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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 28 / 2010

De mi Diario : Semana 28 / 2010


Weiß/Colonia, 11.7. (1)

Hace tanto calor –y ni siquiera es mediodía– que la espesa miel del bosque, la que uso para mis tés, fluye ahora como si fuese agua mineral. Henri, por su parte, suda como un bejino (así decía mi abuela Remedios, y no he conseguido desentrañar la etimología de esa palabra), pero desde luego es una bendición tenerlo en casa. Es tan criatura todavía: seis meses y una semana, aunque por el volumen ya podría ser un año y medio, o más. Qué corpachón  tiene… Y acá andamos con él pasándonoslo el uno al otro a cada rato, hasta que nos cansamos de cargarlo, porque pesa el muy jodido, y lo dejamos en el suelo. Aún no gatea, pero ya se revuelve y echa mano a todo lo que esté a su alcance. Y los payasos Dinylova y Rikardoff boyan todo el tiempo a su alrededor inventando cualquier clase de morisquetas para hacerlo sonreír, porque Henri se sonríe con ganas y parece inundar de luz el lugar donde se halla, con esa sonrisa suya.

 

Weiß/Colonia, 11.7. (2)

Me escribe Rolando: «Oye, con el dinero que gana Iniesta ¿no te parece que bien pudiera comprarse una hache?» [Eso fue horas antes de la final, después de la final le contesté así:]

                                       ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Hiniesta!!!!!!!!!!

 

Weiß/Colonia, 11.7. (3)

No tengo más remedio que pensar en mi primer Mundial, el del 50, que lo viví retransmitido por radio, con Matías Prats el primer tiempo de los partidos, y Enrique Mariñas el segundo. Y eso es algo que me tiene intrigado, porque todos los niños de mi generación recordamos la transmisión del gol de Zarra, el 1:0 con el que por primera vez España derrotaba a Inglaterra, y nada menos que en Maracaná. Esa transmisión mítica de un partido histórico por tantos conceptos. En la hemeroteca de ABC  descubro descrita así la jugada del gol: «A los tres minutos del segundo tiempo se produce el gol de la victoria española. El portero, Ramallets, saca con la mano sobre Gonzalvo III, que avanza y pasa a Gaínza; este, a Panizo, quien cede a Puchades, retrasado; el medio español, a Gaínza; el avance lo corta el medio derecha, Wright. El despeje de este va al defensa Alonso, que pasa adelantado y cruzado a Gaínza, que, de cabeza, lo envía a Zarra, y éste remata sin parar hasta el fondo de la red». Ese detalle es lo que me desconcierta: “a los tres minutos del segundo tiempo”. Y la información es cierta. ¿Por qué entonces la narración grabada la oímos en la voz de Matías Prats?  No sé, me huele a cierta chamusquina desde que me entero de que la grabación original no existe, no existió nunca, que lo que conocemos y hemos oído tantas veces, creyéndolo recuerdo grabado, es nada más que una reconstrucción. ¿Cuántos de nuestros recuerdos que creemos fiables no serán sino reconstrucciones?

 

Weiß/Colonia, 12.7. (1)

Me escribe Rolando: «In re el partido de anoche: Te apuesto que dentro de nueve meses y días, las Hiniestas van a barrer con el censo de la Península». Le contesto: «Aceptada la apuesta, después de haber consultado las cifras del expendio de preservativos en el Reyno Desunido de la Exgran España, entre la consecución del título y la mañana del día de hoy. Vale».

