Weiß/Colonia, 28.8.
2:14 am : Renuncié a volver a ver La otra cara de enero, pese a que Viggo Mortensen es uno de los actores que más estimo, pero no quise perderme un concierto en vivo de Elina Garanča, con un final sensacional en el que se programaron arias de El barbero de Sevilla (la zarzuela de Giménez) amén de La tabernera del puerto así como un popuurí de mambos de Pérez Prado, “Cielito lindo”, “El día que me quieras”, un tema brasileño y “O sole mio!” Cuando Elina cantó el aria “Me llaman La Primorosa” me acordé de una de nuestras primeras noches madrileñas, en otoño, subiendo Diny y yo por Alcalá hacia la Puerta del Sol después de haber asistido a una función en el teatro de la Zarzuela, y cómo Diny me dijo con la mirada perdida: «Un día, cuando tú te mueras, volveré sola a Madrid e iré a la Zarzuela y me acordaré de nuestras noches acá». Tempi passati! Luego del concierto estuve viendo acá en la compu Cuatro corazones con freno y marcha atrás, en la versión de RTVE dirigida por Pérez Puig. Es una joya por la que no pasa el tiempo, frase hecha = chiste involuntario si uno se para a pensar en la trama de la obra.
En principio íbamos a ir a la heladería de Sürth, pero Frank se levantó sin ganas de cocinar y propuso que nos reuniéramos en su casa, comida libanesa que él mismo encargaría e iría a buscar. Y la verdad es que yo preferí eso de ir a la casa de Montse, en una atmósfera familiar (aunque la comida libanesa no la conocía de nada y sigo sin conocerla, verla no me animó el apetito, me limité a comer loncha tras loncha de ese pan turco esponjoso que me encanta, y beber vino tinto); eso sí, puse como condición que la comida la pagábamos nosotros puesto que era una invitación de Diny. Me senté al lado de Paul y para mi grata sorpresa me enteré de que se ha vuelto un fan de Somerset Maugham, está devorando Servidumbre humana («Voy por cuando el protagonista llega a Heidelberg, y es un trueno esta novela», me dijo) y quiere leer todos los libros suyos que tengo. Hossana in excelsis Deo!
Diny viene a este cuarto a despedirse y ve en la pantalla de mi compu el anuncio en Nexos de un texto mío, con una ilustración que la llevó a decir con voz alegre: «Es Cortázar, ¿no?» Y sí, es Julio, en una ilustración de lo más cronopial que recuerdo, obra de mi tocayo Ricardo Figueroa.
Usé “paseíllo” para comunicarle a ¿quién? (ahora no recuerdo) que iba a debutar en la plaza de mi The Twitter’s Digest y me entró la curiosidad por ver cómo lo definía EL diccionario. Lo define así: «Desfile de las cuadrillas por el ruedo antes de comenzar la corrida». ¿Y no es que más bien debería decir: «Desfile de las cuadrillas cruzando el ruedo desde la puerta de las mismas hasta debajo del palco de la presidencia, antes de comenzar la corrida»? Ay Academia, Academia, hablas de oídas.
Weiß/Colonia, 29.8.
1:25 am : Siguen pasando la octava temporada de la saga del comisario Beck y me da mucha risa que el primer sospechoso detenido se llame Rodrigo Rojas. Nada menos. Tengo que contárselo a Rodrigo.
Vino Montse para acompañar a Diny a la sesión de ergoterapia, después de la cual se han citado con Paul para almorzar en el Bistro Verde. Me llamó Paul para pregumtarme si yo también comería con ellas, tuve que decirle que no porque a la misma hora debo pasar impepinablemente por la asesoría fiscal para perfilar mi declaración a Hacienda correspondiente al 2020 y no sé cuánto tiempo llevará la gestión. Lo sentí desilusionado, es evidente que él y yo nos hemos encontrado muy estrechamente y que él se siente bien conversando conmigo. Merde alors! Pero en octubre recuperaremos el tiempo perdido, cuando regrese de su gira como factótum del combo musical que empieza el 1.9. en Zúrich.
En la asesoría fiscal todo fue mucho más rápido de lo que me temía, pero aun teniendo harta suerte con el bus no llegaría a tiempo de almorzar con Diny, Montse y Paul en el Bistro Verde. Me vinieron al recuerdo los versos de El gran galeoto: «Contra las olas del mar / luchan brazos varoniles, / contra miasmas sutiles / no hay manera de luchar». La vida es un continuo luchar contra las miasmas sutiles.
Weiß/Colonia, 30.8.
