Weiß/Colonia, 29.8.
1:30 am : Volví a ver Elle, de Paul Verhoeven con Isabelle Huppert. Es una de las interpretaciones más sutiles de la Huppert. Con su apariencia frágil como la de un vidrio de Murano, y su voluntad de un tamaño que le gustaría a Schopenhauer; aunar esas dos premisas es una obra de arte, y eso es lo que PV nos entrega, haciendo gala de un dominio magistral sobre todos los elementos con que trabaja. Dicho sea de paso, esta Elle que no tiene nada que ver con la novela homónima de Giraudoux. En la cual, por cierto, el narrador dice de Chile que es «esa espada colgada al flanco de América», que Borges alguna vez debe haber citado olvidándose de las comillas y por eso todo el mundo cree que la frase es suya.
Por fin noticias de mi asesor fiscal, por cuya vida y bienes tenía miedo, ya que a causa de la pandemia se fue a vivir con su mujer en una casita que tienen en Erftstadt, uno de los lugares más afectados por las inundaciones de julio y los corrimientos de tierra (que algunas veces engulleron edificios íntegros). Pero a ellos no les pasó nada, sólo que las aguas freáticas inundaron su sótano, si bien pudieron salvar todos los archivos de la oficina que habían instalado allí. Y la razón del largo silencio ha sido, además, que se convirtieron en abuelos, aunque la criatura nació con un grave defecto en el corazón, que tuvo que ser corregido quirúrgicamente, y esos fueron unos meses de angustia que los tuvieron paralizados. Así es, hasta los asesores fiscales son seres humanos y padecen como cualquier hijo de vecino.
Vimos la Sabrina de 1995, que Diny no conocía y le ha encantado. Antes de verla encontré el poema de Milton donde aparece el nombre de la protagonista. «Sabrina hermosa, escucha donde estás, sentada bajo la ola cristalina, fresca y translúcida, con trenzas retorcidas de lirios tejiendo la cola suelta de tu pelo que cae como el ámbar: escucha por tu honor, diosa del lago de plata, ¡escucha y salva!» El poema forma parte en realidad de la mascarada Comus, de John Milton, basada en un cuento galés sobre una virgen arrojada a un río que es el límite entre Gales e Inglaterra. Según la peli, la deidad del agua se apiadó de ella y la salvó de un destino peor que la muerte. O sea, el nombre tiene un pedigrí poético muy fuerte. Como la actuación de Julia Ormond en la peli, y el poema original de Milton justifica que cuando Linus comenta «Y Sabrina era la virgen», ella diga en voz baja: «Sabrina fue quien la salvó».
Después de ver Sabrina fuimos con el bus al Orchidee, el chino de Rodenkirchen: no íbamos allá desde que comenzó la pandemia. Diny pidió pato a la naranja y yo pescado en salsa agridulce, regado todo ello con un fragante Chardonnay francés. En la mesa a mis espaldas siento instalada una familia, en la cual por lo menos el hombre es argentino. Cuando nos despedimos de la camarera y vamos saliendo nos saludan cordialmente, y al yo decirles en español que sé que él es argentino me preguntan alegres que si yo también. Les contesto con mi respuesta standard en estos casos, y es que tengo muchos defectos, pero ése no. Hasta ahora lo han celebrado como un buen chiste. Pobre de mí el día en que no.
Weiß/Colonia, 30.8.
2:00 am : The Iceman [El hombre de hielo] sigue siendo tan perturbadora como la primera vez que la vi. Pensar que Richard Kublinski, tan amoroso como padre de familia, fue un asesino a sueldo y mató a sangre fría más de 200 personas es algo que atenaza la garganta. A ello contribuye mucho la actuación de Michael Shannon, que fue nominado al Oscar por ella. Y el resto del elenco no le va a la zaga. Una peli que, curiosamente, se puede disfrutar asimismo como un colmo del tremendismo de aquella época y, por las noticias que en constante goteo nos llegan desde México, también de nuestros días.
Pasó Oskar para motilarme, y esta vez el corte de pelo me salió por sólo 10 €, que es el único honorario que me acepta, ya que, según él, debería motilarme gratis. Siempre le recomiendo que estudie a Marx, por si acaso necesita justificación teórica para cobrarme lo que en justicia debería cobrar. Pero ¿no es hermoso que tu nieto barbero aficionado piense como él lo hace?