 

Weiß/Colonia, 12.7. (2)

EmbalumBadado como estaba con el tema del Abecedario del Mundial, ayer no pude ver Il y a longtemps que je t’aime, menos mal que la volvieron a pasar hoy a las 9 p.m. ¡Qué peliculón! ¡Y qué actuaciones las de Kristin Scott Thomas y Elsa Zylberstein!  Esta última es un completo descubrimiento para mí, creo que es la primera peli suya que veo, pero ahora no se me va ni una. [Consulto su filmografía y constato que ya debí verla en un papelito de reparto, Adrianne de Lafayette, en Jefferson en París, y que intervino en dos pelis que me perdí, sobre Modigliani y Toulousse-Lautrec]. Pero la Scott Thomas es aquí (“ici”) donde finalmente se revela como el genio que sin duda es. Consulto también su filmografía y en este caso constato que he visto seis pelis suyas, y además las vi por orden cronológico, así es que he seguido paso a paso su ascenso a la perfección interpretativa: Cuatro bodas y un funeral, Angels and Insects, The Horse Whisperer, El paciente inglés, Gosford Park, y ahora esta, Hace tanto tiempo que te quiero. Por otra parte, el guión es una joya, y la música de las que hacen que lo narrado se te meta bajo la piel. El jueves, que iré al centro a comer con Julio, me compraré el DVD. Y el de LiebesLeben, que también la pasan hoy, pero, 1°, ya la conozco, y 2°, no quiero quitarme de los ojos ni de la memoria el sabor de Il y a longtemps que je t’aime. Cuando KST dice «Oui, je suis ici», empecé a llorar comprendiendo que esa era la frase final y que a ella no había que añadir absolutamente nada. Luego, después de servirme un whisky que le hiciera honor a la peli, un Oban single malt (que me lo regaló Valeria cuando nos visitó hace un par de meses, y es de los que reservo para las grandes ocasiones), mientras tomaba el primer trago, de repente, uuuuuh, me dió un repeluco imaginándome cómo habría terminado esta obra de arte si la hubiesen filmado en Hollywood. Me tomé el segundo trago a continuación y casi sin respirar.

 

Weiß/Colonia, 13.7. (1)

Almorzamos en La Modicana con Marta, que pasa de nuevo por Colonia. Hablamos de la situación en México, y la siento desesperanzada, pobre Marta. Menos mal que siempre tendrá el refugio de su apartamento acá, en Zollstock. Un sitio tan tranquilo, tan pacífico, que cuando ella viene a pasar unos días en él, cada semestre, si se pone a pensar en ese Moloch de 30 millones de seres que es el Tenochtitlan de hoy, le debe de parecer que ha desembarcado en otro planeta.

 

Weiß/Colonia, 13.7. (2)

Leo en un diario del Cono Sur: «Cientos de miles de madrileños tomaron por asalto las calles de la capital de España para ver a la selección campeona del mundo paseándose en un autobús descapotable». Ah, la pucha, lo del autobús descapotable me ha dejado con la boca abierta. Eso a pesar de saber, gracias a La verbena de la Paloma, y desde que era muy chiquito, aquello de que «Hoy las ciencias adelantan / que es una barbaridad». Un autobús descapotable… Chapeau!

 

Weiß/Colonia, 13.7. (3)

Debido a una correspondencia inextricable entre los blogueros de Fronterad, hice un chiste en base al título de una novela de las “secretas” en mis años mozos, La castellana del Líbano, de Pierre Benoît. Y luego me dije que en realidad no sabía nada acerca de la persona del autor, y me puse a buscarlo con la impagable ayuda de mi amiga Miss Serendipity Google. Lo curioso del caso es que el primer Pierre Benoît que nos encontramos fue un arquitecto del siglo XIX a quien se deben muchas obras de arte en el conjunto urbano de Buenos Aires. Así es que seguimos buscando y dimos con nuestro hombre, el autor de aquellas novelas de aventuras con una componente erótica que las hacía tan atractivas en los años del franquismo duro y puro, y eso a pesar de lo poco que les dejaba pasar la censura. Aunque la verdad es que su mejor novela siempre me pareció La señorita de la Ferté, que es más bien un François Mauriac avant la lettre, nada de Dumas (padre) continuado por otros medios. Pero lo que más me interesa es el hecho de que Pierre Benoît, un hombre conservador, muy de derechas, comprometido con sus ideas, no colaboró con el régimen de Vichy, pese a su simpatía por Pétain, y no lo hizo porque en él era más fuerte la componente de su nacionalismo antialemán. El que se retirase neutralmente a sus posesiones no le salvó de ser detenido como colaboracionista, quedando libre meses después, aunque inhabilitado para seguir publicando durante dos años. Gracias a la intervención, entre otros, de Aragon, lo borraron luego de la lista negra. Esa sí que fue una novela, la de su vida.

