Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 26 / 2023

De mi Diario : Semana 26 / 2023

Rodenkirchen, 25.6.

Vi anoche Paris–Manhattan completa, es una delicia de peli. Se trata del primer largometraje de Sophie Lellouche y le salió redondo. Los intérpretes (¡fabulosa la pareja Alice Taglioni & Patrick Bruel!), la cámara, la banda sonora, todo encaja como un juguete sofisticado, con la guinda del pastel que es el camafeo con el propio Woody Allen. Lo único que no me ha gustado es la voz de quien dobla a Woody, se nota que hace un esfuerzo por imitar el sonsonete un poco gangoso y casi siempre teñido de ironía de este icono del cine, y el resultado es pobre. La volveré a ver esta noche, pero en la versión original, a ver cómo funciona en francés. Ah, y se me estaba olvidando, el guion, que es precioso, así como también los diálogos, ambos acreditados a la directora. Cuando Victor [Bruel] le pregunta a Alice [su tocayaTaglioni] por Vincent, su novio, y ella lo describe como un dios, Victor la pone en guardia: «Los dioses no aman, se dejan amar». La peli podría ser una de las últimas de WA, con eso lo digo todo.

Me salió de una sentada mi artículo sobre el europeismo en Platero y yo y en La montaña mágica, según lo demuestran las citas de palabras extranjeras en el segundo caso y las literarias en el primero. Creo que nadie se ha tomado nunca antes el trabajo de demostrarlo con datos. Me costó seis días de tarea releyendo en diagonal La montaña mágica, a razón de 100 pgs. por día, y entiendo que no se me escapó ni uno solo de los vocablos no alemanes usados por Mann. El resultado fue que pude pergeñar mi texto en seis horas y podré ofrecerlo mañana a la redacción de Nexos.

Hace muchísima calor, más de 30º. Cuando bajamos al jardín descubrimos que la jardinera, aunque hoy es domingo, está regando los canteros del fondo. Llegamos paseando allá y nos saludamos, ya nos hemos conocido la semana pasada o la anterior. Le pregunto si son arándanos los de la mata que descubrí hace un par de días y me lo confirma. Le digo cómo se llaman en español, una palabra muy hermosa, y me pregunta que si sé español, le digo que soy español. Quiere saber que de dónde. De Andalucía, le digo. Casi pone los ojos en blanco cuando pronuncia el nombre de Granada. Le digo que soy atlántico, no mediterráneo. ¿Y cómo es que vino a parar en Alemania? Huyendo de la censura de la dictadura que impuso el régimen franquista. ¿Por qué?, insiste en querer saber. La censura me puso un bozal, y yo soy periodista, necesito respirar aire libre. ¿Escribía usted sobre política? Por eso me impusieron el bozal, aunque los temas que más toco son culturales, sobre todo literarios. Y le cuento que hoy he escrito un largo artículo acerca de La montaña mágica. No tenía ni idea de la existencia de esa novela. Le cuento que en ella se halla la declaración de amor más original y bella de la literatura universal. Parece que eso le hizo tilín, porque cuando me despido repite en voz baja varias veces «Zauberberg, Thomas Mann»

Rodenkirchen, 26.6.

Volví a ver anoche Paris–Manhattan con más detenimiento en los detalles. Por ejemplo, descubrí que el libro que está leyendo Alice al comienzo de la peli es de Dostoiewski: Los demonios. Lo cual es evidente cuando luego, en uno de sus diálogos con el poster gigante de Woody Allen en la pared de su living, le dice que «todo está permitido». La frase completa del gran Dostoiewski es: «Si Dios no existe, todo está permitido». Y anoté las cuatro cosas por las que, según WA le dice a Alice, vale la pena vivir: «Para empezar Groucho Marx, el segundo movumiento de la sinfonía Júpiter, Louis Armstrong tocando “Potato head blues ¡ah, y las pelis suecas!»

Vamos a almorzar a .Steep’s con Rebeca, que ha venido a hacer cuentas conmigo por las compras en ReWe pagadas con mi American Express. Diny pidió un escalope à la vienesa y Rebeca una salchicha al curry, ambas con raciones de pommes frites, y yo un panqueque de tocino de jamón. Le cuento a Rebeca, sin spoiler, Paris–Manhattan, pero a Rebeca no le gustan tanto las pelis de Woody como a Chico y a mí. Una peli que le encantó a Rebeca, que la vio conmigo en el piso del Pflasterhofweg, un día que estábamos solos (Diny había viajado a visitar a una de sus hermanas, creo), fue Marty, le pareció de lo más humano y hermoso que había visto en el cine. Y su opinión coincide con la mía.