Loyola me manda como anexo de un email el manuscrito de su nueva novela, y estas palabras: «Bada, puta amigo, você merece ser o primeiro a ler meu novo romance, recém terminado. Acabei agora, vou deixa-lo dormindo um pouco para rever, revisar». Archivo la novela, que se titula Por que Deus não diz claramente o que quer de nós? (una cita de Simone de Beauvoir, de su novela Las inseparables, en este fragmento: «Se fue a la cama, pero dejó prendido el interruptor de luz azul en la cabecera. Dijo: «Hay una cosa que no entiendo. ¿Por qué no dice Dios claramente lo que quiere de nosotros?»»), y le escribo a mi buen Loyola, compañero de tantas horas felices en Berlín, en París, en São Paulo, en Fráncfort…: «Te agradezco infinito el envío de tu nueva novela, pero infelizmente no creo poder ser el primero en leerla. Tengo que tener mucho cuidado con no leer excesivamente en la pantalla, por culpa de unas cataratas que no son las del Iguaçú pero ±, y que harán necesaria una intervención quirúrgica. Esto es, leer tu novela lo pienso hacer, pero «a pequeñas diócesis», como decía un personaje de una zarzuela que se creía muy culto y por eso le llamaban «el Espasa» (por la Enciclopedia de la editorial Espasa, que era «la» Enciclopedia del idioma español, como la Larousse lo es del francés). Nuevamente gracias, me siento muy honrado con tu envío y le haré los honores que se merece. Puta abraço para você».
Weiß/Colonia, 31.8.
1:45 am : Penúltimo episodio de la serie sueca de espionaje titulada como su protagonista, Hamilton, un apellido que no me suena nada sueco. Suma y sigue de lo que dije acerca del episodio anterior: pasarla a razón de un episodio por semana, con un guion tan embrollado, hace que uno se pierda gran parte de la trama. ¿Cómo es posible que los programadores de TV no se den cuenta de algo tan, pero tan evidente?
Almorzamos en las Terrazas del Rhin: una pizza Fabrizio (con alcachofas y jamón de Parma) para Ulli, ravioles para Diny, tallarines con ragú de ternera para Carlitos, espaguettis con gambitas para mí. Tema de la conversación, la peli Sabrina, que Ulli no conocía y la vio por mi recomendación del domingo, como Diny. Estaba entusiasmada con ella, y tuve que explicarle por qué la creo mejor que el original de 1954, pese a ser de Billy Wilder. Luego, al hacer las compras semanales en Aldi, descubrir una vez más que no tienen las hojas de afeitar Gillette Blue3 Hybrid, que son las que mejor me van y que siempre las tenían. Esta vez debo conformarme con unas llamadas Combia Men, y la correspondiente maquinilla: porque eso sí, el sistema de engarce de las hojillas a la maquinilla cambia con cada marca, las remilputas que recontrarremilparieron a todos los fabricantes de hojas de afeitar en el mundo entero.
Todo el día adelantando trabajo (3x The Twitter’s Digest para la próxima semana, mi envío semanal de tuits alemanes, mi siguiente columna para Árbol Invertido, e ainda mais) porque los próximos días los quiero dedicar tan sólo a leer y nada más que leer.
Weiß/Colonia, 1.9.
2:00 am : Me encuentro en TV Movie con la sorpresa de que esta noche pasaban Sabrina, la de Billy Wilder, que hacía años que no la veía y me venía como anillo al dedo para compararla con el reciente visionado de la de Sydney Pollack. Y bueno, la Sabrina de BW es una de los tiempos del Queen Mary, la de SP otra de los tiempos del Concorde. Y en aquella, cosa rara en un guionista de la categoría de BW, hay algún que otro cabo suelto (la carta que le envía a su padre pidiéndole perdón porque se va a suicidar), amén de que los casi 30 años de diferencia de edad entre Audrey Hepburn y Humphrey Bogart pesan como una losa sobre la trama y, sobre todo, fue un fallo garrafal del casting elegir a Bogey para interpretar a Linus Larrimer, no salta ni una sola chispa entre él y la Hepburn, porque como galán de comedia romántica en ambientes sofisticados, de Bogey podría decirse lo que el malicioso Borges dijo de Baroja: «Más aceite da un ladrillo». Curioso que sea yo quien escriba esto, siendo Bogey uno de mis dioses lares y creyendo como creo en el Billy Wilder nuestro que estás en los cielos. Pero lo cierto es que en estos días estuve repasando críticas sobre la Sabrina II y gracias a los dioses encontré una que le hace justicia (y que traduje del inglés gracias a la aplicación DeepL, la mejor intérprete virtual en el mercado). Pero encontré también, sobre todo en español, alguna que otra en que se la calificaba de “deplorable remake” de la Sabrina I, cuando lo único deplorable es la miopía de quien no supo ver (más bien no quiso ver) las virtudes de la peli de Pollack. Podría continuar, pero aquí doy de mano.
[¿Se seguirá usando en España esa bella locución verbal, “dar de mano”? EL Diccionario me dice que sí, pero EL Diccionario miente más que el embajador de Napoleón III en Londres, de quien el primer ministro inglés, Lord Palmerston, comentó: «Este hombre miente hasta cuando no dice nada»].
