Weiß/Colonia, 9.6.
1:00 am : Veo por quincuagésima vez Open Range, después del partido de clasificación para la Eurocopa 2020, entre Bielorrusia y Alemania, que ganó Alemania en modo tutti fruti por 2:0. Soy un amante de los western clásicos (Ford, Hawks, Hathaway, Mann) pero creo que los de nueva planta, tanto los italianos como los gringos, son mejores. Por muy heterodoxa que me parezca incluso a mí mismo esta opinión, estaría dispuesto a discutirla con expertos en el tema. Creo que lo que Sergjo Leone, Sam Peckinpah, Clint Eastwood y Kevin Kostner aportaron al género es algo invalorable: el sabor de lo auténtico. En los western clásicos, vistos con criterios actuales, uno [yo] cree estar viendo la filmación de unas tiras cómicas con muchas viñetas por completo inesperadas en semejante soporte y que nos muestran espléndidos paisajes. Como documentación de las bellezas naturales de los Estados Unidos, son impagables. Eso sí. Y como creación de mitos con pies de barro, por ejemplo John Wayne, también. ¡Si hasta un alfeñique como Monty Clift era capaz de ganarle en una pelea mano a mano! Uno se restregaba los ojos y se daba de bofetadas para aceptar semejante anomalía ontológica. Porque lo que no puede ser, pues no puede ser, ¡¡¡y además es imposible!!! Pero el western cómic lo hacía posible.
Ayer olvidé anotar que en la noche del sábado al domingo estuve viendo, por fin, Micmacs, que se me hacía la estrecha cada vez que la quería ver. Micmacs no es una obra maestra, no, pero ya quisieran muchos “genios” del cine rodar una peli como esta, entretenida, sugestiva, ingeniosa, con un reparto sin estrellas (salvo Dany Boon; pero al fin y al cabo es el protagonista principal) e implacable en eso que antes se llamaba “el mensaje”. El basurero en el que viven Basil y sus compañeros es una imagen del mundo que les espera, a más tardar, a mis bisnietos. Aventuraré una hipòtesis poco menos que descabelladamente optimista: a mis tataranietos.
Weiß/Colonia, 10.6., Santa Margarita, reina, Lunes de Pentecostés, y 80 años a cuestas
2:00 am : Es la segunda o tercera ver que veo Zwartboek [El libro negro], de Paul Verhoeven, y la veré todas las veces que la pasen. Tampoco es una obra maestra ni es lo mejor de Verhoeven, pero me toca en una fibra muy sensible y es mi amor por los Países Bajos, un amor anterior al conocimiento de Diny. Un amor quijotesco nacido de mi lectura de Schiller y de su historia del levantamiento neerlandés contra el dominio español. Siempre estuve de parte de los holandeses y en contra del sanguinario duque de Alba y los tercios de Flandes. Poco después de conocer a Diny, pergeñé un breve poema que recuerdo de memoria: «Holanda. / La palabra, por sí sola, / me suena limpia, blanda / y española».
Carla me felicita con una breve oda (la I ,23) de Horacio traducida exprofesamente pour moi: sus dioses lares y penates la bendigan, la protejan y la acompañen.
La familia en pleno (menos Vincent, con quien festejaremos mañana) vino a casa a felicitarme por mi octava década entre los hipotecas, como me dice Ibsen en su email de parabienes. Hubo regalos a tutiplén, incluso una botella de un Single Malt GlenMorangie de 10 años. Y todo el día el teléfono sonando. Hasta Oskar me llamó desde Malgrat de Mar, al norte de Barcelona, para felicitarme por mi cumpledécadas y agradecerme que le haya financiado sus vacaciones. Le dije que se dejase de trocherías, que era un dinero suyo, de su seguro de vida, simplemente le hice un anticipo. «Sí, pero el anticipo me lo hiciste desde tu cuenta corriente», me contestó y me dejó sin saber qué responderle, así es que le pasé el tubo a su madre, para que la saludase.
[“Trochería” es un sustantivo súper onubense que Diny lo usa incluso cuando habla en neelandés o en alemán, pero la RALE lo ignora. Quousque tandem abutere patientia nostra, Academia?]
