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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 25 /2010

De mi Diario : Semana 25 /2010


Weiß/Colonia, 20.6.

Una de las cosas que más me hinchan, por no decir que me rompen, una parte sustancial de mi anatomía, es la estupidez supina dentro de la que nos quieren ahormar ciertos medios. Con motivo de la boda, ayer, de la princesa heredera de Suecia, una de las frases que se repiten como una letanía es que la llegada del plebeyo Westling al palacio real de Estocolmo puede significar el fin de la monarquía sueca. Ajá. Y la mamá de esa princesa heredera, Fräulein Sommerlath, la actual reina Silvia, ¿no era acaso tan plebeya como su yerno (y con un padre nazi, para más inri)?  ¿Y no es así, por lo demás, que la dinastía Bernadotte se inicia con un plebeyo, adoptado por el monarca reinante a comienzos del siglo XIX porque carecía de descendencia?  Dándose así  la bendita casualidad de que el sueco es el único linaje real europeo que no tiene las manos manchadas de sangre, como sí las tienen los Oranges, los Borbones, los Windsors, los daneses, los belgas, hasta los Grimaldis del minúsculo Mónaco… Cretinos, pues, quienes escriben acerca del peligro que suponen los plebeyos para las monarquías, aunque, eso sí, infinitamente más cretinos quienes se lo creen.

 

Weiß/Colonia, 21.6. (4 de la madrugada)

Pergeñé a partir de la medianoche los 6.000 espacios que mi cuate Luis Tovar me pidió sobre Saramago. No he sido nada amable con el difunto, pero alguien tiene que apechar con el papel de abogado del diablo, y en este caso no me ha importado: jamás fui devoto ni de su persona ni de su obra: su obra me parece de a ratos indeglutible, y su persona lo más cercano que conocí en materia de santones. Pero la necrológica que le ha dedicado L’Osservatore Romano es tan, tan vomitiva, tan cristiana versión Benedicto XVI, que ahora casi me está cayendo simpático.

 

Weiß/Colonia, 21.6. (1)

La doctora Dornaika, mi neumóloga, me asegura que el estado actual de mis pulmones y de mis bronquios es el mejor de todos los registrados en mi ficha. Aleluya, como dizque gritan durante sus orgasmos los testigos de Jehová. Y de la consulta de la doctora me voy a Sürth, a la tercera sesión de linfodrenaje, pero como tengo mucho tiempo por delante entro en la librería que han abierto hace un par de meses y que es una bendición del cielo tenerla tan a mano, no necesitar ir hasta Rodenkirchen o Colonia cuando se necesita un libro. Compro una antología de cuentos de fútbol que incluye textos de Dürrenmatt, Handke, Nabokov, Hašek, Camus, Kapuściński, mis amigos Erich Hackl y Eduardo Galeano, y mi admirada Fatou Diome con un fragmento de su novela El vientre del océano titulado “Maldini”. También está representado Manuel Vázquez Montalbán, pero la selección no incluye a Benedetti ni a ningún autor brasileño. Misterios del mundo editorial.

 

Weiß/Colonia, 21.6. (2)

Al partido España-Honduras le ha salido una dura competencia en la tele, y son tres pelis cada una de ellas clasificadas con ****: 50 First Dates, que es una deliciosa performance de Drew Barrymore en un papel homologable al de Bill Murray en Grounhog Day; además Landru, donde Chabrol consigue el milagro de no quedarse a la zaga del Monsieur Verdoux de Chaplin: y a continuación Rumor hast it, que es algo así como la prehistoria y la secuela, ambas a la par, de The Graduate. Por supuesto, gana el cine. Luego, cuando me entero de que España sólo le hizo dos goles a Honduras, me alegro por partida asimismo doble de mi decisión.

 

Weiß/Colonia, 22.6. (1)

Llega Carlitos y me trae el regalo suyo y del fantasmita por mi cumpleaños: una botella de whisky single malt de 12 años. Me prometo abrirla y tomar el primer trago el día que eliminen a Italia del Mundial.