Veo en el KStAnz, mientras desayuno, una esquela fúnebre de un hombre de 68 años, con esta frase al pie: «In tiefer Liebe deine “Compañera” Sabine [Con profundo amor, tu compañera Sabine]». Nuestra generación ya está siendo decimada por la Señora de la Guadaña. En realidad, y para decirlo a calzón quitado, a mis 82 años me considero un superviviente.
Llamada de Laetitia, desde nuestros madriles. 63’ estuvimos platicando, y especialmente emocionantes fueron los que platicó con Diny, quien le dijo que por qué no pegaba el salto y venía a vernos. Pero esta vez no podrá ser, hélas! Como fuere, qué calorcito en los corazones mientras hablaba mi sub con su cabo furriel, que soy yo. Laetitia es una de las amistades más entrañables entre las nuestras, y es a ella a quien le debemos la no menos entrañable que mantuvimos con Tomás Segovia.
Comienzo con la lectura de Invierno en Madrid, la novela de C.J. Sansom que transcurre allá en 1940, recién terminada la guerra civil y con la Junta de Abastos, controlada por los falangistas, convirtiéndose en serios aspirantes a campeones mundiales del mercado negro, del abominable e inhumano estraperlo. Con la llegada al poder con Franco, los falangistas demostraron que eran de la misma calaña que los nazis al hacerse con poder en Alemania: eran lisa y llanamente delincuentes comunes. Le debo el descubrimiento de Sansom a Violeta, quien me habló de sus novelas policiales ambientadas en la época de los Tudor, pero no soy muy amigo de leer novelas históricas, a no ser que el asunto me toque muy de cerca, como en este caso. Del primer envite, alcancé la página 204 de este invierno madrileño.
Weiß/Colonia, 2.9.
La columna mensual de Arcángeles en Nexos es, una vez más, un primor de escritura, un dechado de sinceridad, un texto magistral de una madre como pocas. Lo leo y dejo un comentario al pie: «Mater et Magistra, y perdóname si te piropeo con el título de una Encíclica, pero recuerda que es del único papa no impresentable del siglo XX, el inolvidable Roncalli. Su nombre de pila; Angelo. Era tu tocayo»
Pasa Paul para mostrarme la maqueta del libro que quiere editar y a combinar conmigo las entregas que debo hacerle para que avance el proyecto. Y también está en casa Rebeca, que se adora mutuamente con su sobrino y ha venido a echarle una mano a Diny en las tareas domésticas y a cocinar un par de sus legendarios arrollados de ternera, que saben a gloria y hacen que el paladar sueñe en tecnicolor.
Continúo con la lectura de Invierno en Madrid. Ayer olvidé anotar que la novela está dedicada «a los miles de hijos de padres republicanos que desaparecieron en los orfelinatos de la España de Franco». Magnífica la escena del estreno del “Concierto de Aranjuez” en el teatro Real, con asistencia de nada menos que el inferiocre Generalísimo, a quien Sansom trata con un desprecio inocultable. Seguiré leyendo hasta las dos o dos y media y luego me iré a dormir.
Weiß/Colonia, 3.9.
La muerte de Mikis Theodorakis es otro golpe duro de encajar. Ya tan solo el sirtaki de Zorbas el griego bastaría para asegurarle un puesto en la historia de la música, pero prefiero recordarle por el amplio repertorio de canciones suyas en la voz de Maria Farantouri. Descanse en paz el maestro. Y que tenga Apolo muchísimo cuidado con su lira, porque en un descuido capaz que Mikis se la arrebata.
En el suplemento mensual de libros y literatura del KStAnz, hoy un poema de Lutz Seiler, de su libro escrito para gigantes ciegos, titulado “nada sucede” y que traduzco sobre la marcha: «nada sucede aquí sin ti. / el bosque puede esperar / tras de la casa. / por la tarde llegan animales / rígidos desde el pasado / & besan la ventana del baño. / de la infancia surgen palomas / & quieren hablar. / cálido, esporádico, indeciso / comienza el próximo temblor». Poema bien enigmático: ¿quién o qué es ese tú a quien (o que) se menciona en el primer verso, es mujer, es hombre, es Dios? ¿qué clase de temblor será ese del último verso: uno del cuerpo, o acaso un terremoto?
Weiß/Colonia, 4.9.
Madrugué levantándome a las 8:00 am en punto y sólo le di una ojeada transversal al KStAnz, dejo su lectura para mañana porque me toca cepillarme los dientes, cortarme las uñas, afeitarme y ducharme ya que a las 10 pasará a buscarnos Angie para llevarrnos a Beek, una vez más unas bodas de oro de nuestro clan neerlandés.
