Weiß/Colonia, 4.7.
2:15 am : Después de ver cómo Inglaterra daba buena cuenta de Ucrania con un apabullante 4:00, estuve viendo The Look of Love [La mirada del amor], peli que no conocía y que me ha gustado. Creo que pocas veces se ha producido un biopic como este, con un diseño de producción que te deja con la boca abierta. La peli te mete de hoz y de coz en el Soho de aquel Londres de los 60, a no ser por el lenguaje, que a veces falla: por ejemplo, una periodista habla del órgano genital femenino y lo llama “pussy [=coño]” cuando la palabra que estonces se estilaba era “fanny”. Me pregunto, por cierto, si cierta Fanny con quien mantuve un romance nada lírico, conocerá el viejo sustantivo tan anglosajón: su “fanny” era tan deleitoso e insaciable como estrecho, un auténtico canal de Corinto.
Repasando mi diario en Fronterad caigo en la cuenta de que el martes no referí que en La Modicana me preguntó Ulli si había visto en el KStAnz del fin de semana la necrológica de una señora llamada Mafalda. Le dije que sí y a ella le extrañaba que esa señora, nacida a principios del siglo pasado, se llamase Mafalda. Le expliqué que el nombre se puso de moda con la casa real de los Saboya en Italia, de la que formaba parte Mafalda, hija del rey y posteriormente esposa del landgrave de Hesse. Un destino adverso la llevó a morir, a los 41 años, en el campo de concentración de Buchenwald, víctima de la furia vengativa de Hitler contra la familia real italiana, que había “traicionado” a su cómplice Mussolini. Dicho sea de paso, y al contrario que su marido nazi, la aristocrática landgravina de Hesse fue antifascista, como su tocaya plebeya, la Mafalda de Quino.
Marcela me escribe desde Bremen después de recibir mi envío dominical con el arhivo de mi diario y la frase de la semana. De la de esa semana, una de Astrid Lindgren [«Se puede tener poder sin abusar del mismo, la que es claramente, de todas, la más difícil prueba de habilidad en la vida»], Marcela me comenta que le parece buena y pertinente. Le respondo: «Doña Astrid era una mujer excepcional. Su correspondencia lo demuestra. Tenía una amiga lesbiana, alemana, perdidamente enamorada de ella, a quien le dio calabazas afirmándole que ella era una hetero irredimible, pero consiguió el milagro de que fueran amigas íntimas hasta la muerte, la de Louise. Las cartas que se cruzaron son un tesoro. Recuerdo en especial una que le escribe a Louise en esas fechas atareadísimas cerca del International Gift Day, donde le dice (cito de memoria, pero fíate de ella): «¡Ah, qué bien se lo pasa Jesús, que durante todas las Navidades no tiene otra cosa que hacer que estar tendido en su cunita!»»
Weiß/Colonia, 5.7.
2:35 am : Una noche muy completa en la tele. Episodios de la serie policial neocelandesa Crimen en Brokenwood (el mejor de todos, sobre una representación de Hamlet por un elenco aficionado), y los del DCI Barnaby y el joven Morse, y entremedias un documental sobre el rebelde rojo de la selección alemana campeona del mundo en 1974, Paul Breitner. Él y Ulli Hoeness fueron los dos primeros jugadores profesionales alemanes que habían hecho el bachillerato. Para los alemanes esto es muuuy importante. Para los españoles… ¿Sabrá alguien si Sergio Ramos fue alguna vez a la escuela?
Hoy, en el KStAnz un detalle de humor involuntario. En la página 8 aparece un largo artículo sobre la importancia de los insectos para el medioambiente, y en especial la importancia de la avispa, y lo firma Simone Humml, es decir, una periodista científica cuyo nombre, traducido a nuestra lengua, es Simona Abejorro. Congruencia se llama esa figura.
Después de leer mi diario en Fronterad, Manu me deja desde mis madriles el comentario de que ahora, en la Eurocopa, y a falta de Bélgica, tendré que buscarme otro favorito. Le respondo escueto: «Dinamarca, pero son penas de amor perdidas». Me moriré donquijote. Aunque mucho mejor que sanchopanza, del que sólo tengo el diámetro de mi guata.
