Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 23 / 2022

De mi Diario : Semana 23 / 2022

 

Weiß/Colonia, 5.6., Domingo de Pentecostés

1:45 am : Veo por segunda vez Adrift [A la deriva], la peli de Baltasar Kormákur, el islandés de ascendencia española (catalana, por más señas), uno de los directores más interesantes de los que forjan en las periferias. A la deriva es, para mí, el equivalente fílmico a lo que es Tifón, el relato de Conrad, en la literatura protagonizada por el mar. Cosa que no es, por ejemplo, El viejo y el mar, donde la lucha se traba entre el pescador y los tiburones. No, en A la deriva, como en Tifón, el papel principal lo desempeña el océano. Con todos sus defectos, que creo que no son pocos, y que divergen de la historia real en que está basada, esta es una peli de culto para mí, así como Tifón es la narración que más amo de Conrad y la considero una cumbre insuperable del realismo; don Conrad fue marino durante muchos años: ese tifón no se lo contaron, en ese tifón estuvo metido hasta los ijares.

Desde Valencia, Jaime me hace ver que cité mal en la última entrada del dìa 3, y que los versos «Ven, muerte, tan escondida» y los tres que siguen no son de santa Teresa, sino del comendador Escrivá¡vaya por dios, un Escrivá tenía que ser! Y sí, eso es cierto, pero pienso que más que de una mala cita se trata de una pésima redacción mía, tal vez, pero sólo tal vez, debida a un rechazo subconsciente de ese apellido, Escrivá, que ya lo llevo escrito tres veces en esta entrada y no ha estallado un incendio ni ha temblado la tierra, de modo que no es tan fiero el león como lo pintan.

Weiß/Colonia, 6.6., Lunes de Pentecostés, festivo en Alemania

1:30 am : Pasaron el primer episodio de una serie policial alemana ambientada en Ámsterdam, con un carismático y anguloso comisario Van der Valk y su equipo, multirracial como corresponde a ese crisol que es la capital del país (hay quienes creen que es La Haya, pero La Haya es tan sólo la sede del gobierno y el Parlamento). La serie es buena, y las pinceladas de color local me despiertan en el corazón el deseo de pasar todavía un par de días allá, antes de mudarme al valle de Josafat.

Escribo de un tirón el texto de mi columna para EE de este viernes, en que coinciden mi cumplesantos y el 40.º aniversario de la muerte de Fassbinder. Mi al parecer innata vocación de buitre, o hiena, me lleva a dedicarle al tema los entretanto canónicos 2.662 espacios de la columna.

Recibo un email de Josefa, donde menciona la “gota malaya”, expresión que desconocía, de manera que me puse a averiguar de qué se trata, con la impagable ayuda de mi amiga Miss Hortensia Google, y en esa búsqueda descubrí tamaña sorpresa: «Esta semana, en un artículo que publica la revista British Medical Journal, un grupo de investigadores explica que la gota, un tipo de artritis que se identifica por la inflamación del dedo gordo del pie, protege frente al alzhéimer. Los científicos, liderados desde el Hospital General de Massachusetts y el Centro Médico de la Universidad de Boston, plantean la posibilidad de que el ácido úrico, responsable de los cristales que se forman en las articulaciones y causan la enfermedad, tenga un efecto positivo sobre el cerebro». Estuve a punto de alzar los brazos al clemente cielo y declamar en un éxtasis lírico: «Gota que te quiero gota»

Weiß/Colonia, 7.6.

1:30 am : Acaban de pasar el segundo episodio de la serie del comisario Van der Valk, y el tercero y último lo pasarán el domingo próximo. Los parámetros con los que se manejan los programadores de la TV alemana inspirarían a Kant una Crítica de la sinrazón pura (y dura), sin ir más lejos.

He pasado una noche toledana, despertándome casi a cada hora, tras dormir unos diez minutos y estar amodorrado el resto, y pensando, conforme avanzaba la noche, que el reloj digital estaba haciendo la guerra por su cuenta, pero cuando me levanté a las 6 y algo, urgido por la vejiga, el reloj del cuarto de baño me confirmó que mi desorientación se debe con toda seguridad a la prolongada tensión en la que vivo y que ni siquiera me deja dormir tranquilo. Maldición eterna a los dioses que así me tratan.