Las nuestras fueron en el 2016, las primeras en el seno de la familia Hansen. Y como Diny es la mayor de once hermanos, que se fueron casando casi uno por año a partir de 1966, cuando nos casamos nosotros, ya festejamos las de Bernadet & Frans y las de Riet & Jan, y ahora las de Thea & Harry, el mayor de los cinco varones Hansen, y todavía nos quedan cuatro bodas de oro en los años que siguen. (Hubo otra epidemia cuando en 1991 celebramos las bodas de plata; estuvimos ocho años después celebrando las de otros tantos hermanos de Diny, los Hansen son muy fiesteros). A nuestras bodas de oro acudió mi hermana, la Nena, viniendo de Huelva con Mónica y Nuria. Hasta ahora han sido las bodas de oro más divertidas e internacionales: 26 neerlandeses, 8 colonienses, 4 españoles, tres alemanas, una uruguaya, una ecuatoriana.
A las 10:00 en punto llega Angie y partimos sin más demora, por si acaso hay retenciones en el tráfico de la autopista, sobre todo pensando en la nueva huelga de maquinistas de locomotoras, que paralizará a este país durante cinco días, irresponsabilidad más grande rara vez he visto en mi vida. Llegamos con mucho tiempo de adelanto, a las 12:00, a casa de Riet y Jan, en Terborg. Conversamos en su bellísimo jardín, tomando café, haciendo tiempo.
A las 2:00 pm, también puntuales, estamos haciendo cola en ‘t Peeske, para felicitar a Thea & Harry y, como quiere el protocolo neerlandés, a sus hijos y sus nietos. Cuando llego a Natale, el marido italiano de Chantal y miro con cierto desconcierto a la joven hermosa a su izquierda, sonríe y me dice «É Tosca». ¡Dios del cielo! Debe andar partiendo corazones en toda la Reggio Emilia, y pensar que la tengo en el recuerdo como una niña de cuatro o cinco años, ¡ay, el Tiempo, cómo corre! Thea está emocionada por el hecho de que acudí a la fiesta, aunque regrese a Colonia después de la comida, que es la razón por la que me decidí a venir, amén de no dejar volver sola a Angie, puesto que Diny se quedará en lo de Riet hasta el jueves, hace más de dos años que no ve a su familia, y esos dos años, en la peculiar cronología de los Hansen son casi dos siglos, se reúnen casi cada mes.
Prosecco de apetitivo, con pastel de manzana. Entremeses de frutos secos y un plato con carpaccio, jamón de Parma y melón. De plato fuerte un combinado de solomillo y gambas. Postre: helados con crema. Bebo vino blanco todo el tiempo. El sol pega fuerte pese a que estamos bajo sombrillas, en la terraza que da al bosque, y eso despierta la sed.
Lo mejor de todo, el obligado discurso encomiástico de Willy. Estuvo sembrao, como decimos en Andalucía. Recuerdo a vuela tecla: «Nuestro padre en realidad sólo tuvo una hija, la mayor, Diny, y un solo hijo, el mayor, Harry. Los otros nueve no estábamos mal, pero sólo hacíamos bulto. […] Cuando Harry jugaba al fútbol en el Peeske FC, Van Gaal tendría que haber venido a ver jugar a ese equipo y se hubiera sacado de la cabeza si jugar el sistema 4-3-3 o 3-5-2, o cualquier otro; el sistema del Peeske FC era 1-10 y resultaba muy difícil colarle un gol. […] Nunca hubiéramos imaginado que Harry fuese a encontrar novia nada menos que en Vladivostok (en realidad Thea es de un pueblo cercano a Beek, aquí la carcajada fue general). […] Un día me llamó para decirme que también él padecía leucemia. Es el único terreno en que le llevo la delantera, he pasado por la quimioterapia, la radioterapia y no sé cuántas terapias más, y él ni siquiera ha llegado a la quimioterapia». La ovación que se ganó fue de órdago a la grande.
Después de una sesión de fotos y despedidas, alguna muy emotiva, a las 7:00 en punto nos ponemos en marcha Angie y yo camino de Colonia. Debido a un despiste mutuo cruzamos el Rhin por el puente de Leverkusen en vez del de Rodenkirchen, con lo que tuvimos que completar toda la mitad oeste de la circunvalación, pero lo esencial es que ya estábamos en la orilla izquierda, de regreso en la civilización, como solemos decir Carlitos y yo cuando la necesidad nos obliga a pasar a la orilla derecha. A las 9:15 me deja Angie en el patio de garajes y se despide de prisa y a la carrera, sólo le quedan 45’ para las compras de la semana, los supermercados cierran a las 10:00. En punto.
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