En el Testamento del Paisa ya he encontrado la versión criolla de El Espasa, sólo que no se trata de un camarero madrileño que se las da de saberes enciclopédicos, sino –según don Agustín Jaramillo L.– del bobo inteligente de Sonsón, Cándido Niño. A quien una vez lo mandó el padre Roberto Jaramillo para que le comprara unas sardinas, pero se le olvidó decirle si las quería en aceite o en tomate. Y el tal Cándido Niño (Nomen ist Omen!) regresó al rato para preguntarle al padre: «Las sardinas que quiere su reverencia ¿serán de las aceitunas o de las automáticas?»
Weiß/Colonia, 11.6
2:30 am : Pasaron Bellisima, de Luchino Visconti, con una fuerza de la Naturaleza que se llamó en el siglo Anna Magnani. Y a continuación Lanza rota, con otra fuerza de la Naturaleza que se llamó Spencer Tracy. Me encanta cuando pasan pelis de mi juventud y noto que las veo casi con la misma devoción que cuando las estrenaron en Huelva, Sevilla y Madrid, mis tres domicilios hasta el 63, que me autoexilié con pleno conocimiento de causa, aunque esperando regresar un día, cuando no estuviese más el inferiocre. Pero para cuando muriò, y en la cama, ya Montserrat había cumplido cinco años y yo estaba plenamente asentado en mi puesto de la Deutsche Welle y con mucho futuro por delante en Alemania. Ni modo de pensar en volver.
Hoy se cumplen trece años del día en que prendí un cigarrillo, Marlboro Medium, y de repente le dije a Diny: «Este es el último cigarrillo que fumo en mi vida». Y hasta ahora es así, sólo que, a) no sé a qué impulso se debió el tomar esa resolución; y b) no puedo sentirme orgulloso de ella porque no me ha costado ningún esfuerzo dejar de fumar. Porca miseria!
En La Modicana con Claudia y Javier, amén de Carlitos, claro está, y toda la conversación se centra en el ridículo en que se han puesto y siguen poniéndose los ingleses a cuenta del Brexit, y Javier, que vive en Londres y conoce a los ingleses como sólo conocerlos pueden los criollos, nos cuenta cómo el país, desde sólo un par de km al norte de Londres es un páramo poblado por blancos pobres e indocumentados, clientela perfecta para unos políticos mendaces cortados por idéntico patrón al del fake president gringo. Dicho sea al margen, Claudia, me ha felicitado el octogenario con una botella de un Carménère gran reserva del 2017 que ya conozco, excelente.
A las 7:00 pm, y por deseo expreso de Vincent en su 16.º aniversario, nos reunimos en Hans im Glück, una hamburguesería en Lindenthal, con Vincent, sus padres y sus abuelos maternos, y Montse & Heike, que fueron sus madrinas de bautismo (él es nuestro único nieto bautizado). Yo encargué la hamburguesa con el nombre del lugar, y en la factura queda especificado que fue “sin rúcola, sin ensalada, sin tomate, sin cebolla”, es decir, lisa y llanamente con queso y jamón de Parma. El camarero movía la cabeza como si viera visiones mientras apuntaba mi encargo. Y Diny encargó una ensalada con nombre de pájaro: Goldkehlchen [semejante al petirrojo, pero con el pecho dorado, no consigo rastrear su nombre en español]. Sólo pude dar cuenta de la mitad de la hamburguesa, está visto que la comida chatarra no se hizo para mí. Casi al final Chico se sienta a mi lado y me pregunta si he visto el mensaje del youtuber Rezo –creo que ese es su nombre– en el que le baja los calzones a la democracia cristiana alemana y la pone a parir en el más cáustico sentido del verbo. Me gusta que mis hijos se preocupen en materia política, pero le hago ver que en la vieja Atenas y en el Imperio Romano los problemas no eran tan distintos, la corrupción la insertó Jehová en el ADN del ser humano como marca diferencial para distinguirlo de los animales irracionales. Que yo sepa, no se conoce el caso de ninguna especie animal corrupta excepto la humana. Con todo lo que eso habla en favor de los animales. Luego derivamos en nuestra conversación al cine, le hablo de Open Range y, para mi mayor sorpresa, constato que a Chico le revuelve el estómago Kevin Costner. Y como el libro de los gustos está en blanco, lo dejo estar, pero para mis adentros, y aunque se trata de mi hijo, me repito una de las frases lapidarias de mi querido Dieter: «Cultura hay que tener».
