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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 26 / 2013

De mi Diario: Semana 26 / 2013


He podido comprobar, por las preguntas que me llegan vía email, que son pocos los lectores de este diario que se dan cuenta de que está sembrado de hipervínculos que amplían o ejempllifican lo dicho en el texto. Me cuesta harto trabajo buscar los correspondientes enlaces e implementarlos. No me dejen la impresión de que aro en el mar. Vale, y gracias.

 

Weiß/Colonia, 23.6.

0:05 am : Le escribí un email de felicitación en su cumplesantos a mi deuda estherna, donde le anunciaba que se lo enviaría a las 0:00 en punto, para ser, al menos virtualmente, el primero que la felicitase. Y esperé hasta que el reloj de la compu, abajo, a la derecha, señaló las 0:00 y ahí va Ricardito Bada, tan inocente como siempre, y despacha el email. Luego, así de buena persona y responsable como es, acude a comprobar que el envío se hizo, y en la bandeja de salida se da de manos a boca con el hecho de que el mail fue despachado a las 23:59. La recontrarremilputa que lo recontramilparió al reloj interno de la compu. Ya no cabe ni la menor duda de que quienes trabajamos en la red, todos, no somos más que aprendices de brujo. Por mi parte estoy pensando en abrir una tienda de venta de escobas, para capitalizar mi desgaste de energía.

 

1:45 am : En la tele, después del concierto de la Filarmónica de Berlín en la Waldbühne sólo había dos policiales noruegas que me sé de memoria y la peli sobre el Che, con Benicio del Toro. La figura del Che me resulta tan repulsiva como la de Stalin (aunque no alcanzó a hacer tanto daño como el georgiano). Jamás he logrado entender el atractivo que tiene excepto para quienes no se paran a pensar en su ideario. Un ideario que incluía el autoritarismo, la pena de muerte, la cancelación de la libertad de prensa, la reclusión de homosexuales en campos de concentración para ser reeducados Qué socialismo de miércoles el suyo. Quién lo quiera seguir admirando, por mí lo puede seguir haciendo, pero que me explique bien a santo de qué.

 

Día tranquilo, contestando correspondencia, leyendo a Johanna Schopenhauer, oyendo música y viendo cuáles libros me voy a llevar el 1° de julio a Holanda. Policiales y relecturas, entre ellas la de Babbitt, que sólo he leído en español y desconfío mucho de su traducción. Y Cernuda, para preparar mi conferencia en el Cervantes de Hamburgo, en el cincuentenario de su muerte. Ah, y Charles Morgan: los ensayos, que los recuerdo como muy buenos, y La fuente, que transcurre en Holanda y no lejos de donde vamos a pasar esos 17 días.

 

Weiß/Colonia, 24.6.

1:15 am : Joueuse [Jugadora, pero en este caso concreto espero que si alguna vez se estrena en español la titulen La ajedrecista]. Una de las más hermosas escenas de amor que ha mostrado el cine, la despedida de Sandrine Bonnaire y Kevin Kline diciéndose el uno al otro, de memoria, los movimientos de una partida que saben jugar a ciegas. Los dos vestidos, sin tocarse, los dos concentrados el uno en el otro y en qué pieza van a mover y lo que eso significa para los dos. Qué actorazos, y qué soberbia la dirección. Peli para verla todas las veces que la pasen. Enter.

 

Mala suerte dos noches seguidas. Anoche, antes de acostarme, en el zapeo que hago por si las moscas, me encontré con otra de mis bestias negras, el criminal de guerra Wernher von Braun, que los gringos adoran porque creen que le deben lo que creen que fue el primer alunizaje. Como si no fuese obra de Stanley Kubrik. Acerté además a zapear cuando ese hijueputa decía la frase que lo define como rata de la Historia: «Mi país ha perdido dos guerras, esta vez quiero estar del lado de los vencedores». ¡Qué pena que fuesen los gringos, y no los ingleses, quienes le echaron mano! ¿Cómo perdonar al verdugo de Londres con sus V1 y sus V2? Todo ello, según él, movido por ideales científicos. Basura humana, el Che y von Braun, cada cual a su manera.

