Weiß/Colonia, 17.7.
2:00 am : He estado viendo, hasta que me harté, Morning Glory [Un despertar glorioso], más que nada porque no la conocía y quise ver cómo funcionaba la química entre Diane Keaton y Harrison Ford, pero conforme avanzaba la peli volví a constatar lo que ya tengo constatado cientos de veces y gracias al cine: que los Estados Unidos son un país histérico, carminativamente histérico. No podría vivir en él sino porque una condena judicial me obligara a ello.
Volvieron a activar la serie policial inglesa McDonald & Dobbs: cuando ya se conoce esta primera temporada, se le saca más jugo a la serie, y además, como diría Bogey, «Siempre nos quedará Bath», qué ciudad tan hermosa. Otra asignatura pendiente para mi próxima reencarnación.
Weiß/Colonia, 18.7.
Tenía que girar vía PayPal el importe de la compra de unos libros, y me pasaron de la librería, por email, la dirección @ adonde debía transferirlo. Copié y pegué esa dirección en el correspondiente hueco de la ventana de PayPal, que la rechazó de inmediato solicitando que insertase una dirección correcta… ¡y más correcta no podía ser, era copiada y pegada de la que me envió la propia librería! Intenté un par de veces más, siempre con el mismo resultado, y decidí llamar a la librería después de mi desayuno y explicar lo que pasaba. Pero desayunando se me ocurrió ponerme a pensar como la compu y al regresar a ella, en vez de copiar y pegar la dirección la inserté digitándola en el teclado. Fue como el ¡ábrete Sésamo! de la cueva de Alí Babá: inmediatamente pude hacer la transferencia sin la menor dificultad. A mí eso de la inteligencia artificial me lo van a tener que explicar muy bien para que me lo crea.
Escribí el borrador de la nueva entrada para mi blog en EE y me divertí mucho haciéndolo, casi creía oír las risas de mis lectores conocidos personalmente, y con cuáles de mis citas se iban a reír más.
De repente, alrededor de las 7 pm me llama Claudia desde el camping de Rodenkirchen, al que ha llegado con su bici, y me pregunta si le puedo brindar refugio por un par de horas porque cerca de su casa han descubierto una bomba no estallada de la 2.ª guerra mundial y los artificieros la quieren desactivar antes de la medianoche. Naturalmente le digo que venga a casa y al cabo de 10’ llega con esa naturalidad con que los colonienses aceptamos este tipo de interrupciones de la rutina cotidiana. Pasamos un buen rato de plática, conoce a Angie (que pasó a traernos unas compras) y a eso de las 9:30 le pregunto, por preguntar, si su bici tiene un buen faro. Y resulta que no, que hay un cable que anda suelto y no logra conectarlo. Así es que nos despedimos con alguna precipitación, aunque no sin explicarle yo, veterano en el tema, cuál es el mejor camino de regreso con ciclovía todo el trayecto. Regreso al borrador de mi texto, lo perfilo y lo subo a mi blog, listo para su publicación mañana, pero en honor a tan inesperada visita se lo dedico a Claudia y le envío una copia por email: suya será, pues, la primicia de la lectura.
Weiß/Colonia, 19.7.
1:45 am : No había visto Network [Un mundo implacable, en España, Poder que mata, en América Latina] y quería hacerlo por el tema, porque la dirige Sideny Lumet y porque el guion es de Paddy Chayefsky, uno de los autores cinematográficos que más me gustan, su Marty me hizo amarlo. Y no dudo de que sea una gran peli, pero la histeria gringa me puede, me puede. No la soporto. Cambié a un canal documental para no soportarla. Sólo que tengo que volverla a ver encerrando bajo llave mis prejuicios contra la histeria gringa. Es lo menos que le debo a Lumet, otro de mis predilectos.
Hoy, en La Modicana, la pareja asimétrica brilló por su ausencia. Ulli encargó una de sus ensaladas monumentales, Diny unos espaguetis con setas, Carlitos una ensalada con salmón ahumado, y yo unos ravioles con trufa negra. Como sin apetito, a pesar de que están exquisitos, hasta le regalo uno de los ravioles a Carlitos, que los miraba con ojos golosos. Me pregunto qué pasaría si de repente me diese un patatús y adiós muy buenas, mundo cruel, morir degustando ravioles con trufa negra no se muere tanta gente en el mundo, a lo mejor hasta aparecería como gacetilla en el KStAnz.
