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Mientras tantoDe mi diario : Semana 25 / 2019

De mi diario : Semana 25 / 2019


 

Weiß/Colonia, 16.6.

Leo durante el desayuno el Kölner Stadt Anzeiger, y en él una entrevista a toda página con un experto de la CNN en el tema Asia, el filósofo Parag Khanna, quien además fue consejero en el equipo con el que Barack Obama llegó a la Casa Blanca. Según él, vivimos en un mundo que está acuñado por un modelo asiático. Más de la mitad de la población mundial vive en Asia, más de la mitad de la economía mundial se produce en Asia. Lo que pasa es que nuestro punto de vista eurocéntrico todavía no lo ha detectado. Pero lo que me parece más interesante de la entrevista es que, según Parag Kanna, «China quiere ser Alemania». Kaarrraaamba!

 

Hoy, a partir del desayuno, ha sido un día endemoniado, porque en la llamada telefónica quincenal con la Nena, en Huelva, me dijo que había muerto WNS, uno de mis amigos más queridos y más viejos (nos conocimos allá por 1959 ó 1960). Me dije que era imposible, porque Diny lee todos los días cuatro o cinco diarios, uno de ellos Huelva Información, y me lo habría dicho, además de echarse a llorar. Porque cuando él se muera, su necrológica aparecerá en Huelva Información y en El País y en muchos diarios más. Como es lógico, puse en movimiento todos mis contactos en Huelva y Madrid, y recién alrededor de las cinco de la tarde tuvimos la confirmación de que W sigue vivito y coleando, y además escribiendo sus memorias: a mano. Como siempre escribió Goytisolo. Con un suspiro de alivio me fui por fin a dormir la siesta, y al levantarme y abrir mi estafeta virtual me encontré en la bandeja de entrada un email de Mina, la hija menor de quienes fueron unos quince años nuestros vecinos, en el piso debajo de este. Mina me comunicaba que su padre, Mourad, murió al día siguiente de cumplir los 80 años. Que uno de los últimos textos que había leído fue mi felicitación por su cumpleaños. Me dejó sin aliento. Y a Diny. Porque Mourad era un alemán, colega mío de la Deutsche Welle, convertido al Islam y casado con Hadia, una marroquí (para mayor precisión, una beréber), tenían tres hijos y las relaciones que mantuvimos las dos familias no pudieron ser más amistosas. Escribía muy bien y publicó muchos libros sobre sus vivencias africanas, además de dos guías que son un tesoro, una sobre Marruecos y otra sobre Andalucía, tierra que amaba como propia. Son de lo mejor que se ha publicado acerca de esos dos lugares. Esta muerte de Mourad, con quien mantenía correspondencia desde que se jubiló y se fue a vivir a Marruecos, a Agadir, ha sido una puñalada trapera del Destino.

 

[Siguiendo mi costumbre, busqué el nombre de Mourad en mi directorio, para colocar delante una y de repente me pregunté si estaba procediendo correctamente, Mourad era musulmán. Pero pudo más la fuerza de la costumbre y la coloqué allí. Luego programé el signo en la ventanilla de búsqueda del directorio y me encontré con que ya figura allí 208 veces. Tengo, pues, un pequeño cementerio en mi libreta de direcciones].

 

José Luis me escribe desde Nicaragua, a propósito de una posible publicación de mi diario«Lástima que en ese mundo de las editoriales no me muevo ni mucho ni poco. No dudo que haya quien se huela que harían buen negocio –pues eso es lo que importa– con la de lectores que halaría tu diario». Le respondo lo que siento: «No sé qué decirte, mio caro Giuseppe Luigi; en algún recoveco del almita que tengo que salvar se esconde la sospecha de que los lectores como vos y como otros amigos que me escriben acerca de mi diario, están interesados en él y les gusta leerlo porque se trata de una comunicación personal con mi familia y con mis amigos (esos lectores como vos). Carezco de opiniones de contraste, esto es, de lectores anónimos y a los que no me une ningún lazo, ni familiar ni amistoso. En todo caso, de repente resulta que me muero y los editores «descubren» entonces mi diario: pero yo ya no estaré aquí para verlo».