 

Weiß/Colonia, 22.6. (2)

Almuerzo con Carlitos en La Modicana y le cuento algunas de las andanzas caraqueñas de Julio. Por ejemplo que en los restaurantes, junto a la carta, hay un prospecto con la lista de cosas que no se pueden ni se deben de hacer en un lugar público. Genial, tienen que haberlo copiado de los Juegos Olímpicos en Pekín, cuando el mandarinato rábano (rojo por fuera, blanco por dentro) que gobierna China, tuvo que hacer toda una campaña para convencer a la población de que no es ni higiénico ni estético lo de andar escupiendo en público, amén de otras lindezas por el estilo. Me contó Julio que hasta en el congreso donde participaba, al llegar, las azafatas los recibían con una lista de las cosas que no se podían hacer (tener conectado el móvil, entre otras, de casi una docena), y que el último día, harto ya, cuando la joven de turno le recitó las tablas de la ley bolivariana, él se aventuró a preguntarle: «¿Tampoco el sexo salvaje?», ante lo cual la pobre chica abrió tamaños ojos y logró responder: «De eso no nos han dicho nada».

 

Weiß/Colonia, 22.6. (3)

En El Espectador –me doy cuenta recién hoy– volvieron a cambiar el rótulo de mi columna quincenal “Yo soy como el picaflor”. Una vez, hace un par de meses, fue sencillamente “Yo soy el picaflor”. Esta vez me han trasladado del reino animal al vegetal: “Yo soy como el girasol”. Le escribo a Sara pidiéndole, por favor, que el próximo rebautizo sea “Yo soy como el caracol”. Lo único que me podría en verdad joder es que lo rebautizaran “Yo soy como el aerosol”. Ugg

 

Weiß/Colonia, 23.6.

Se reporta la querida Betilón desde París, después de haber ido a visitar “mi tumba” y recorrer luego, como tanto se lo recomendé, ese hermoso cementerio de Montparnasse, y me cuenta: «También visitamos a mi general Porfirio Díaz, buen presidente de México al que nunca se le permitió regresar a su amada Oaxaca. Este hombre, a la distancia es Mary Poppins, comparado con los politiquetes que sufrimos hoy en mi pobre México. Lo deduces desde las dimensiones de su humilde capilla. Si hubiera sido la de Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, la tumba de Napoleón sería insignificante a lo que el rapaz orejón se hubiera mandado a hacer».

 

Weiß/Colonia, 24.6, primera hora del día

A continuación del Ghana vs. Alemania pasaban en el canal Arte una peli del great old man senegalés, Ousmane Sembène, la tercera parte de su trilogía sobre el heroismo femenino en la vida cotidiana, y no una cualquiera, sino la de África, y no cualquier África, sino la provincia profunda de países como Senegal, Burkina Faso o Camerún, los tres coproductores de la peli: Moolaadé es un portento como espectáculo y como lección de savoir faire. El crítico del diario de Colonia lo expresa mejor que yo pudiera hacerlo nunca: «Sembène es un intelectual popular en el mejor sentido. Sabe que su mensaje no es bienvenido por muchos, de modo y manera que lo empaqueta en una forma popular. Sus destinatarios son aquellos a quienes debe cambiar, y en ello se distingue de tantos cineastas que se buscan un público que, de todos modos, ya comparte sus puntos de vista». Ignoro si la ablación, la indescriptible, horrenda y no pocas veces mortal circuncisión femenina, sigue siendo práctica ritual en el Senegal, pero después de Moolaadé me costaría creerlo: no puede ser que Sembène haya arado en el mar.

 

Weiß/Colonia, 24.6. (1)

Estoy citado con Violeta, Carlitos y Julio en el centro cívico que fue el viejo cuartel de los bomberos. Salgo de casa camino de la parada del bus y me sobrevuela una formación cerrada de helicópteros. Andarán de maniobras, pero verlos volando así, con el Rhin al lado, despierta en mí, quieras que no, el recuerdo del comienzo de Apocalypse Now, e incluso creo escuchar entre el ruido de los rotores la cabalgada de las valkirias de Wagner. Estoy podrido por el cine hasta la médula.

 

Weiß/Colonia, 24.6. (2)

Diny, a quien no le gusta el fútbol, anda sin ver tele todos estos días, por mor del Mundial, y quiero compensarla sacando entradas para el día 9, que no hay partidos y en la Ópera dan Carmen. No vemos Carmen desde que Pepe Luis la puso en escena en la Bastilla, en París, allá por 1993. Mas ay, mi gozo en un pozo: me encuentro el consabido NO HAY BILLETES. Pero el 16, que ya pasó el Mundial, el New York Harlem Theatre presenta Porgy & Bess en la Philarmonie, tengo que preguntarle a Diny si le vale el cambio de programa. La llamo por teléfono, y sí, así es que esa será esta vez mi compensación por la sequía televisiva que padece cada dos años, cuando los Mundiales y la Eurocopa.