 

A las 9:30 am mi cita para el chequeo semestral con el cardiólogo. Bici fija, electrocardiograma, endoscopia del sistema arterial, especialmente de las venas que suben al cerebro. Todo en orden, tan en orden que salgo de la consulta con la impresión de que estoy incurablemente sano.

 

Puntuales, a las 8:30 pm me llaman de Radio Educación de México para hacerme una entrevista acerca de Cortázar y de Rayuela. Yo pensaba que iba a ser cosa de unos cinco minutos, pero ca, fueron 40’, y en dos etapas, porque cuando llevábamos ½ hora se cortó la línea. Pero, tozudos, insistieron con una nueva llamada teniendo como tenían, ya, tantísimo material. De lo poco que recuerdo que dije, esto sobre el papel de Rayuela en la literatura latinoamericana: «Así como Malraux aseguró de Santuario, de Faulkner, que era la irrupción de la tragedia griega en la novela policial, pienso que de Rayuela pudiera decirse que es la metamorfosis de la novela tradicional en un caleidoscopio. Pero Rayuela es una obra única, de esas que se rompe el molde luego de haberla escrito. Su papel en la literatura latinoamericana es el de ser un faro, cuya misión principal, como ya sabemos, es la de mostrar el caminosólo que el faro está fuera de ese camino, eso no debe olvidarse nunca». Acerca del glíglico: «El gíglico le debe bastante al momeciclo de Jardiel Poncela (como el tablero de dirección de Rayuela a las instrucciones para el lector en La tournée de Dios, también de Jardiel Poncela)». Y sobre la vigencia de su obra: «Lo cierto es que los libros de Julio se reeditan porque en su caso ha funcionado el boca a boca entre las generaciones. Basta ir a visitar tu tumba en el cementerio de Montparnasse y leer los mensajes que le dejan sus lectores, para darse cuenta de qué impacto continúa ejerciendo su magisterio entre los más jóvenes». Ahí perdí una gran ocasión de parafrasear a Víctor Hugo delante del féretro de Balzac: «Una tumba como esta es una prueba de la inmortalidad». Como siempre, me acordé de esa frase después de haber colgado el telefón que contesta. 

 

Weiß/Colonia, 25.6.

0:50 : Tercera vez que veo La ajedrecista en menos de 24 horas. Bueno, de la segunda vez, que empezó a las 8:15 pm, me perdí casi 40 minutos por la llamada de Radio Educación, pero de la tercera, a las 11:10 pm no me he perdido ni un minuto, y además me muní a tiempo de papel y boli para anotar la más original declaración de amor en la historia del cine, comparable a la del buen Hans Castorp a la enigmática y seductora Clawdia Chauchat en La montaña mágica: «e4, e5 ; f4, exf4 ; Cf3, Ae7 ; Cc3, Ah4 jaque ; Re2, d5 ; Cxd5, Cf6 ; Cxf6 jaque, Dxf6 ; d4, Ag4 ; Dd2, Cc6 ; c3, O–O–O», y esto no es un emoticono, sino el símbolo del enroque largo, ¡qué bello cerrar con él ese diálogo de Hélène y el Dr. Kröger, absolutamente inolvidable! 

[Consulto por la tarde a Fernando Braga, el Gran Maestro argentino que vive en Colonia, y me dice que la única partida que hay como modelo es una (me la transcribe) «que jugaron el ex sub–campeón del mundo Nigel Short y el que fuera uno de los mejores jugadores de Holanda, Jeroen Piket. La apertura es un Gambito de Rey, en la cual las blancas entregan un peón, para desarrollar las piezas rápidamente y poder atacar por la columna alfil rey. Otra de las ventajas que tiene la posición para las blancas, si las negras no juegan preciso, es que pronto dominarán el centro y serán las primeras en tener las opciones para atacar». Y una vez más queda demostrado lo que siempre me digo, Ricardito, que hay que saber a quien hay que preguntar].

