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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 23 / 2012

De mi Diario : Semana 23 / 2012


Weiß/Colonia, 3.6., primeras horas del día

La peli del comisario LaBréa es una de las mejores introducciones visuales a nuestro viaje del viernes a París. Esta serie no es del agrado de los críticos alemanes por ser alemana y transcurrir en París y, según ellos, recurrir mucho a los clichés. Es posible que tengan razón, pero prefiero una serie alemana ambientada en París y que se ve claramente que está filmada en París, a una saga dizque ambientada en Münster pero que por razones de presupuesto se filma en Colonia, y de eso pecan mucho las series policiales alemanas. Por otra parte, y que yo sepa, Casablanca se rodó íntegra en Hollywood y está llena de clichés marroquíes, y no he visto nunca esa crítica formulada en los sesudos escritos de los críticos cinematográficos alemanes. Así pues, que les den por el culo, a no ser que les guste.

 

Weiß/Colonia, 3.6. (1)

11°: el día de verano más frío desde 1975, me anuncia Diny durante la cena. Brrrrrrrrrrrrrr

 

Weiß/Colonia, 3.6. (2)

Mis rojiblancas colonienses acaban de  proclamarse campeonas dobles de hockey sobre hierba, al ganar hoy la final de Berlín contra el equipo de Hamburgo, que es prácticamente el seleccionado que representará a Alemania en los JJ.OO. de Londres. Antes, ya habían ganado también el título en cancha cubierta. Celebro el triunfo releyendo “La bufanda de Cambridge”, un cuento que me sigue gustando por lo mucho de mí que puse en él. Narcisismo tal vez. Bueno, sí, «¿y qué?, si yo me alumbro con un quinqué», como diría mi abuela Remedios, que era una sabia.

 

Weiß/Colonia, 4.6. (1)

Llamo al Esmeralda, en París, para confirmar nuestra llegada el viernes alrededor de las 4 pm, y para saber si entretanto ya implementaron el pago con tarjeta y no en efectivo, y Jorge me dice que sí, pero además me anuncia que tiene a su lado a una persona amiga que quiere platicarme. Es Loyola, que está de paso, desde Atenas, de regreso a su São Paulo, y charlamos un rato y se despide de mí, como es lo habitual en él, con «um puta abraço»  Me cago en la remilputamadre que recontramilparió a los dioses todos, me desencuentro por cuatro días con él y además con Carles, y luego, por si fuéramos pocos, la abuelita salió de noche y también me desencontraré por otros cuatro con mi hermana Susana, que va a llegar a los parises de la Francia cuando ya estemos de vuelta en Colonia. Es de mear y no echar gota. Merde alors!

 

Weiß/Colonia, 4.6. (2)

Almuerzo con Julio la rica sopa de pescado sarda con vino ad hoc, en el italiano del sótano de Karstadt. Hacía casi dos meses que no nos veíamos, y teníamos muchas cosas que contarnos. Una de las que me cuenta él tiene que ver con su vuelo de regreso a Alemania, desde Córdoba/ Argentina a Santiago de Chile, de allí a Madrid y por fin a Colonia. En Santiago la Inmigración lo detiene con el argumento genial de que tiene que demostrar que es profesor. Sí, porque hay mucho peruano que llega al país diciendo que es cualquier cosa, y luego resulta que todos son narcotraficantes: esa es la explicación que le dan. Un oficial programa el nombre de Julio en Google y lo primero que le sale es que estuvo detenido en Perú. «Sí, por motivos políticos», alega Julio. El oficial lee bien la noticia y concuerda. Por último le permiten a Julio abrir su compu y puede mostrar el pdf con la invitación de la Universidad de Córdoba para dictar un curso, y entonces todo se vuelven disculpas, «Perdón, profesor, adelante, fue una confusión». Ay mi querido Julio, qué Dios imbécil te marcó para siempre como indígena a los ojos de toditas las esclusas inmigratorias por las que has tenido que pasarMe pregunto qué pasaría conmigo si llegase un día a Santiago y en Inmigración me preguntaran (como me sucedió en Bogotá el año 2008), «¿Y qué viene a hacer en nuestro país?», y yo les contestara «Vengo acá con la intención de asesinar a Jorge Edwards, porque es una vergüenza para la literatura en lengua española». ¿Cómo reaccionarían? [¿Qué tal si me ofrecieran asistencia técnica?  Sería padrísimo]

 

Weiß/Colonia, 4.6. (3)

Ana Rosa me manda una edición muy bella de Fortunata y Jacinta, en un solo tomo, sin aparato crítico. Esto es cosa de José María y su buena memoria, acordándose de que cuando comimos en Sacha me quejé de que había estado buscando una edición así de mi novela preferida entre las de Galdós; la única que conseguí en un solo tomo fue la de Austral, sólo que con un aparato crítico que siempre consigue distraerme de la lectura. Y entonces José María me dijo «¡Pero si hay una como tú la quieres, justamente la editó Ana Rosa!»  Y hoy, ¡zas!, me llega un ejemplar, eso se llama tener buenos amigos.

