Home Mientras tanto De mi diario : Semana 20 / 2019

De mi diario : Semana 20 / 2019

 

Weiß/Colonia, 12.5.

Cuando me levanto ya no está Henri, pasaron los padres a buscarlo, y debo haber dormido de una manera profunda, porque no los oí ni llegar ni partir. (Siempre me ha extrañado eso de que “partir” no sea tan sólo una manera de dividir o romper sino también de salir de viaje, o de argumentar: “Partimos de la base” ¿Galicismo?)

 

Cuatro equipos ingleses en las dos finales de las Copas Europeas. Curiosa manera de celebrar el Brexit, pero ya se sabe que los británicos son el non plus ultra de la extravagancia.

 

Alberto Chimal, que me cae tan bien, ha publicado un texto apocalíptico en Nexos. Lo leo y le escribo ipso fuckto: «Apabullante tu artículo en Nexos. Hace algún tiempo que me planteé la pregunta de si los censores de las fake news no terminarían por sucumbir ante la masa: “Tanto va el cántaro a la fuente, que se rompe», como diría Sancho Panza. Pero lo que tú cuentas en tu artículo sobrepasa mis peores pesadillas. ¿Y sabes cual es una de esas peores pesadillas mías? Que todo el mundo acabe teniendo como segunda lengua materna el inglés y que las redes no admitan mensajes si no es en ese idioma. Con la excusa de poder controlar mejor los contenidos de las redes, se obligará a los seres humanos a no expresarse por escrito si no es en ese idioma. Fíjate como será de grande mi desesperación que le pido a los dioses de todas las cosmogonías que China no acepte el juego. ¡Imagínate, China como esperanza!, ¡pobre Humanidad! Pero el resto lo habrá querido así, a fin de cuentas».

 

Un episodio nuevo de la saga policial sueca de Sandhamm en torno a Nora Linden y su amigo de la juventud, Thomas Andreasson, ahora comisario de policía. Habrá que esperar a los que sigan, pero pienso que ya aquí se insinúa una nueva línea en el diseño argumental, se le rinde menos tributo a lo “exótico” del escenario que a la sicología de los personajes y al desarrollo de la acción. Y el resultado gana en calidad. Pero lo dicho, habrá que esperar a nuevos episodios para ver si esta línea se mantiene. Ojalá, porque los protagonistas se lo merecen.

 

Weiß/Colonia, 13.5.

2:00 am : Acaban de pasar Días del cielo, de Terrence Malick, ¿y de quién si no?, una de las más bellas pelis filmadas jamás. El guion del propio Malick, la partitura de Ennio Morricone (nominada para el Oscar y tan a contrapelo de las que hizo para los espaguetis–western) y la prodigiosa cámara de Néstor Almendros (que sí consiguió el Oscar), y eso para no hablar del elenco, logran una simbiosis tan perfecta que se paladea de nuevo, como en un Single Malt de 12 años, el sabor a turba del mejor cine. La secuencia de la plaga de la langosta  recuerda la mejor prosa de García Márquez –quien también la tiene mediocre, y hasta deleznable– mutada en imágenes. ¡Qué gran final para un día tan a trasmano y con tantos traspiés!

 

En lo de la pedicura, con Saskia, y nos despedimos hasta julio porque en junio viajará con sus padres y su marido a Los Ángeles (vuelo directo desde Fràncfort), y allì piensan alquilar un auto para recorrer la costa Oeste de los USA. Ya son ganas de viajar, a fe mía.

 

Me pasa Manu, desde mis madriles, una grabación de “Una voce poco fa”, por Teresa Berganza, y le escribo dándole las gracias: «Extraordinaria. Yo asistí a un recital suyo acá, en la Ópera de Colonia, donde cantó dos bises. Uno de ellos fue el tango de la Menegilda, de La Gran Vìa. La acompañaba al piano su marido. Se hizo un lío con el texto, pero siguió adelante como si no se hubiese equivocado, tras una mirada de inteligencia con su marido. Y claro, en el teatro éramos minoría los que entendíamos el español, y más minoría (tal vez yo solo) los que conocían de corrido la letra del tango. Al día siguiente la llamé por teléfono a su hotel (frente a la catedral), para felicitarla por su recital y por haber salvado el escollo del traspiés con la Menegilda. «Así que hubo alguien que se dio cuenta: usted. ¿Se imagina? En Madrid me hubieran abucheado»».

 

Weiß/Colonia, 14.5.

Me despierto a las 9:20 am con un insufrible dolor de espalda que me hace gritar sin querer a cada movimiento que hago. Tras una friega con pomada de alcanfor, que me hace Diny, hora y ½ tendido boca arriba con el cojín eléctrico bajo la espalda, El dolor va remitiendo poco a poco, pèro noto el alivio. A las 11 en punto me levanto.