En casa me esperaba un email de Claudia donde me dice: «Al final todo bien, logré llegar con un poco de luz (más tarde hubiera sido demasiado obscuro) y al llegar tuve que esperar como 45’ más. A las 11:15 pm entré por fin en mi apartamento. Parece que la demora fue sobre todo porque en el sector fue dificil sacar a la gente de sus casas». Lo que me queda más claro de este email es que Claudia no ha renunciado a la “b” de “obscuro”. Punto para Claudia, aunque yo tampoco la uso ya.
No son pocos los amigos que han leído mi blog y me han enviado algunas últimas palabras que no conocía o me pasaron desapercibidas. Yadira me habla de las de Bécquer: «Todo mortal». José Luis de las de Valle–Inclán: «No quiero en mi funeral ni cura discreto ni fraile humilde ni jesuita sabiondo». Le contesto que a mí «las que más me gustan de las que reseñé en mi blog son las de Heine y las de Garibaldi. Pero seguro que murmuraré alguna necedad antes de estirar la pata. Algo así como «Ya era hora, joder». Tengo un libro inglés con 2.300 Famous Last Words, y en mi artículo sólo seleccioné 22. Dejé de incluir joyas como las de Voltaire, al encenderse una lámpara a su lado: «¿Ya son las llamas?» (lo dijo burlándose del infierno, por joder al cura que estaba presente y había acudido con la esperanza de convertirlo in articulo mortis). Y todas estas: Enrique VIII de Inglaterra: «Monks! Monks! Monks!» Elizabeth, la hermana de Luis XVI, al subir a la guillotina: «En nombre del pudor, cubrid mi pecho». Un aristócrata francés rechazó el vaso de ron de que le ofrecían a cada condenado que subía al cadalso: «Pierdo por completo el sentido de la orientación cuando bebo». El poeta André Chénier compuso su último poema cuando iba a ser guillotinado: «El suëño de la tumba mis párpados cerrará». Clemenceau: «Quiero que me entierren de pie, mirando hacia Alemania». El general Alfredo Quijano, mexicano, ejecutado en 1927, al pelotón que lo iba a fusilar: «Disparen desde un poco más cerca». Y dejé en el tintero un chiste de humor negro que se me ocurrió, pero lo guardo para otra ocasión: “Aun cuando no existe registro magnetofónico, se supone que las últimas palabras de Hemingway, antes de apretar el gatillo y volarse la cabeza, fueron congruentes: «Farewell to arms!»»
Weiß/Colonia, 20.7.
2:10 am : Estuve viendo, al cabo de las mil y una noches, The Return of Frank James [La venganza de Frank James], un western sobrio y bien tramado, de Fritz Lang. Hay réplicas muy buenas en el guion. Eleanor Stone (Gene Tierney, como siempre comestible a besos) le pregunta a Frank James (Henry Fonda): «Dígame, ¿es más importante para usted matar a un hombre que salvar a un inocente?», y en el juicio, Frank James se toma su tiempo para responder una pregunta del fiscal, este le apremia para que conteste y Frank hace reír al público al replicarle: «No puedo hablar sin pensar antes, no soy un abogado». A continuación pasaban High Noon [Solo ante el peligro, traducción a trasmano del título original pero que se quedó como locución popular en España]. Era demasiada tentación, otro western de un retoño del imperio austro–húngaro, pero estoy muy cansado, me voy a dormir, tan sólo he visto los títulos de crédito, pero ha sido por oír la preciosa canción en la voz de Frankie Laine. La atesoro desde la primera vez que vi la peli, allá por 1953, ganó con toda justicia el Oscar a la mejor canción original, porque es uno de los más bellos introitos musicales que se hayan compuesto para un film. La wagneriana “Cabalgata de las walkirias” en Apocalypse Now juega en otra liga, ni mejor ni peor, sólo distinta. Como la obertura de 2001: Odisea del espacio.
