Weiß/Colonia, 1.8.
2:00 am : Estuve viendo de nuevo “Ladrones”, uno de los episodios más memorables de la serie del comisario Wallander. Pertenece a una subespecie del género, en la cual el asesino comete sin querer un asesinato y eso le lleva a seguir cometiendo otros hasta que lo descubren o se entrega. Hay un par de ejemplos en la literatura negra escandinava, y también en la española, pienso sobre todo en una novela excelente, Santos, asesino en serie, de mi paisano Bernardo Romero, que ha pasado muy desapercibida porque no la publicó ni en Madrid ni en Barcelona, y eso, en España, equivale ± a no publicar.
Descubrí la macadamia en octubre de 1984, cuando residí por un mes en Costa Rica, y me convertí en un apasionado fan de esta a la que considero la reina de las nueces. Todas las semanas compro en Aldi un saquito de 125 gramos y lo administro con rigor de cuentagotas, porque sé por experiencia que todo lo que pase de un cierto límite provoca empalago. El saquito lo tengo en este cuarto, pero guardado en una gaveta del mesón sobre el que escribo. Y a veces se me olvida tomar mi ración diaria y entonces a la siguiente vez es como si la descubriese de nuevo y me alegra tanto y me sabe tan bien como aquella memorable noche que la descubrí en un postre de helado en el hotel Amstel de San José de Costa Rica.
[7.8.: Al repasar estos apuntes antes de subirlos a Fronterad me da curiosidá por vichar cómo es que EL Diccionario define a la macadamia. Y no lo hace; pero sí Miss Hortensia Google. Gracias, hija].
Pasaron los dos primeros episodios de una nueva serie sueca de seis, protagonizada por uno de esos comisarios que hacen la guerra por su cuenta, aquí se llama Bäckström y lo he dejado cuando vuela (por su cuenta) a Tailandia para enterarse de si murió o no en el tsunami del 2004 la esposa tailandesa de un político sueco: Bäckström está convencido de que él la asesinó en Suecia. Lo sabré el domingo 15, que es cuando pasarán los episodios quinto y sexto. Paciencia y tomar té, como juiciosamente decía don Quijote.
Weiß/Colonia, 2.8.
1:15 am : A falta de otra cosa en la tele, y por pura pereza de no andar programando algún DVD decido ver una vez más La piscina. Y sigue sin gustarme, es la única peli de François Ozon que no me gusta. O dicho de otro modo: la excepción que confirma la regla.
Llamada telefónica de Carla & David, desde Roma, entre las 2:05 pm y las 3:31 (también pm). Hacía casi tres años que no nos oíamos, e igual que sucede siempre en estos casos, cuando la gente se quiere como nosotros nos queremos, hay tanto que contarnos que no sabemos por dónde empezar. Lo que es por mi parte, en ningún momento he dejado de tener en cuenta que las edades sumadas de Carla y de David son si acaso ⅔ de la mía. Y sin embargo, lo que nos une es muy fuerte, hasta un punto que casi se diría que somos coetáneos. Hablamos de tantas cosas en esta hora y media que acaba de pasar… Y todo porque David debe regresar mañana a Medellín, malhaya sea. ¿Llegaré a verlos de nuevo antes de que me pase a buscar la Vieja Dama de la Guadaña? Chi lo sa! Pero ojalá y así sea. O sea: Enter!
Vinieron Angie y Vincent a cenar. Pasaron las vacaciones en las cercanías del lago de Garda, con Bea y Wolfgang, que adoran a Vincent, su único nieto. Y ahora Vincent se irá pasado mañana con tres de sus amigos a Niza, donde los padres de uno de esos amigos tiene una casa. Y de Niza prolongará luego sus vacaciones en Valencia, donde le he dicho que no se pierda una sesión del Tribunal de las Aguas. En cuanto a Niza aproveché para resumirles de viva voz el cuento de Sommerset Maugham “Cosas de la vida [The Facts of Life]”, que también transcurre en la Côte d’Azur y es de un cinismo fascinante. Les gustó muchísimo y les prometí buscarlo en la traducción alemana, para que lo puedan disfrutar a cabalidad y no como resumen de un cuento, fiado su desarrollo a la memoria del narrador. Aunque se trate de una memoria como la mía, que parece de acero inoxidable.
Weiß/Colonia, 3.8.