Weiß/Colonia, 12.6.
1:00 am : Diplomatie, que la he visto por casualidad, y ya empezada, es una peli acerca de por qué el comandante alemán de París terminó por desobedecer la orden de Hitler (ese retrasado mental, con perdón de quienes padecen tal síntoma) para convertir la capital de Francia en un erial, en un paisaje lunar todo escombros. La verdad histórica no la conozco, pero la que apunta la peli no está mal argumentada, y el guión es una buena pieza de tensión dramática.
En el Kölner Stadt Anzeiger, que leo durante el desayuno, una esquela fúnebre con un epitafio de Kafka que traducido dice así: «Los caminos se crean al caminarlos». Es tan machadiano que uno lo cree un espejismo, una fatamorgana. Porque está claro que Kafka nunca leyó a Machado. Pero ahí está el testimonio de una idea que flotaaaaaaba en el aire y que el pararrayos del judío de Praga también supo bajarla a tierra de una manera ejemplar.
Media tarde recabando material para el artículo sobre Jacques Offenbach que Piedrahita me ha encargado desde El Espectador. Va a ser un texto peludo, diría Cortázar, porque quisiera hablar también de otro judío renano, casi contemporáneo, nacido como él a orillas del Rhin, (aunque a la orilla mala, la derecha), Heinrich Heine. Vamos a ver qué resulta del cambalache.
Weiß/Colonia, 13.6.
2:05 pm : El chico con la bicicleta, esta joyita de los hermanos Dardanne que veo por segunda o tercera vez, me hace recordar un tuit de @juanalajirafa: «Si ningún personaje sale montando en bicicleta, fracasó como película francesa». Aplica también a la Valonia, la Bélgica francesa.
Para felicitame en mi octogenario, Guillermo me envía desde Troglodia «un abrazo de oso (Yogui o Baloo: elige)». Le contesto que «cuando mi nieto Oskar era chiquito fui muchas veces a buscarlo a la guardería para devolverlo a su casa, y cuando llegábamos allá y apretábamos el timbre, abajo, en la calle, y mi hija preguntaba desde el ático «¿Quién es?», Oskar respondía «Mowgli» y yo «Baloo». Qué bueno que me has hecho recordar eso. Gracias. Fue un inesperado y bienvenido regalo de cumpleaños, la recuperación de un recuerdo».
Después de leer mi diario, José Luis me escribe desde Nicaragua: «Estoy totalmente de acuerdo en tu aprecio por Benedetti como persona y como escritor. Por esas casualidades de la vida, alguien me regaló recientemente un gran fardo de libros suyos. Varios son recolecciones de ensayos que no conocía y que tienen gran calidad. En cuanto a él como persona, pude conocerlo en casa de mis padres y doy testimonio de que es el escritor menos dado al autobombo y más sencillo que jamás holló ese suelo. ABE escribió con una mala leche que no se cuidó del mínimo apego a la realidad. Posdata: ¿Qué esperas para publicar tu diario en forma de libro?» Le respondo ipso fuckto: «Celebro que el catálogo de coincidencias y simetrías entre nuestros respectivos gustos y experiencias se amplíen con tus juicios acerca de Benedetti, una de las personas menos «estrella» que he conocido en mi vida. Mientras que el imbécil (y plagiario) de Bryce Echenique se siente «estrella» con esos exabruptos. En cuanto a eso de que a qué espero para publicar mi diario, preguntaselo a los editores, yo me lavo las manos en el asunto. Nunca he perseguido la publicación de libros, y todos los que he publicado me los han tenido que arrancar a la fuerza, casi, menos el primero, La generación del 39, que se publicó porque ganó un concurso cuyo premio consistìa justamente en la publicación del libro ganador.
Llegaron hoy, con correos diferentes, los regalos de Marjorie y Ana, el de Marjorie desde la propia Cámaralentolandia, el de Ana desde Francia, donde está para la boda de Valentina, su hija mayor. El de Marjorie un juego de vasos para tomar whiskey, con piedras en forma de dados para congelar. (Reseño el milagro de que los vasos llegaron indemnes tras haber saltado el charco grande). Y el regalo de Ana es una edición especial de La estación de fiebre, en una colección dedicada a los clásicos ticos. Y es que ese libro es de la madera de los clásicos.
