Rodenkirchen, 11.6.
Hoy cumple Vincent 20 años, y yo 17 sin fumar. Recuerdo perfectamente ese 11 de junio, cuando me visitó el Dr. Ruppert, llamado con urgencia ese día ante un dolor intensísimo en el dedo gordo del pie derecho. Ya el día anterior, cuando la familia en pleno vino a celebrar mi cumpleaños, les tuve que prometer que el lunes iría al médico. Pero al día siguiente, domingo 11, el dolor era tan inaguantable que llamamos a Urgencias. El Dr. Ruppert acababa de establecerse en Colonia, y era un diagnosticador de primera categoría, lo demostró cuando tendido yo en la cama le mostré cómo es que el dolor en ese dedo gordo lo hacía erguirse igual que si fuese un pequeño pene en erección. Lo vio y me dijo: «Lo que usted tiene es un ataque de gota». Yo, que en mi bachillerato aprendí que Carlos I murió a causa de la gota, en mi ignorancia médica creía que era un mal que sólo afectaba a los reyes y gente así. El Dr, Ruppert se sonrió y me dijo: «Usted es español y, por lo que veo [señaló con la mirada la enorme biblioteca de nuestro dormitorio], bastante culto, así es que me entenderá mejor cuando le diga el nombre médico de la gota: en latín se llama artritis úrica. Ahora le voy a poner una inyección para calmar su dolor, pero no deje de ir mañana donde su médico de cabecera». Le dije que no tenía, le pregunté si quería serlo él, me dijo que sí y me recetó la primera tanda de Allopurinol, que vengo ingiriendo a diario desde ese 11 de junio del 2006. Cuando el dolor se calmó prendí el primer cigarrillo que fumaba, porque en los tres días que duró el ataque no quise fumar, hubiera sido una especie de anestesia, y yo no era fumador a destajo. Y mientras inhalaba la primera calada de ese Marlboro Medium, le dije a Diny: «Este es el último cigarrillo que fumo en mi vida». Lo fumé hasta el fin, y desde entonces ni uno solo. Ni siquiera me puedo vanagloriar de fuerza de voluntad porque no me costó nada hacerlo.
No tenía hambre y no bajé al comedor del Maternus. Y me disponía a dormir una siesta cuando llamó Claudia diciendo que estaba cerca, con su bici, que si podía subir a vernos, por supuesto le dije que sí y al rato estaba con nosotros. Se quejó amargamente de unos dolores que le laceran la espalda y la rodilla izquierda, y los médicos no aciertan con el remedio adecuado. Se alegró mucho cuando le entregué la ½ docena larga de CD con zarzuelas, que tanto le gustan. Cuando vio el de La revoltosa, me dijo que no la conocía, y la hice sentarse ante mi compu, ponerse los auriculares y oír la mejor versión que conozco de su preludio: la dirigida por Mariss Jansons en el Concertgebouw de Á’dam, nada menos que en uno de los centros de peregrinación de la música clásica.
Mi Javier de Barcelona me felicita por mi “casi centenario” (Javier dixit!) con un precioso poema: «He leído en La Vanguardia, / que ayer fue tu cumpleaños. / tu cumplesantos, / tu aniversario, / tu Champions, / casi tu centenario. // Tu ir y venir / por los calendarios, / por los mails, / por los libros, / los afectos, / por los abecedarios. // Por los almuerzos y encuentros / y las orillas de los ríos que riman / casi como vinos / –Rhin, Odiel, Tinto– / legendarios. // A ti que naciste en el sur / y que remontaste hacia el norte, / a contrapié, casi como un vasco. / A ti, oh caro Ricardo, yo te mando /un abrazo». Mi abuela Remedios diría que Javier es un poeta con toda la barba.
¡¡¡Y el Recre está de regreso en la Primera Federación!!! Me acuerdo todavía de la segunda vez que ascendió a Segunda División, en 1957 (la primera fue en el año que nací, 1939), cómo cantábamos a coro ♫ El Recreativo de Huelva, / solera de la afición… ♫
Rodenkirchen, 12.6.
Estuve donde mi neumólogo y el Dr. Dornaika me recibe con una sorpresa. Cuando hace un par de semanas acudí donde la Radiología360º y me hicieron una tomografía del tórax, el radiólogo me dijo, después de examinarla, que no había ningún cambio respecto de las anteriores, donde sólo se señalizaba la presencia de las cicatrices de una pulmonía doble que padecí años atrás. Ah, y que no podía entregarme el CD con la tomografía a causa de un defecto técnico. La semana pasada llamé allá reclamando el CD porque el lunes tenía que acudir donde el Dr. Dornaika. Lo cierto es que este recibió un informe clínico del radiólogo y de él se desprende que las dichosas cicatrices se “endurecen”, con la consecuencia de que el oxígeno acude menos a mis pulmones; están trabajando con un 59% de su capacidad. Convinimos en que su secretaria telefonee a Radiología360º y reclame que se me entregue el CD y yo regrese donde el Dr. Dornaika el lunes poco antes de las 6 pm, que cierra el consultorio. Del que salgo pensando que 17 años sin fumar quizás hayan sido demasiado pocos. Lagarto, lagarto.