Teresa me escribe desde Medellín: «Querido Ricardo, apenas ayer leí tu diario de la semana antepasada, con tu hermosa evocación de Hilde y Pepe». Le contesto: «Teresa querida, algunas (muchas) de las horas más felices de mi vida las he pasado en La Chucha. Cada vez que pienso en ella, me siento como Adán y Eva debieron sentirse cuando el hp de Jehová los expulsó del Paraíso. Solo recuerdo un par de días tristes allá, pero no fue por culpa de Hilde y Pepe sino de la pareja que me acompañó en aquella ocasión, y culpa mía en el sentido de que invertí demasiada ilusión en ese encuentro con la que siempre he llamado «mi Nausica» (recuerda la Odisea)».

Hoy, en nuestro paseo vespertino por el jardín descubrimos un peral. Pero debe de ser un peral bonsái, no me saca más allá de 2 a 3 cm de altura.

Rodenkirchen, 27.6.

Ulli llamó ayer para decir que no vendrían hoy a comer conmigo porque sufre unos dolores intensos en los pies y teme no poder reaccionar con los reflejos necesarios si se pone al volante de su auto. Cuando lo comento acá con Montse, quien ha venido a echarle una mano a Diny, me dice que a Frank le pasa lo mismo, padece de polineuropatía, la primera vez en mi vida que oigo esa palabra. Y como La Modicana está cerrada este martes, vamos los tres a comer al chino, donde Diny encarga una sopa à la pekinesa y un plato de pato con verduras, Montse unos fideos al horno y también con verduras, y yo mis gambas con gabardina y dos pinchos de camarones fritos, gracias a lo cual me entero de que esa forma rica de freír pescado o marisco, como Bernardo en Huelva, tiene un nombre japonés: tempura. Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo, dicen las putas con un elevado sentido de su profesión. Que no se me olvide: Montse pidió de beber una gaseosa de ruibarbo y se veía genial.

Hoy como ayer, día sin sol, nublado permanente, pero en el jardín corre el viento y, como ayer, me doy cuenta de que el viento sólo corre acá abajo, las nubes están quietecitas en el cielo de Colonia, se diría que como posando para un paisajista neerlandés o flamenco. O para Turner, que también tiene algunas nubes gloriosas. Sólo turba el silencio una paloma zureando en el techo del balcón vecino a la derecha del nuestro: ¿a quién se le ocurriò llamar “arrullo” a ese moscardoneo en do sostenido mayor que es el zureo de las palomas? ¡Por Dios!, como decía Mutis en estos casos.

Vino Chico, por fin, para instalar el perchero. Eso me recuerda mi penúltima llamada a la Nena, cuando le pregunté qué pasó con el perchero y sobre todo con los sombreros de papá que seguían allí, y me dice que  cree que uno dellos se lo llevó Montse, y el último se lo ha quedado nuestro primo Ricardo, ahijado y tocayo mío; y por cierto que la Nena no los llama “sombreros” sino que los nombra con la palabra que se usaba entonces: “mascotas”. Se me olvidó anotarlo. Como se me ha olvidado preguntarle a Montse si es cierto que se trajo de Huelva una mascota del abuelo. Y ahora, cuando Chico dio de mano y platica con nosotros, llega Laura para cambiarle el pañal a Diny y ponerle el pijama, y le digo a Chico que Laura es una paradoja andante: «Es de Barcelona, e hincha del Real Madrid». Se ríe Chico.

Rodenkirchen, 28.6.

Infructuosa búsqueda, anoche, de alguna copia gratuita de Paris–Manhattan en el original francés, o en inglés, donde las citas de Woody Allen serán aún más originales, las habrán tomado de las bandas sonoras de sus pelis. Me consolé oyendo música clásica. Una sinfonía que según WA se cuenta entre las cosas por las que vale la pena vivir: la Júpiter, de Mozart, con Claudio Abbado.

Cuando me levanto y abro mi estafeta virtual me encuentro un email de Óscar, desde Medellín, con la noticia del misil disparado contra una pizzería ucraniana en cuya terraza, entre otros, estaba cenando Héctor, quien resultó herido. Apenas termino de desayunar cuando ya le estoy enviando un  email: «Ettore caro, por mi antiguo corresponsal en Colombia, el paisa Óscar Domínguez, me entero de lo que te ha pasado. Creo que no hace falta decirte cuánto me afecta esta noticia, hermano querido. Te deseo que te recuperes pronto del shock, aunque sé por experiencia propia que estas cosas llevan su tiempo. Pero no cejes en tus empeños, que son una noble empresa. Y deseemos juntos que a Putin se lo lleve pronto el diablo. Cariñosos recuerdos de Diny, abrumada por la noticia, y un entrañable badabrazo desde la orilla buena del Rhin, a 80 m del cuarto desde el cual te envío este mensaje de solidaridad y profundo afecto. Ricardo Corazón de DienteDeLeón (¡sóplalo y verás!)»