Me leí de una sentada el tercer episodio de la saga del capitán Roger Blanc. Insiste el autor en confundir el whisky con el whiskey y una suma en la pg. 220 no cuadra: 376 + 23 = 389, quizá las Matemáticas no fueron su fuerte en el bachillerato. Pero la saga, como tal, es muy buena. Lo que me extraña es el corto plazo que va de un caso al siguiente: con esa seguidilla de casos bien complicados pero mejor resueltos, ya tendrían que haberlo ascendido a comandante.
Weiß/Colonia, 14.6.
Todo el día dedicado a mi texto sobre Jacques Offenbach : Cero posibilidades de hablar además de Heine, el otro judío renano, en este caso protestante, que también se convirtió al catolicismo y que también se fue a vivir y morir en París Pero el bueno de Piedrahita me pidió mil palabras, y con mil palabras no se pueden hacer encajes de bolillos… a menos que uno sea un genio, algo que, por dicha (como se dice en Cámaralentolandia), yo no soy.
Una vez más tengo que reclamar para que mi columna suba a la página web en EE. Esta vez la he dedicado a una mujer excepcional, Bertha von Suttner, gracias a cuya influencia sobre el inventor de la dinamita, y poco menos que enfermo de remordimientos por haberla inventado, tenemos desde 1901 los premios Nobel. Aunque a ella, que fue la inspiradora del premio y una denodada luchadora por la causa de la paz, se lo concedieron recién en 1905. Ay.
Weiß/Colonia, 15.6.
0:30 am : Platoon. No es posible que la persona que filmó esta obra maestra haya sido, y quizá lo siga siendo, un admirador de Hugo Chávez y hasta puede que de Maduro. Pero bueno, Ezra Pound también trabajó para el fascismo de Mussolini, por odio al capitalismo gringo. Lo pagó caro: los GIs que le detuvieron en Italia, al final de la guerra, lo encerraron en una jaula que expusieron al ludibrio público. Ello le inspiró un tremendo poema a Felipe, titulado “Pounds Equation”, que me dedicó y regaló manuscrito, y que está colgado frente a mí, en el corredor de esta casa: «Una jaula es / cuando se tiene todo el mundo fuera. // Una celda es / cuando se tiene todo el mundo dentro. // Mi jaula / es una celda». ¡Grande Felipe, la sacó del estadio!
Llamó Diny a Montse para preguntarle cuándo regresa Oskar de Barcelona, y Montse le cuenta el comentario de Henri acerca del tema: «Ya va siendo hora de que vuelva a casa, ese viaje suyo está durando demasiado». Henri, a sus 9 años, razona ya como un anciano de 90, pero qué bueno que eche de menos la presencia de su hermano.
Hoy había en Weiß una cata de vinos a las 3:00 pm en el campo de fútbol, a 5’ de nuestra casa, y recién me acordé al levantarme de la siesta, pasadas ya esas lorquianas cinco de la tarde, que siempre son las cuatro en Canarias. Una noche de alcoholes subidos, durante la feria del libro de Fráncfort, allá por 1990, se me ocurrió recitar el “Llanto” de Lorca puntualizando cada verso de la primera estrofa con la frase esterotipo de Radio Nacional de España: «A las cinco de la tarde. / (Eran las cuatro en Canarias). / Eran las cinco en punto de la tarde. / (Eran las cuatro en punto en Canarias). / Un niño trajo la blanca sábana / a las cinco de la tarde. / (Eran las cuatro en Canarias). / Una espuerta de cal ya prevenida / a las cinco de la tarde. / (Eran las cuatro en Canarias). / Lo demás era muerte y sólo muerte / a las cinco de la tarde. / (Eran las cuatro en Canarias)…» Etc, hasta que me cansé. Me ha contado un pajarito que uno de los presentes en aquella juerga lo recita ahora así, presentándolo como una invención suya. Se necesita ser un mito–egómano empedernido para apropiarse anécdotas de las que sólo ha sido uno espectador. «Vanidá de vanidades y todo vanidá», como dijo el Salmista, o algún otro de los bíblicos.
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