2:00 am : Pasaron los episodios 3 y 4 de El turista, la serie australiana. Las escenas de violencia están muy bien resueltas, aunque a veces resultan inverosímiles, pero como el que pierde es el malo, uno lo acepta. Soy un maniqueo como mandado hacer de encargo. Luego estuve relamiéndome de nuevo con esa golosina del cine de Hong Kong que es In the Mood of Love [Deseando amar] con esa belleza de la voz de Nat King Cole en la banda sonora: «Aquellos ojos verdes», «Te quiero dijiste», «Quizás, quizás, quizás», «María Elena», «Solamente una vez”, la primera pieza que Diny y yo bailamos juntos la noche de 1965 que nos conocimos en Berlín… Ay, no sigo, que si sigo lloro como una magdalena.
En Colonia tenemos los mayores estudios de cine de Europa y recientemente se ha rodado ahí parte del último film de Isabelle Huppert, teniendo como contraparte a Lars Eidinger, un gran actor teatral alemán, por lo cual le entrevistan en el KStAnz y el reportero quiere saber cómo fue la discutida escena con un beso entre él e IH, que ha sido la comidilla de los estudios. LE contesta: «Utilicé esta escena para declararle mi amor a Isabelle Huppert en un meta–nivel. Me había dado cuenta de que Isabelle había estado discutiendo con la camarógrafa. Se trataba de encontrar una solución para que en tiempos del Corona los labios no se tocaran. Y pensé: Ahora tengo la oportunidad de rodar una escena de beso con Isabelle Huppert, ¿y nuestros labios no deben tocarse? Entonces intervine, y cuando estábamos rodando, me besó de verdad. Eso fue como una confesión, una prueba de confianza». Luego el reportero se interesa por el cierre de su cuenta en el medio social Instagram, y LE responde: «Porque no creo que esa descripción «medios sociales» acierte. Son más bien antisociales. Especialmente tóxicos. Envenenan la moral de la gente. Se utilizan para el resentimiento y el odio. Me he dado cuenta de que eso no es bueno para mí. Con tales contenidos te envenenas sucesivamente, a la larga te enferman». Me cae simpático este chaval de 46 primaveras, a quien llamo así desde las majestuosas alturas de mis invernales [infernales] 83.
Llama Judith acongojada. Su madre, Rieky, la mejor amiga de Diny (son amigas desde la infancia), sufrió un derrame cerebral a renglón seguido de una caída que la dejó maltrecha, y los médicos les han dicho a los hijos (Judith, Jeroen, Basje, Godelieve) que se preparen para lo irreparable. Sé que no se lo puedo ocultar a Diny, no tengo más remedio que decírselo.
En La Modicana, hoy, Ulli una ensalada con salmón ahumado, Diny hígado de ternera a la veneciana (con cebolla caramelizada), Carlitos sus tortillitas de zucchini con ensalada y yo mi sopa de pescado, que esta vez además de mejillones incluyó almejas: ¡viva el lujo y quien lo trujo! La conversación, como siempre entre Ulli y yo, se centró en la traducibilidad de «ertötende Akustik», un epíteto con el cual el crítico musical del KstAnz apostrofó la calamidad de la acústica en el Centro Mundial de Bonn, donde han ido a localizar los conciertos que normalmente se daban en la Sala Beethoven, ahora en obras. La traducción, sugiero, pudiera ser a través del neologismo “melomicida”, que me invento. Después de todo, también el crítico musical inventó esa trouvaille, “ertötende”, donde se dan la mano “ertönen [sonar]” y “töten [matar]”… si bien “ertöten” en realidad ya existe como verbo y significa “suprimir, reprimir, aniquilar”, y en un sentido ascético “mortificar”. Lo de la torre de Babel fue un encargo de la Academia Berlitz al Jehová de la Biblia, no me queda la menor duda.
Weiß/Colonia, 31.8.
2:00 am : Sigo con la lectura del 23.º y por ahora último episodio de la saga de John Rebus. Anoto para mi próxima reencarnación una visita demorada a Edimburgo, que es casi tan personaje de la saga como el propio Rebus. Debe ser una ciudad fascinante, el polo opuesto de la repelente Glasgow.
Vino Montse para acompañar a Diny a la fisioterapia, y mientras están ausentes me llega un email de Judith anunciándonos que Rieky ha muerto, a las 11:15. Cuando regresan, le muestro a Diny el texto en neerlandés del email de pésame que quiero enviar en nuestro nonbre a Judith, Jeroen, Basje y Godelieve. Diny me pide que añada el poema “La muerta”, de la poeta neerlandesa Ida Gerhardt, que dice así en mi aproximación al castellano: «Siete veces la vuelta al mundo dar, / yendo a gatas si así fuera mi suerte. / siete veces por saludar poderte / donde sonriendo me vas a esperar. / Siete veces la vuelta al mundo dar. // Siete veces andar sobre la mar, / con las ropas ajadas, qué me importa, / si de la muerte hacerlo te desnorta. / Siete veces andar sobre la mar, / siete veces, para contigo estar».