 

Weiß/Colonia, 14.7.

El calor y la amenaza de un tornado me vuelven ermitaño. Tengo un paquete con libros para TL, pero se lo enviaré tan pronto como bajen las temperaturas, bien puede esperar un par de días más si ya esperó tantos que hasta me olvidé de la promesa que le hice, la de darle a leer a Sade. Pero ¿por qué querrá leer a Sade una mujer hecha para leer el Kamasutra?  Ah, el eterno femenino

 

Weiß/Colonia, 15.7. (1)

Marta me regaló antier un par de ejemplares de rúbrica, la revista de la UNAM, y hoy me los llevé para tener lectura hasta el centro en el bus y el tranvía, fui a almorzar zuppa di pesce con Julio y con Carlitos. En uno de los # de la revista encontré un texto de Groucho Marx sobre sus relaciones con la radio, y en él esta frase suya arquetípica: «Yo era […] un tornillo pasado de rosca en la maquinaria de la vida. Ni siquiera podía mirarme a la cara. No tenía suficiente dinero para comprarme un espejo».

 

Weiß/Colonia, 15.7. (2)

Vincent en casa, su primer día de vacaciones escolares. Después de la cena quiere ver una peli, del repertorio de vídeos que fuimos acumulando con los años, y Paul y Oskar y Vincent… Ya a Henri le tocan mejores tiempos, los del DVD. Y es que no funciona ninguno de los vídeos que Vincent quiere ver: o por defecto del VHS mismo o del reproductor. Pienso que son casi 400 cintas las que tengo en mi videoteca, con más de 600 pelis (porque muchas de ellas las compré vírgenes para grabar pelis de la tele, y en cada una cabían dos o tres), pienso en ese dineral y en ese trabajo invertidos ahí, y que posiblemente ya no valen un carajo, y me da rabia, me da rabia de que la técnica nos avasalle de este modo, nos aplaste y nos triture bajo las ruedas de su carro de Juggernaut, la remilputa que la remilparió. Mi único consuelo es que un día, en algún siglo venidero, algunas de esas cintas sean la única copia que queden en el mundo de Marty, o quizás de Duende y misterio del flamenco, con el genial martinete de Antonio en el tajo de Ronda. Como esas copias de filmes de Ford que se daban por perdidos y que han aparecido hace poco en Nueva Zelandia. Sea como fuere, de repente se me ocurre ofrecerle a Vincent un DVD con una ópera, Carmen, dirigida por Carlos Kleiber (sacarse el sombrero al leer el nombre) y puesta en escena de Franco Zeffirelli en la Ópera de Viena. Para mi alegre sorpresa, Vincent me dice que sí, y para espanto de Diny no se quiere ir a dormir antes de que termine la ópera, que lo ha entusiasmado, ha habido fragmentos (yo no estaba presente, Diny me lo contó) en que estuvo dirigendo la orquesta, en la mejor tradición del abuelo Ricardo, director de orquestra frustrado.

 

Weiß/Colonia, 16.7., primera hora del día

Casualties of War no es una peli mala, antes al contrario. Y además Brian de Palma pudo contar con un castin de actores compatriotas, que son que ni pintiparados para mimar sicópatas y actuar la pura histeria: la sociedad donde nacieron y se educaron es un caldo de cultivo súper ad hoc para ello. Pero sigo prefiriendo O.K., la narración del caso real, casi veinte años anterior, escrita y dirigida por Michael Verhoeven. Ya esa distancia temporal, casi veinte años, baliza el adelanto ético en la denuncia del delito de violación y asesinato de una prisionera de guerra. Nada más recuerdo una peli equiparable, aunque sólo dos años anterior a la de Brian de Palma, y es Full Metal Jacket, mejor desde luego como obra de arte, y además con una escena que de algún modo redime aquella de la violación en Casualties of War: la del tiro de gracia a la guerrillera destrozada, agonizante. Dos caras de la misma moneda de esa misma guerra, pero el mismo caso de dilema moral para los GIs implicados desde la posición humanística. Tratar de impedir en un caso la humillación de una mujer en lo que tiene de más mujer, tratar de poner fin en el otro al sufrimiento sin sentido de un ser humano. Ojalá nunca tengamos que hallarnos en situaciones donde se exija tanto de nuestra ley moral interna, no la kantiana escrita en las estrellas.

