Home Mientras tanto De mi Diario : Semana 35 / 2023

De mi Diario : Semana 35 / 2023

Rodenkirchen, 27.8.

Llama Montse para disculparse por no haber podido venir esta semana, además que tenía pensado venir hoy pero no puede. Le contesto que no tiene por qué disculparse, bastante es lo que ha hecho y lo que seguirá haciendo sin descuidar su vida familiar y su desempeño comercial. Me da recuerdos muy cariñosos para Diny y promete venir temprano el jueves próximo y quedarse hasta la 1 pm en que tendrá que volver a casa, cuando Henri sale de la escuela.

Rebeca nos llamó desde el Steep’s, adonde ya llegó cuando nosotros estábamos saliendo para ir allá. Nos encontramos ± 7’ después. Diny pidió un filete empanado à la vienesa con pommes frites, Rebeca –también con pommes– un arrollado de carne de res (tal vez para hacer una comparación con los suyos, que son boccato di cardinale) y yo el rosbif rosa con Bratkartofeln [=la papa asada, que en pocos lugares saben asar bien, parece que la asaran en sartenes en huelga, pero la del Steep’s es deliciosa]. Y de repente desapareció Tom. Le pregunto a la dueña, que es quien nos sirve al final y trae la factura, y nos dice que se ha ido porque tiene que estar puntual para un concierto de una cantante muy popular en el ámbito alemán. Mirá vos, resulta que Tom nos salió filarmónico: ¡qué lo parió!

Les acabo de enviar un email, con más cachondeo que preocupación, a Rebeca y Montse: «Como Jesús solía decir a sus discípulos: En verdad, en verdad os digo que no acabo de entender la pasión que se le ha despertado a vuestra madre por el chocolate. Ayer estuve de compras en ReWe y me pidió que le trajese 4 tabletas de lo dicho. Acabo de abrir la nevera para hacerme algo de cena (dos grandes vasos de gazpacho y leche) ¡y sólo queda una tableta! Curiosamente parece que no engorda, mientras yo he perdido tantos kilos que ya casi todos los pantalones se me caen. Estos son los verdaderos misterios de la vida. La paz sea con vosotras. Ihel [=Ich habe euch lieb =Os quiero]».

Le pedí a *** que me escanease alguna foto donde pudiera verla desnuda, una foto de cuando nos conocimos y una noche incluso dormimos juntos, un sueño casto, del que me quedó el recuerdo de un beso inolvidable, aunque ni siquiera esa noche la vi desnuda. Me contesta que no tiene ese material, y si lo tuviera no lo mandaría por correo. No lo puedo creer. Mi generación fue la que inició la revuelta social y la libertad sexual sobre todo a partir del 65, con el movimiento neerlandés de “de provos” [“los provocadores”], que culminó en el estallido del Mayo 68 en París y a escala mundial. Asistí a la puesta en marcha de la rebelión porque desde agosto 65 a julio 66 estuve de noviazgo con Diny y nos encontrábamos casi cada fin de semana en Ámsterdam. De aquella generación y la que le siguió (que es la de ***) apenas hay una mujer que no haya tenido una foto donde se la vea desnuda. Era la moda. Bien se autorretrataban ante un espejo vertical con la cámara tapándoles la cara pero los codos bastante alzados, para destacar los senos; o bien las retrataban sus amigos o algunos artistas que empezaban a inventar el “body painting”: entre las pérdidas que más lamento tras el incendio y el abandono de nuestro viejo apartamento está una colección de desnudos de una latina amiga mía, de una sesión de body painting donde ella fue el “lienzo” y el artista la convirtió en una sinfonía de colores. De toda la vida me ha apasionado el desnudo femenino. Me moriré con la pena de no haber visto la Venus de Velázquez en Londres, es una de las muchas que me llevaré al valle de Josafat. Y ahora le mandaré esta entrada a *** y le diré que no es que no la crea, es que no lo puedo creer.

Rodenkirchen, 28.8.