2:20 am : Shéhérazade es una preciosa peli francesa, de bajo presupuesto, filmada con chicos que el director fue eligiendo por las calles de Marsella y que convierten la peli casi en un documental que no lo es, Deo gratias, pero por la naturalidad de sus acciones y la soltura de sus diálogos parecen testimonios auténticos. Cómo será de buena que aunque la pasaron con subtítulos en versión original, un patois casi insoportable, de los bajos fondos de Marsella, me la jalé sin moverme del sillón hasta que apareció en la pantalla la palabra FIN.
Almorzamos en Las Terrazas del Rhin, y como la gran terraza que da directa al río la han encristalado en los últimos meses, almorzamos teniendo al Río Padre a nuestros pies. Nada que ver con el tráfico atronador y maloliente cuando como ahora, en el verano, están abiertas de par en par las puertas en La Modicana. La primera gabarra que pasa, remontando la corriente, se llama Valentino. Me llevó a recordar mi cuento “El hombre que coleccionaba nombres de gabarras”.
Paso la tarde reorganizando mis archivos, lo que no quiere decir otra cosa sino que mandé a la papelera cientos de megabytes con textos duplicados y textos ajenos que ya no me interesa conservar, al contrario de todos los poemas que me fue enviando por email Gonzalo en los últimos años de su vida, desde Chile; cuando estuvo de profesor en Provo/Utah me los mandaba mecanografiados, pero siempre con comentarios manuscritos, un tesoro que ¿adónde irá a parar junto con los demás cuando yo ya me encuentre dando barzones por el valle de Josafat? Ay…
Mi sub me envía desde el ex DF, más Detritus Federal que nunca, un prospecto de propaganda de una edición especial de traducciones de poemas del Dante por el hijo de Tomás Segovia, una edición para bibliófilos, limitada y numerada. Le contesto al tiro: «No está fuera de mis posibilidades económicas, pero el problema es que tengo 82 años y más de 4.000 libros en casa (de los que todos los que están en español los he legado en vida a las bibliotecas de los Centros Cervantes de Bremen y Hamburgo, pero no tienen dinero para financiar el transporte) y cuando me muera, si la gente de esos CC.CC. no se ha llevado todos los libros en español, van a ir a dar a un contenedor de papel a reciclar. Mis hijos sólo piensan quedarse con aquellos que pueden vender a buen precio, por ejemplo un ejemplar de la primera edición de Cien años de soledad, o libros autografiados y con dedicatorias personales de grandes nombres: Böll, Grass, Jünger, Paul Celan, Naipaul, Doris Lessing , Rulfo, Cortázar, Abad Faciolince, Bioy Casares, Borges, Sabato, C.J. Cela, Vargas Llosa, García Márquez, Jorge Amado, etc. etc. etc. Pero le paso tu enlace a mis amistades italianas, entre las que se cuentan dos fans del Dante. Beso de Ricardo y taconazo y tentetieso del cabo furriel Bada».
Weiß/Colonia, 4.8.
2:00 am : Hay pelis que se salvan por un actor o una actriz, y eso es lo que pasa con Red Joan [La espía roja], que si no la interpretase Judi Dentsch no merecería más de un aprobado raspando. Pero no sólo ella salva la peli, también Sophie Cookson, en el papel de “Juana la roja” cuando era joven. La peli cuenta la historia real de Melita Norwood, la secretaria inglesa, comunista convencida, que espió durante 40 años para la Unión Soviética y el MI5 recién vino a descubrirla en 1992, ya anciana y jubilada. Aquí encaja en todos los sentidos aquello tan castellano del “A buenas horas, mangas verdes”.
Me escribe Piedad Bonnett desde Bogotá, admirada por el poema de Annuchka que antologué en la serie de páginas inolvidables de mi blog en EE, y me dice al final «Increíble que no la conociera». Le respondo: «Si en 1984 la OMS no le hubiera encargado a mi emisora, la Radio Deutsche Welle, la producción de tres programas acerca de la atención primaria en salud en África, Asia y Latinoamérica; si la redacción latinoamericana no me hubiese elegido a mí para la producción del programa en español, dándome a elegir entre Cuba y Costa Rica; si yo no me hubiera decidido por Costa Rica (porque con un dictador gallego tuve bastante en la vida); si la colega tica con la que debía trabajar en la producción no me hubiese preguntado el primer día de mi estancia allí qué conocía yo de la literatura de su país, respondiéndole que tan sólo la novela Mamita Yunai, a lo que ella reaccionó trayéndome al hotel una docena de libros de poetas compatriotas suyos; y finalmente, si no me hubiera decantado, vago como soy, por el volumen más delgado, La estación de fiebre, de una tal Ana Istarú, me habría perdido una de mis mejores epifanías como lector, y a la postre la maravillosa amistad con mi Annuchka del alma. Y tendría que decir como tú: «Increíble que no la conociera»».
