Weiß/Colonia, 15.8.
Anoche, cuando terminé de ver Sabrina eran ya pasadas las 3 am, de manera que me fui derecho al catre. La noche comenzó a las 9:35 con un concierto de la Orquesta Nacional de Francia, al pie de la torre Eiffel y conducida por la australiana Simone Young. Me sorprendió un poco que el segundo número fuese el “Salut a la France” de La hija del regimiento, de Donizetti, pese a lo cual me dije que bueno, la orquesta es francesa y tocaba en París, y además vinieron luego el “Libertango”de Piazzolla en una versión para acordeón y orquesta, y arias, dúos de Mozart, Verdi, Bizet, el inefable despertar del día en “Daphnis et Chloé”, de Ravel, un concierto para dos violines de Bach… pero luego ¡ay! “París, París, París”, que es una adaptación a París del “Madrid” de Agustín Lara, atribuido a Josephine Baker, ningún crédito al Flaco… Me sublevó. “Madrid” se compuso y estrenó en 1948 y a la Baker yo la adoro, pero asignarle la autoría del chotis de Lara, eso sí que no en mis días. Sólo falta que canten “Marseille” con la melodía de “Granada”. Si serán hijos de la recontrarremilgranputain Marianne… Váyanse a la recontrarremilputain que los requetecontrarremilparió. Aunque al paso que va este mundo desquiciado, a mí no me extrañaría que en los conciertos de verano de la Filarmónica de Berlín, en el incomparable anfiteatro de la Waldbühne, cualquier año de estos se saquen de la manga un «Berlín, Berlín, Berlín», con la música del Flaco Lara y atribuyéndoselo a Marlene Dietrich. Al tiempo.
Me saqué el mal sabor del plagio a Lara con un Single Malt en las rocas y a la 1:00 am comenzó la transmisión de la Sabrina de 1995, y no puedo sino repetir aquí lo que aquí dejé escrito la primera vez que la vi. Copio y pego mi anotación del 3.8.2020: «El problema con la Sabrina de Sydney Pollack es triple. La primera Sabrina la dirigió Billy Wilder y la interpretaron Audrey Hepburn y Humphrey Bogart. Y eso impone gran respeto. Pero Harrison Ford es un Linus Larrabee más creíble que Bogie, a quien ese papel no le iba (ni modo), al mismo tiempo que Julia Ormond es más “Sabrina” que Audrey (“lo digo y no me corro”, © by César Vallejo), y lo que resulta de ello es beneficio neto para Pollack, quien además cuenta con una delicada partitura de uno de los más grandes, John Williams, que le da ciento y raya a la de la Sabrina original, un pelín demasiado Cole Porter y “La vie en rose”».
Recordé otra buena réplica en el guion de Muerde la bala. Al enterarse de la carrera de las 700 millas, Buffalo Bill Cody envía un telegrama sumando 250 $US a la bolsa del premio e invitando al ganador a sumarse a su espectáculo en Chicago. El reportero que va a cubrir la carrera lee en voz alta el telegrama en el saloon, dejando para el final la firma, y al oírla pregunta la mesera: «¿Eh, no era ése el tirador más rápido del Oeste?», a lo que Susie, la madame del burdel, le explica: «Sólo en la cama, mi niña».
Oskar, que amenazó con venir hoy, no lo hizo, de lo que me alegro (¡bah, es retórica!) porque significa que su economía no anda necesitada de mi familiar ministerio de ayuda al desarrollo.
Weiß/Colonia, 16.8.
Fuimos a almorzar a las Terrazas del Rhin pero hoy tenían cerrado (una comida de exequias, según Diny) y como los lunes al mediodía está cerrada La Modicana, terminamos en Rodenkirchen, en el Palladio. Para Ulli pastel de queso de cabra con albahaca y nueces + piñones caramelizados, sopa de tomate y saltimbocca alla romana para Diny, el menú n.º 1 para Carlitos (del que no logré saber sus componentes, y creo que él tampoco), y espaguetis con marisco para mí, que me comí todo el marisco y le dejé ⅔ de los espaguetis a Carlitos para que se los lleve a casa, serán su cena de esta noche. Pero hoy fue la primera y última vez que comimos ahí, al menos con Carlitos, el ruido lo tenía ½ zombie.