La Inquisición fue un juego de niños comparada con las clínicas de Radiología en nuestros tiempos. Para empezar te piden que te quedes en paños menores cuando de lo que se trata es de una IRM [imagen de resonancia magnética] de mi cráneo. Para seguir te clavan una aguja en el recodo del brazo para inyectarte un elemento de contraste. Y antes de meterte en el tubo te ahorman la cabeza, a la que previamente le han encasquetado dos auriculares king size (emperor size!), de tal modo que lo único que puedes mover son los párpados y la dirección de la mirada. Previamente, te entregan una cornetita que tiene adosado un globito rojo de goma, hinchado, para si te duele algo hacerla sonar y detienen el proceso. Lo último que te dicen antes de conectarte es que el proceso dura 15’. Y en esos 15’ oyes todos los ruidos imaginables, y algunos hasta inimaginables, a una cantidad tal de decibelios que te volverías loco si el proceso durase 16’. Cuando te sacan del tubo y te vistes debes esperar el dictamen del especialista. Es lo único bueno del proceso: mi cráneo está en perfecto estado, y así se lo comunicarán, como es de precepto, a la Dra. Pega–Wolter. Mi suspiro de alivio es grande porque confieso que no las tenía todas conmigo.

De la Radiologie 360º con el bus al Bistro Verde, una sola parada, pero estoy algo estresado por la prueba pasada en el tubo maldito. Pido mi Rösti con salmón en salmuera, sin ensalada, y con una segunda copa de Chardonnay (la primera la tomo siempre como aperitivo). Hay pocos comensales. Una ejecutiva joven despacha su condumio mientras no pierde de vista su compu portátil. Hace años habría intentado contactar con ella, pero ahora, ya, para qué.

Viene Oskar, por fin, y nos alegramos infinito. Cuando llega la asistenta que viene a cambiarle el pañal a Diny y ponerle el pijama, se encierran las dos en el otro cuarto y Oskar aprovecha la ocasión para contarme algo que no quiere que la Oma se entere, y que explica su larga ausencia. Pasa que se cayó al suelo tan mal que se dislocó el hombro y tuvo que ser internado un par de días, y todavía está en observación médica. Me pide que no le diga nada a Diny, sería preocuparla por algo ya pasado. Luego, pues Diny anda empijamada, y además no le apetece un helado, bajamos Oskar y yo para tomar uno en el Cortina, y por segunda vez consecutiva está cerrado: como el ReWe, que está al lado, cierra recién  a las 10:00 pm, siempre me olvido de que el Cortina cierra a las 6:30. Entramos al ReWe para unas compras y Oskar me acompaña de regreso acá, cargando con las compras en la bolsa de la tienda del Recre que Montse me regaló. Luego nos damos un abrazo y nos despedimos hasta lo más pronto posible. Apenas se ha marchado llamo a Montse y le pregunto que por qué no me contó nada de la caída y el accidente de Oskar. Me responde que fue porque Oskar quería contármelo de una manera personal. Se me aquietan los ánimos, que andaban con ganas de pelea.

Rodenkirchen, 29.8.

En vista de que no llega la llamada convenida con Ulli, lo que quiere decir que sigue su tratamiento en la Clínica Universitaria, voy al Bistro Verde con Diny y sin Ulli ni Carlitos. Se decidió Diny hoy por unos garbanzos al curry, con arroz, que a su juicio, estaban buenísimos, felicitó a la cocinera vía Petra. Quien antes me había anunciado que en la cocina sólo quedaba una ración de gambas como para una cazuela, y que por eso la cazuela no aparecía en el menú del día, así es que la encargué, con ese pan artesanal que es pura gloria mojarlo en la salsa de tomate entreverada de ajo picado. Pero ando inquieto con el asunto de las manos y los pies de Ulli. Pobrecita, como si no tuviera bastante con la carga que le ha caído encima. La llamo a media tarde y me cuenta que le embadurnaron manos y pies durante horas y horas, hasta que la piel absorbiese por completo el ungüento, pero que tendrá que repetirlo hasta el viernes y además le entregarán unas instrucciones acerca de lo que debe hacer durante el fin de semana. Me anticipa que quiere venir a nuestra fiesta del domingo, pero que nos vayamos haciendo a la idea de que vendría con guantes blancos. Porca miseria!

Una cosa que se me escurrió anotar el domingo es que en la conversación con Rebeca salió a relucir el tema del trato que el personal de las Residencias de la Tercera Edad dispensa a sus habitantes. Le conté que en el Maternus es bastante solícito y a veces expansivo, con expresiones de cariño tales como “Meine Liebe, mein Liebchen [=mi amor, cariñito mío]”, y hay alguna que otra ATS que se despide con besos volados. Rebeca me dice que en la Residencia donde ella se desempeña eso está prohibido expressis verbis, así como el tuteo a los residentes. Son dos módulos distintos. Lo que no acierto a distinguir es cuál es el mejor de los dos. Yo, desde luego, acá no tuteo a nadie, pero Diny, en cambio, tutea a Dios y a Su Madre, como hubiera dicho mi abuela Remedios.