Almorcé en el Bistro Verde, a medio camino entre el consultorio y el Maternus, y Petra, la gerente y camarera principal, se dio cuenta de que me pasaba algo, me preguntó al respecto y le conté que estaba llegando del neumólogo y no sabía que pensar. Movió la cabeza, apesadumbrada. Luego, esperando sentado en el banco de la parada del bus, en compañía de dos mujeres ya mayores e inconfundible acento coloniense, de pronto cruzó ante nosotros una joven recién salida de un cuadro de Botticelli. Los tres la miramos con algo muy parecido al éxtasis místico, y la vecina de banco más cercana a mí lanzó un «¡Pero qué requetehermosa eres!» Todos sonreímos, la chica también.
Mientras tanto, Diny y Rebeca ya habían almorzado en el Steep’s (Diny una costilla de cerdo con papas rehogadas, Rebeca un rosbif), y al llegar de vuelta al Maternus me las encontré saliendo para dar un paseo y tomar un helado. Yo me tendí en la cama con los ánimos por los suelos.
Un lector llamado Mégas me deja el siguiente comentario en el foro de mi columna en EE: «Algo terrible para un escritor que habla de otro es que no pueda dejar de hablar de sí mismo. Esta columna es una sarta de anécdotas sobre el autor (no opiniones, anécdotas) y nunca termina por decir del libro más que el título, la autora y un par de lugares comunes. Qué desgracia que alguien así se dedique al periodismo cultural. Aprenda a desaparecer, señor Bada. Su vida es lo que menos me importa». Le he respondido como se merece: «Con todos los respetos, sería bueno que usted aprendiese a leer. En esta columna, en solo 2.662 espacios hay no menos de 20 (veinte) informaciones objetivas sobre ferias del libro, libros y autores. En cuanto a los lugares comunes que según usted digo acerca de Blanca Olmedo, considero que nadie ha señalado hasta hoy lo galdosiano de su procedimiento narrativo. Y crea que me alegra saber que mi vida es lo que menos le importa: estamos a la recíproca».
Rodenkirchen, 13.6.
En La Modicana somos los únicos parroquianos fieles a su rincón, los demás comensales han buscado todos un lugar en el patio. Creo que Alemania es uno de los pueblos más heliófilos del mundo. [Dicho sea de paso, la palabra “heliófilo” no está reconocida por EL diccionario]. Ulli pidió una de sus ensaladas king size, Carlitos unos tallarines con no recuerdo qué, y yo renuncié por una semana a mis ravioles con trufa para zamparme un carpaccio de espárrago blanco con salmón ahumado: no estaba nada mal. Pero es que estos platos demuestran que la signora sigue siendo una cocinera creativa, casi cada semana se saca un nuevo plato de la manga, alabado sea el santísimo sacramento del altar, sea por siempre bendito y alabado.
A la fuerza ahorcan, decía mi abuela Remedios, de manera que estoy implementando unas estrategias de supervivencia síquica. Por ejemplo: ya no me altero más cuando Diny me reclama cada martes porque me voy a almorzar con Ulli & Carlitos en La Modicana. Ahora sé que incluso a mi regreso, dos o tres horas después, ya se le olvidó. Lo constato con tristeza, pero no hay más cera que la que arde.
Los paseos por el jardín, para que no se me atrofien las piernas, cada vez me gustan más. Y desde el mero principio he estado haciendo descubrimientos. Repartidas por los canteros hay toda clase de pájaros de cerámica (cigüeña, cisne, gallina, perdiz, paloma, garza, un búho que me lleva siempre a recordar una canción infantil neerlandesa acerca de Meneer Den Uil [Señor Mochuelo], que la pasaban mucho en la TV cuando nuestros hijos eran muy pequeños)… pero no sólo aves, también hay un marranito, una ranita y un caimancito yéndose pa Barranquilla. Y muy cerca de donde suelo sentarme, hay junto al murito de uno de los canteros una jarra para escanciar vino, de cerámica granadina (reconocible por el motivo frutal) y con esta leyenda: “Restaurante Ruta del Veleta”. Al verla, se me agolpan los recuerdos de tantos momentos felices en La Chucha, el cortijo de Hilde y Pepe, y nuestras correrías por las Alpujarras hasta encontrar el restaurante ideal, en Trevélez. Allí comí, no se me olvida, una trucha con jamón al horno que se me pirograbó en la memoria para el resto de mis días. No volví a comer una trucha tan buena hasta que fui a Bolivia en 1995, para presentar la única antología integral de Böll en español, mi Don Enrique, como siempre lo llamé, y el bueno de Freddy Morales me llevó a conocer Tiahuanaco, y el Titicaca, donde en un restaurante con vistas al lago me mandé a bodega un ejemplar de la especie que sólo se pesca allá. Hmmmmmmmmm…
Rodenkirchen, 14.6.