Weiß/Colonia, 5.8.
2:00 am : Crimen en el Paraíso es la serie policial inglesa que mejores resultados obtuvo durante una encuesta hecha hace unos años en Inglaterra. No sé ahora, que ha cambiado dos veces el protagonista, desde que el inspector Richard Poole se quedó a vivir en Londres cuando un caso enredado le llevó allá desde la inventada isla caribeña de Saint–Marie. Isla tan ficticia que la Policía la dirige un comisario francés (o criollo) y la brigada criminal un miembro de Scotland Yard. La mezcla es fascinante. Y los episodios muy bien armados. Y qué decir de los paisajes… Nada de extraño que los ingleses la prefiriesen a las demás.
A las 10:00 am vino Babette a saludarnos, pero yo seguía durmiendo; a las 11:00 llegó Rebeca y en medio del sopor mañanero distinguí las dos voces jóvenes y me levanté canónicamente a las 11:11 en punto, para poder despedir a Babette que ya se iba: me dijo que conocía el paño porque ella también es bastante “búha”, también se queda trabajando hasta altas horas de la noche.
En lo de la pedicura, con Dörte, a quien su nombre no le gusta y sí que la llame Dorotea. Me contó que pasó las vacaciones en casa de sus suegros, en Hamburgo (lo pronunció en castellano) y hemos hablado mucho de esa ciudad, que es la que más amo de Alemania, después de Colonia. Hamburgo es puerto, y es puerto de alta mar aunque se encuentre bien entrado el Elba, como Huelva en el Odiel. Y en Hamburgo, casi siempre que he ido allá, encontré el hueco para visitar el Museo de Áltona, y allí la sala con la colección de mascarones de proa más bella que uno pueda imaginarse.
Juan Carlos me escribe desde sus Asturias: «Cuando yo era joven, puse un cartel en la puerta del garaje de mi padre. El texto era “Curas / Muchos curas / Todo un vergel de curas”. Por delante del garaje tenía que pasar el cura de mi pueblo. Se enfureció, presionó a mi padre (católico) para retirarlo, pero me respetó y no se quitó, y el cura nunca me lo perdonó». No tengo necesidad ninguna de decirle que ningún cura ha perdonado sino aquello en lo que no cree o no le importa, porque es parte de su trabajo burocrático como pastor de almas y tan insoslayable como el débito conyugal entre miembros del Opus Dei, y le cuento: «Juan Carlos, no sé cómo será en Asturias, pero en Andalucía solía haber reproducciones de Cristos y Vírgenes con losetas de azulejos en las fachadas de las iglesias, y debajo de ellas, a la altura del brazo de un adulto, un azulejo donde rezaba LIMOSNA PARA EL CULTO. y debajo otro con una ranura para dejar caer en el hueco la limosna. Durante muchos años, un grupo de nuestra pandilla (yo entre ellos) acostumbrábamos esperar el paso de la pareja de los grises, que conocíamos por observación à la Rififi, para depositar luego en esas huchas un papelito donde podía leerse: «El culto es el cura, que sabe dos idiomas». Nunca lograron detener a ninguno de nosotros. Y si algunos vecinos nos detectaron desde sus balcones, nadie nos denunció… entre otras razones, claro, porque esos atentados a la moral pública y al Derecho Canónico nunca se hacían públicos».
Weiß/Colonia, 6.8.
1:45 am : Acabo de ver Step Brothers [Hermanos por pelotas, en vez de Hermanastros] y creo que es la peli más estúpida que he visto en todos los días de mi vida. Desde el primer momento, desde el planteamiento de la trama me di cuenta de que con esos mimbres sólo se podía armar una esponja como acerico, es decir, un irremediable desastre. Nomás por eso quise verla hasta el final, hasta apurar las heces (en este caso no es imagen, sino descripción). Los responsables del film lo consiguieron. Pienso que SÓLO EL 90% de la población de los EE.UU. puede haberse divertido con esta peli, mientras el 10% restante debe haberse escondido avergonzado en los valles más inaccesibles de los Apalaches o las Montañas Rocosas, si es que no se han suicidado después de verla. Quelle horreur!
