Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 26 / 2020

De mi Diario : Semana 26 / 2020

 

Weiß/Colonia, 21.6.

2:30 am : Pasaron seguidas El jardín del Diablo y Bravados, y además Trece días en paralelo con Bravados, de manera que me he dado un atracón de cine, viendo tres fragmentos de cada una de ellas. Con una buena programación de pelis pasa como con una buena biblioteca, que  busca uno los fragmentos que más le gustan releer, y salta de un libro al otro como en el juego de la oca: «De oca en oca y tiro porque me toca».

​Me escribió Costanza [sic], desde Boston, que «no lo había oído nunca, eso de Cod City. Eso sí, el “cod” es riquísimo aquí, al igual que la cultura del mar. Hasta pusieron una representación de un gran bacalao colgando del techo de la cámara donde se reúnen los políticos en la Casa del Estado. Y gracias por las nuevas riquezas que me mandas. Alas Tensas es una estupenda revista y tu texto me llenó de ganas de leer el cuento, aunque yo lo titularía / traduciria “trabajadora”». Le he contestado ipso fuckto: «Lo de Cod City lo extrapolo de lo que dice Juan Ramón en su Diario de un poeta recién casado, y para él debió ser muy natural  que llamasen así a Boston, porque a nosotros, la gente de Huelva, se nos conoce popularmente como «choqueros» debido a nuestro consumo del «choco», un calamar riquísimo que se da en nuestras costas. // No entiendo lo de «trabajadora» dentro del título del cuento de Fatou Diome. Para rellenar una línea de un pasaporte, de un documento sindical o de un formulario oficial está bien, pero como título de cuento sencillamente no funciona. Amén de ello, Madame no trata a la narradora como a una «trabajadora del hogar» sino como a una sirvienta, à l’ancien regime».

Todo el día despachando correspondencia atrasada, que no era poca. Mutis se escandalizaba con el hecho de que yo no dejo nunca carta por responder: «¡Como sigas así, nunca tendrás obra!». A lo cual yo le replicaba: «¿Y quién te dice que “mi obra” no sea tal vez mi epistolario?».

Han pasado otro episodio de la nueva serie inglesa del comisario Van der Valk en Ámsterdam, y por un flash back casi al final nos enteramos de la muerte de Arlette, la esposa francesa del comisario, en un accidente de tráfico. La inspectora que trabaja al alimón con él, comenta que Van der Valk nunca se ha repuesto de esta pérdida. Esto no condice con la saga escrita por Nicolas Freeling, donde Arlette, viuda desde el episodio n.º 10, donde asesinan a Van der Valk, abre su propia agencia como detective privada, en Estrasburgo, casada de nuevo con otro no francés, un escocés. Tengo que releer la serie, pero me doy cuenta de que me faltan unos seis episodios, tengo que ponerme a su caza y captura vía booklooker.com, sin excusa ni pretexto.

Weiß/Colonia, 22.6.

1:45 am : El comisario y el mar es una serie policial que yo creía alemana, pero es sueca, y esta es la noche en que he visto el primer episodio. La serie toda transcurre en Gotland  (la Mallorca sueca, en el mar Báltico, y donde se encuentra la mayor heladería del mundo, con una oferta de más de 300 sabores, cota imposible de superar en Nápoles y Valencia, las capitales del helado europeo); y dicho sea de paso, en Gotland fue donde se rodaron las primeras pelis que tenían a Pippi Calzaslargas como protagonista. ¡y resulta que Inger Nilsson, quien fue la primera Pippi Calzaslargas en el cine, es ahora la forense de la serie El comisario y el mar! Desde que la vi aparecer en este episodio me estuve diciendo “¿De qué conoces tú esta cara?”, y al terminar el episodio vine a consultar en imdb.com, y ¡tate! ¡era la que fue Pippi!

Consulta de control por el riesgo de cataratas en el ojo derecho. Por primera vez en muchísimo tiempo no me recibe mi buena Dra. Sulimma porque los lunes le toca el turno de atender pacientes menores de edad. Sentí ese gran desconsuelo metafísico que supone el ser adulto.