Me escribe José Luis que pronto hará ya diez años que nos conocemos. Le contesto: «Diez años… ¿ya? Es curioso pensar en ello porque me parecen muy pocos años, con vos tengo la impresión de conocerte desde hace siglos. Y no lo digo de una manera figurada, sino real». Él me responde: «Tal vez en alguna de nuestras encarnaciones pasadas vivimos del mismo lado del Atlántico, en el mismo país y hasta la misma calle. Bromas aparte, coincido totalmente. Y no sólo siento que te conozco de hace mucho tiempo, sino que nos hemos encontrado muchas veces físicamente y platicado cara a cara por largas horas». No sé si preguntarle a qué lado del Atlántico se refiere, pero él mismo me comenta: «Creo que cuando escribí ese mensaje, de manera automática –in the back of my mind– pensaba en este lado. Pero ahora que lo pienso mejor –en plena vigilia y alevosamente– me parece que mucho de lo que disfrutamos está del otro lado: Alemania, el sur de España, la devoción por Heinrich Böll, el whisky, nuestras editoriales favoritas y, sobre todo, Madrid». Enter [=Amén, en lengua algorítmica].
Weiß/Colonia, 21.7.
1:15 am : Por seguir el segundo tiempo del Inglaterra vs. España en la Eurocopa femenina me perdí la mitad del siguiente episodio del joven Morse y creo que con ello me perdí la ruptura con su vecina, la dulce africana (o quizás caribeña) cuya sonrisa era un rayo de sol en su vida. ¡Miércoles, tu nombre lo pregona, eres un día de mierda!
Desde hace dos días tengo que andar, sentarme o levantarme con mucho cuidado porque al hacer un movimiento que no sé cuál es se rebela con un dolor lancinante la rodilla izquierda: seguro que debe de ser artrosis, o atrofia, o alguna otra falencia fisiológica relacionada con mi escasa (bah, casi nula) movilidad física. Hoy, además, después del desayuno, me asaltó sin decir ¡agua va! un tsunami de tal apatía, tal desaliento, tanta impotencia, que lo único que deseé fue tenderme en la cama y morir. Y he descubierto hace un par de noches que en realidad no es que me quiera morir, sino nada más (¡sólo eso!) que no quiero vivir. A este punto he llegado. Y no creo que pueda superarlo, sino por inercia.
Mi pana Marcos me manda desde Karakogrado un archivo pdf con la edición (Barcelona 1988) de un libro que amo: El naturalismo, de Émile Zola. Le acuso recibo ipso fuckto: «Tengo toda la obra de Zola, mi querido pana, Zola es una de mis admiraciones más antiguas y acendradas. Para decirte la verdad completa, te diré que no sólo tengo toda su obra literaria, sino incluso la fotográfica, que se editó en 1979 en alemán, a partir de la edición francesa titulada Autobiografía en 480 imágenes, un título que induce al error: el libro recoge todas las fotos que Zola hizo (uno de los primeros autores en el mundo en hacerlo), para poder luego describir tipos y lugares en sus novelas con una absoluta veracidad. Como fácilmente puedes imaginar, compré el libro apenas apareció. Si tienes contactos en Francia, que te busquen un ejemplar del mismo en una librería de viejo, seguro que no es caro».
Diny ha revuelto Roma con Santiago y ha puesto patas arriba sus dos habitaciones sin encontrar el soporte de su celular. De repente se me ocurre llamar a la estación Norbert de la clínica donde estuvo hospitalizada hasta el viernes pasado, y sí, allí está el dichoso soporte. Pido que lo metan en un sobre con mi nombre, para pasar a recogerlo.
Weiß/Colonia, 22.7.
2:00 am : La serie sueca Real Humans, donde se plantea el problema de los derechos de los Hobots [híbridos de humano y robot], me interesó mucho cuando la estrenaron hace un par de años, y ahora me interesa más porque estoy estudiando el tema de si la inteligencia artificial puede desarrollar sentimientos. Lo cierto es que su arte combinatoria ha llegado a tal grado de complejidad que a lo mejor están en condiciones de contestar creativamente a la pregunta «¿Te casarías conmigo, robotica de mis entretelas?» Científicos serios que he leído aseguran que ello puede llegar a ser posible. Así es que sigo de nuevo la serie sueca, donde dicha posibilidad ya se da como un hecho: es improbable que aprendan a amar, pero desde luego son capaces de vengarse de quienes los maltratan.
Gracias a Vicente, desde hace varios meses recibo a diario el boletín informativo HuelvaRed y una de las cosas que he podido constatar leyendo sus titulares es que la tasa de criminalidad en Huelva debe de ser una de las más elevadas de España. Dicho sea de paso, hace un par de días la propia redacción del boletín se permitió un atraco a mano armada al indefenso idioma, al titular una noticia diciendo que el Museo “recepcionó” una pieza arqueológica. ¿Tendrán idea en la redacción de lo que significa realmente el verbo “recepcionar”? Pero conozco el mecanismo, ese que lleva a los redactores a usar palabras que “suenen” más mijor, como diría Cantinflas. La memez es universal.