 

Weiß/Colonia, 5.6. (1)

Leo una larga entrevista con Charlize Teron en el magazine de nuestro diario. Cuenta lo difícil que resultaba ser sudafricano blanco fuera de Sudáfrica en la época del apartheid, y aún más si, como ella, eras afrikáansparlante, siendo los descendientes de los colonos neerlandeses –la gran mayoría de ellos granjeros y de mentalidad patriarcal– los que más se comprometieron en pro de la discriminación racial. Un día decidió ser modelo y se vino a Europa, y en las agencias donde se postuló le recomendaron que ocultase su nacionalidad, como un estigma. Pero una vez tuvo que cumplir con un encargo en Jamaica, y al llegar al aeropuerto de Kingston el funcionario que recibió su pasaporte lo tiró al suelo y lo pisoteó a placer. Luego, en el hotel, para registrarse, tuvo también que mostrar el pasaporte y cuando se corrió la voz de que era sudafricana se negaron a servirle en el restaurante, se quedó sin desayuno, etc. O sea, le pagaron apartheid con apartheid. «Pero no quiero darle una falsa impresión», le dice Teron al periodista que la está entrevistando: «No quiero despertar compasión. Entonces me la tragué doblada. Las cosas eran así. Y aunque me resultaran desagradables, una parte de mí entendía bien tales reacciones, no podía tomárselo a mal a la gente, después de todo yo llegaba de un país muy conflictivo e injusto». Chapeau!

 

Weiß/Colonia, 5.6. (2)

¿Qué meter en el morral para el viaje a París? Un viaje de sólo cuatro días. Por de pronto una antología de textos de la literatura universal sobre París, regalo de Rebeca; una antología de poemas alemanes sobre París, regalo de Montse; el libro de Julien Green; y una guía comentada del Père Lachaise, aunque estoy seguro de que no nos dará tiempo a ir allá: llegaremos el viernes a las 4 pm y regresaremos el lunes a las 6 pm, así es que en realidad sólo van a ser tres días y dos horas, para los cuales ya hemos aceptado tres invitaciones a cenar, una a tomar el té (con Aurora Bernárdez) y una para almorzar, en fin, un programa bastante completo, si se le añade la visita canónica, siempre que vamos a París, de las tumbas de Jean Seberg (donde dejaré una flor) y de Cortázar, y la mía, las tres en Montparnasse. Por cierto, preguntaré por la de Carlos Fuentes, tumbacantano en esa plaza, como diría un cronista taurino. Además queremos ver también la retrospectiva de Gerhard Richter en el Centre Pompidou, aunque la verdad es que gran parte de lo mejor de su obra la tenemos acá en el Museo Ludwig. De todos modos meto también en el morral, el ejemplar del libro De la aventura y la caza, de Ortega y Gasset, por si me entero de alguien que esté yendo a Caracas y puedo afrijolárselo para que se lo entregue a Ana, a quien se lo quiero regalar. Ah, y me llevaré también, para leer en el tren, la última de la saga del comisario LaBréa, Der lange Schatten [La sombra larga], y por supuesto, el Callejero Parisién, que ha sido mi fiel compañero en la ciudad desde 1988. Y se me ocurre que acompañándolo irá en el morral la Guía Baedeker de París, la edición de 1923, una auténtica joya. Es un capricho caro, pero he podido comprobar que sus planos son mejores que los del Callejero de 65 años después. O sea, en total, 8 libros:4 días, sale un promedio de dos diarios. Es una buena proporción.

 

Weiß/Colonia, 6.6. (1)

Voy a Rodenkirchen al banco (transferencias, consignación de un cheque, consulta acerca de la oferta de unas acciones gratuitas de Telefónica¿algo gratuito en pleno capitalismo salvaje?), y al correo, a despachar correspondencia quelonia, y luego al supermercado para comprarme un buen whisky que llevarme a París, donde costaría, al menos, el doble. Me decido por un Malt Single de 12 años en oferta, que tiene la ventaja de venir en un envase metálico protector, lo que es muy conveniente pensando en el trayecto en tren a París, pero, sobre todo, en Metro desde la Gare du Nord al Esmeralda. Y que no se me olvide: al ir al supermercado pasé por delante de la farmacia que está enfrente del ayuntamiento, y en su vitrina descubrí la publicidad de un nuevo fármaco llamado Diasporal. Me estuve preguntando si no será alguno desarrollado para combatir los achaques y las depresiones del exilio.