Le dedico mi columna de esta semana a la hazaña de Armin Hary en la Olimpiada de 1960, en Roma, al ser el primer corredor de fondo que hizo los 100 m lisos en 10”, es decir, corrió 10 m cada segundo. Y lo hizo por la pista más desagradecida, la inmediatamente paralela a la tribuna. Gracias a ello Alemania regresó de lleno al mundo del deporte, tanto profesional como amateur (al profesional había regresado seis años antes, al ganar en Suiza la final del mundial de fútbol con la victoria sobre Hungría por 3:2, lo que se conoce como “el milagro de Berna”). Ese récord de Hary no sería batido hasta 1968, en México, por el USAno Jim Hines, el primero que corrió 100 m en menos de 10”: en 9” 95 centésimas, durante una carrera final donde las ocho pistas sólo las ocupaban atletas negros.

Weiß/Colonia, 23.6.

2:00 am : Una buena peli, francesa, con un título insoportablemente gabacho: Voir du pays [en español La escala, que también hubiera podido ser Escala en Chipre; y en alemán Estuvimos en la guerra, y además Ver el mundo]. Es la historia de una unidad francesa que anduvo activa en Afganistán y regresa a Francia, pero con escala en Chipre, para amortiguar su reintegración a un mundo que no está en guerra, a un mundo “normal” (¡tan luego en Chipre, dividida en dos países de manera irreconciliable!) La guerra aparece tan sólo en algunos breves flash backs, pero en su “escala” es una de las pelis más antibélicas que llevo vistas en los últimos tiempos.

Me despierto a las 7:17 am creyendo que es sábado, me doy vuelta en la cama y me duermo de nuevo. Cuando me vuelvo a despertar, de repente recuerdo que hoy es martes y que dentro de menos de dos horas pasarán a recogerme Ulli & Carlitos. ¿En qué recóndito recoveco de mi subconsciente se programó el lapsus cronológico? Desayuno y leo el Kölner Stadt Anzeiger en menos de ½ hora, pero aún así me da tiempo a registrar en mi horóscopo del día una frase que no tiene pierde: «También los rascacielos empezaron siendo nada más que un sótano».

En La Modicana esta vez sin Diny (que anda de abuela en lo de Henri) pero con Claudia, por primera vez desde el lockdown, al que yo insisto en llamar showdown. Me trae Claudia cinco ejemplares más de La bufanda de Cambridge, que recogió en Bogotá cuando su último viaje allá. Y me trae además un ejemplar que me manda Gustavo del catálogo de sus curadorías en el Museo de Arte Contemporáneo de Rolópolis, que luego hojeo y ojeo en casa y es una belleza. Hablamos mucho de series policiales, tanto en soporte libro como en la TV, y al final, de una manera inesperada resulta que los tres tienen ganas de postres, bien sofisticados además. ¡Viva el lujo y quien lo trujo!, según decía mi abuela Remedios, tan bella como sabia.

Weiß/Colonia, 24.6.

1:45 am : Volver a ver Arsenic and Old Lace [Arsénico, por compasión] es un lujo sibarítico que me permito cuando no estoy por la labor de ver pelis nuevas o cargadas de mensajes. Aquí no hay otro mensaje sino el de que no hay que tomarse la vida demasiado en serio. A todos nos llega la hora de morir, pero aquellos que se toman la vida demasiado en serio, aunque no sé si existen estadísticas ad hoc supongo que estiran la pata antes. Ahí le dejo esta incógnita al gremio de los estudiosos, y espero que me den el crédito correspondiente cuando terminen su tarea.