Murió Gorbachov, el único político ruso decente desde el Neolítico. O desde el Pleistozeno. Divergen las opiniones al respecto. (Le mando esta frase a Andrés, ofreciéndosela como tuit, y al rato ya la ha subido a su cuenta).
Weiß/Colonia, 1.9.
2:15 am : Le di un nuevo empujón a la lectura del último John Rebus y vi otro episodio de la serie El joven Morse. Totalmente absorbido tanto por el libro como por la pantalla. Se nota la calidad.
La política puede sorprendernos de repente como esta mañana lo ha hecho conmigo al leer el titular principal de la primera página del KStAnz: WÜST WILL DIE EINSAMKEIT BEKÄMPFEN. Wüst es el presidente del Estado federado Norte del Rhin–Westfalia, y ayer, en su declaración de gobiermo ante el parlamento regional en Düsseldorf, declaró que una de las principales metas de su mandato es combatir la soledad, lo que expresa el títular del diario y resulta casi poético. Pero es que sí, tiene muchísima razón: este es un país de solitarios, y la pandemia con sus secuelas de confinamiento y prohibiciones de contactos no ha hecho otra cosa que agravar el problema. Le deseo mucha suerte a Herr Wüst y su propósito me reconcilia una mijita (como diría mi abuela Remedios) con la política.
Mi paisano Miguel me manda abrazos bálticos desde Sopot, en la costa del voivodato pomerano de Polonia, y se los devuelvo colonienses, acompañados de una explicación: «El Báltico, en alemán, es un concepto que sólo se aplica a Estonia, Letonia y Lituania. Ese mar al que se asoman se llama, en alemán, el Ostsee, es decir, el Mar del Este, por oposición al del Norte».
José Luis y yo nos enredamos en un diálogo donde se pone de manifiesto que él aborrece el cambiar los nombres de las personas (Carlos Marx) o de las ciudades (Turín) castellanizándolos, además de comentarme desfavorablemente la opinión de Vargas Losa acerca de Pérez Galdós. Le contesto: «En cuanto a los topónimos y antropónimos (u onomásticos), el tema es espinoso. A mi no tenés que convencerme de nada porque me niego en redondo a escribir Rhin sin hache. Y desde luego encuentro odioso el que se castellanicen los antropónimos, no sólo de los autores sino incluso los de los personajes: una vez cayó en mis manos una traducción mexicana de Orgullo y prejuicio y a mi pobre e indefensa Lizzy la habían rebautizado como ¡¡¡Bebel!!! (y eso que Sergio Pitol, en el prólogo a esa edición, la llama siempre Elizabeth, se conoce que no leyó la traducción). Sobre el tema de estos rebautizos publiqué años ha un trujamán que te mando adjunto. Pero con los topónimos me inclino por los que son no castellanizados sino castellanos por derecho propio. Fui el primer alumno de mi clase en la materia Geografía y me sé al dedillo la toponimia. No te olvidés, por ejemplo, de la guerra de Castilla y León contra Flandes, que a nosotros nos regaló los nombres de Mastrique (Lope tiene una obra titulada El sitio de Mastrique), Bruselas, Brujas, Gante, Amberes, Balduque, Malinas… Cuando me radiqué acá y me enteré de que en flamenco se llamaban Maastricht, Brussel, Brugge, Gent, Antwerpen, ‘s Hertogenbosch, ¡¡Mechelen la melodiosa Malinas!!, me dije que peor para los flamencos. Por otra parte, muchos de esos topónimos son clásicos: creo que ningún hispanoparlante asociaría el Wisła y el Donau con el Vístula y el Danubio (aquí a lo mejor sí por la cercanía de la escritura del nombre). Y ya no entro en la consideración de los topónimos procedentes del árabe, del chino o del japonés, porque doy por seguro que escribís Jerusalén, Cantón y Yokohama. Por cierto, ¿sabés que Madrid en portugués se llama Madri, y los madrileños madrilêses? Otrosí: he notado que en América Latina a Bayern se la conoce como Bavaria, cuando su nombre en español es Baviera: llamarla Bavaria es algo así como llamar Berolina a Berlín. Aunque, eso sí, lo confieso, prefiero Ratisbona a Regensburg. // Y sí, Mario habrá leído a don Benito, las obras completas, según él, para escribir ese libro. Pero lo que dice en el libro me recuerda lo que dijo Woody Allen sobre los métodos de lectura rápida: «I took a speed–reading course and read War and Peace in twenty minutes. It involves Russia [Tomé un curso de lectura rápida y leí Guerra y paz en 20 minutos. Trata de Rusia]».
Weiß/Colonia, 2.9.