 

 

Weiß/Colonia, 17.6.

En lo de la pedicura, hoy con Victoria (Saskia anda de vacaciones en Califorrnia). Aparece embutida en una bata de plástico amarillento transparente y una mascarilla tapándole la boca, parece una criminalista de una policial inglesa o un personaje de ciencia ficción, Cuando se lo digo se ríe y me explica que se trata de una normativa higiénica que les ha llegado en estos últimos días. A saber qué te exigen en la convocatoria para el Juicio Final. De repente resulta obligatorio que tus restos mortales no estén asegurados contra incendios.

 

Diny tiene hoy para cenar, como cada cuatro meses, al grupito de amigas que trabajaron juntas para Amnisty International hasta que AI se fijó unas tareas bastante alejadas de sus propósitos originales. Yo cené antes de que llegasen, una tortilla francesa con queso. Hmmmmm….

 

The Last Picture Show [en español La última película, aunque debería ser La última función], de Peter Bogdanovich, se cuenta con toda justicia entre los cien mejores films de todos los tiempos. Es una joya que no ha envejecido desde 1971, si acaso adquirió una pátina que la ennoblece.

 

Weiß/Colonia, 18.6.

Llega Carlitos para buscarme e ir junto a La Modicana y me da desde la escalera, mientras sube, la novedad que acaba de oìr en la radio del auto: la concesión del Premio de la Paz del Gremio de los Libreros Alemanes a Sebastião Salgado. Hago un rápido conteo mental, es el quinto iberoamericano en recibir el mayor galardón que se otorga en Alemania a un extranjero: el mayor dedicado a los escritores en lengua alemana es el Georg Büchner. Y los antecesores de Salgado son, no sé en cual orden cronológico, Ernesto Cardenal, Octavio Paz, Jorge Semprún y Mario Vargas Llosa. Por lo demás, y si la memoria no me falla, es el primer fotógrafo al que se otorga este Premio. El cual, al revés que el Nobel o el Cervantes, es una garantía de calidad blindada 100%. Los alemanes sí saben premiar. No es tan fácil, pero ellos saben cómo.

 

En La Modicana platicamos antes, durante y después del condumio, del fenómeno de la lengua, siendo inevitable que Carlitos vuelva a recordar su primer día en la clase de Lingüística de la Universidad de La Laguna, clase inaugurada por su profesor, Gregorio Salvador Caja, con las siguientes palabras: «La lengua es hablada. Hablada. Hablada». Esas seis palabras son la biblia de Carlitos. Yo le digo que estoy de acuerdo en que la lengua sea hablada, pero la escritura no es de desdeñar. Y de propina le certifico que ni siquiera los más grandes en la tarea (Saroyan, Hemingway) lograron transcribir el habla a sus escritos. La escritura tiene sus leyes, también. Carlitos me opone el ejemplo del teatro Millowitsch en la Aachener Straße, un santuario de la lengua popular coloniense, el Kölsch, pero le arguyo que el Kölsch que hablan los actores es uno recitado a partir de un texto escrito. Y que hay algo a veces más elocuente que la lengua hablada y la escrita, y es el silencio, la negación de la palabra o la lengua por otros medios.

 

Weiß/Colonia, 19.6.

2:20 am : Kidnap [Secuestrado]. Quería verla por el doble atractivo de la protagonista, Halle Berry, y un director español, Luis Prieto. A los 20’, cuando ya está a todo trapo la persecución automovilìstica, lo dejé. Detesto la Fórmula 1, e ainda mais si los pilotos son amateurs.