Vamos Diny y yo al Steep‘s, el camarero nos sirve nuestras bebidas sin necesidad de encargárselas y sabe que yo vengo por los Reibekuchen con salmón ahumado, sin ensalada; Diny tarda algo es decidirse pero al final pide un panqueque de tocino de jamón, con ensalada, y come con mucho apetito. Al camarero le pregunto si estará también el domingo, me dice que sí y le explico que es el 57.º aniversario de nuestra boda y vendremos con un par de miembros de la familia. Después de la dolorosa (como llamamos a la factura en La Modicana), nos encontramos al salir con el camarero que está bebiendo una kölsch en el bar. «Hasta el domingo, pues, señor Bada Díaz». Me sorprendo: «¿Y usted cómo sabe cómo me llamo?» «Por la prensa». Y al ver que mi sorpresa aumenta, se echa a reír: «¡No, hombre, no! Me he fijado en su nombre en la tarjeta de crédito». Ahora ya no me cabe ni la menor duda, este hombre sabe que somos parroquianos fijos, y a los fijos se los llama por su nombre.

Y siguen los descubrimientos en el jardín. Hoy ha sido una preciosa libèlula de cerámica posada en una mata. Llevamos una semana en que salimos a descubrimiento diario.

Rodenkirchen, 29.6.

Hoy se cumplen 65 años de la muerte de Juan Ramón. Cuando trajeron a Madrid los dos féretros, el de Zenobia y el suyo, y de Barajas a su entrañable Moguer («¿Infinitivo de qué verbo / no registrado nunca en la Academia?»), me encontraba reposando en Fregenal, en casa del tito Juan y La Penita, el cariñoso apodo de tita Isabel. Había terminado el tercer año de la carrera con dos Notables, dos Sobresalientes y dos matrículas de honor en las dos asignaturas más bravas: Derecho Administrativo y el Internacional Público, pero acabé agotado y mis padres, como siempre hicieron cuando me veían mal, me mandaban a su pùeblo, y siempre a la casa del tito Juan y La Penita, los padres de Carmela, que prácticamente vivía más con nosotros que en Fregenal. Me perdí, pues, el entierro del gran poeta tan bienamado por mí, sólo pude seguirlo en la prensa y por la radio.

Mañana a primera hora de la tarde será la Sommerfest, La Fiesta del Verano, en el Maternus, y hoy, desde las primeras horas de la mañana ha habido un ajetreo intenso en la zona ajardinada. Empezó después de mi desayuno y he seguido todo ese ajetreo gracias a que la puerta de nuestro balcón estaba, como siempre, abierta de par de en par por mor de la ventilación. A las 11:20 am, al levantarme por fin, he ido al balcón y mirado el panorama. Han instalado largas mesas rectangulares, algunas flanqueadas por bancos, otras por butacas de mimbre, y lo que me pregunto es cómo harán para aparcar los andadores, ya que más de la mitad de los residentes, incluyendo a Diny, se valen de un andador para caminar. Bueno, ya me enteraré mañana mirando el espectáculo desde el balcón. Por cierto: tanto Jessica como Doña Geranio insisten en que tengo que asistir a la fiesta (Jessica: «No va a perderse la parrillada», Doña Geranio: «¿No va a venir para lucir su mejor guayabera?») pero he tenido que decirles que no soy fiestero. Y no les he mentido ni tanto así.

Rodenkirchen, 30.6.

Anoche vi una peli que tan sólo he visto antes una vez, en 1955, cuando la estrenaron en Huelva, creo que fue en el Cine Mora: The Million £ Note [El millonario]. Como entonces no tenía la atención concentrada que gasto ahora, no recordaba que está basada en un cuento de Mark Twain, y al igual que en Un yanqui de Connecticut en la corte del rey Arturo, el refinado humorismo del gran Twain aprovecha la ocasión para burlarse de los excéntricos ingleses. Y es una gozada ver de nuevo a Gregory Peck, uno de los más grandes actores que han ennoblecido el cine.

Vamos a almorzar al chino. Diny encarga un cuenco de sopa à la manera de Pekín, y unos fideos fritos con carne de cerdo, gérmenes de soja y huevo. Yo como siempre mis gambas con gabardina y dos pinchos  de camarones en tempura. Cuando pago la cuenta le digo a la camarera que no se asombre de que siempre pida lo mismo; la explicación es que en su restaurante fríen el pescado y el marisco como en mi ciudad natal, y ahora sé por qué: la tempura no es japonesa, fueron misioneros jesuitas portugueses quienes la aclimataron en Japón, y yo nací en una provincia limítrofe con Portugal.

