fatamorgana que de algún modo me hace recordar la estampa de Minerva.

 

Weiß/Colonia, 10.1. (2)

Vamos a comer a La Modicana y de repente Carlitos frena y estaciona a un lado de la calle, lo que no puede significar otra cosa sino que ha vuelto a ver un guante abandonado, de los que entretanto tiene una colección digna del Guinness Book of Records. «Es mi segundo guante de hoy», me dice orgulloso mostrándome uno de lana roja y este de ahora, de cuero negro. Y como es un exquisito lo comenta de este modo: «Le rouge et le noir!». Pero yo, inmerso en el mundo de Mafalda, le replico: «Dejate de pavadas, son los colores de la bandera anarquista». Le envío este texto a Carlitos por email y me contesta: «Se [te] escapó un detalle, Ricardo, [te] presenté a los dos guantes como «LA rouge et LE noire», evidentemente aludiendo al clásico pero con un toquecito marginal; es que el guante rojo era uno de mujer, el negro evidentemente de hombre, lo que a lo mejor no pudiste ver por el vidrio del coche. Pero bueno, la cosa tiene su gracia por haberlos encontrado a un par de cientos de metros de distancia. Es que esos guantesCreo los voy a enmarcar y dejarlos para la posteridad posterior a nosotros». Y las venideras generaciones los venerarán, como nosotros la taza de urinario de Marcel Duchamp. Enter.

 

Weiß/Colonia, 11.1., primera hora de la noche

Pasan en la tele la segunda peli con el excelente actor belga Koen de Bouw en el papel del comisario flamenco Eric Vincke, de la división criminal de la policía de Amberes. No es una serie de las que salen por temporadas, cada caso es una peli full time, para las salas de cine. El formato permite un tratamiento del tema y las figuras en una dimensión prácticamente imposible en las series, donde el desarrollo de los personajes está ligado a la continuidad dentro de las mismas, con la posible excepción de las series de Wallander por Kenneth Branagh. Sea como fuere, de este comisario flamenco quiero ver todas las que lleguen a filmar.

 

Weiß/Colonia, 11.1., a las 3 am.

Me gusta que no haya encendidas luces innecesarias, abomino del gasto innecesario de energía, y no por motivos presupuestales domésticos, sino como principio. Y así, a esta hora, esa sombra que se desliza por el pasillo, indirectamente iluminado por la luz de mi cubil, esa ósmosis visual de un Groucho Marx apático, un Quasimodo con artritis y un King Kong que sabe que su avatar está condenado al fracaso, esa mezcla espantosa, soy yo.

 

Weiß/Colonia, 11.1. (1)

Oskar es único. Estaban Diny y Montse platicando y apareció en el diálogo el nombre de una amiga, CN, comentando Montse: «¡Qué mujer tan insoportable!»  Y Oskar, que andaba cerca, jugando con Henri, levantó la cabeza para preguntar: «¿Más que LT?»  Grande es este Oskar, aunque ciertamente injusta Montse con CN. Porque para cierto tipo de gente, Montse debe ser seguramente tan insoportable como CN para ella. Y hasta puede que por los mismos motivos.

 

Weiß/Colonia, 11.1. (2)

Mecha cumple 75 y nos cita a los amigos en Bonn, en el primer piso de la panadería Voigt, en la Hausdorffstraße 188-190, que es un local habilitado para sentarse cómodamente a tomar café y degustar las bombas de calorías de la repostería propia del local. Algo así como La Mallorquina en la Puerta del Sol de Madrid, pero sin Puerta del Sol, sin Madrid y sin chocolate. Vamos Diny y yo con Carlitos en su auto, y la reunión es sumamente agradable. Además del reencuentro con Valeria, embarazada de cinco meses, y conocer a su segunda hija, Ainhoa, a quien Diny le da a comer su yogur como si fuese una nieta propia. Nos toca el “rincón mexicano” de la reunión y así conocemos a gente muy interesante, de la que trabaja en esas agencias de Naciones Unidas que el gobierno federal consiguió como compensación para la ciudad de Bonn, ay, cuando una mayoría mínima de parlamentarios estúpidos enmendó a costa de nuestros impuestos (¡¡y sin la más mínima necesidad!!) la capitalidad de Alemania, desplazándola a la provincia, poco menos que a Siberia, ay una vez más. Somos las amistades más antiguas de Mecha en este país, nuestra relación se remonta a septiembre 1965, y ella y Jorge, entonces una joven pareja recién casada, estuvieron en nuestra boda, en julio 1966. Y nosotros en su casa de Montevideo, en mayo 1967, recién nacido Marcelo, su primer hijo, a los nueve meses justos de nuestra boda. Ah, la memoria, qué máquina implacable. Regresados a casa, Diny me pregunta si conozco a KQL, de quien ha oído hablar un par de veces esta noche. Le digo que sí, y que es una de esas personas en quienes la tijera entre aquello que son y lo que ellas creen que son, está tan, pero tan, tan abierta, que uno teme (con harta probabilidad de no equivocarse) que el tipo se rompa en dos.