 

En La Modicana, hoy con Diny, ella encarga el menú 1 (ensalada + pasta con carne de ternera) en tanto que Carlitos y yo nos decantamos por el menú 2, sopa mediterránea de pescado y arroz, (con más arroz que pescado) + tres bolas de helado de mascarpone. Carlitos se come su sopa sin dejar un solo grano de arroz, y yo pago mi despiste de haber leído sólo “sopa de pescado”, pero no “y de arroz”, dejando alrededor de la ½ del condumio. El arroz es bueno para la paella, para el nasi goreng, para el riso in brodo o el risi e bisi, pero en una sopa de pescado anda sobrando. Carlitos arguye que tuvo que terminar su plato porque su abuela le enseñó que hay que dejar el plato vacío al terminar de comer. Como si su abuela estuviese ahora mirándole a sus espaldas.

 

Weiß/Colonia, 15.5.

Larga conversación telefónica con Violeta, que el domingo volverá a Karakogrado, capital de Venezuelistán. Es una sensación muy rara, esta de conversar, viviendo uno si no en el Paraíso al menos en el Limbo, con alguien que regresa voluntariamente al Infierno.

 

Ibsen me manda un abrazo desde la “Bogotown” donde se exilió y me cuenta a propósito de unas misteriosas muertes descubiertas hace un par de días en Passau, acá en Alemania, en la frontera con Austria: «La verdad que esta moña de los cadáveres asaeteados con ballesta me tiene atrapado. ¡Como si no tuviese asuntos que atender! Podría ser una secta, dicen». Releo en el diario lo que ha aparecido hoy acerca del caso, y le contesto: «Según parece fue un caso de muerte voluntaria seguida de suicidio. La más joven de las mujeres disparó con la ballesta al corazón de la otra mujer y del hombre, y luego se disparó a sí misma en el cuello. Y sí, todo apunta según la policía a que eran miembros de una secta medievalizante. ¡Como si no bastase con la Edad Media a la que estamos retrocediendo a ojos vista!»

 

Me jalé de una sola sentada el primer episodio de la trilogía del comisario Stave en las ruinas del Hamburgo de la inmediata posguerra, escrita por Cay Rademacher. Es un autor alemán que conozco gracias a Violeta, en Karakogrado, quien me habló de su saga provenzal con el capitán Roger Blanc. Quedé avergonzado de que desde el dizque tercer mundo se me desasnara acerca de un autor alemán, así es que me puse a recabar datos sobre él y ahí descubrí que antes de irse a vivir a la Provenza y comenzar la susodicha saga, le había dedicado una trilogía al desempeño de un comisario alemán entre los escombros de Hamburgo durante los años de la ocupación inglesa, concretamente entre enero 1947 (el invierno más cruel del siglo pasado) y junio 1948. El comisario Stave me interesó más que su colega provenzal. Y la lectura del primer tomo de la triglogía me ha convencido. Sólo me sorprende que un autor alemán (amén del Lektorat de su editorial y los correctores de la imprenta) confunda el whisky con el whiskey.

 

Weiß/Colonia, 16.5.

Anoche, a renglón seguido de mi lectura de El asesino entre los escombros, pasaron una peli de Mike Leigh que no conocía: Another Year [Un año más]. Leigh es magistral. ¡Qué peli tan, tan sencilla y tan, tan hermosa! Y qué actriz tan portentosa es Lesley Manville. Con un elenco a su alrededor que no desmerece de ella, antes bien la realza. Dos horas de cine de la mejor calidad, pero apenas terminó el pase me fui a dormir sin ceder a la tentación de abrir la compu.

 

Nuestros vecinos los nigerianos del piso de abajo tenían en su casa, desde el martes, un paquete voluminoso destinado a nosotros y del que nos vinimos a enterar porque hoy nos dejó el cartero un paquetito para uno de ellos. Al ir a entregarlo Diny, se encontró con ese paquetote venido de España y que Diny al principio pensó que de repente contenía una bomba. Pero no, enseguida me di cuenta de que era Pepe Baena quien nos lo enviaba y abrí el paquete con mucho cuidado porque también me di cuenta de cuál era su contenido. Botellas. Tres botellas. Una de vermut y una de vino naranja de las bodegas de Melquiades Sáenz en Moguer, y la tercera de vino blanco de uva Vermentino, de la bodega Delea a Marca, en Villablanca, amén de un ejemplar del libro Clauss, que esperaba ansiosamente desde que me enteré de su publicación. Ipso fuckto llamé por teléfono a Punta Umbría para darles las gracias, a Pepe y a Cruz, que nos han regalado tanta Huelva embotellada. Todavía no salgo de mi asombro pensando que estas tres botellas llegaron indemnes desde Troglodia hasta Colonia. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

 

Weiß/Colonia, 17.5.

2:00 am : Acabo de ver Polisse, una peli francesa que tiene mucho de documental y cuyo título es una ironía, porque se pronuncia exactamente igual que Police: al sincronizarla, los alemanes hicieron lo mismo, titulado Poliezei, que se pronuncia exactamente igual que Polizei, mientras que en España, donde podían haberla titulado Polizzía, dejaron el título original. Es una peli acerca del trabajo de la brigada de protección de menores en París, y creo que la perjudica un exceso de verismo, pero es desde luego interesantey da mucho que pensar.

