Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoDe mi Diario : Semana 27 / 2010

De mi Diario : Semana 27 / 2010


Weiß/Colonia, 4.7. (1)

Desde Río Ceballos, en la Córdoba argentina, Gra me deja un comentario en mi blog de Nexos, a propósito de mis décimas celebrando el naufragio del proyecto Maradona: «Lástima que no pudiste desplegar tu talento para cantarle loas a la celeste y blanca. ¿Por qué no lo querés al Diego, che? ¿Qué te hizo…?», y me obliga a contestarle lo siguiente: «Hola, Gra. Yo adoro a la Argentina, pero no soy ciego como para no ver que hay dos Argentinas, la linda y la fea. Y a mí me gustaría que Argentina siempre estuviese representada por la linda, no por la atorrante, por la impresentable, por la que hace prevalecer sobre el fair play la viveza criolla mala (hay una viveza criolla de buena ley). Independiente de ello, ese Diego de que me hablás me pareció siempre un excelente jugador, pero de ahí a considerarlo (y sobre todo a que él mismo se considere) el mejor de todos los tiempos, hay tela cortada de sobra. Ni siquiera voy a hablarte  de Pelé. Sin regresar más allá que al año 1950, cuando empecé a gustar del fútbol, cuando el Mundial del Brasil que terminó con el maracanazo del 2:1 uruguayo a los anfitriones, puedo hablarte de Schiaffino, de Di Stéfano, de Kubala, de Puskas, de Garrincha, de Tostão, de Best (que tuvo la mala suerte de jugar con Irlanda del Norte, así que su genio se quedó en el ManU), y la lista puede terminar con Cruijff, que fue quien revolucionó el fútbol e hizo que desde que él sentase cátedra, haya equipos que jueguen como el Barça actual. Así pues, y yyyendo ahora a tu segunda pregunta, a mí ese Diego no me hizo nada; a quien se lo hizo, y para mal, es a la Argentina que yo quiero. Y eso no se lo perdono. Vale».

Y a mi sobrina Mónica, que me ha preguntado desde Huelva que el miércoles a quién le voy, le he razonado así: «En cuanto a la final, no descartaría que fuese Alemania vs. Uruguay, y ello por dos razones. La que atañe a Alemania es obvia, son los que mejor fútbol han jugado hasta ahora. Pero del otro lado, los neerlandeses, aparte de que sólo tienen ese arma secreta llamada Robben, hasta ahora lo único que han hecho es administrar su poder, y eso se puede hacer hasta octavos, y quizás hasta cuartos, pero después ya no. Y el Uruguay tiene una motivación muy fuerte: demostrarle a la Argentina que ella sí puede llegar donde Metadona no. No es cosa de desdeñar, y si no, al tiempo».

 

Weiß/Colonia, 4.7. (2)

Pasan en el canal Arte un concierto de música de cámara, con Lang Lang y cuatro intérpretes de la Sinfónica de Múnich, bordan “La trucha”, el prodigioso quinteto de Schubert. Es una de esas piezas, escasas en realidad, donde se nota que el artista ha tocado el cielo con las manos, es una de aquellas pocas obras de arte donde se ha llegado más cerca al colmo de la perfección. No le disminuye en nada, a la sublime calidad de esta música, que veamos durante la transmisión al violinista sudoroso (por el que de inmediato siento una solidaridad espontánea), y al contrabajo de pie, haciéndole honor al nombre de su instrumento, y a Lang Lang siguiendo con los ojos el compás de la partitura. Hay gente que cree que hace teatro y yo creo que no, que es un poseso por la música y que su código de información al exterior pasa por parámetros que para nosotros, occidentales, quedan como sobreactuados, cuando para ellos, que tienen todos la escuela de la Ópera de Pekín, apenas si subrayan la naturalidad de sus sentimientos. Eso aparte de que Lang Lang, además, me parece un gnomo travieso, al que le encanta gastar bromas. Tendríamos que releer todos el espléndido libro de Arthur Miller donde cuenta cómo y cuánto le costó dirigir el montaje de La muerte de un viajante en aquél Pekín entonces nada neoyorquino.