También después de leerme en Fronterad, mi compadre José María me comenta lo de que no sacamos fotos de nuestra reunión familiar del sábado: «Dicen «los que saben» que de los mejores momentos de la vida nunca quedan fotografías, justo porque por lo bien que se está pasando nadie se acuerda de hacerlas, y creo que la única excepción a esa norma, fue en mi boda, de la que no quedó testimonio fotográfico, porque le puse mal el rollo a la cámara y mi hermano, que era el fotógrafo designado, no se percató nunca del error». Pienso que de nuestra boda tenemos un álbum con ± 100 fotos, además de las que nos hicieron los amigos, recuerdo en especial la que nos hizo Federico en el bosque, al borde de la laguna ‘t Peeske, y a petición suya con el sombrero copa sobre mi noble testa.
Weiß/Colonia, 6.7.
1:00 am : Acaban de pasar Trautmann, un biopic sobre Bert Trautmann, con seguridad el mejor arquero alemán de la inmediata posguerra. Era paracaidista y fue hecho prisionero por los ingleses, quienes lo internaron en un campo de prisioneros en Lancashire. Allí lo descubrió como arquero el proveedor de comestibles del campo, quien era además entrenador de fútbol del equipo del pueblo más cercano al mismo. Lo impuso contra la voluntad del equipo y del pueblo (era alemán y la guerra estaba recién terminada y los ánimos no muy bien predispuestos hacia los germanos), y Trautmann con sus paradas consiguió que el equipo del pueblo ganase ese año el campeonato regional. Con lo que despertó el interés del Manchester City, y pasó a defender la meta de uno de los grandes de la Premier League. El público estuvo en contra suya desde el principio, pero sus condiciones de guardameta excepcional terminaron por convertirlo en el ídolo de sus fans. Y de toda Inglaterra, cuando en la final de la Copa de 1956 aseguró la victoria del Manchester City a pesar de jugar los últimos 15’ con una vértebra del cuello partida en dos. Trautmann fue el primer extranjero que la afición inglesa eligió como el mejor jugador del año, y la reina le concedió la Orden del Imperio Británico. Es una biografía apasionante, y la peli lo transmite de manera apasionada.
Hoy, en La Modicana, sólo dos parroquianos cuando llegamos, esa pareja a la que para mí tengo bautizada como “el gordo y la flaca”: nos saludamos como siempre con mucha cordialidad aunque no somos amigos, nada más sabemos que somos tan parroquianos ellos como nosotros. Hoy pedí una ración de ravioles y estaban tan buenos que me los comí todos menos uno, que se lo regalé a Ulli, quien, rara avis, ha sido hoy la primera en dar cuenta de su plato, tortelllinis con trufas. Diny pidió lasaña y Carlitos a decir verdad no me fijé, pero era un plato de pasta: ¿linguinis?
Marcos lee la nueva entrada en mi blog de EE y me lo comenta enviándome el enlace con “El beso”, una canción que pusieron de moda Los Churumbeles de España. Le acuso recibo: «Curioso que el español use palabras gitanas, siendo como ha sido un pueblo alérgico a los gitanos. Pero churumbel (niño chico), pinreles (pies), gachí (mujer), lacha (vergüenza), Undivé (Dios), calé (gitano), payo (no gitano), chanelar (entender), chamullar (hablar), apoquinar (pagar), canguelo (miedo), menda (yo), parné (dinero), currar (trabajar), baranda (jefe), fetén (excelente)… y muchas más, son palabras de uso en el español de España, y son más gitanas que el Romancero de García Lorca de pe a pa, ese libro donde según recuerdo no aparece ni una sola dellas, como decimos los clásicos».
Italia vs. España. Me lo esperaba. Es más, pensé que Italia se desharía de España dentro del tiempo reglamentario. Ahora toca rezar para que Dinamarca le escupa el asado a los pérfidos albiones.