Rodenkirchen, 30.8.

A las 10:40 me pongo en marcha para mi cita con mi nuevo dentista, mejor dicho, mi nueva dentista, es una mujer, la Dra. Decking. Teníamos Diny y yo un buen dentista en Weiß, el Dr. Kleidon, pero en la situación en que nos encontramos ahora es preferible tener todos los médicos lo más cerca que sea posible. Además, quiero evitar los viajes a Weiß, ir allá tan sólo si me invitan Brigitte y Thomas. Es más, cuando viajo donde mi asesora fiscal, mi médico de cabecera y a lo de Montse, todos ellos en Sürth, desde la parada Zum Hedelsberg hasta después de la parada Hammerschmidtstraße, es decir, todo el recorrido por Weiß lo hago con los ojos cerrados. Me resulta doloroso ver el lugar donde viví tan feliz 47 años, a falta de sólo 24 días. Es infantil, lo sé, pero no es infantil que me duela.

La Dra. Decking es una mujer sorprendentemente joven, le calculo un máximo de 35 años. Explora mi dentadura y decide que me hagan una radiografía de la mandíbula. Dicho sea de paso, me doy cuenta de que el instrumental en este consultorio va varios años por delante del que sigue usando el Dr. Kleidon, en Weiß. Me dice la Dra. que hay tres dientes insalvables en la fila de arriba. Que en la de abajo puede usar rellenos en los agujeros que hay, pero a esos tres de arriba no los salva ni Dios metido a odontólogo. (Ella no lo formuló así, pero sólo por no ser andaluza). De todos modos lo va a intentar, pero sin darme una garantía de que funcione la treta que se le ha ocurrido y que me explica en detalle, con ayuda de un dibujo que me hace. Agendamos que empezaremos el tratamiento lo más pronto posible, el segundo viernes de septiembre, el de la próxima semana. Salgo del consultorio con la convicción de que estoy en muy buenas manos.

Camino hasta el Steeps, llego a las 12:17, y me lo encuentro cerrado a cal y canto. Amén de ello, y como éramos pocos y la abuelita salió de noche, desde el consultorio hasta el Steep’s vine bajo la lluvia que unos llaman sirimiri y otros calabobos. Como no hay reacción desde el interior del Steep’s me mando mudar al chino. Encargo mi Chardonnay, mis langostinos empanados y mis pinchos de gambas en tempura, y como y bebo lentamente, saboreándolo todo casi como un condenado a muerte (se me ocurrió pensar en eso, ¿qué me dice al respecto, Dr. Freud?) Y regresé al Maternus bajo el calabobos, me tendí a dormir una siesta de dos horas y luego estuve componiendo mi The Twitter’s Digest de esta semana para Nexos, y despachando alguna correspondencia atrasadísima.

Rodenkirchen, 31.8.

Vino Montse para acompañar a Diny a hacer unas compras y concertar una cita con la dermatóloga, a cuenta de una mancha que le ha salido en la pierna derecha y podría ser cancerígena. Apenas llega ya me despido de ella porque tengo una cita con mi asesora fiscal para firmar mi declaración a Hacienda correspondiente al 2021, hoy se cumple el último plazo en que se puede hacer si se cuenta con un asesor fiscal. Llego puntual y converso una ½ hora con Frau Vogelbacher, quien me explica que voy a tener que pagar unos 3.000 y pico de € porque ese año, no sé por qué causa, no pagué los anticipos trimestrales que son de precepto en este país. Como contaba con ello, el susto no es tan grande Pero luego ella me instruye acerca de todos los pagos de los que debo guardar copia y tengan que ver con la enfermedad de Diny y el grado con que fue calificada por la Asistencia Social. Nos despedimos muy cordiales, nos caemos mutuamente bien y eso es fundamental en un trabajo como el suyo.

Desde la parada cerca de la oficina de Frau Vogelbacher llamo a Montse, le digo que pueden bajar a encontrarse conmigo a las 12 en la Recepción del Maternus para ir a almorzar juntos en el Steep’s. Para mi sorpresa se reúnen conmigo no viniendo de nuestro apartamento, sino de la calle. Consiguieron una cita con la dermatóloga para mañana a las 9:30 am, así es que Montse vendrá a buscar a Diny a las 9. En  el Steep’s  no está hoy Tom. Encarga Diny el menú del día, pero sin la sopa, Montse un plato de curry tailandés, y yo hígado de ternera à la berlinesa y con papas asadas en vez del arroz, lo que me supone 2 € de recargo en el precio, que pago gustoso. Los tres quedamos supersatisfechos.