Acompañada por Gerda, Diny acudió al consultorio del Dr. Stenzel, su neurólogo, quien lo primero que le preguntó fue que por qué no la acompañaba Montse, es decir, alguien de la familia. Después, un asistente coreano le hizo un electroencefalograma, y el Dr. Stenzel telefoneó acá y quiso saber si yo era pariente de Frau Hansen, le contesté que soy su marido y entonces él me preguntó si yo tenía el número del celular de Montse. Y mientras yo lo buscaba, Diny le dictó sin vacilar (la pude oír) ese número 0177.612.1200 (¡las once cifras!) Le aseguré al Dr. Stenzel que era el número correcto y me quedé pensando por qué no me daba a mí la información que iba a darle a Montse. Me dije que seguramente detectó mi acento para nada alemán y quiso que la información llegara a buen puerto. Prejuicios.
Almorzamos en Steep’s: Diny una ración de espárragos con papa cocida y salsa holandesa, yo mis Reibekuchen con salmón ahumado. Nos atendió el camarero de las tres primeras veces que hemos ido a ese local, nos reconoció de inmediato y hasta recordaba lo que queríamos beber. Diny, por cierto, y como siempre, su gaseosa de manzana, pero en Steep’s tienen la original, la Lömme Lömm, de la que Rebeca nos dijo, orgullosa, que fue inventada por una cervecería de su barrio, Zollstock, un barrio que conozco muy bien de cuando vivieron allá César, y tambièn Mauricio: «El mejor músico europeo que conozco es un argentino, Mauricio Kagel», dijo en cierta ocasión John Cage.
Telefoneo a Montse para saber qué le dijo el Dr. Stenzel, y al parecer el electroencefalograma no registró ningún cambio desde la vez anterior. Laus Deo! Pero algo tan sencillo ¿no lo habría entendido yo, a pesar de mi acento extranjero y de que estuve hablando con él en alemán todo el tiempo? Lo dicho: prejuicios.
Oskar me llama para decirme que en el Call Center donde trabaja tuvo que hacer horas extra por la falta de personal y que se le hizo tarde y vendrá mañana. Me pregunto una vez más cómo se llamarán los Call Center en España y en Latinoamérica.
Rodenkirchen, 15.6.
Marcos, desde Karakogrado, la capital de Venezuelistán, me felicitó de una manera entrañable por mi cumplesantos. Le contesto recién hoy: «Marco tanto caro, grazie mille e una, como las noches de Sherezade. Y te cuento que no hay poeta, por desconocido que sea, sin un par de buenos versos. Así es el caso con Eloy Vaquero, quien llegó a ser ministro de la República Española y murió en el exilio, en Nueva York. En un libro de poemas suyos descubrí este dístico que vale su peso en oro: “Cuando se encuentra un amigo / es que Dios hace un regalo”. Y yo puedo vanagloriarme de que los dioses de todas las cosmogonías me han hecho cientos de regalos.
Felicité a Carmen en mis madriles, por su cumplesantos, un día después del mío, y me ha respondido lo siguiente: «¿Casualidades? Causalidades? El día de mi cumpleaños mi coche amaneció todo lleno de flores. Una tormenta nocturna provocó la caída de todas las flores rosas de una adelfa que estaba cerca de mi auto. Me emocionó». Le comento: «Lo de que tu auto amaneció siendo adelfa es de la estirpe de “Platero se bebió dos cubos de agua con estrellas”. De casta le viene al galgo, como solía decir mi abuela Remedios en estos casos».
Llama Oskar con el mismo motivo que ayer, que tuvo que hacer horas extras y no puede venir, pero que mañana lo hará sin falta porque, añade, «hay algo que quiero consultarte, y no por teléfono». Veremos, como dijo Homero plagiando a Borges.
Rodenkirchen, 16.6.
Un comentario inesperado al pie de la última entrega de mi Diario en Fronterad. Lo contesto apenas lo veo: «¡¡¡¡¡***!!!!! ¿De verdad sos ***? No sé nada de vos desde hace años, los correos que te enviaba me empezaron a llegar devueltos por cancelación de tu cuenta. Escribime por favor, pero a mi nueva dirección: r.bada.hansen@gmail.com No hay alegría más grande que la de recuperar una amistad que se creía perdida». Ojalá lo lea y sea ella, y me escriba.