Weiß/Colonia, 7.7.
2:00 : Vi de nuevo, por enésima vez, La venganza del profesor de baile. Es un auténtico clásico del cine negro. Y tan sutil como una melodía de Ravel, uno de mis compositores predilectos, tal vez el más inteligente de todos los compositores habidos y por haber. Nadie como él para dinamitar dos de los esquemas básicos de la música bailable: el vals y el bolero. Y La hora española es una de las más bellas partituras de ópera que yo recuerde, pena penita pena que nunca la vi en escena, tan sólo la conozco a través de grabaciones. ¿Cuántos años necesitaría uno para leer y ver todo lo que vale la pena y oír todo lo que también lo vale? En mi caso creo que me bastaría con dos siglos, porque quieras que no, como buen onubense soy modesto. Aunque debo confesar que en el fondo de mi alma creo que sólo somos modestos para que nadie nos confunda con los sevillanos. Bada retro!
Dinamarca vs. Inglaterra. Ganó Inglaterra gracias a un autogol del capitán danés y un penalty tan dudoso, o más, que Hamlet. Un penalty que, además, fue atajado por el arquero danés poniendo el rechazo al alcance de un Harry Kane avispado como un enjambre de abejorros. Así le ponían las carambolas a Fernando VII sus serviles siervos. Aunque en el caso del penalty atajado no hubo la más mínima intención de regalarle un gol a Inglaterra. Quien hizo el regalo fue el árbitro neerlandés al pitar un penalty tan real como el fantasma de Canterville. De todos modos el partido me deparó la gran suerte de ver el gol más bello de la Eurocopa, con el que Mikkel Damsgaard puso punto final a la imbatibilidad de Inglaterra, un gol tan bonito que parecía brasileño, como si Damsgaard hubiese aprendido a chutar tiros libres viendo clips de Rivelino. O de Roberto Carlos, que era otro de los que pateaba los golpès francos (como los llamaban en España) haciendo que la pelota subiese en el aire y se detuviera para caer dentro de la portería. Y no, no veré la final. Me importa un carajo quien la gane. Aunque espero que sea Inglaterra, el equipo más joven del torneo. Cheers!
Weiß/Colonia, 8.7.
Anoche quise ver de nuevo, ahora que ya conozco la saga novelística, el primer episodio de la serie italiana con la inspectora Petra Delicato, y lo empecé a ver, pero de repente, a los 20’ o 25’ me pudo el cansancio acumulado y me quedé roque. Cuando me desperté eran ya casi las 5 am. De un modo automático pensé: «¡Qué chévere la noche en que me quede dormido y no me despierte nunca más!» Mejor manera de morir no soy capaz de imaginarme.
Buscando material en Twitter para mis tres The Twitter’s Digest semanales, he descubierto un chiste gráfico francés que me hace mucha gracia. Dos pájaros posados en una rama contemplan una figura con aspecto humano en un campo a punto para la siega, y mantienen este diálogo: «¿Es una persona?» «No, es un espantapájaros. Estoy seguro». «¿Cómo puedes estar tan seguro?» «No está mirando su celular». «¡Oh, es verdad!» No tiene uno más remedio que pensar en Quevedo y en cómo es que habría reaccionado ante esta moderna modalidad de autismo: «Érase un hombre a un celular pegado, / érase un celular superlativo, / éranse un celular nipón y activo / y un Nissan Supercar mal manejado».
Pasaron los dos últimos episodios de la primera temporada de la serie policial chilena La jauría. Me lo estaba temiendo, que al final habría bicarbonato de moralina, y así es. Y cuando me entero de que ya planean la tercera temporada, se me quitan las ganas de ver la segunda. No me importa lo buenos que sean los actores, es decir, más que nada las actrices. No se me va de la cabeza que la caída de Pinochet parece no haber cambiado lo pinochetizada que dejó a la población chilena, en especial a los varones. Hay un evidente paralelo con España, donde sigue habiendo suelto tanto franquista.
Weiß/Colonia, 9.7.