 

Un nuevo amigo virtual, colombiano que vive en el Ecuador, y que es muy preguntón, quiere saber si me gusta el chucrut y si conozco la Selva Negra. Y a la primera pregunta le respondo que no, para gran decepción de Diny, a quien le encanta, y que cuando lo cocina es para ella sola y a mí me pone un par de huevos fritos con papas igualmente fritas. (Ya es concesión mía que coma con ella sin endosarme una mascarilla, puesto que el mero olor del chucrut me anestesia). Esto no lo sabe nadie, pero aquí lo cuento. Madrid era la ciudad de mis amores aún antes de conocerla, gracias a mi devoción a la obra de Galdós; Madrid era la ciudad de Fortunata y Jacinta, de la saga de Torquemada, de Misericordia y de tantas obras maestras, pero también la primera ciudad española que se alzó en armas contra Napoleón y la última que se rindió al inferiocre Franco. Sólo que cuando llegué a Madrid un día de marzo de 1961, como recluta del Glorioso Ejército Nacional, casi vomito con el olor a col hervida (chucrut, pues) que desprendía la ciudad. Hoy en día, claro está, hiede a bióxido de carbono, que casi hace añorar el olor del chucrut. Pero en verdad en verdad os digo que fue un vencimiento del olfato llegar a amar a Madrid como la amo. Y luego, a mi amigo preguntón le digo que sí, que estuve al menos media docena de veces en la Selva Negra de Alemania ¡¡¡y he constatado que es verde!!!

 

Weiß/Colonia, 26.6.

La infame Iglesia Católica de España ¿hasta cuándo esperará para publicar la documentación que demuestra su complicidad en el tráfico de niños durante el franquismo? En Argentina, al menos, hay una comisión oficial ocupándose del tema. Dios mío (lo escribo conscientemente), ¿esos canallas son tus delegados en el Reyno Desunido de la Exgran España? Pobrecito mío

 

Brunch en casa, Diny recibe la visita de las nueve amigas de su grupo ecologista y se pasó el día de ayer en la cocina. Yo cierro la puerta de mi cubil y trabajo a salvo del barullo de la plática en el salón y el comedor. A las 12:30 me voy, despidiéndome cortésmente del gineceo, y salgo en derechura al sardo de Karstadt, con la leve esperanza de que la niña Andrea domesticó su gripa y acudirá también. Pero ay, no. El camarero –uno de ellos, todos me conocen– me pregunta al verme llegar: «Oggi viene solo? Senza l’amico peruviano? Senza la bella ragazza?» Y sí, más solo que la una, sin Julio y sin la hermosa muchacha. Sopa de pescado y vino tinto. Y de allí a Saturn, a comprar los DVD de The Artist (con CD, en una edición especial) y de La ajedrecista. Y de Saturn a la casa de Montse para despedirme de ella y sus hijos. Henri duerme todavía la siesta. Montse y yo charlamos de libros y de pelis. Luego, cuando Henri se despierta, juego con él un rato. Antes, ha pasado Oskar a saludarme. Paul anda en destino desconocido. Y al regresar a casa el gineceo ya se esfumó y Diny pudo salvar para mí dos docenas de dátiles deshuesados envueltos en tocino de jamón, y casi media tortilla de papas y champiñones. Yupiiiiiii

 

A las 8:15 pm, en el canal Arte, Pina, de Wim Wenders. A media peli me sorprendo pensando que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, pero además de la basura que significan el Che, Wernher von Braun y la Iglesia Católica de España, mis bestias negras de esta semana, también hay un Discépolo componiendo “Cambalache” y una Pina Bausch con sus coreografías, jamás olvidaré su Kontakhof acá en Colonia, en el Teatro Municipal, la versión original de Wuppertal. Menos mal porque, si no, no habría perdón que exculpase al supuesto Hacedor del universo.