Después de cargar con vitriolo el teclado de la compu, escribo el texto de mi columna de este viernes para EE. Me quedo muy descansado después de soltar toda la bilis que me produjo la pasada noche el robo a la propiedad intelecual del Flaco Inmortal, cuya estatua en Lavapiés siempre acudíamos a visitar Diny yo cuando viajábamos a mis madriles. O témpora, o Mariano Mores!
Weiß/Colonia, 17.8.
1:30 am : Pasaron el primer episodio de una nueva serie sueca de espionaje, titulada Hamilton. Promete bastante y, en cualquier caso, se sale del esquema de las series policiales escandinavas, por muy buenas que sean, que lo son, casi todas.
Diny cumple 80 años y le regalo un ejemplar de la traducción alemana de The Mixture as Before [Lo mismo de siempre], de Somerset Maugham, que es uno de sus libros de cuentos que más amo. Y la casa está repoblada por la familia desde las 11:00 am que llegaron Rebeca, Montse y Henri, hasta ahora, casi las 7 pm, en que acaban de despedirse Angie, Chico y Vincent. Por cierto que Vincent le pide a Diny que lea lo más pronto el libro de SM, está deseando leer el cuento “The Facts of Life”, que yo le conté de viva voz y resumido antes de que viajase a la Côte d’Azur. El cuento se titula en español “Cosas de la vida” y en alemán “Aufgeklärt [Esclarecido]”: 1:0 para la lengua de Castilla.
Después de leer la nueva entrada en mi blog de EE, con la terrible pero formidable balada de Theodor Fontane sobre Afganistán, Pepe me escribe desde su florida Aventura: «¿Tú te imaginas que el equipo de «analistas» que se ocupa de Cuba en Washington y sus «alrededores» tenga la misma inteligencia que el de Afganistán? Otro horror». Le respondo al tiro [=ipso fuckto]: «Me aterra pensar en los equipos de «analistas» gringos, en especial haciendo hincapié en lo mucho de anal que deben tener».
Weiß/Colonia, 18.8.
2:30 am : Me puse a ver Nudes, una serie noruega superpremiada y cuyo tema se centra en la grabación de desnudos y actos sexuales por chicas muy jévenes, casi adolescentes, grabaciones que sin ellas saberlo terminan en Internet y son causa de conflictos y traumas innumerables. Y a decir verdad, no dudo de que la serie sea buena, pero no me enganchó, así es que vine a la compu y programé la Sabrina de 1995 en la versión original, aunque no sé inglés, pero la historia me la sé de coro. Y además, con las pelis es como con los libros. Hay tantas como espectadores y otras tantas según en qué idiomas las oigamos, y a partir de ahí el número de combinaciones excede a la capacidad de las compus.
Hoy le tocaba pasar por la casa al deshollinador, y seguramente lo ha hecho, pero como su trabajo lo lleva a cabo en el techo del edificio ni nos enteramos. De todos modos, cuando sonó el timbre pensé que sería él, pero no, teníamos la visita inesperada de Paul, ya regresado de Albania y entusiasmado con los proyectos en que se está metiendo. Paul, que era el nieto a quien sentíamos más lejano, entre otras razones porque quienes solicitaban nuestra atención eran los menores, en especial a partir de que naciera Henri, él, Paul, es ahora el nieto que más nos busca y más nos trata. Y viendo lo que hace y lo que tiene metido entre ceja y ceja que quiere hacer, me siento orgulloso de ser su abuelo. Hace un par de días, por cierto, descubrí un tuit precioso: «Los abuelos te enseñan de todo, menos a cómo vivir sin ellos». Ojalá mis nietos piensen eso un día al acordarse del viejo español cuyo léxico alemán era tan superior al de ellos, pero su fonética, su gramática y su sintaxis una catástrofe similar al hundimiento del Titanic.
Buscando citas para mis frases de la semana, de cada envío dominical con mi diario, encontré esta de Umberto Eco, «Adoro a los gatos. Son de las pocas criaturas que no se dejan explotar por sus dueños», y se la envié a todos mis amigos gatófilos. Teresa reaccionó enseguida desde Volkswagenburgo: «Hace años vimos en Helsinki un espectáculo callejero que sería la excepción a la acertada afirmación de Umberto Eco. Se trataba de lo que Heinz y yo siempre recordamos como «el circo de gatos», a las órdenes de una ¿domadora? rusa. Era un grupo de unos seis u ocho gatos que seguían las órdenes con mucha gracia y precisión. ¡Hacían un número muy pintoresco!» Le contesto sin andarme por las ramas: «El caso de los gatos de la domadora rusa lo estuvimos estudiando en el Servicio Secreto de Andorra in illo tempore, cuando trabajé como free lancer para ellos. Por último descubrimos el truco: no eran gatos sino mutaciones felinas de los perros de Pávlov. Te ruego reserva sobre esta información, que ni siquiera fue recogida en la Enciclopedia Soviética, campeona del secretismo».
