Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 20 / 2023

De mi Diario : Semana 20 / 2023

Rodenkirchen, 14.5.

Terminé anoche de releer las Comedias agradables de Shaw, esto es: el entremés napoleónico El hombre del destino y la divertidísima Nunca puede saberse. Del prólogo del entremés esta cita: «Napoleón, como implacable artillero de la morralla política, está convirtiéndose en personaje útil. En verdad resulta ya casi imposible vivir en Inglaterra sin sentir algunas veces cuánto perdió este país al no haber sido conquistado por él como por Julio César». De la comedia una réplica que siempre me ha hecho reír las tres o cuatro veces que la he leído. Está en el primer acto, cuando los chicos Clandon, quienes han crecido sin padre, se encaran con la madre y Philip le dice: «Mi conocimiento de la naturaleza humana me obliga a creer que hemos tenido un padre y que tú probablemente sabes quién fué». Todo lo que sé acerca del diálogo lo aprendí leyendo a Ibsen, Pirandello, Shaw y O’Neill. Y no dialogo nada mal. Mis cuentos lo demuestran, hasta los de data más antigua.

Vino Chico y sacó pasear a Diny por el parque y a comer barquillo con fresas en la cafeteria del Maternus. Luego hemos estado conversando acerca de la visita de los cinco hermanos de Diny el viernes 26, iremos a almorzar al Bistro Verde lleguen a la hora que lleguen, porque allí  hay cocina corrida desde las 11 am a las 11 pm. Y hemos decidido, además, que –como seremos ocho en total– dividiremos la factura entre 7 y así será Diny nuestra invitada. Llamamos a Willy y le comunico el plan, que le parece muy bien. A él y a los otros cuatro les paso por email el enlace con la página web del BV, para que se hagan una idea de dónde van a comer (aunque Willy ya ha comido allá dos veces por lo menos, que yo recuerde), y otro link con el menú. Recibo una respuesta (de Marcel) en la lengua internacional de Internet

Me llamó mi sub por Skype y estuvimos platicando más de una hora, de la pretotalitaria realidad presente en su México lindo y herido, y de nuestro día a día en el Maternus. Si por ella fuese, ya estaría en Madrid, pero su marido aduce, y creo que con toda la razón, que a sus 68 años no ve muy claro lo de comenzar una nueva vida en otro país.

Rodenkirchen, 15.5.

Anoche estuve viendo The Last Right [Un último favor], un road movie irlandés, con ribetes de humor negro y algunos diálogos muy divertidos. No es nada del otro jueves, pero me gustó mucho porque no hay en el reparto casi ningún rostro conocido, y eso es siempre es de agradecer, en especial si como en este caso uno descubre a una excelente y súper atractiva actriz, Niamh Algar [*1992], con una bastante nutrida filmografía irlandesa desde sus 19 años.

Acudo a Radiologie360º, como me prescribió mi neumólogo, para que me hagan una CT [=tomografía por computador]. Me la hacen y el radiólogo me explica luego que mis pulmones están limpios, si bien todavía pueden verse las cicatrices de la doble pulmonía de hace algunos años, pero eso es lo único resaltable. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

Como Rebeca me avisó que había acompañado a Diny al comedor del Maternus, celebro el diagnóstico del radiólogo yendo a comer en el Bistro Verde, a la ½ de mi camino de regreso a casa. Las camareras me saludan afectuosamente y la que se llama (creo) Petra, me trae un Chardonnay sin necedidad de que se lo pida. Le encargo espárragos con papas cocidas y emperejiladas, y salsa holandesa: es la temporada del espárrago y Diny me tenía acostumbrado a comerlos dos o tres veces en semana, es uno de sus platos preferidos. Dos mesas más allá se sienta una señora de unos 60/65 años a la que veo que asimismo le han servido un Chardonnay y pego la hebra con ella. Resulta que también es una residente del Maternus, su apartamento está en el 5.º piso. Me cuenta que está muy disgustada porque en la última asamblea de su personal se tomó la decisión de prohibir las propinas, una decisión que a mí, en cambio, me parece algo –mucho– más que razonable. Y antes de irse me dice que esta tarde, a las 4, hay en él una conferencia sobre Delacroix, el pintor impresionista. Intento explicarle que monsieur Delacroix fue un pintor romántico, pero en materia cultural una alemana (o un alemán) de sus años no se deja corregir por un extranjero. También esto es Alemania.