Oskar viene por fin hoy, con su regalo de cumpleaños para mí, una botella de un viejo whiskey irlandés. Es la tercera de whiskey irlandés que me regalan en menos de un año, y las tres de distintas marcas. En cuanto a lo que quería consultarme, se trata de que tiene vacaciones, las dos primeras semanas de julio y quiere volar a España con un amigo, a Barcelona, pasar allí cuatro o cinco días, y desde allí, solo, volar de nuevo a Huelva, es decir: a Sevilla o a Faro, desde donde regresaría a Colonia para reintegrarse a su Call Center el 14 de julio, aniversario de la toma de la Bastilla. Intento convencerle de que vuelen a Valencia, hay vuelos directos desde Colonia, Angie y Vincent lo han hecho la semana pasada: y si lo intento no es porque tenga nada en contra de Barcelona, espléndida ciudad, pero insoportable a causa de una invasión turística que recuerda mucho la de los bárbaros a fines del Imperio Romano. Me dice que está yendo a la piscina, donde se ha citado con su amigo y que lo comentará con él. Le endulzo la píldora diciéndole que en Valencia se encuentra el Museo Etnográfico que acaba de ser elegido como el mejor museo de toda Europa, pero no sé yo si Oskar es un visitante potencial de museos. Más bien creo que no.
Rodenkirchen, 17.6.
Anoche empecé a ver de nuevo Otoño en Nueva York, en una versión doblada en México. Antes de ¼ de hora cambié a la versión original, porque creo conocerla lo bastante como para seguirla sin problemas, lo que así fue. Me ha vuelto a gustar y a emocionar.
Hace 130 años que los bisabuelos Katharina y Franz Walterscheidt inauguraron acá, en Rodenkirchen, una verdulería y frutería que entretanto está acreditada como la mejor de su ramo en bastantes millas a la redonda. Desde entonces el negocio se encuentra en manos de la familia Walterscheidt, ahora ya en la cuarta generación, y a la tienda principal se añadió en 1999 el Bistro Verde, que se ha convertido en uno de los cuatro restaurantes que los Bada prefieren entre los que conocen. Amén de ello, cuando se produjo el confinamiento como daño colateral de la pandemia, y en La Modicana no implementaron suministros a domicilio, todos los martes encargamos la comida al Bistro Verde, y la buena Angelika, contable doblada de camarera, nos la traía puntual a la 1 pm, recién salida de la cocina, y eso a todo lo largo de los largos meses que duró el confinamiento: de manera que nos convertimos en un referente de fidelidad a la casa, amén de que contribuimos como muchos otros parroquianos a que el negocio siguiera siendo rentable, y ellos lo saben y lo agradecen, se nota en el trato que nos dan. Hoy festejaban con música, en la terraza, los 130 años de la fundación de la verdulería/frutería, y allá acudimos Diny y yo, con Rebeca, y allá se nos unió Paul, pocos minutos después. Diny encargó su fricasé de gallina con arroz, Rebeca una cazuela de gambas al ajillo, yo dos pinchos de gambas con cuscús, y don Paul mi habitual Rösti con salmón ahumado junto con una salchicha de carne de ternera (Angelika no pudo dejar de comentar «¡Qué combinación tan rara!», en lo que todos menos Paul le dimos la razón), y no contento con ello encargó luego de postre un surtido de bayas del bosque con helado de vainilla. Mientras esperábamos la comida le conté a Paul, sin spoilers, Cuscús con pescado y Otoño en Nueva York, se las apuntó en su iPad para verlas. Y al irnos me entregaron una cuchara de madera con la inscripción «Walterscheidt desde 1893. Le agradecemos su confianza».
Mientras repasaba las anotaciones de esta semana antes de subirlas a la página web de Fronterad, de repente, al leer lo que me escribió Marcos con motivo de mi cumplesantos, tuve un presentimiento de que el 10 de junio olvidé mencionar una llamada telefónica de la Nena, desde Huelva. Remonté el texto en pantalla hasta el 10 de junio, y en efecto, olvidé la llamada de mi hermana, pero bueno, como decía la abuela Remedios, «Todos los santos tienen octava». ¿O era “novena” lo que decía? En cualquier caso cumplo aquí y ahora con mi deber de cronista puntual de mi vida. Y a vivir, que son dos días.
8:10 pm : Inesperadamente, un mirlo se pone a cantar desde una de las enredaderas que escalan las tapias del jardín. «¡Detente, instante, eres tan bello!»
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