La relectura del primer episodio de la saga del comisario Van der Valk es un mediterráneo que descubro al cabo de 37 años de haberlo leído por primera vez. No recordaba nada en absoluto de su trama. Ni de su estructura, tan peculiar; está dividido en tres partes: la primera consiste en los interrogatorios que Van der Valk le hace al sospechoso principal; la segunda es el relato del amor y el desamor entre ese sospechoso y la víctima, y su amor por la que es ahora su esposa; y la tercera registra sustancialmente los interrogatorios del juez de instrucción con el sospechoso y la solución del misterio a cargo de Van der Valk. Constato que la segunda parte bien podría publicarse en forma independiente, como novela breve, y es muy buena, cerrada en sí misma, por si ello no bastase. En cuanto al texto, está esmaltado de frases fulgurantes: «[Elsa] nunca era feliz si su mano izquierda no podía traicionar a la derecha»; «La gente [los neerlandeses al terminar la guerra] se superaban contando historias de horror de cualquier tipo, y al cabo de diez años uno de cada dos tendría su propia leyenda privada sobre Anne Frank»; cuatro sacadas de sombrero ante la obra de Simenon; un interludio lírico acerca de Lima que recuerda los que intercalaba Baroja en sus novelas, y en fin, una cita de un epigrama de John Donne, que busco en el original inglés y descubro que es un pareado («Klockius so deeply hath sworn ne’er more to come / In bawdy house, that he dares not go home»), pero yo, además de por no saber inglés, prefiero traducir el terceto en que lo convierte la traducción alemana: «Klockius juró tan sin tasa / no acudir más a un burdel / que ni va a su propia casa». ¡Gran tipo Donne! Tan grande que hay veces en que lo confundo con William Blake: «Lo que muestra en su rostro la ramera, / la expresión del deseo satisfecho, / nuestra esposa mostràrnoslo debiera». ¿Blake, Donne?

Weiß/Colonia, 25.6.

2:45 am : No puedo volver a ver L.A. Confidential, como acabo de hacerlo, sin dejar de pensar en la violencia homicida antirracista de la policía norteamericana. Me pregunto cuánto tardará en llegar a una silla eléctrica, una cámara de gas o una horca el primer policía blanco asesino de un negro. Y para que se lo pregunte alguien como yo, abolicionista acérrimo de la pena capital, tiene que ser mucha, demasiada, la amargura acumulada ya ante tantas injusticias.

De la columna de hoy de Andrés, en EE, entresaco una frase: «Muy conocida es la cita que habla de cambiarlo todo para que todo siga igual. Se asigna a El gatopardo, cuando Lampedusa lo más posible es que la haya tomado de su fuente original, un texto de Alphonse Karr, periodista francés hoy olvidado que escribía en una revista satírica llamada Las Avispas». Le escribo a Andrés: «La cita original de Alphonse Karr (la tengo seleccionada desde hace un par de meses para mi frase del domingo en el Doble Envío) dice así: “En politique, plus ça change, plus c’est la même chose”». Y sí, en política, cuanto más se cambia, màs sigue siendo la misma cosa. Para no poner sino un ejemplo: ¿qué ha cambiado en Rusia del tiempo de los Zares acá?

Otra columna que me llega hoy es la de Vicente, en Huelva Información, sobre Chaves Nogales. Vicente y yo somos amigos desde 1954, que se dice pronto, hicimos juntos nuestros primeros pinitos en la radio y en la prensa, y mi novela breve El Canto XXV está dedicada a él con estas palabras: «A Vicente Quiroga, que tenía más uñas que yo para esta guitarra». Por ello me puedo permitir agradecerle el envío del enlace con su columna, pero también decirle: «Te excedes en tus referencias a mi persona. Ojo, no soy desagradecido, sólo trato de ser objetivo, y tu prosa no necesita para nada de las andaderas de nadie. // Un abrazo en pixeles, ten cuidado con el Franco invisible y, ya sabes: bleibe gesund! [=¡que sigas sano!], la nueva despedida en Alemania».

Weiß/Colonia, 26.6.

1:15 am : Por más raro que a mí mismo me lo parezca he estado más de medio siglo sin ver una peli sensacional: Paint Your Wagon [La leyenda de la ciudad sin nombre], y la rareza crece si pienso que el musical es uno de mis géneros preferidos y que en este habría tenido la ocasión de oír cantar nada menos que a Jean Seberg, Lee Marvin y hasta Clint Eastwood, nada mal ninguno de los tres. La rareza sigue creciendo si pienso que la dirección musical corre a cargo de Nelson Riddle (más de la mitad de la fama de Sinatra se debe a sus arreglos), que el guion se debe a uno de mis guionistas favoritos, Paddy Chayefsky (La americanización de Emily, Anatomía de un hospital, ¡Marty!), que el musical es del dúo Lerner y Loewe (y a algunos de sus cantables se les nota un aire de familia con los de My Fair Lady), y en fin, que se trata de la última peli rodada por Josuah Logan, todos y cada uno de ellos motivos más que suficientes para haberla visto ya por lo menos una docena de veces. Esta es una de las pocas cosas buenas que tiene llegar a la ancianidá, pibe: que podés recuperar placeres que te perdiste en su momento, como esta peli, una obra maestra.