 

Weiß/Colonia, 27.6.

Toda la mañana, hasta el mediodía, arreglando papelerío, esa burocracia del día a día que voy dejando semana tras semana, en este caso casi seis meses. Pero en vísperas del viaje a Holanda no me quedó otra que hincarle el diente. Ay

 

Leyendo el relato viajero de Johanna Schopenhauer, me resulta curioso llegar con ella a un lugar donde arribé el día de mi cumpleaños de la mano de James Boswell, en su biografía del doctor Johnson, un lugar llamado Inverary (al que Boswell nombra Inveraray, y él era aborigen, lo que Frau Schopenhauer no). Allí, el 23.10.1773, al cabo de setenta días de recorrer Escocia, el buen Dr. Johnson encargó por primera vez un vaso de whisky: «Tengo que probar esa cosa que los vuelve tan felices a los escoceses». A la mamá del futuro filósofo, allá por 1804, le interesa más otra cuestión; nos dice que desde el palacio del Duque de Argyle, en la otra orilla del río, pero no enfrente sino algo alejada, puede verse «la villa de Inverary, con su pequeño puerto lleno de embarcaciones de cualquier tipo. Tiene un aspecto agradable y gracioso, con sus calles rectas y las lindas casas blancas, de entre las cuales descuella la posada. Todo parece como si hubiera sido construido ayer. Y casi es así. Inverary se ubicaba antes exactamente enfrente del palacio, pero el Duque, a quien dizque le molestaba que al estar allí le estropease el panorama, la hizo quitar para reconstruirla luego en su emplazamiento actual. Cosas como esta la verdad es que tan sólo pueden suceder en la Gran Bretaña», concluye (casi la oye uno suspirar) doña Johanna.

 

Weiß/Colonia, 28.6.

Me vi obligado a cancelar el encuentro con la niña Andrea. Me sentía ya mal desde el mismo momento de despertar, alrededor de la 7 am, pero el malestar fue a más hasta que finalmente me levanté, y terminó de darme la puntilla cuando empecé a sangrar por la nariz. Sé que eso las más de las veces no significa sino que una venilla se rompió dentro de una de las cavidades nasales, pero involuntariamente siempre se asocia, o lo asocio, a un derrame cerebral. Me tendí a reposar y recién después de las 4 pm pude empezar a trabajar en el artículo que me pidió Luis acerca de Luis Buñuel, para La Jornada. Terminé hace un rato y lo remití a mi consejo asesor. Son ahora las 11:15 pm y lo único que deseo es embarcarme en el ferry para Escocia y olvidar este día.

 

Weiß/Colonia, 29.6.

Lillián me pasa un enlace acerca de la “Yugonostalgia” que parece afectar a Croacia cuando se dispone a ingresar, el lunes, en la Unión Europea. Acá, cuando cayó la Alemania del Este, la RDA, no hubo necesidad de esos pegotes que parecen abortos de Joyce. Como en alemán el Este se llama Ost, al sentimiento de añoranza por el “paraíso perdido” se lo empezó a llamar Ostalgie [=Ostalgia], y era lindo y triste, porque implicaba la amputación de la propia palabra.

 

A las 8:15 pm han pasado por el canal Arte uno de los documentales más fascinantes que he visto en mi vida, sobre el código maya y su desciframiento. He conocido la labor de una Tatiana Proscuriakoff, a quien ya he entronizado en mi galería de heroínas, y la de dos compañeros de Rolando en el claustro de la Universidad de Texas, Austin: Linda Schele y David Stuart, quien a los doce años ya disertaba en paneles de muy alto nivel científico sobre los glifos mayas. Esta semana, pues, si lograse olvidar la frustración de ayer, me ha deparado al menos dos momentos maravillosos, únicos, y no es por casualidad que ambos estén ligados a mi pasión mayor, el cine: La ajedrecista y este documental de hoy.

 

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