Sommerfest en el Maternus. Orgía de decibelios. Números de circo. Parrillada. Desfile de títulos de la  música popular alemana. Le he echado una ojeada desde el balcón después de un reposo (me eché en la cama al regresar del chino pero los decibelios no me dejaron dormir). Vino un trío compuesto por Doña Geranio, Laura y Pablo para convencernos de que participásemos en La Fiesta. Se llevaron a Diny, al lobo solitario que me habita no hubo manera de convencerlo.

Inesperadamente para mí, Revista de Libros subió hoy a su cuenta Twitter una reseña que publiqué en sus páginas en el 2019. La he releído y me parece que no está mal, así que se la envío a unos amigos, entre ellos Álvaro Delgado Gal, el director de RdL, como un modo de agradecerle esta publicación. Casi a vuelta de correos me manda un email diciéndome: «No sólo no está mal. Está muy bien». Le acuso recibo: «Querido Álvaro, un «muy bien» tuyo vale su peso en oro para un ganapanadero de la escritura como aquí tu negro. Gracias milyuna, igual que las noches de Sherezade y que tengas un feliz fin de semana. Un abrazo desde la orilla buena (la gauche, ça va sans dire) del Rhin».

Después de leer mi diario, Manu me dejó este comentario «¿Qué diría Doña Geranio si estuviera en Castilla? Más le vale no aparecer por aquí en verano y, al paso que vamos, ni en primavera. ¡Ojú qué calor!» Lo leo y le contesto lo siguiente: «Me has hecho recordar que mi hija Montserrat, a sus dos años, pasó varios meses con mis padres en Huelva, iba a ser quien llevase la cola del traja de novia de mi hermana. Y acá, en Colonia, en casa, habíamos aleccionado a nuestras tres criaturas que si comiendo se les escapaba un eructo, dijesen «Perdón». Pues bien, cuando se casó mi hermana viajamos para asistir a su boda y nos trajimos de vuelta a Montserrat, y poco después, a uno de sus hermanos se le escapó un eructo mientras cenábamos y dijo «Perdón», lo que Montserrat comentó diciendo: ”Abuelo dice Ojú”».

Rodenkirchen, 1.7., 57.º aniversario de nuestra boda en el Registro Civil de ‘s Heerenberg

Anoche vi por primera vez en mi vida My Man Godfried [Al servicio de las damas] con la malograda Carole Lombard (murió en un accidente de aviación dejando inconsolable a su marido, Clark Gable) ,y William Powell, una pareja sencillamente genial en el sentido más inmediatísimo del adverbio. Esta noche, después de subir a Fronterad la nueva entrega de mi Diario, la quiero ver de nuevo, ¡esa Carole Lombard es uno de los infinitos regalos que Hollywood nos hizo a los cinéfilos! ¿Cómo no recordarla en su último film, Ser o no ser, esa obra maestra de Lubitsch?

Hoy es el 57.º aniversario de nuestra boda civil. Lo festejamos en el Bistro Verde. Acudieron Rebeca, Chico con Pia, Angie con Vincent, Montse con Frank y Henri, sólo faltaron Paul (que está de gira por Alemania con el grupo musical del cual es el factótum) y Oskar, ocupado con los preparativos de su viaje a España, se va mañana. Un almuerzo opíparo y feliz, con la sola nota negativa de que Henri no quiso comer nada y sólo bebió agua. Pero por lo demás estoy súper orgulloso de la familia que fundé con Diny. Luego, al Maternus sólo volvimos Diny, Rebeca y yo. Rebeca compró sacos de tierra en ReWe y estuvo muy ocupada haciendo que el cantero rectangular de nuestro balcón sea una muestra floral bellísima, Que los dioses todos bendigan las manos hacendosas de mi hija.

En el Bistro Verde se me acercó Angelika para darme las gracias por la reseña de nuestro almuerzo allá el sábado antepasado, con motivo del 130.º aniversario de la firma. Me mostró un cable enviado por Petra desde Grecia, donde también me da las gracias por ello. Al parecer todo el personal se ha sentido feliz leyendo lo que escribí ahí. Se puede hacer feliz a la gente con tan poca cosa

Bajé al jardín solo. Diny, ya empijamada, estuvo allá con Rebeca mientras yo dormía la siesta. Una paz  inmensa en el jardín. Cada día que pasa lo amo más. Eso sí, cuando me siento junto a la entrada lo hago a una prudente distancia de la vertical de la caída de cuerpos desde los pisos superiores. Una vez, hace ya bastantes años, alguien se suicidó arrojándose al vacío desde la plataforma panorámica de la torre Sur de la catedral, y al caer lo hizo sobre una turista canadiense que murió en el acto. Desde entonces, siempre que paso por la catedral lo hago a varios metros de distancia, y si entro en ella lo hago mirando hacia arriba. Precaución se llama esta figura.

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