Al ponerme a buscar cómo se titula en alemán el libro de cuentos de Somerset Maugham que en el original es The Mixture as Before [Lo mismo de siempre], donde se halla el relato titulado en español “Cosas de la vida”, descubro con asombro y estupefacción² [sic, al cuadrado] que uno de mis libros preferidos de WSM, Carnet de un escritor, que en español son sólo 368 páginas, de las más releídas por mí, en la traducción alemana son 608. Es decir, que la editorial o la censura, o de consuno ambas las dos (© by Cantinflas), me privaron de conocer la mitad del libro. Me pongo de inmediato a la caza y captura de un ejemplar de esa traducción alemana.
Anahí me escribe desde mi Güeno Saire querido: «Hace un tiempo me llamó el editor de “Mundos íntimos”, una columna de Clarín, y me pidió que contara en 11.500 caracteres (con espacios) algo muy fuerte que me hubiera ocurrido. Pensé en varias cosas y, de las tres o cuatro propuestas que le hice, eligió que escribiera sobre cómo me hice vegetariana. Así que puse manos a la obra y me adentré en un tipo de escritura al que no estoy acostumbrada: muy autorreferencial y, sobre todo, realista». Fue un desafío interesante y el resultado vale la pena leerlo. Le respondo, después de hacerlo: «Tu texto está requetebién escrito y si quienes lo leen no consiguen reconstruir tus sensaciones respecto de la carne, es porque carecen de fantasía. / Ahora bien, y para no extenderme demasiado, te copio algo que escribí hace poco en mi diario: “Weiß/Colonia, 29.6.2021: En La Modicana, hoy, una viva conversación en la que Ulli y yo llevamos la voz cantante, los dos de acuerdo en que el vegetarianismo es una pura hipocresía. Como si los vegetales no fuesen seres vivos ni sintieran. Mucha legislación para evitar los hacinamientos de animales (cerdos, gallinas) en batería, para una producción intensiva, pero ni una sola ley para prohibir o limitar la producción masiva de legumbres, frutas, etc. en grandes criaderos techados con plástico, que son además un insulto a los paisajes que prostituyen con su presencia. Y todo ello subvencionado por la Unión Europea. Nos merecemos el Apocalipsis”. / Como ves, no pensamos igual sobre el tema. Pero a decir verdad no lo considero importante porque yo nunca me he planteado el problema de qué como. Se me figura que debe de ser porque nací en aquellos que en la Historia de España se conocen como «los años del hambre», en que la gente moría literalmente de hambre hasta en las calles, y cualquier alimento (animal, vegetal y hasta mineral*) era bienvenido. Te asombraría saber la edad a la que por fin comí el primer huevo. Con la leche, aunque racionada, tuve más suerte. / Un besote para Sofi, otro para vos, y que tengan un feliz fin de semana y se cuiden mucho, que el Videla invisible (a) Covid19 no distingue entre vegetarianos y carnívoros.
* No es chiste: un puñadito de sal gruesa (que no estaba racionada) era una Delikatesse».
Weiß/Colonia, 7.8.
0:50 am : Largo y fabuloso documental sobre The Beatles desde que se reúnen hasta que disuelven el grupo. Jamás ha habido un conjunto como ellos. A los impresentables Rollings Stones, los maltratados por el Destino como The Doors, incluso Queen, les falta lo que a The Beatles les sobraba: «la Alegría, la más bella chispa de los dioses, hija del Elíseo» (Schiller).
En el cuaderno de esquelas fúnebres del KStAnz, una con un tremendo epígrafe de Gottfried Benn: «Te llevo en mi frente, / cual una herida que no se cierra. / No siempre duele. Ni se derrama / el corazón por ella y muere. / Sólo a veces, de pronto, me quedo ciego / y siento sangre en la boca».
Recién a las 3:55 pm he recuperado el contacto online que se perdió anoche, de manera irrecuperable. Y con el contacto online el teléfono, así es que llamé a Lola para despedirla, vino una semana a visitar a su hijo en Karlsruhe y regresa mañana a nuestros madriles. Le digo que con esa voz suya, de muchacha de unos veinte abriles, o conductora de un programa de radio para quinceañeros, ningún paciente suyo se creerá que disponga de los conocimientos y la experiencia para ser fontanera de almas. Se ríe y me dice que tengo razón, que debe impostar la voz hasta para hacerse respetar por sus hijos. Gente como Lola son la sal de la tierra. Benditas sean.
*******************THE END*******************