En La Modicana, Ulli pide otra vez la lasaña vegetariana, Diny unos linguini con espárragos y tiras de carne de res asada, Carlitos espárragos blancos y verdes con jamón de Parma, y yo un plato de entremeses marítimos: boquerones en escabeche, gambas con gabardina, mejillones gratinados, albóndigas de rodaballoy una pródiga ensalada que se lleva a casa Carlitos para la cena. No estoy yo a mis ya casi 83 años para malbaratar jugos gástricos con verduras y otras yerbas. Gaby & Carlo, la pareja asimétrica se nos une para una tertulia mientras llega nuestra pitanza, creo que hemos hecho buenas migas y es una gente simpática con la que nos sentimos a gusto. (Las migas, ¡ah, qué ricas!)

Llamo a Marina, en Sevilla, para felicitarla en su cumplesantos, y charlamos de todo lo divino y todo lo humano (ese insípido pleonasmo), mientras afuera empiezan a relampaguear rayos y centellas y los truenos subsiguientes se oyen hasta en la orillita del Guadalquivir. Otra tormenta de verano.Y van

Busco en el Diccionario de la RALE la palabra “chamarilero” y me aparece en pantalla el siguiente «Aviso: La palabra chamarilero. no está en el Diccionario. La entrada que se muestra a continuación podría estar relacionada: chamarilero, ra (chamarilero)». Pensaba escribirle a Miguel Sáenz para que saquen semejante desatino del Diccionario, pero al parecer se dieron cuenta ya y lo han hecho motu proprio. Alabado sea el santísimo sacramento del altar. (Sea por siempre bendito y alabado).

Weiß/Colonia, 8.6.

Esta noche me he desquitado de la pasada, he dormido de un tirón casi ocho horas. Me desperté pocos minutos después de las 10:00 am y decidí levantarme a las 10:30, disfrutar de una ½ hora de relax completo, tendido boca arriba, con los brazos a los costados, las palmas de las manos sobre la sábana de abajo, los ojos cerrados, con un sentimiento como de estar recolocando todos mis enseres en sus gavetas preestablecidas. Cuando abrí los ojos para ver la hora y aparecieron los dígitos 10:29 cerré de nuevo los ojos, conté mentalmente 60 y al volver a abrir los ojos alcancé a ver cómo los dígitos 29 se convertían en 30 y salté de la cama de un solo envión, relajado y feliz como si acabase de haber echado un polvo con fembra placentera. Mi tocayo Ricardo Zamora, apostrofado como el mejor arquero de fútbol de todos los tiempos, aseguraba que su mejor preparación para un partido decisivo consistía justamente en eso, porque gracias a ello llegaba a la cancha por completo despejado y relajado. Y tal parece que su “método” se diría que debe haber sido bastante efectivo, porque al divino calvo, como terminaron llamándole, no era tan fácil hacerle un gol.

51’07” de plática telefónica con Violeta, que ha venido a pasar tres semanas en mis madriles. Ay de mí, o como dice Segismundo al comenzar La vida es sueño: «¡Ay mísero de mí, ay infelice!» Vino primero Anotota, luego Susana, ahorita Violeta Y yo amarrado al duro banco de la galera turquesa, sin poder moverme de esta Colonia de mis culpas y pecados. No es justo, Señor, no es justo, pero ya ajustaremos cuentas tú (perdón: Tú) y yo, me estás debiendo no poco. Y Tú lo sabes.

Weiß/Colonia, 9.6.

1:00 am : Pasaron el quinto episodio de la primera temporada de El joven Morse. Otra programación a lo loco. Pasaron hace tres semanas los episodios 1 y 2, hace dos semanas los 3 y 5, la semana pasada ninguno y esta el 5. Lo único positivo es que el miércoles próximo reinician el pase de la segunda temporada, a ver si es verdad que siguen en la misma tesitura y puedo volver a ver la saga completa. Habrá que hacerle una novena a san Oscar, el patrón de los cinéfilos, a ver si la cosa sigue así.