Sin decir ¡agua va! un infame ataque de artritis o reúma o gota o la ira de Dios, a mi mano zurda, que si cierro el puño, o intento agarrar el vaso lleno de agua que siempre tengo a la izquierda del teclado, me hace ver las estrellas. Termino de teclear estas líneas con un solo dedo de la mano derecha, como en aquellos buenos viejos tiempos en que aprendí a escribir a máquina en la vieja Remington de la fábrica de mi padre, y doy de mano por hoy. También con la duda de si era una Remington o una Underwood.
Weiß/Colonia, 19.8.
2:30 am : ¡Gran noche de cine! En primer lugar los 75’ de Au poste! [¡Bajo arresto!], un derroche de ingenio y de humor negro de Quentin Dupieux, con dos actores estupendos: Benoît Poelvoorde (¿cómo pronunciarán los franceses este apellido archiflamenco?) y Gregoire Ludig. El guion podría ser muy bien de un Jardiel Poncela, hasta por el inexplicable final que pretende explicarlo todo y, al contrario, lo enreda de manera irremediable. Y luego Cleo, a la que apostrofan como “la Amélie alemana”, pero es mucho más que eso, y además de todo ese mucho me ha reconciliado con Berlín. Una peli deliciosa que me ha hecho pensar en la diferencia esencial de las dos tituladas Sabrina y que dizque la segunda es la remake de la primera. No; la Sabrina de Billy Wilder es una comedia romántica requetebién hecha, no en vano la firma nuestro Billy Wilder que estás en los cielos, mientras que la Sabrina de Sydney Pollack es algo no ya distinto, sino muy distinto: como Cleo, es un cuento de hadas.
Ayer se cumplieron 85 años del asesinato de García Lorca y en todas partes le dedican homenajes. A mí, la verdad, Lorca me importa un bledo. Soy andaluz, y los andaluces somos los españoles con el mejor sentido del humor, algo que en la obra de Lorca no existe. Que fuera un buen poeta no lo dudo, pero buenos poetas, sin salir de España, los hay a puñados y mejores que Lorca. Casi con dolor hay que admitir que si no lo hubiesen fusilado hoy se le recordaría como uno más entre los demás, Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Cernuda, incluso Alberti… otro sobrevalorado pero creo que superior a Lorca, precisamente gracias a su buen sentido del humor. Y dicho sea de paso, lo mejor de Lorca no es su poesía sino su teatro: La casa de Bernarda Alba, a pesar de ser un dramón de Echegaray disfrazado de peli documental sobre Andalucía, escénicamente puede llegar a ser un prodigio. Al menos en alemán, donde la he podido admirar dos veces: en la tele y en un teatro de Bochum.
Weiß/Colonia, 20.8.
1:00 am : No había nada en la tele que me llamase la atención, excepto una peli alemana de título doble, inglés y tedesco, Get Lucky – Sex verändert alles [El sexo lo cambia todo], y me pasó lo mismo que con la tan galardonada serie noruega, Nudes, de anteanoche: a los pocos minutos me aburrió solemnemente y apagué la tele. Le hinqué el diente al interesantísimo ensayo que antecede el Carnet de un escritor, de Somerset Maugham, en la edición alemana que cuenta con casi 300 páginas más que aquella española de la que estamos enamorados Vicente y yo. Después estuve cotejando las entradas de los años 1936 a 1939 y en la edición española no hubo intervención de la censura por la sencilla razón de que, por las razones que fueren, WSM no menciona en ningún momento nuestra guerra civil.
La Nena cumple 80 y la llamamos para darle la bienvenida al Club de los Octogenarios. Sólo que ahora, mi alter ego botánico me mueve a escribir Octogeranios y tengo que corregirlo.