Recibo un email de Sirio diciéndome que mañana viaja a Marruecos por nueve días, es el regalo que le hace a su madre, por su 70.º cumpleaños. Le contesto: «Te deseo unas felices vacaciones con tu madre en Marruecos, país que sé maravilloso pero nunca he visitado aunque siempre tuve el deseo de ir a Marrakech a saludar a uno de mis mecenas, Juan Goytisolo, para mi gusto el mejor escritor español de la posguerra, ¡¡¡y el primero, nada menos que desde el arcipreste de Hita (c. 1283-c. 1350), en hablar árabe!!! Está enterrado en Larache, al lado de su amigo Jean Genet, el autor de Diario de un ladrón, libro que no debes dejar de leer. Y de mi querido Juan, no dejes de leer su novela Señas de identidad. En el anexo te mando lo que escribí sobre él cuando murió, para que conozcas su grandeza de alma».

Rodenkirchen, 1.9.

Montse llegó a las 9:00 am en punto y acompañó a Diny donde la dermatóloga, al final de la cuadra que comienza en la farmacia, es lo bueno de Rodenkirchen, que lo tenemos todo a la mano. La Dra. Hölker, que ya conoce a Diny, le ha tomado con anestesia local muestras sospechosas de la piel, y Diny deberá volver el día 15 para conocer el diagnóstico. Oremus.

Apareeció mi columna en EE y provocó un comentario tan prescindible como no atinente al tema de la misma, que respondí de manera tajante y poco menos que mandando al carajo al forista. Lo que a su vez provocó el comentario de otro llamado Mirón: «Muy bien, don Ricardo». Pues eso, joder.

Montse no se pudo quedar a almorzar con nosotros, así es que fuimos Diny y yo solos al chino, en el que Diny pidió un puchero de carne de res con pimientos y champiñones, y yo mi pescaíto frito con salsa agridulce, y ambos, de entrada, el cuenco de sopa pekinesa con cucharita de porcelana.

Rodenkirchen, 2.9.

Llamó Paul para avisar que no podía venir hoy a almorzar con nosotros en el Bistro Verde, y casi a continuación llamó Chico para decirnos que estaba pensando visitarnos y llegaría dentro de una hora, así es que le pedí que se diese prisa y acudiera directamente al Bistro Verde, donde ya estaríamos y le invitábamos a comer. Como así fue, llegó cuando nosotros ya habíamos empezado, Diny el plato del día (fricasé de pollo, uno de sus favoritos) y yo mi Rösti con salmón en salmuera y sin ensaladalo que tuvo como consecuencia que Petra me trajese cuatro en vez de tres Rösti y una lonchita más de salmón. Chico, al llegar, encargó una salchicha de ternera con ensalada de col de Milán, que –según mi dilecta amiga Miss Hortensia Google– también se conoce como repollo de hoja rizada. Luego vinimos acá y Chico ubicó el reloj del recibidor encima de la puerta de la cocina, porque donde estaba no se podía ver la hora desde que él mismo instaló el perchero, cuya ropa colgada lo tapaba. Después fue, con Diny, a comprar en ReWe una sartén idónea para freír la tortilla española con la que va a participar en el encuentro familiar de mañana, a las 2:30 pm en el Club Room del Maternus.

Que no se me olvide: El domingo pasado, comiendo en Steep’s, cuando terminé de contarle a Rebeca mi paso por las diez sesiones de acupuntura, Diny me preguntó de pronto si yo padecía algo del corazón. Le dije que no y que por qué me lo preguntaba. «Por las pastillas para el corazón que he visto en nuestro botiquín», respondió. Le contesté que en nuestro botiquín no había tales pastillas, y luego siguió la conversación y me olvidé del asunto. Esta mañana saqué de su envase la lámina blíster (gracias, Rodrigo) con las últimas diez cápsulas de Pregabalin, el remedio que me recetó Sirio contra los dolores nerviosos en la pierna derecha. Y ahí me cayó el vintén, como se dice en el Río de la Plata; en el envase leí PREGABALIN. Hartkapseln, es decir “cápsulas (de gelatina) dura”. Y como la palabra “cápsula” se escribe igual en neerlandés que en alemán, lo que a Diny se le quedó en la memoria fue “Hart”, que en alemán significa “dura/o” pero en neerlandés “corazón”. Entendí así pues su preocupación y sonreí con indecible ternura. Lo que no puedo es explicarle su error, porque no lo entendería.

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