 

Weiß/Colonia, 5.7. (1)

Montse estaba inscrita como voluntaria esta mañana, en la escuela de Oskar, para monitorear el cursillo intensivo de enseñanza de las normas del tránsito rodado a los chicos que van a ella con sus bicis. Así es que me llamó este fin de semana para saber si yo podía encargarme de Henri entre las 9.30 y las 12.00 de hoy, le dije que sí, y allá que me fui después del desayuno. Cuando llegué Henri aún dormía, pero enseguida se despertó y he estado casi dos horas jugando con él. Tiene unas manos de fierro este crío, a sus seis meses y un día. Como temí que me despedazara el diario (¡con qué ímpetu le echó mano!), le di a cambio –para que se entretuviese– una botella de agua mineral de 2 litros, y la pobrecita mía debe de estar maldiciéndome desde el fondo de su alma de plástico.

 

Weiß/Colonia, 5.7. (2)

Uno de mis más asiduos lectores, el Dr. J., me pide que le explique por qué el libro de W.G. Sebald Schwindel. Gefühle está traducido sólo como Vértigo, y le contesto: «Me temo que sobreestima mi capacidad. Sé, por supuesto, quién es Sebald, y hasta he leído un breve texto suyo porque me enteré que en él arremetía contra uno de mis autores predilectos, Andersch, y es posible que Sebald tenga razón en su ataque. Pero por lo demás no sé nada de él, quiero decir, no he leído nada de él, porque además yo en realidad leo muy poco, la literatura sólo me interesa de manera mercenaria, escribo para ganarme la vida, así lo he hecho desde los 26 años y he sacado adelante una familia, lo que no es paja. Me interesan el cine y la música; la literatura sólo como ganapán, y si me pregunta que por qué Schwindel. Gefühle está traducida sólo como Vértigo, la verdad es que no sé qué contestarle, y en principio y hasta no leer el libro (¡pero no pienso hacerlo sólo para chequear semejante pormenor!) incluso me sentiría inclinado a pensar que Vértigo fuese una traducción falseante del contenido, ya que Schwindel también puede significar «embuste, patraña, charlatanería, impostura». Es como cuando tradujeron al alemán la novela La tregua, de Benedetti, que al hacer el texto de propaganda para el folleto editorial, buscaron en un diccionario español-alemán la palabra «tregua» y consignaron en el tal folleto, como título, Die Waffenruhe (esto es, la tregua militar), cuando en realidad tenía que ser Die Gnadenfrist (esa otra tregua, tan humana, que nos damos, o nos da la vida, ese plazo de gracia que no tiene nada que ver con un alto al fuego en un conflicto bélico). Menos mal que alguien, en la misma editorial, se dio cuenta de que aquello no encajaba con lo que ya sabía del libro de Mario B., y se desfizo el entuerto antes de que llegase a la imprenta. Vale».

 

Weiß/Colonia, 6.7., primera hora de la madrugada

Acabo de ver Atonement, que me la perdí cuando la estrenaron, y no la han vuelto a pasar (además, duró muy poco en cartelera). Estoy todavía acojonado por su belleza y su garra, una garra con la que te agarra y no te suelta. Incluso ha hecho que empiece a reconsiderar a Keira Knigthley como actriz, y eso en mi caso quiere decir mucho más que mucho acerca de esta peli.

 

Weiß/Colonia, 6.7. (1)

A todas estas ya comenzó el Tour de France, lo que pasa es que ando metido de hoz y de coz en el Mundial, por una parte; y por la otra, como estoy convencido de que todos los ciclistas se dopan, esperaré hasta poder ver quiénes se dopan mejor, y eso donde mejor se puede ver es en las etapas de montaña. Así es que como ahora todavía van por lo llano, ya llegará el tiempo para admirarles sus hazañas físico-químico-farmacológicas.