Con Rebeca en el Maternus. Tiene una serie de habilidades manuales que me maravilla. Por ejemplo, me arregló ahora, en un santiamén, el cierre de uno de los cajones de mi escritorio, al que saqué de su anclaje por mor de una carga excesiva de papelerío en el cajón inferior. Ahora que he hecho limpieza a fondo del papelerío, ese cajón saliente me molestaba la vista como testimonio patente de las dos manos zurdas que me regalaron los dioses todopoderosos. Quienes en compensación me regalaron una hija como Rebeca.

Rodenkirchen, 16.5.

Anoche vi una lindísima peli brasileña, Pai em Dobro [Padre por duplicado], para nada trascendente y bastante previsible, pero con todo me encantó su incorrección política, sobre todo las escenas de la madre de la protagonista en el centro de budismo zen en la India: son una golosina para la vista y el oído. En medio de la peli llegó una llamada de Werner, desde su casa cerca de Luneburgo: me dio la impresión de que tenía unas copas de más y unas células grises (diría Hercule Poirot) de menos. Tuve que terminar la charla porque se repetía estropajosamente y alegué un trabajo que debía terminar esa noche.

Hoy, en La Modicana, me entrega Ulli las cuatro copìas del apéndice manuscrito añadido a mi testamento con fecha 25.11.2008, en el que legaba a Carlitos la propiedad de mis libros de Arte, excepto aquellos que quisieran quedarse mis hijos. Lo descubrí cuando hice zafarrancho de limpieza en todo el papelerío que me traje del Pflasterhofweg y se lo entregué el martes pasado a Ulli, pidiéndole que me hiciera por favor cuatro fotocopias, para mis hijos y para mí. Se me olvidó consignarlo. Hoy encargó Ulli una ensalada de las suyas, Carlitos unos tallarines con setas y yo una ensalada de espárragos con alcaparras. Con ella se produjo un malentendido, porque pensé que además de los espárragos y las alcaparras la signora mezcló otro vegetal que fui poniendo cuidadosamente aparte. Al final el plato estaba  en disposición de rebañar (=fare la scarpetta) pero Minou y Ulli me preguntaron sorprendidas por qué no me comía los espárragos verdes. Tableau! Avergonzado les dije que me servirían de postre. No se lo creyeron e hicieron bien en  no creerme porque fue una mentira más que piadosa para conmigo mismo, aunque dejó documentada mi aversión al verde en materia de legumbres y similares.

Vino Jessica a recoger un ejemplar de mi álbum de CD con seis retratos de mi serie “Latinoamericanos en Europa”, que hice durante 16 años en la Deutsche Welle, entre ellos el de Ricardo Ojeda Vera, quien es venezolano, compatriota de Jessica, y la primera persona en fotografiar la muerte de los árboles, con cámaras especiales diseñadas por él. Me dio Jessica una buena noticia, y es que con toda probabilidad, allá por diciembre volverá el Maternus a tener cocina propia y se acabará la cocina encargada a una de esas fábricas de alimentos. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

Rodenkirchen, 17.5.

Hoy tuve un grandísimo susto. Le dije a Diny que por qué no bajaba a los jardines del Maternus en el patio interior que vemos desde el balcón. Me dijo que no le apetecía. Pero al rato la vi buscando la salida del apartamento, con su bastón, y le pregunté que adónde iba, me contestó que a los jardines. Le dije que no con el bastón sino con el andador. Aceptó a regañadientes. Al cabo de un par de minutos me asomé al balcón y ni rastro de Diny. Como desde el balcón puede verse la puerta automática que da acesso a esa zona ajardinada, esperé un par de minutos más, me dije que hay veces que los ascensores se demoran mucho en llegar. Pero Diny seguía sin aparecer. Llamé a la Recepción y le pregunté a la chica de guardia si había visto pasar a mi mujer. Que sí, hace unos minutos, me dijo. «¿Y no la detuvo? Hace algunas semanas le pedí a Herr Nicol que si mi mujer aparecía en la Recepción la detuvieran con alguna excusa y me llamaran de inmediato, y Herr Nicol me aseguró que lo había comunicado ahí». «Perdone, Herr Bada, pero de eso nadie me ha dicho nada». Como pude, me cambié de ropa (estaba en pijama) y salí ± desesperado a la calle, venía un autobús y le di las gracias a los dioses, un minuto después estaba ya en .la Plaza Maternus, la siguiente parada. Revisé la plaza, que es grande, y ni rastro de Diny. Vi llegar otro bus en la dirección contraria, me subí a él, bajé en la siguiente parada, ante el Maternus. Y pensaba meterme en el ReWe por si a Diny le había dado el capricho de ir de compras (aunque no llevaba su cartera al irse), cuando la recepcionista me vio y me gritó «¡Ya está ella de vuelta, Herr Bada!» En efecto, estaba Diny de vuelta y ya en el ascensor le pregunté que por qué me había mentido y me contestó que quería dar un paseo hasta la Plaza Maternus pero se devolvió porque hacía un frío glacial e iba vestida con una blusa sin mangas. Apenas acá telefoneé a Jessica, quien sustituye a Herr Nicol, de baja por enfermedad durante un mes (¿qué tendrá el pobre?), y le conté lo que había pasado pero ya lo sabía por la recepcionista, quien se comunicó con ella apenas me vio pasar como perseguido por una jauría. Jessica me dijo de manera muy educada pero indesoiblemente apremiante que si la cosa se repetía mi obligación era comunicarlo sin demora a Herr Nicol o a la dama de guardia, que ellos se encargarían de buscar a mi esposa: «Imagínese a usted buscando acezante y que le dé un patatús o se caiga en la calle o en el bus, que ya le ha pasado. Lo de hoy no puede volverse a repetir». Cuando horas más tarde me comunico con Rebeca y le cuento, me dice exactamente lo mismo que Jessica, y ella trabaja también como dama de casa en una Residencia homóloga del Maternus, así que esa es la fija.