 

Weiß/Colonia, 16.7. (1)

Un día burocrático. Transferencias bancarias, envíos postales, fotocopias de textos antiguos y que no poseo nada más que en soporte papel. Compras de vino y whiskies especiales, para los visitantes del fin de semana. Todo ello hace que tenga que agarrar la bici y salir a lidiar con las milyuna sevicias de la vida social y de relación con el resto de esta mierda, el género humano. Menos mal que en la oficina de Correos descubro que el 12 de agosto va a salir a la venta una edición especial de una estampilla que editan conjuntamente Alemania y Argentina en ocasión de la feria del libro de Fráncfort: el motivo es la cabeza ciceroniana de Borges. Ciceroniana. La miro más de cerca. ¿No será senequista?  La miro una vez más. ¿No serán intercambiables, la retórica y el estoicismo?

 

Weiß/Colonia, 17.7., primeras horas de la madrugada

La había olvidado: Go, Go Second Time Virgin*, la peli japonesa del 69, de Kôji Wakamatsu. Es una de culto. Blanco y negro, sonido original, subtítulos en alemán que estoy seguro que no traducen más que la cáscara de lo que se dice. Y una chica de 17 años, Poppo, violada por un clan de jóvenes delincuentes. Y la voz de Billie Holiday en una de las secuencias, subrayando la imprecación de Poppo al mundo… Era tan raro en aquellos años, y sin embargo nos parecía tan natural, la música del blues como fondo a la tristeza del mundo oriental. ¿Qué habríamos dicho, en la escena en que Stanley Kowalski/Brando arrastra a la cama a Blanche DuBois/Vivien Leigh («We’ve had this date with each other from the beginning! [¡Tú y yo teníamos esta cita el uno con el otro desde el primer momento!]»), si la música en fondo hubiera sido la de un espectáculo Kabuki? ¿Y qué nos enseña eso, a no ser que hemos pervertido acústicamente al resto del mundo?

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*  Buscando en imdb si existía un título en castellano, lo que me parecía improbable, y acerté, descubrí en cambio el título francés, que me hizo reír de buena gana: Vierge violée cherche étudiant révolté.

 

Weiß/Colonia, 17.7.

Tenemos visita, que llegará pasado el mediodía, Willy, desde Ámsterdam, y Gerhard Hospers, desde Groninga. La cocina se ha convertido en Fort Apache. Vade retro!, campea invisible sobre la puerta. Diny en su elemento, cocinando platos exquisitos para, ¡por fin!, paladares que sepan hacerles el honor que se merecen. Yo, mientras tanto, resuelvo un par de problemas con mis archivos (¿por qué algunos textos se archivan solos –yo, me declaro inocente– en el formato .docx en vez de hacerlo en el habitual .doc?), y me asombro luego de no encontrar en internet nada más que una sola entrada sobre Gerhard y su pintura, con reproducciones de nada más que dos de sus cuadros, una vista algo insólita de París, desde la orilla derecha, con la torre Eiffel al fondo, y otra de la Leidsestraat, en Á’dam, con un tranvía saliendo de la Plaza de Leiden. Estoy curioso por ver cómo ha pintado “la casa de Jacinta”, el número 1 de la Plaza de Pontejos, en Madrid. Es un encargo que le hice cuando el otoño pasado viajó por primera vez allá, con Willy, y ahora viene a entregárnoslo. Veremos.

 

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