Mi columna de hoy en EE ha traido cola, tanto en el foro de la columna como en mi estafeta virtual. Contaba con ello porque la frase con que la cerré le abría las puertas al campo de la polémica. Pero lo curioso es que todos toman como muy natural que se le cambie el nombre al país, y donde la polémica se centra es en cuál podría ser ese nuevo nombre. Por mi parte he propuesto Macondonia primero, y después El Dorado, recordando que existe El Salvador. No quise proponer Gabonia, como es lógico existiendo Gabón, y Gabolandia me parecería demasié. Allá verán ellos.
Lo dejo escrito aquí por si las que ni labráis como abejas ni brilláis cual mariposas: hace tiempo que quiero escribir un texto sobre un aspecto no tratado (al menos que yo sepa) de la novela negra, y es la desaparición del sombrero en la indumentaria masculina. En las novelas gringas del género tengo señalados muchos pasajes que demuestran que el sombrero era una parte muy importante de esa vestimenta, y el cine lo documentó en su día y lo documenta cada vez que se ruedan pelis que tienen lugar en la primera mitad del siglo pasado. Veremos si algún día le meto mano a ese material. Y a ver cómo cuelo en el posible texto el eslogan con que se anunciaban las sombrererías españolas al acabar la guerra civil: LOS ROJOS NO USABAN SOMBRERO. Otra de las tantas ruedas de molino que nos hizo comulgar el franquismo. El inferiocre, por cierto, siempre usaba sombrero cuando vestía ropa civil.
Entre los tuits alemanes que he seleccionado para el envío semanal a mis amistades que dominan este idioma, encontré uno súper lacónico (6 palabras, 9 mi traducción) en la cuenta @Nell781: «Me he decidido. Delta será el campeón de Europa». Y no es broma.
Siempre tan amable, Reinaldo Spitaletta ha dejado un comentario al pie de la última entrada de mi diario en Fronterad, y se suma a la opinión de José Luis, y mía, acerca de la prosa de García Márquez. Me dice, textualmente: «Hace poco en un taller de literatura puse a leer la Cándida Eréndira…, y para algunos fue como una insoportabilidad del ser, por algún lenguaje con exacerbamiento en los calificativos». Le envío a José Luis una copia del comentario y me responde: «Estupendo. Justo eso es lo que pienso de la Cándida Eréndira… La última vez sentí que era una taza de caldo en la que echaron cuarenta cubitos Maggi». Y sí, la obra de GGM envejece a ojos vista. O será que nació vieja y no nos dimos cuenta a su debido tiempo. A esta altura del partido sólo salvo de su obra El coronel no tiene quien le escriba y el espléndido Relato de un náufrago. Y como carpintería, Crónica de una muerte anunciada. Creo que no releeré nunca más Cien años de soledad, pienso que con dos lecturas tuve bastante, y ya en la segunda le vi hilachas de sobra.
Weiß/Colonia, 10.7.
2:00 am : Estuve viendo The Debt [La deuda], que no conocía y que tengo que volver a ver porque la duplicación de actores para los mismos papeles –en el pasado y en el presente– creo que se podría haber resuelto mejor por medio del maquillaje. La duplicación despista bastante. Por lo menos a mí, que soy bruto, pero no tanto. Además hay un detalle en el guion que me parece que no se menciona y es la impunidad total de que gozan tres agentes de la Mossad nada menos que en Berlín oriental, con una Stasi que nada tenía que envidiarle al servicio secreto israelí. Ahora bien: la peli es retebuena, eso sí, también por eso quiero verla de nuevo.
En el cuaderno de esquelas fúnebres del KStAnz, que leo mientras desayuno, una de ellas ostenta un epígrafe de Catulo: «Nox est perpetua una dormienda» [fragmento del pasaje del poema V que dice de este modo: «Los astros pueden ocultarse y reaparecer, pero nosotros tendremos que dormir una noche perpetua tan pronto como se apague la breve llama de nuestra vida»]. Es uno de los poemas de Catulo que más amo, con sus miles y miles, y además, después de los miles, cientos de besos.
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