 

Weiß/Colonia, 6.7. (2)

Es algo que lo tengo dicho, contado, escrito y publicado muchas veces, que los Países Bajos no han tenido más que dos enemigos invasores en su historia: España durante la guerra de los ochenta años, y Alemania durante la segunda mundial. Y que el himno neerlandés dice en su primera estrofa: «Yo soy Guillermo de Orange, soy príncipe de sangre alemana y leal hasta la muerte a la tierra de mis padres, (…) y al rey de España siempre le rendí pleitesía». ¡Y lo cantan en estadios llenos, y a voz en cuello, como en éxtasis, hasta cuando juegan contra España y Alemania! No conocía mejor argumento para terminar con esa costumbre paleolítica de los himnos hasta que se lo vi corear a la princesa heredera de los Países Bajos, la argentina Máxima née Zorreguieta, antes de empezar la semifinal de hoy contra el Uruguay. Con independencia de quien gane la de mañana, ya sea España o Alemania, ¿con qué convicción coreará el domingo, en la final, la argentina Máxima née Zorreguieta eso de ser de sangre alemana y haberle rendido siempre pleitesía al rey de España?  Ay no, ese espectáculo surrealista no me lo quiero perder.

 

Weiß/Colonia, 7.7., primeras horas del día (2.35 a.m.)

The Upside of Anger: no es tan cáustica como American Beauty, pero casi que hunde más el cuchillo en la herida, justamente por eso, por hacerlo sin querer herir. Es como aquello que decía Graham Greene de la inocencia, que era igual a un leproso que al salir a la calle se olvidaba de las tablillas para ir anunciando su presencia.

 

Weiß/Colonia, 7.7. (2)

A partir de hoy, que acabo de inhalar la última Spiriva del paquete, mi ración diaria de pastillas queda reducida a 4¼, lo que significa una reducción mamut comparándolas con las doce que todavía debía ingerir hasta hace dos o tres meses. Gracias sean dadas a san Fermín, patrono del día de hoy. (Me pregunto por el poder de la literatura: ¿Quién conocería los sanfermines, más allá de las fronteras de España, si Hemingway no hubiese escrito sobre ellos?)

 

Weiß/Colonia, 7.7. (3)

Una final inédita en los Mundiales: los Países Bajos contra España, y al revés. O sea, la guerra de los ochenta años, en una edición controlada por la FIFA y con un árbitro neutral. No sé si la veré, a no ser por la novedad y por vichar a Máxima née Zorreguieta cantando el himno de su nueva patria, donde siempre le rinde pleitesía al rey de España. Pero la verdad es que a pesar del precedente histórico, ésta de la naranja contra el pimiento es una final sin morbo, casi no interesa más que a efectos estadísticos, añadir el nombre de un país más a la lista de campeones.

 

Weiß/Colonia, 8.7.

Oskar actúa hoy por primera vez en un concierto de aprendices de guitarristas, y ayer le pidió a la abuela que le comprase un banquito de esos para apoyar el pie y sostener más cómodamente el instrumento. Diny se lo compró viniendo de camino acá, y yo he ido por la mañana a llevarlo a casa de Montse. Estaba dormido Henri, y la mamá y yo platicamos sobre el partido de anoche,  la semifinal Alemania vs. España. No salimos de nuestro desconcierto. Con independencia de que España jugó muy bien, de manera inspirada y contundente, ello no explica por completo que el once alemán que barrió por 4:1 a Inglaterra y 4:0 a Metadona, ayer no fuera sino la sombra de sí mismo. Debe ser como aquello que los ciclistas españoles que corren en el Giro, el Tour y/o la Vuelta, llaman “la pájara”, el día en que es mejor que no compres cupones porque te puede tocar quedarte ciego.

 

Weiß/Colonia, 9.7., primera hora del día

Dan in Real Life: una peli no ya buena, sino mejor, para no decir óptima, porque eso suena como cuando en Brasil quieren decir, pero en una sola palabra, “no se me ocurre nada mejor que decir” (“ótimo, cara! ouvíu? ótimo!”)  Tendrían que haberle dado un Oscar a Bernard Telsey, que fue el responsable del castin. No hay un solo papel que no esté no ya bien interpretado, sino yo diría que vivido. Es un milagro muy raro de encontrar en una peli. La última vez que disfruté de un castin tan perfecto fue en Million Dollar Baby. Y Juliette Binoche nunca me ha gustado tanto desde su Pauline de Théus en El húsar en el tejado. En cuanto a Steve Carell, que en verdad es un actor a quien nunca se pensaría confiar el papel que hace en esta peli, a lo mejor es que Telsey le oyó decir, a pesar de la inmensa popularidad de que disfruta en los Estados Unidos, gracias a su serie de TV The Office: «Cuando la gente se pone a chillar y estoy presente, ya sé que George Clooney es el que está detrás de mí en la cola del supermercado». Y si acierto en mi suposición, fue por eso que Telsey lo contrató para esta peli, dando plenamente en la diana.