En El Espectador, una razonada columna de José Fernando Isaza, que se remonta a la Guerra del Peloponeso y la narrativa de la llamada “trampa de Tucídides”, para afrontar el conflicto latente entre China y Estados Unidos. Concluye diciendo: «Europa y EE. UU. ven esta guerra como una forma de debilitar a Rusia y así, en su hipotético conflicto con China, esta no tendría un poderoso aliado. Con algo de razón se dice que Europa y EE. UU. lucharán hasta el último ucraniano». Cuánta verdad.

Al azar de una búsqueda en los dominios de Miss Google descubro la existencia de Sofía Casanova, una mujer de quien no tenía la más mínima idea y he quedado fascinado por su personalidad y por lo aventurero de su vida. Descubro además que en 1920, publicó un libro, supongo que es una novela, titulado Viajes y aventuras de una muñeca española en Rusia. No logro encontrar un solo ejemplar en www.iberlibro.com, a pesar de que se ha reeditado mucho de su obra periodística y algo también de su narrativa, pero de ser cierta mi suposición, cae por su base que mis queridísimas Memorias de un vagón de ferrocarril, la novela de don Eduardo, publicada en 1922, no son, como siempre he creído, el primer libro narrativo protagonizado por un objeto. Nunca te acostarás sin haber aprendido algo nuevo, según aseveran las putas con un alto nivel de profesionalidá.

Me ha mandado Pepe Prats, desde su Aventura, un meditado análisis sobre algunas paradojas de la literatura actual, que acaba de publicar en Aurora Boreal, y cuando cita la invocación de Píndaro que abre El mito de Sísifo, me ha hecho volver a hojear al gran griego, a quien perdí de vista después de mi bachillerato, allá por 1955. Y está claro que tal como Pepe reproduce esa invocación, el traductor, acaso él mismo, la expresa a partir de la traducción francesa. En la edición de Ignacio Montes de Oca, obispo de Linares (México), editada en el mismo México en 1883, se lee así: «¡Alma mía! No aspires más allá de lo posible cual si fueras deidad; pero sí agota hasta el último límite tus fuerzas». Es una invocación que me viene como yelito al güisqui en estos meses de purgatorio que estoy viviendo.

Weiß/Colonia, 10.6., santa Margarita, reina, y mi cumplesantos

1:45 am : Estuve viendo una serie de documentales acerca de los últimos días en el búnker de la Cancillería, abril 1945, Berlín. Ha sido algo así como ver el modelo sobre el cual se armó el guion de la peli Der Untergang [El hundimiento en España, La caída en América Latina], y realmente con tales mimbres sólo podía salir un film estremecedor y casi casi documental a su vez. El nudo de víboras que era la cúpula nazi en el momento del hundimiento queda expuesto a las claras y sin medias tintas ni excusas ni pretextos. Si acaso tan sólo la secretaria particular de Hitler puede excluirse de la culpa general. En ese búnker se dieron cita las más bajas pasiones del ser humano, una madre –la esposa de Goebbels– llegó al extremo de envenenar a sus seis hijos antes de suicidarse. Así terminó el Reich de los mil años que nada más fueron doce, pero unos doce que parecieron durar un siglo.

Los últimos días de mis 82 años fueron días de descubrimientos. Gracias a Violeta me enteré de que a Valladolid también se la conoce como Pucela, sin que se haya puesto en claro todavía la etimología de este topónimo. Y leyendo el libro de Isherwood, que terminé anoche, me he ido enterando de cosas de las que no tenía ni la más remota idea. Por ejemplo que el adjetivo “limpio” no existe en la lengua quechua, y que en La Paz/Bolivia, al menos en 1948, no existía un cuerpo de bomberos, ya que la escasez de oxígeno en el aire a esas alturas impide la propagación del fuego. Pero lo que me pareció más simpático fue la explicación del origen del nombre de Puerto Cabello, en Venezuela. Según le contaron a Isherwood, el lugar se llama así porque se encuentra a la orilla de una albufera de aguas tan quietas que un barco puede fondear en ella pendiendo el ancla de un cabello. E se non é vero, é ben trovato.