 

Weiß/Colonia, 6.6. (2)

Regresa Diny de casa de Montse y me trae la expectativa de una buena nueva. Y es que resulta que en Sürth sólo hay guarderías infantiles confesionales, con lo cual al pobre Henri, si quisieran conseguirle una plaza en ellas, lo tendrían que bautizar en cualquiera de las dos sectas, católica o protestante. Pero la guardería en Weiß, ¡y a la vuelta de nuestra casa!, es aconfesional, y ahí les han prometido que la primera plaza que quede libre será para Henri. Así es que el guión de la peli ya lo tenemos más o menos en claro: Montse lo traerá a Henri todas las mañanas, pero de alguna manera tácita estará asimismo claro que seremos Diny y/o yo quienes vayamos a buscarlo a mediodía o a primera hora de la tarde y lo tendremos en casita hasta que sus papás vengan a llevárselo, si no es el caso que lo tengamos que devolver a domicilio. YupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiAhora sólo hace falta que quede una plaza libre en esa guardería. Oremus!

 

Weiß/Colonia, 7.6. (1)

Como mañana comienza la Eurocopa, en el magazin del diario le dedican hoy cierto espacio a frases dignas del mármol y cuyo © le pertenece de un modo inmortal a personajes del mundo del fútbol alemán. Horst Hrubesch: «Si les ganamos a todos podemos quedarnos campeones». Rolf Rüßmann: «Si no ganamos aquí, por lo menos les destrozaremos el césped». Andreas Brehme (autor del gol de penalty que le dio el título mundial a Alemania en el 90, en Italia, en la final contra Argentina): «Hacer posible lo imposible es algo imposible». Toni Polster: «¡Pero qué locura, hay jugadores en el equipo que corren todavía menos que yo!» Alexander Ristić: «Si te ganan por 2:0 no es posible empatar 1:1». Lothar Matthäus, que siempre quiso hablar de manera “fina”: «Somos un grupo bastante bien intrigado» [por “integrado”]. Uli Hoeneß: «Creo que no habríamos perdido si el partido hubiese terminado 1:1». Y Andreas Möller, un genio: «Varios de nosotros han hablado de un buen partido. Me pregunto si tengo que ir al oculista o al otorrino».     

 

Weiß/Colonia, 7.6. (2)

Hoy he pensado mucho en Asséto y Félix, porque se estrena un documental sobre los últimos cuatro años de la vida de Christian Schlingensief, el creador alemán fallecido tan joven, cuando más empeñado estaba en su sueño de construir la Ópera de África en Burkina Faso. La veremos a nuestro regreso de París. Se titula Knistern der Zeit [algo así como El crujido (o El chasquido) del tiempo], y si la sacan en DVD con versión francesa lo compraré para enviárselo.

 

Weiß/Colonia, 7.6. (3)

Malala ha muerto. A principios de año. Nos venimos a enterar porque Kitty nos ha escrito, en neerlandés, desde el sudoeste de Francia, adonde se ha ido a vivir con Carlos tras su jubilación. Nadie de la familia nos ha comunicado nada y ya desde hace tiempo se había roto el contacto entre nosotros porque me llegaban devueltos los emails dirigidos a ella, a Teresa y Oke, y nunca contestó a los mensajes que le dejaba regularmente en su contestador automático de llamadas, por Navídad o Año Nuevo, y en el día de su cumpleaños. Pero no por ello nos duele menos su muerte. Queríamos mucho, mucho, a nuestra Malala. Mi reacción después de leer el email de Kitty es inconsciente y no obstante lógica: me voy a la cocina, abro la nevera y saco el frasco de dulce de leche y como una tras otra una media docena de cucharaditas. Recuerdo intensamente al hacerlo los días en Olivos, de noviembre 66 a julio 67, siendo Daniela niña, y Malala, Diny y yo de tertulia a la hora de la merienda, con una fuente llena de facturas sobre la mesa y el frasco de dulce de leche al lado, para irlas untando. Y luego el mate, amargo, con Papá Durrieu.

 

Weiß/Colonia, 8.6. 

París bien vale una misa. Y además de eso, una risa, una sonrisa, una brisa, una prisa, una Luisa, una camisa, una premisa, una divisa, una pitonisa, una manumisa, una insumisa, una sacerdotisa,  una incircuncisa, una circuncisa, una sumisa, una pesquisa, una poetisa, e incluso una papisa. Así  es que, en marcha, camino de la estación, y luego, en 3hs16’, llegaremos a la Gare du Nord. [Lo que me llama la atención es que en el viaje de regreso invertiremos 3hs17’, imagino que será porque hay alguna cuesta arriba en el camino de vuelta, que en el de ida la haremos cuesta abajo].

 

***********FIN***********

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