 

Llegó Herr Schubert con un paquete para nuestros vecinos del piso de arriba. Se alegró de que lo saludara por su nombre, y a los pocos minutos volvió a sonar el timbre y me encuentro con una dama de unos 70 años, vestida muy elegante, de blanco, con adornos que me recordaron los huipiles salvadoreños. Me traía un regalo de la AWO [Arbeiterwohlfahrt, una asociación benéfica para los trabajadores], a la cual contribuyo desde 1980. Fundada en 1919, la AWO es una de las instituciones más decentes que operan en este país. Hoy me lo demostró una vez más.

 

Me jalé casi de una sentada el 5.º episodio de la saga del capitán Roger Blanc, que es hasta ahora el de mayor acción y suspenso, y en donde su protagonista comparte 50/50 el show con la juez Aveline Vialaron–Allègre. Que no se me olvide: la trama se desarrolla en Arlés, y ya en la primera página el autor nos informa de que allí se celebran corridas de toros como si Provenza siguiera siendo feudo «del rey de Cataluña». ¿De qué historia catalanista habrá sacado don Cay Rademacher ese reinado que nunca existió? Se lo voy a preguntar, vía su agente o la editorial.

 

Weiß/Colonia, 20.6.

Mi artículo sobre Jacques Offenbach en EE de Bogotá. Salió en fecha y me alegro de colgarlo como trofeo en mi galería de efemérides. Con la cuál, dicho sea de paso, capaz que alguien más laborioso (o menos perezoso) que su autor muy bien pudiera compaginar un libro misceláneo ciertamente interesante. Pero lo que es yo, no estoy por la labor. Que la hagan otros.

 

Weiß/Colonia, 21.6.

2:00 am : Land and Freedom [Tierra y libertad], de Ken Loach, en el canal Arte. La pasaron el domingo trasanterior y la tenía programada para ver, no lo hice por razones que ahora ya no recuerdo pero no me importó porque sabía que la repetirían hoy (es decir, ayer). Esta historia es una que me hace siempre pensar en futuribles. ¿Cómo sería mi vida si la República hubiese ganado la guerra, si yo hubiera crecido en un ambiente tolerante, abierto, sin imposiciones religiosas de ningún tipo? (Mis padres –ya casados por lo civil– tuvieron que volverse a casar por la iglesia al quedar mi madre embarazada de mí). La guerra civil, que ya había terminado cuando nací, me hizo mucho mal. Me hizo crecer en un ambiente intolerante, cerrado a cal y canto, ultramontano, que hasta nos hacía desfilar por las calles cantando unísono «con flores a María / que madre nuestra es». Una madre que nos dejó desamparados cuarenta años. Creo que mi amor por la República y mi nostalgia por sus valores positivos, que muchos tuvo, vienen de ahí, del desconcierto moral y espiritual en que viví hasta que pude abandonar España. Y pelis como esta me reafirman en ello. Aun siendo, como soy, poco amigo de los futuribles.

 

Empezar el nuevo episodio de una saga policial con un monólogo interior à la Faulkner o à la Joyce, eso ya es bravo. Pero seguir la novela utilizando el sistema que Faulkner inventó para escribir As I lay dyng [Mientras agonizo], ay amigo, eso es todo un desafío. Jan Costin Wagner lo ha llevado a cabo en su sexta entrega de la saga de Kimmo Joentaa, el comisario de Turku, en Finlandia. Y le ha salido un buen producto.

 