Aparece mi columna en EE y les paso el enlace y, por si las moscas, archivo con el texto, a todas mis amistades en los madriles, sobre todo si tienen contactos con el Hay–untamiemto. Reacciona casi ipso fuckto Félix, quien me dice: «¿Esperabas algo distinto de unos analfabetos? Los lerdos están en el poder. En el mundo. ¡Es su momento!» También he mandado enlace y copia al Departamento de Sugerencias de dicho Hay-untamiento, con estas líneas: «Estimo que en el apartado LIMPIEZA DE CALLES debería incluirse de manera obligatoria el hecho de que la persona cuyo nombre se dé a la calle sea una persona moralmente limpia.»
Walter me manda desde Viena (¡nadie es perfecto!) el borrador de los estatutos para la creación de la tertulia como una organización sin fines de lucro. Le respondo: «Lo único que me pregunto es quién va a querer ser socio paganini de una actividad hasta ahora gratuita. Por otra parte, «estatuto» siempre me hace recordar el primer neerlandesismo que aprendí conscientemente, el «estatúder» (que es la castellanización del neerlandés «stadhouder», es decir, el lugarteniente del rey de Castilla en los Países Bajos). Mucho más tarde aprendí que mis primeros neerlandesismos los aprendí bastante antes, en el puerto de Huelva, las palabras «babor» y «estribor», y que también «inclusero» (=recogido en un orfelinato) proviene del neerlandés a través de una historia curiosísima; los tercios de Flandes conquistaron la ciudad de Sluis [la palabra neerlandesa para «esclusa»] y enviaron a Madrid, como botín de guerra, entre otras preseas, la imagen de la Virgen de la iglesia de allá: fue entronizada en la iglesia del orfelinato madrileño, y el pueblo la empezó a llamar «la virgen de la esclusa», hasta que con muy buen criterio, y considerando la función del lugar donde la virgen se encontraba, la esclusa pasó a convertirse en la Inclusa, y sus acogidos en incluseros. Uno de ellos, manchego de Albacete, fue un torero de mucho cartel, toreando con el nombre de guerra El Inclusero, a quien le confirmó la alternativa El Litri, un torero de mi Huelva, y años después llegó a ser estrella en la plaza del Acho, la Lima de tu Perú. (Yo por estas cosas cobro, pero por ser para ti, tan buen amigo, es gratis)».
Weiß/Colonia, 23.7.
1:50 am : Pasaron un gran documental sobre Harry Belafonte, que me he perdido varias veces hasta que finalmente lo vi, hace un par de horas. Luego la programación preveía el episodio de Crímenes en las Shetland donde en la saga novelística asesinan a la esposa de Jimmy Perez y su hija adoptiva tiene unos siete, ocho, todo lo más nueve años. Pero sin decir ¡agua va! cambiaron la programación y no me interesaron ninguna de las dos opciones que me ofrecieron, merde alors!
Angie nos trajo de la clínica el soporte del celular de Diny, no sé si ahora funcionará, hay que esperar a que recargue la batería. Y con Angie y Vincent vamos a almorzar en el Bistro Verde, un local que les descubrimos nosotros y en el que se sienten siempre muy a gusto. Diny y Angie piden gazpacho, que está riquísimo, según ambas las dos, diría Cantinflas; Vincent se manda a bodega un enrollado de carne de res, con una salsa espesa y que se ve sabrosa; y yo, como soy de piñón fijos, mis tortillitas suizas de papa raspada (“Rösti” las llaman por ahí abajo) con salmón en escabeche. Les cuento mi anécdota con el taxista que me recitó a Omar Jayyam en parsi, les impresiona, serendipìa pura. Hasta a mí me da como un repelús cuando lo recuerdo.
No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor. Sí sé que desde siempre, cuando salíamos a pasear (por París, Ámsterdam, Madrid, San Sebastián, Buenos Aires, Huelva, dondequiera que estuviésemos), Diny siempre caminaba unos seis pasos por delante de mí. Yo decía que parecíamos un matrimonio japonés pero al revés. Ahora somos una pareja japonesa normal. Aquel tiempo pasado sí fue mejor.
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