Aparece mi columna en EE. Si pulso en la página web para abrirla, a los 5” la pantalla se ennegrece y da paso a un anuncio invitándome a hacerme suscriptor. Aprovechando mi velocidad de reflejos y usando y abusando de esos 5” he conseguido leer los 14 comentarios que han llegado a su foro. Uno de ellos me insulta sin rebozo: «Esta columna solo podría ser escrita por un idiota, de cultura porteña, que siente animadversión gratuita por la República francesa». Lo curioso es que el comentarista usa un seudónimo, Neftalí Reyes, que es parte del nombre civil de Pablo Neruda y que yo también he usado algunas veces como seudónimo. Si además me fijo en lo de la «cultura porteña», y sumo dos y dos, evidentemente se trata de un cobarde que me conoce. Pero ya le salieron varias criadas respondonas: «¿Animadversión gratuita? No me diga. Animadversión bien ganada, más bien. Los franceses del común lo único que saben es francés»; «Me uno a su denuncia, señor. Muchos igualados esos franchutes, qué se estarán creyendo»; «Bien dicho al rescate del gran Agustín Lara, ole».
Weiß/Colonia, 21.8.
1:40 am : 90’ del legendario concierto homenaje a Freddy Mercury en el estadio de Wembley, el lunes de Pascua Florida de 1992, casi cinco meses desde la muerte de Farrokh Bulsara, que así se llamaba en el Registro Civil. Luego lectura de algunas páginas del Carnet de un escritor, de WSM. Con un Single Malt en las rocas al alcance de la mano. Mi vida es un puro lujo, no me privo de nada.
Ayer, en el KStAnz la esquela fúnebre de un suicida, que ha ejercido su derecho a serlo de acuerdo con la reciente sentencia del Tribunal Supremo Federal que fue harto más allá de reconocer el derecho a una muerte digna; todo ello lo deduzco del epígrafe que encabeza la esquela: «Poderse dormir cuando ya no se puede dar forma a la propia vida es el camino hacia la libertad y el consuelo para todos». Y hoy, en el cuaderno de esquelas fúnebres de la edición finisemanal, la de Barbara Iracema Boisserée, una brasileña que con su marido alemán, odontólogo, fundó una saga familiar de dentistas, muy cerca de Weiß. Los Boisserée son una de las grandes familias colonienses, descendientes de los hugonotes que huyeron de la quema en Francia. A un Boisserée se debe que reanudaran las obras de la catedral de Colonia, interrumpidas durante siglos. En la esquela de doña Iracema, el epígrafe son unas palabras en portugués: «Iracema, meu grande amor, foi embora. / Iracema, meu grande amor foi você. / E hoje ela vive lá no céu, / ela vive bem juntinho de nosso senhor [Iracema, mi gran amor, se fue. / Iracema, mi gran amor fuiste tú. / Y ahora ella vive allá en el cielo, / vive bien cerquita de nuestro Señor]».
Le escribo a mi deuda estherna: «Para vos, que visitaste el Taj Mahal, este delicioso apunte de Somerset Maugham en su Carnet de un escritor: “Un joven oficial de la Marina a bordo, en viaje de regreso a su casa, fue visto en cubierta leyendo con ahínco libros sobre el Taj Mahal. Cuando le preguntaron por qué lo hacía respondió: –Estuve destinado en Agra durante cuatro años y no lo he visto nunca, pero sé que en cuanto llegue a casa todo el mundo me preguntará por él, así es que preferí informarme antes». [He preferido aquí traducir de la traducción alemana porque, a mi juicio, la traducción española se toma un mucho de libertades expresivas que no veo por ninguna parte en la tedesca, y me fío más de ella].
Bajo el lema “Parece que fue ayer”, Celina y Jorge me mandan desde París, escaneado, el reverso de una postal en que el 10.6.99 les agradecí las flores por mi 60.º cumpleaños, que pasamos allá, alojados en el Esmeralda. Les contesto, no sin ironizar sobre mi persona: «Fue ayer. El poeta español Ricardo Bada escribió una vez unos versos que decían: “La Sevilla que me contó mi padre / no llegué a conocerla. / El París que yo podría / contarle a Montserrat, / nunca lo conocerá. // ¿Qué será de los libros que leemos? / De las cosas que amamos, ¿qué será? // Ayer siempre es un día / de casi la Prehistoria”. (París, 29.4.1979)»
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