Me escribe Héctor, supongo que desde Medellín: «Tengo una mulita que se llama Voluntad. Me nació en Palos de la Ceja, o Quitapesares. Te voy a mandar una foto para que te dé ternura. Y si llega a rebuznar, te la grabo». Le contesto ipso fuckto: «Vale, encantado. Aunque si ya te atreviste a llamarla Voluntad tendrías que hacerte de otra para llamarla Representación. Y luego escribir una columna titulada “Queremos tanto a Schopenhauer”». Me responde: «Hace años me nació un mulo de la yegua Soberbia. Le pusimos Modesto. Los nombres de los animales son una oscura ciencia». Le replico: «Estoy leyendo Testamento del Paisa, que me regaló una paisana tuya por mi octogenario, y de tales anécdotas está lleno ese libro, o sea, que ya conozco el paño». Por cierto que hoy, leyendo al buen tuntún en el apartado de los Dichos, que me encanta, encontré uno genial. El dicho es: «Obsequio de la casa Bayer». Y Agustín Jaramillo lo explica así: «Fue la casa Bayer una de las primeras en hacer buena publicidad y promociones entre nosotros. Una de estas promociones consistía en dar regalitos en las casas. El dicho perdura y se usa para dar a entender que algo no se cobrará. “Recibí las naranjas que te había encargado, ¿cuánto te debo?” “Nada: obsequio de la casa Bayer”» Me hace recordar que la propaganda de la Bayer fue distinta en Argentina, y lo sé porque Marlies y Osvaldo Bayer a veces decían sonriendo cuando se les elogiaba en algo: «Siendo de Bayer, es bueno».

 

10:15 pm : Noche ya cerrada. Pero un mirlo sigue cantando en el seto frente a los garajes, ahí abajo. ¿Será ciego, tendrá un ataque de insomio? Como fuere, gracias por tu canto y compañía, «compañero del alma, compañero».

 

Weiß/Colonia, 22.6.

Mientras desayuno y leo el periódico, en un  momento determinado suspendo la lectura y le paso revista al desempeño de the fake president, desde que tomó posesión hasta su ridícula mamarrachada de ayer: se ve como si fuese un cómic de la serie B. Aunque pensándolo bien, a lo mejor existe una serie C. ¡Qué fantoche tan vomitivo! ¿Será posible que los gringos vuelvan a elegirlo el año próximo? ¿Están ciegos, sordos y mudos quienes lo aclaman? Me regresa el pensamiento a la novela de Sinclair Lewis, Eso no puede pasar aquí. Y me da un repelús.

 

Estuve de compras en Rodenkirchen y me senté esperando al bus en la parada Maternusplatz. Enfrente una carnicería, dos panaderías, un par de boutiques chiquitas. En estas se anuncian rebajas del 50% por cierre del negocio. Es un drama que transcurre en silencio y del que poco o nada se habla: los cierres de las tiendas pequeñas, inermes frente a la competencia de las firmas que venden online. Semejan un bosque talado en los dominios del dios Mercurio. Y pienso en lo que oí hace poco acerca de la desvergüenza de las dizque clientes que se meten en el probador de las boutiques y con sus cámaras digitales fotografìan las etiquetas de las prendas que les gustan, se van sin comprar nada y al llegar a casa encargan por internet, a una firma de ventas online, los artículos cuyos datos han registrado con sus cámaras en el probador de la boutique. Los compran más baratos y se los entrega en casa el repartidor de paquetes. Desde el punto de vista de la picaresca, puede suscitar una sonrisa. Pero las consecuencias son terribles. Son que las tiendas chicas cierran y despiden personal, sencillamente porque no pueden pagar a sus empleados, no venden ni para cubrir gastos. Cuando llega subo al bus y me digo que nunca se me habría ocurrido reflexionar sobre el tema si no fuese por lo que familiarmente nos afecta.

 

Buscando un enlace para un hipervínculo en Fronterad descubrí un artículo por el que vine a enterarme de que en la Edad Media, en Castilla, al río Támesis lo llamaban “el río Artemisa”. Ochenta años han tenido que pasar para venir a saber el nombre viejo castellano de uno de mis ríos predilectos, junto con el Rhin (el más dilecto), el de la Plata y la ría del Tinto y el Odiel.

 

Henri ha pasado un par de horas con nosotros. Acabo de escribir una verdad y una mentira, me doy cuenta apenas escrita la frase. Lo cronicablemente correcto sería decir que Henri ha pasado un par de horas en nuestra casa con los auriculares puestos y sentado ante la compu de Diny. Pero si tomo en cuenta que apenas llegar vino a saludarme y besarme, el resto es anécdota. Qué criatura tan querida… Ojalá alcance a ver cómo termina su bachillerato. Oremus.

 

*****************THE END*****************

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