 

Mi columna en EE, puntual esta semana. Y una cauda de comentarios en el foro. Recién ahora, al verla en pantalla, se me ocurre que debería haber incluido un hipervínculo con el artículo de Alberto Chimal en Nexos.

 

Viene Henri a quedarse en casa hasta mañana. Diny le prepara una pizza margarita, la única que le gusta, y se la pone troceada en la mesa, cuando sirve la cena para nosotros. Pero él se obstina en que no quiere comerla cenando con nosotros, sino teniéndola al lado de la compu portátil en la habitación de Diny, lo que al final hace porque Dios es grande en el Sinaí y me contengo a tiempo para evitarnos un disgusto. Tiene la suerte de que es mi nieto y no un hijo mío, porque en ese caso le habría obligado a comer y a sentarse a la mesa como es debido, no de costado y balanceando las piernas. Es duro confesarlo, y más de un nieto, pero me hinchan las pelotas los niños carentes de modales. La única excusa que les abono es que no son ellos los culpables.

 

Weiß/Colonia, 18.5.

0:50 am ; En el canal de la TV de Múnich han programado para las noches de los viernes unos western de los viejos, de los clásicos. Esta noche ha sido Billy Two Hats [Billy Dos Sombreros], que seguramente la he visto en su día, pero no la recordaba, así es que ha sido como si fuera un estreno para mí. Además de las dos buenísimas actuaciones de Gregory Peck y Jack Warden, me sorprendió la de Sian Barbara Allen, actriz que no recuerdo de ninguna otra peli, y la biblia de los cinéfilos, www.imdb, me da la razón porque esta fue una de las nada más que tres pelis en que intervino, el resto de su carrera son telefilmes o teleseries. Una verdadera pena porque su talento queda de manifiesto en el papel de la esposa tartamuda de un granjero, que la compró en un mercado ad hoc de St. Louis. Qué no venderán los gringos, me pregunto.

 

Ayer me escribió la scimmietta para agradecerme el regalo que le hice, de la robinsonada de Gerhart Hauptmann (cinco días de Villanueva de las Carretas, provincia de Burgos, a Roma), y también el de varios enlaces que le he ido enviado en días pasados. Uno de ellos parece haberle impresionado muy especialmente: «El artículo de Alma Delia Murillo en sinembargo.mx me hizo temblar de horror: nosotros los seres humanos, capaces con nuestra mente de elevarnos a las más altas cimas del arte y del pensamiento, ¡a qué abismos de brutalidad somos capaces de llegar! Siempre he mirado con cierta inquieta curiosidad a la maldad, tratando de individualizar la línea sutil que separa la naturaleza y el instinto de la “locura”: si bien la agresividad desarrolla un importantísimo papel biológico, los crímenes violentos que los hombres (como los del artículo) cotidianamente cometen no tienen nada de “natural”, de biológicamente comprensible. Recuerdo que Fromm, en su Anatomía de la destructividad humana, afirmaba que en gran medida la sociedad moderna es la que fomenta y amplifica la agresividad natural del hombre, llevándola a los límites de la patología. Hoy que el rapidísimo e incesante desarrollo de la tecnología nos ha llevado a adoptar formas de vidas cada vez más enajenadas y áridas, me pregunto qué le sucederá a la sociedad: ¿seguirá existiendo una, o las relaciones humanas sucumbirán frente al creciente aislamiento en que vivimos?»  Mi pregunta sería otra¿Sobrevivirá la civilización al creciente imperio del crimen, al desprecio de la normatividad que rige la convivencia en nuestras sociedades occidentales?  Uno de los problemas más graves que enfrenta actualmente la policía alemana es el bloqueo de las autopistas por las caravanas de autos de los invitados a una boda, la mayoría de ellas en la comunidad turca, que se comportan como si el Código de la Circulación no existiera para ellos, como si fuese papel mojado. Según leo en el Kölner Stadt Anzeiger de hoy, entre el 1.º de abril y mediados de este mes, la policía tuvo que intervenir 122 veces para deshacer ese tipo de bloqueo “festivo”.

 

Me jalé desde ayer tarde a hoy mañana el segundo episodio de la trilogía del comisario Stave, en la inmediata posguerra de la 2.ª guerra mundial, entre los escombros de Hamburgo. Ha sido fascinante acompañarlo con el plano de la ciudad extendido sobre la cama del cuarto de los invitados. Y en la pg. 39 un diálogo fulminante entre Stave y el oficial inglés MacDonald, que colabora con el comisario. MacDonald le pregunta: «¿Y cuál es su plan?», a lo que Stave responde: «Si quieres conseguir que Dios se ría, haz un plan».

 

Encontrado mientras buscaba material para los The Twitter’s Digest de la semana próxima:

 

 

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