 

Weiß/Colonia, 12.1.

Una golosina que destilo de un email de Ana Nuño y se la regalo a Héctor por si quiere subirla a su cuenta Twitter: «Dudo que Corín Tellado lo supiera, pero entre sus ancestros está Racine: Bérénice es el primer culebrón en alejandrinos».

 

Weiß/Colonia, 13.1.

Voy al centro a recoger en Saturn un DVD que encargué y me lo han conseguido, el de Moscú no cree en las lágrimas, la peli soviética que ganó en 1981 el Oscar a la mejor de las extranjeras. Aprovecho para acudir al Mar del Norte y tomarme una sopa de pescado con pincho de gambas a la plancha y un cuartillo de vino blanco del Rhône [=Ródano], o como tal lo pago. Al regresar a casa, siesta, y cuando me despierto, Paul. Este nieto de 14½ años al que se le nota que busca nuestro contacto y quiere saber quiénes somos, por qué estamos aquí, en Alemania, un país que no es el nuestro, por qué somos sus abuelos (una neerlandesa y un español) tan diferentes a cómo son sus padres y sus tíos por la manta de arriba [= la parte paterna]. Porque con Rebeca y Chico no tiene problemas, creo que los considera alemanes como a sus padres, aunque alemanes de los que se besan cuando se encuentran, y sus besos no son en el aire, es decir, que son unos alemanes sui géneris. Paul querido, qué alegría tenerlo en casa. Busco en este diario la primera vez que anoté algo a su respecto, fue el 6.2.98, tenía ocho meses: «Montse trae a Paul a casa, se quedará con nosotros hasta mañana bien tarde. Ya camina con sus andaderas por todo el apartamento. Hoy llegó a nuestro dormitorio y echó mano a los libros. El primero que ha agarrado este muchacho en su vida es Erótica hispánica de Xavier Domingo. Bien empieza».

 

Weiß/Colonia, 14.1.

Nunca sabré cómo agradecerle a Daniel Divinsky que me enviase un ejemplar de Toda Mafalda. Desde que empecé a trabajar el material, de cara a mi conferencia el 15.3. en el Cervantes de Hamburgo, tropecé con la dificultad esencial de que en los diez tomos de la edición de Lumen (que es la colección del canon que yo poseo, desde 1983) las páginas carecen de numeración. Lo cual me obligaba a ir dejando intercaladas hojitas recorderis en cada página donde aparecía un elemento a considerar para el cuadro general. Tarea de chinos sobre todo si se piensa que además de anotar en la hojita tenía que reseñarlo en una especie de diario de navegación por el Mar de Mafalda, para procurarme una vista panorámica. Todo cambió con la llegada de Toda Mafalda, donde no sólo era fácil ubicar cada historieta porque las páginas vienen numeradas, sino porque en cada página aparecen cinco de ellas. Entonces al anotar en el acápite SOPA el recorderis 88/5, significa que la 5ª. historieta de la página 88 está dedicada a la bête noire de Mafalda, y es aquella donde su mamá le explica que la sopa del día será de las que vienen en cubitos, lo que hace que Mafalda reflexione: «¿En cubitos? ¡Qué bajo ha caído la geometría, Señor!» Pero es que muy poco después caí en la cuenta de que todas las historietas, de la 1 a la 1.908 están también numeradas, así es que pude avanzar rapidísimamente en la tarea, hasta el punto de que en este momento no es tan sólo que tenga ya casi terminado el repaso del opus completo, es que, además, tengo escritos los primeros 5.000 espacios del texto de la conferencia. Tan sólo me faltan ahora los ± 35.000 restantes. ¡Sus y a por ellos!

 

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