Por lo demás, hoy pasé horas poniendo al día mis archivos, cotejando lo que hay en Word con lo que hay en mi USB. Excepto lo trabajado entre el domingo 7 a mediodía y el viernes 12 también a mediodía, creo que lo he salvado casi todo. Laus Deo!

Rodenkirchen, 18.5., Jueves de la Ascensión

Hoy es en Alemania el Día del Padre y almuerzo con Diny y Rebeca en el chino. Diny encarga unos fideos con carne de pollo, Rebeca un nasi goreng y yo langostinos rebozados (“con gabardina”, se decía en España el milenio pasado, no sé si ahora también). Cuando pido la cuenta y saco la tarjeta de crédito me dice Rebeca que hoy es el Día del Padre y el domingo pasado fue el de la Madre y nos quiere invitar. Le agradezco la intención pero le pido de manera perentoria que guarde su tarjeta. Lo que me faltaba, que ella nos invitase, con la deuda inmensa que hemos contraído con ella.

De las 2 pm hasta las 5 con los Schäfer, nuestros ex vecinos del 11b en el Pflasterhofweg. Vinieron a buscarme con su auto y al llegar al Pflasterhofweg aparcaron delante de su garaje y entramos al 11b por el camino lateral de la derecha, así me evitaron pasar por delante de la puerta del 11a, la de mi piso incendiado. Fue un largo casi monólogo mío, querían conocer más de mi vida. Hemos convivido años en el edificio común al 11a y el 11b, limitándonos a saludarnos como vecinos, y ha sido necesaria nuestra desgracia para que se revelasen como amigos. Así es que decidí comenzar igual que el Andante de la sinfonía del golpe de timbal, de Haydn, les comenté, y le tendí la mano a ella diciendo «Soy Ricardo», y ella me la estrechó y me contestó «Soy Brigitte», y luego se la tendí a él repitiendo «Soy Ricardo», y él me la estrechó y dijo «Soy Thomas», el hermoso ritual de ofrecerse mutuamente el tuteo. (Fui testigo presencial, en El Escorial, verano 1994, cuando una de aquellas siete noches de whiskies y pláticas, de repente Grass le alargó su mano a Miguel y le dijo «Soy Günter», y su traductor español se la estrechó conmovido y le contestó «Soy Miguel»). Les he contado a Brigitte y Thomas casi todo lo que recuerdo de  mis días alemanes, también de por qué tomé la decisión de exiliarme, no de España sino del franquismo, de cómo conocí a Diny, y asimismo hemos dialogado sobre literatura y música, les he descubierto las obras de Somerset Maugham, de mi Arcángeles querida, de Borges, hemos tomado café con tarta de fresas y bayas del bosque, riquísima, horneada por Brigitte, y antes de irme me enseñaron su apartamento, mostrándome los cuadros y los grabados míos que les regalé agradecido a su espontánea ayuda cuando más la necesitaba, así como el esbozo de Dieter que Thomas me compró, hemos bebido Thomas y yo unos traguitos de Tullamore Dew Honey (Brigitte no porque ella conduciría cuando me trajeron de regreso al Matternus). Amén dello, como decimos los clásicos, me regalaron una botella de Tullamore Dew de triple destilación. Al despedirnos abajo, a las 5:15 pm, mientras atravesaba la calle y me encaminaba hacia el Maternus, rebobiné en mi pantalla interior la inolvidable escena final de Casablanca, con sus dos frases que son un bien inalienable de la cultura occidental: «CAPTAIN RENAULT: Detengan a los sospechosos habituales» y «RICK: Louie, pienso que este es el comienzo de una hermosa amistad».