2:45 am : Termino la lectura del John Rebus. Lo único que no me gusta de Ian Rankin es su pasiòn expresa por los Rolling Stones y su rechazo implícito de los Beatles: es algo así como preferir Paolo Coelho a Jorge Amado, pero ya sabemos que en materia de gustos no hay nada legislado. Anoto este pasaje del libro, porque es un buen botón de muestra del estilo de Rankin en los diálogos: la DI Siobahn Clarke encuentra a la displicente lady escocesa comiendo con un grupo de viejos financieros, y milady levanta su copa y se vuelve hacia la DI: «»¿Qué piensa usted, Inspector?» «Al principio pensé que iba usted a ser recompensada con una comida gratis por mostrar sus tetas a una ronda de vejestorios, cualquiera de los cuales podría ser su padre»».
Desde su orilla del Cauca, mi compadre José María me escribió al leer el manuscrito de mi columna de hoy en El Espectador: «Es evidente y sin medida el machismo cavernario en ciertos asuntos; sobre todo cuando, además, se golpea a la organización a la cual pertenece «la indiciada». En el caso colombiano y con seguridad en el otro también, se aprovecha la crítica y maledicencia para perjudicar a todo el conglomerado del que forma parte la mujer criticada, además de «pordebajiar» a la mujer, por ser mujer. El miedo que se les tiene es palpable y grosero».
En el bus a Rodenkirchen, adonde voy por despacho de correo, tranferencias bancarias y compras, una joven de esqueleto Modigliani y encarnadura Renoir que con sus bluyins de diseño y su blusa sin mangas, cerrada hasta el cuello pero con los pitones de un miura, es la viva imagen de lo deseable y lo cogible (22.ª acepción del verbo). Y que no tenga uno 50 años menos para tirarle los tejos…
Recibo de José Luis un email contestando al mío sobre los topónimos, y añade algo conmovedor: «No te escribo más porque acaba de morir un pajarito (saltapiñuela) que ayer rescatamos. Era muy pichón. No fuimos capaces de salvarlo y eso me entristece mucho. Y lo peor es que en menos de una hora le tendré que dar la mala noticia a mi hijo, cuando vaya a recogerlo a la escuela». Le respondo, porque lo entiendo, que «la muerte de un pajarito es tremenda. Yo maté sin querer uno en Huelva, en el piso donde vivimos Diny y yo a nuestro regreso de Baires. Era un chamariz precioso, lo llevé a la azotea para que gozase del aire libre y del sol, y colgué la jaula de un clavo en la pared. Con la mala suerte de que lo hice, sin saberlo, en un lugar por donde pasaba un caño de agua, de tal manera que cuando abríamos una llave de paso en el piso, abajo, ya fuese en la cocina o en el cuarto de baño, el agua corría por ese caño a toda pastilla y, al encontrar el agujero del clavo disparó un chorro mortal contra el chamariz. Nunca quise volver a tener un pájaro en casa, y mira que los amo».
Le pedí a Diny que se hiciera su cena y le dije y repetí que yo me haría mis canelones después de la siesta. Cuando me levanté, lo primero que me dijo es que si quería cenar ya. porque había puesto los canelones en el horno, y recalentado ya una vez creyendo que yo me levantaba, lo que no hice, así es que esta sería la segunda vez que los recalentase, y me los encontré torrefactados. Le reproché que no me hubiera hecho caso. tiré ese torrefacto al tacho de la basura y Diny se puso agresiva, después se fue a dormir sin despedirse como todas las noches. Vivo en una pesadilla.
Weiß/Colonia, 3.9.
Anoche no había nada que me llamase la atención en la tele, además de que estaba exhuasto por habermne levantado a las 7:15 am en vista de que no podía conciliar el sueño, y como éramos pocos y la abuelita salió de noche, el fiasco de la cena. He dormido seis horas y ½ de un tirón, la primera vez en muchas, tal vez demasiadas semanas. No sé cuánto podré seguir aguantando esta tensión constante.
El cartero me trajo ayer un ejemplar de Revolución, de David van Reybrouck, enviado por Willy y del que ya teníamos la edición original, a la que intenté hincarle el diente, pero 500 páginas en neerlandés son una excesiva inversión de tiempo para mí, un tiempo que no tengo, amén de que sabía que estaban traduciéndolo al español, así es que decidí esperar a que lo publicasen en Barcelona. El libro es un monumento a la descolonización de Indonesia, y David, uno de los más grandes historiadores vivos, se lo ha dedicado a Willy, a quien le llaman Wil quienes no son de la familia. Willy puede estar bien orgulloso por la dedicatoria: también lo estaría yo de haber sido amigo de Gerald Brenan y me hubiese dedicado El laberinto español.
Diny estuvo mohína todo el día. Me da la impresión de que le remuerde la conciencia por su agresividad injustificada de ayer tarde. Y mi impresión se acentúa considerando que ya ha venido a despedirse con besos dos veces esta noche. Un indicio de que su memoria a corto plazo sigue estando activa, pero en modo intermitente. Como esas bombillas que titilan antes de apagarse por completo.
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