Ayer envié al Ayuntamiento de Madrid el enlace con el último texto que he subido a mi blog de EE, y lo he hecho encareciéndole a la persona a cuyas manos le llegue que no tiene que leer sino los últimos cuatro párrafos. Pero no alimento ninguna ilusión, ni siquiera creo que les haga pupa el final de mi texto: «[Fernando VII], aquel rey felón, también tiene una calle en el nomenclátor madrileño. Más bajo no se puede caer. Tan luego Madrid, la primera en sublevarse contra Napoleón y la última en rendirse al inferiocre».

Nos encontramos con Angie & Vincent en el Delphi, y ha sido una cena memorable por lo bueno de la comida y por la ocasión. A Vincent, que mañana cumple 19 años, y es de todos los nietos el que más ha salido a mí, es un lector incansable, le he regalado un ejemplar del libro de Heinrich Böll con sus recuerdos autobiográficos: ¿Pero qué va a ser este muchacho cuando sea mayor? (Algo que tenga que ver con libros). Lo bueno es que se trata de un ejemplar autografiado por Böll, me lo regaló la editorial de René como atención por alguna de las muchas gestiones sin remuneración contable que les hice siempre «con mucho gusto y fina voluntá», como decía mi abuela Remedios. Para Vincent ha sido un alegrón en 3D, ¡un libro de Böll firmado por él! Geil!, como dicen los jóvenes alemanes.

Weiß/Colonia, 11.6.

Anoche regresamos a casa casi a las 9:45 pm y me fui a dormir una hora porque el rosado griego seco me hizo un efecto casi cataléptico. Me levanté una hora después para despedirme de Diny, que ya se iba a la cama, y estuve hasta la 1:30 am intentando interesarme por algo que hubiese en la tele, pero fueron penas de amor perdidas. Volví al catre después de leer los últimos emails con felicitaciones por mi cumplesantos. Entre ellos uno impagable de Nieves, y otro de David, a quien le he contestado con harta pena, pero es que no puedo engañar a nadie ni engañarme: no estamos para recibir visitas.

Cuando me levanto, el grifo del lavabo del cuarto de baño está abierto a toda pastilla: le pregunto a Diny que cuándo se levantó y me contesta que a las 7, es decir, el grifo lleva manando agua tres horas y ½, suerte que no se inundó el piso. Y en la cocina la heladera está abierta de par en par y en la cafetera brilla la lucecita roja diciendo mudamente que está prendida. Mi gota malaya es distinta de la que me contaba Josefa, pero igualmente implacable.

En la sección de esquelas fúnebres del KStAnz una con el signo del infinito [∞] al lado del nombre del difunto, muerto en el 2018. El recordatorio está encabezado por las palabras «Cuatro años sin ti, sobrevivir en lo incomprensible», y el cuerpo de la esquela lo ocupa íntegro el poema “Wo [Dónde]” de la gran lírica Maria Luisa Kaschnitz, que trato de aproximar a nuestra lengua sin encomendarme ni a los dioses ni a los diablos: «Dónde. En las casitas de los caracoles / sobre la huesuda rama de un cardo / de las colinas sicilianas / o en un jirón de niebla / artificial como una fuente / dibujada en el éter / por la escuadrilla supersónica. / Del alto páramo / en la cerúlea corola de la candelaria  / ante la que paso / llorando sin saber por qué. / En una mancha de luz / que vaga por la noche / en la pared de mi cuarto. / En el ala de la libélula que zumba / en la campana como si martillease. / Tú / en todas partes y en ninguna». Grande la Kaschnitz.

Largo diálogo por teléfono con Rodrigo Tomás, que me llama desde Kassel y a quien le leo la última frase que tenía escrita en este diario: «83 años y un día de mi edad, y los últimos quince años sin fumar, ni yo mismo me las hubiera creído, ninguna de estas cifras», ambas las dos (© by Cantinflas): esta coletilla la colgué de la frase después de devolver el teléfono a su soporte.

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