 

Weiß/Colonia, 9.7.

Mi artículo “Contra Saramago” me ha deparado un aluvión de mails (y un par de comentarios en fronterad, donde apareció). Uno de los mails es de Pilar, desde Colorado: «Bueno, hermanote, tienes tus buenas razones, sin duda. A mí me gustaba oírlo hablar y analizar la situación del mundo. Comparto con él muchas ideas, lo que supongo [que] me hace comunista de sillón, igual que él. Pero confieso que sus libros siempre me parecieron densos y difíciles. Besos de tu hermanita que está en el bello pueblo de Aspen, entre montañas y pinos, en una conferencia de gente que se las da de, y que es, inteligente». Le contesto: «De Aspen tengo el mejor de los recuerdos. Desde allá me envió Severo Sarduy una postal, hace más de un cuarto de siglo. Acababa de leer un artículo mío aparecido en el suplemento cultural de Diario16/Madrid y me escribía que yo era «el mejor escritor light de nuestro idioma». Acaso ello explique mi rechazo del heavy Saramago, querida hermanota».

Y me escribe también Rolando, desde algo más al sur, desde Austin/Texas, que la Academia Norteamericana de la Lengua Española lo ha nominado oficialmente para el Premio Cervantes. Y le respondo ipso fuckto que ya iría siendo hora de que se lo diesen, desde que lo pedí para él,  públicamente, en La Opinión/Los Ángeles, La Jornada/México D.F. y ABC/Madrid, en el 2007.

 

Weiß/Colonia, 10.7., primera hora del día

La oferta era excesiva esta noche, tres obras maestras casi a la misma hora: El chacal, la versión buena, la primera, la de Fred Zinnemann; Streets of Fire, con una irresistibile Diana Lane de 19 años; y Blood Simple, la primera peli de los Coen. Me decido finalmente por esta, que es la que menos veces he visto, y además se trata hoy del Director’s Cut. Qué gozada, y qué maravilla la interpretación de Frances McDormand: casi estoy por decir que estaba predestinada a casarse con un Coen para ser la estrella indiscutible de sus pelis.

 

Weiß/Colonia, 10.7. (1)

Un titular memorable en el diario de hoy. Sobre una foto de formato rectangular horizontal a cinco columnas, con un campo de trigo donde luce en primer plano una amapola, sólo esto: “37 grados”. Lo busco en la versión internet del diario, para enviar ese enlace a un par de amigos periodistas, pero es inútil. No consigo explicarme la lógica de ciertas exclusiones de artículos y titulares cuando pasan la edición de la linotipia a la pantalla. Sea como fuere, a quedarse en casita toca. Eso además de que hoy será el primer día que Henri dormirá con nosotros, nos lo traerán al mediodía, y se quedará con los abuelos hasta mañana a media tarde.

 

Weiß/Colonia, 10.7. (2)

Pensando que vamos a ver Porgy & Bess dentro de unos días, estuve buscando mi ejemplar del libro, para que Diny lo leyese. Lo encontré finalmente en el estante del WC del recibidor: aquí, en este apartamento, hay libros hasta debajo de las camas. Diny me lo acaba de devolver ya leído, y cuando le pregunto, elocuente como soy, «¿Y?», me contesta con un también elocuente bisílabo: «Triste» «Por todos los dioses, Diny, dime qué ópera alegre conoces» «Sí, pero esta es aún más triste. Esos pobres negros…» ¿Y Otelo?, pienso, pero no se lo digo. Porque en el fondo Diny tiene razón. La Carmen cantada en xhosa y filmada en el township Khayelitsha, cerca de Ciudad del Cabo, es infinitamente más triste y más dolorosa que la que tiene lugar en Sevilla.

 

*******************************************

Más del autor

-publicidad-spot_img