 

Weiß/Colonia, 24.6. (3)

¡Qué bueno, Eslovaquia mandó de regreso a casa al antifútbol!  Ahora ya no tendré que privarme de ver ningún partido, desde los octavos hasta la final. Y además, esta noche podré abrir la botella de whisky single malt de 12 años que me regalaron el fantasmita y Carlitos, y brindar por un buen vuelo de regreso de la cuadra burra al lugar de donde nunca debió de salir. A enemigo vencido, puente de plata. Escocesa.

 

Weiß/Colonia, 25.6. (1)

A veces, en las sesiones de linfodrenaje, para combatir la hidropesía que parece haber hecho presa de mis piernas, pero sobre todo de mi pie derecho, la Frau Schumacher me masajea las plantas de los pies, que afortunadamente son como pergamino, y por lo tanto el contacto de unos dedos extraños no me produce cosquillas. Se lo digo a Frau Schumacher y ella enseguida me pregunta por el “afortunadamente”, y se lo explico: es una de las torturas chinas más crueles y más refinadas, la de mantener al reo tendido e inmovilizado, y con los pies en un cepo, y a un verdugo haciéndole cosquillas en las plantas de los pies hasta que el reo muere reventado por la risa, como en una implosión de su organismo. Añado que nuestros nietos todavía no, y que quizás los biznietos aún escapen a ese destino, pero con seguridad nuestros tataranietos serán esclavos de los chinos, y qué suerte no estar entre los vivos para ese entonces. Pienso en China sólo con horror. La supuesta civilización china me produce Parkinson mental.

 

Weiß/Colonia, 25.6. (2)

Estoy con la bici, y de la fisioterapeuta voy a lo de Montse, para que Diny me deje nuestra tarjeta de transportes públicos e ir al centro con el tranvía, a comprar los billetes de Porgy & Bess en la Philarmonie, y aprovechar para tratar de comer mi sopa de pescado favorita, en el Mar del Norte. Ya la semana pasada, cuando estuve allí con Julio, no la tenían, y pensé que era cosa de falta de suministro ese día. Pero hoy tampoco la tienen, y cuando pregunto si es que la han eliminado de la carta, el camarero me contesta que hace demasiado calor, que en verano no la incluyen en su oferta. Como he decidido almorzar sopa de pescado, pase lo que pase, me voy a la galería subterránea al lado de la parada del metro en Neumarkt, y así es, encuentro un boliche italiano que la ofrece, zuppa di pesce, en su variante sarda. La tomo con una copa de vino asimismo sardo. Está riquísima, y ya fortalecido por ella regreso a Sürth, a casa de Montse, donde entretanto se ha despertado Henri y paso un rato con él en los brazos, sonriéndonos de lo más bobos los dos, sobre todo yo, cuando le agarro la manita y la llevo a la punta de mi nariz y simulo que suena un timbre. A Henri le hace muchísima gracia y yo no puedo sino pensar en lo niños que somos, él y yo, gracias a los dioses.

 

Weiß/Colonia, 25.6. (4)

Le envié a Ángeles, cuando lo escribí, una copia de mi artículo sobre Saramago, a sabiendas de que era muy amiga suya y que le tenía un gran afecto. No quise, pues, que leyese mi catilinaria en frío. Me acaba de contestar, y su respuesta me arranca un suspiro de alivio. Bendita sea.

 

Weiß/Colonia, 26.6.

Salgo con la bici a hacer unas compras, y cuando llego a la linde del bosque, en el campo labrantío a la derecha, con el heno recién segado y convertido en rollos arracimados juntos, como posando para una foto, veo a un padre con su hijo, muy entretenidos jugando con un aeromodelo teledirigido. El avioncito (es un planeador) se mueve graciosa y levemente en este aire de hoy, saturado por un sol esplendente y que reverbera en el suelo amarillo tras la siega. Padre e hijo son una imagen de lo que debe de ser la felicidad. Lo pienso mientras desfilo delante de ellos con la bici, despacito, gozando de esa imagen, y lo pienso porque hace tiempo que estoy convencido de que la felicidad, para serlo a cabalidad, tiene que incluir de manera indispensable un elemento lúdico. Homo sapiens → homo ludens → homo felix. Y hay un par de lúganos y algún que otro mirlo, emboscados en los árboles del camino, leyéndome (creo yo) los pensamientos y haciéndoles contrapunto molto vivace con sus trinos.

 

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