Rodenkirchen, 19.5.

Volví a ver anoche Padre por duplicado, la peli brasileña, esta vez sobre todo por la música, esa música brasileña de la que soy devoto desde mi más lejana juventud. ¿Quién se resistiría alguna vez, no importa en qué circunstancias, a la magia que emana de “Bahia”, “Construcción”, “La muchacha de Ipanema”,  “Desafinado”, ”Sé que te voy a amar”, “Aguas de marzoaunque de esta prefiero con mucho, como Pepe Iges en Madrid, una versión divina y que no encubre lo humano.

Hay una cosa que me tiene bastante intrigado. En nuestro cuart[it]o de baño hay dos esterillas en el suelo, una delante del lavabo, la otra al pie del inodoro, y sus dos rectángulos apuntan normalmente en posición perpendicular a las paredes laterales del cuarto. Ahora bien, yo no sé qué hace Diny con sus pies cuando acude al baño y se sienta en el inodoro, pero siempre que uno entra al cuarto después de haber pasado Diny por él, ve que a) las dos esterillas están en posición oblicua y orientadas a la pared frontal norte (con la puerta) o a la pared frontal sur (con el inodoro, el lavabo y la ducha); o bien b) perpendiculares a ambas direcciones; o bien c) una de las variaciones que pueden combinarse con las posiciones normales. Me parece imposible que alguien pueda bailar sevillanas sentado en el inodoro, pero el colmo de la perfección es cuando ambas esterillas se encuentran en la misma posición que las parejas al terminar una de las seguidillas bíblicas del Alosno. ¡Ay esa “Betsabé” convertida en “la Isabé” y esa “carta de Urías” en una “carta de Hungría” por obra y gracia del gran Paco Toronjo.

Rodenkirchen, 20.5.

Anoche estuve viendo de nuevo la Sabrina de Billy Wilder, sólo para reconfirmar mi opinión de que la de Sydney Pollack es mejor. Antes estudié la ficha de la de BW en www.imdb.com y como me lo imaginaba, las dos escenas que presuntamente suceden en París se filmaron, en los estudios de la Paramount, en el mero mero Hollywood. Y son desechables. Y no sé cómo BW le permitió a la Hepburn vestir ese traje de noche que luce en el baile de los Larrabee. Quelle horreur, mon Dieu! ¡Y qué pareja tan desemparejada es la que componen la Hepburn y Bogie!

Vinieron Rebeca y Montse para despedirse, se van el lunes a La Haya, es decir, a Scheveningen, la playa de la ciudad, donde se quedarán hasta el sábado, tomándose un merecidísimo receso tras todo lo que han trabajado desde el fatal 28 de noviembre. Las invito a almorzar en el Bistro Verde, consciente de que eso me va a costar lo suyo, porque las dos hijas tienen el mismo gusto que sus padres y el menú de espárragos (nada baratos) del BV es la pura tentación. En efecto: cada una de ellas pide una variedad distinta. Diny con huevos revueltos, Rebeca con jamón de Parma, Montse un risotto con espárragos verdes y blancos. Yo me vuelvo a regalar mis Rösti con salmón en salmuera, cediéndole la ensalada a Rebeca. Les entrego además a mis hijas los 36 € que cuestan los dos boletos de entrada a Madurodam, donde les recomiendo que no dejen de ir. Luego, al regreso, entramos al ReWe para hacer compras. Se van casi a las 2 pm y nos aseguran que el lunes nos llamarán para contarnos sus primeras impresiones.

Yoga, el libro de Emanuelle Carrère, seguía dando vueltas por el cuarto y decidí ubicarlo de una manera definitiva en el armario verde encristalado, entre A Writer’s Notebook, de Somerset Maugham, y Point Counter Point, de Huxley, y a salvo del polvo. Pero antes repasé todas las anotaciones que hice en él y decido transcribir completo un párrafo del que en su día sólo cité la primera frase. Dice así: «Tengo una convicción, una sola relativa a la literatura, bueno, al género de literatura que yo practico: es el lugar donde no se miente. Es el imperativo absoluto, todo lo demás es accesorio, y creo haberme atenido siempre  a este imperativo. Lo que escribo es quizá narcisista y vanidoso, pero no miento. Puedo afirmar tranquilamente , podría afirmar tranquilamente ante el tribunal de los ángeles que escribo “sin hipocresía”, como exige Ludwig Börne, lo que me acontece, lo que pienso, lo que soy, lo cual, ciertamente, no me brinda motivos para alardear». Lo suscribo palabra por palabra, aunque no sepa a cuál tribunal de los ángeles se refiere. ¿No será un tribunal de Los Ángeles?

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