He pasado parte de la tarde metido en la relectura del final de Amor en Ámsterdam, el primer episodio de la saga del comisario Van der Valk. Antier lo leí embalado, bebiendo literalmente el texto para saber cómo se resolvía el misterio, pero ya entonces me dije “Tienes que volver a leer estas páginas”. Y es que en ellas se puede seguir calle a calle, líneas de tranvía incluidas, la persecución del criminal por la policía, dentro de un perímetro que conozco de memoria por ser el sector de Ámsterdam que más he pateado en mi vida, y no han sido pocas las veces. Ahora, con la relectura, volvieron tantos recuerdos: de la mayor librería de viejo, en la Kalverstraat, que entretanto ya no existe; de la tabernita más antigua del barrio, donde es una delicia probar «sin prisa pero sin pausa» tres o cuatro borreltjes [=traguitos] de las mejores ginebras del país; del barrio de las luces rojas con sus putas exhibiéndose como maniquís en vitrinas, al compás del “Ámsterdam” de Jacques Brel, tantos y tantos recuerdos, tantísima nostalgia de mi vieja y querida Anticuardam

Weiß/Colonia, 27.6.

1:20 am : Acabo de ver, sin verla, Blue Valentine, todo el tiempo obsesionado con que la peli tenía que haberse filmado en el 2008 pero el rodaje se postergó hasta el 2010 a causa de la muerte de Heath Ledger, y por la información que leí en TV Movie me enteré de que Michelle William era la compañera de HL y la madre de su hija. Entonces me hice un barullo mental con el conflicto que muestra la peli y el que debió arrostrar MW filmándola, y en algún momento me perdí en ese laberinto. Tengo que volverla a ver en otras condiciones.

Leo en el Kölner Stadt Anzeiger que más de ½ millón de cristianos de ambas confesiones (la católica y la protestante) abjuraron de su fe en el ejercicio económico del año pasado. Lo digo de este modo porque lo que está en juego es el diezmo, el impuesto eclesiástico, que significa el 10% de lo que pagamos al Fisco, es decir, millones y millones de euros para ambas iglesias, en las que el diezmo es poco menos que la viga maestra de sus respectivos presupuestos. Lo que hace más remarcable la alta cifra de apostasías es que el 2019 fue un año prácticamente sin escándalos por abusos de menores. A mí me da a veces la impresión de que el cristianismo sufre lo que los ingenieros llaman “fatiga del material”. Son más de dos mil años de predicar la buena nueva sin que se le vea el pelo por ninguna parte.

Pues señor, bien que he metido la pata en mi columna de ayer en EE, que seguramente no se ha publicado por eso. En ella terminaba diciendo que «La historia de un país es también la de sus grandes gestas deportivas. Como las dos fechas que he señalado más arriba en la historia de Alemania, el 13.9.1993 se cuenta por derecho propio en la historia de Colombia». Laura Camila me mandó un email urgente preguntándome a cuál hazaña deportiva colombiana me refería con esa fecha, y le contesté asombrado que al 5:0 que la selección de su país le infligió a la albiazul  nada menos que en el estadio de River Plate. ¡Pero resulta que la fecha correcta es el 5.9.1993! Ahora bien: allá por el comienzo del milenio escribí un texto inédito donde les explicaba a mis amigos colombianos, de una manera detallada, las razones de mi profunda relación con su país y con ellos, y ya en ese texto consta el error de la fecha, sin que yo sepa todavía a qué black out mío se debe tal error. Pero lo cierto es que ese texto, pese a seguir inédito (porque en realidad no es apto para una publicación), sí ha sido ya leído por más de dos docenas de colombianos, amén de que la semana pasada, en este mismo diario, también hablé de la hazaña atribuyéndole la fecha equivocada, ¡Y ni un solo de mis lectores colombianos, que los tengo, y no son pocos, me llamó la atención acerca de mi error! Este es uno de esos momentos en que te das cuenta de que estás arando en el mar y te preguntas muy en serio si vale la pena seguir haciéndolo.

*****************THE END*****************

Salir de la versión móvil