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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 36 / 2011

De mi Diario : Semana 36 / 2011


Weiß/Colonia, 4.9. (1)

Diny se marchó temprano a Holanda: día de encuentro familiar. A mí me basta uno al año. (Mejor al quinquenio, pero me tacharían de nostálgico de los soviets). A los Hansen, nanay de la China: ellos necesitan verse a cada rato. Y si no tienen una excusa para hacerlo, se la inventan.

[Al regreso, Diny me cuenta que hubo bronca, como siempre sucede en semejantes encuentros (una razón más para no celebrarlos, excepto los Hansen, que son masoquistas por naturaleza), y que terminó por decirles que a ella le bastaba un encuentro cada cinco años. ¡¡¡Ósmosis!!!]

 

Weiß/Colonia, 4.9. (2)

La columna de Héctor hoy en El Espectador. Más que clara, nítida; más que convincente, contundente. Y esta frase para el continuo recuerdo: «Varias veces me invitaron a ir al Caguán, como periodista, a conocer a los guerrilleros. Me salvó de esa vergüenza una alergia que tengo de nacimiento: se me ampolla la mano si se la doy a un asesino».

 

Weiß/Colonia, 4.9. (3)

La semana pasada terminó la primera temporada de la serie de Maria Wern, la detective sueca en la isla de Gotland, y hoy la última de la serie de Tony Hill, el sicólogo inglés que colabora con la policía de Bradfield, una ciudad imaginaria. Y lo que veo repasando la programación de las próximas semanas son puras repeticiones de series viejas. Pero al menos hay un montón de pelis que puedo ver de nuevo. Me pregunto qué sería de mí sin el cine y las teleseries. Mejor ni siquiera lo pienso a fondo, podrían entrarme ganas hasta de escribir una novela, qué horror.

 

Weiß/Colonia, 5.9. (1)

Marta y Enrique nos mandan desde Baires una postal muy linda, o mejor, muy cronopia, de Julio Cortázar con fasos (uno entre los labios, sin humo, y otro entre los dedos, humeando), la torre Eifel y su máquina de escribir. Me ha hecho buscar en mi archivo las tres o cuatro postales que me envió a lo largo de nuestra correspondencia. En una, desde Nairobi, 15.2.77, me dice: «La postal es para que veas que vale la pena pasar un mes y medio en Kenia», y muestra a una bellísima joven negra de torso desnudo y pezones enhiestos del modo que los cronistas taurinos llaman “corniveleto” refiriéndose a las astas del morlaco. En otra, desde Deyá/Mallorca, desde la casa de Claribel Alegría, me desafía: «Si entendés la foto, diez puntos», y es que la postal muestra algo que debe ser muy típico en alguna fiesta popular en Pamplona, con un hombre ataviado de manera multicolor y largo asimétrico en los pantalones, que parece estar levitando sobre un vaso de vino en el centro de la plaza de toros, algo absolutamente surrealista. Y en una tercera, francesa, seis figuras alrededor de Buffalo Bill: Crew Eagle y Julio flanqueando detrás, de pie, al legendario BB, y delante, «assis, Julio Silva, Sitting Bull et Johnny Baker». El Gran Cronopio me comenta al dorso: «Espero que admires con qué majestad me apoyo en el bastón. (Y el chiste involuntario de un francés ignorante: “Sentado Sitting Bull”!!)»

 

Weiß/Colonia, 5.9. (2)

Me escribe Anahí que de la editorial le piden un texto sobre el autor para la solapa de Límeri de Bueno Saire. Se lo escribo sobre el pucho (altiro, dirían en Chile): «A pesar del seudónimo italiano [Riccardo Cuore di Pagliaccio], Riccardo es español, por más señas andaluz, pero ya se sabe que nadie es perfecto. Nació en 1939, sobrevive en Alemania. Le han publicado un par de libros olvidables y espera que este no lo sea; por ello lo saca con seudónimo, ya que detesta la fama y la literatura, aunque se gane la vida como escribidor mercenario. Además de los limericks le gustan el cine, la música, el whisky de malta y las mujeres lindas y/o listas; el orden de esos factores no altera el producto, y lo mejor de su vida, según él, ha sido un paréntesis».

 

Weiß/Colonia, 5.9. (3)

Dos grandes alegrías hoy. La primera, enterarme de que Oskar regresó anoche a casa con Frank, e hicieron en la bici casi 400 km de los 494 de la distancia Basilea-Colonia; recién en Maguncia subieron al tren, hasta Coblenza, y luego en Remagen, hasta Colonia Sur, desde donde sin parar, por la orilla del Rhin y a toda pastilla, pedalearon hasta Sürth; estoy súper orgulloso de él. Y la segunda es que hoy subió a la página de Nexos mi primera columna Twitter’s Digest. Cheers!

 

Weiß/Colonia, 6.9., primera hora de la noche

Una grandiosa documentación de 55’ en el canal Arte sobre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Me habría gustado tener a mi lado viéndola a Luis Tovar, Ricardo Silva Romero y Rolando Hinojosa, y que todos ellos entendieran alemán, pero hasta sin eso, yo les hubiera ido traduciendo. Anoto nada más lo que recuerdo antes de que Escocia me lo borre de la memoria. 1886: se publican Más allá del Bien y del Mal, de Nietzsche, y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, todo ello sobre el telón de fondo de la reciente publicación de El origen de las especies, de Darwin, que le procura al posterior imaginario visual del relato de Stevenson la figura simiesca de Mr. Hyde, como si fuera una regresión de la evolución, sin tomar en cuenta que el Dr. Jekyll no es ni puede ser la encarnación del Bien, dado que sólo es un hombre normal, con las virtudes pero también los defectos de todos nosotros, que él ha conseguido agavillar para producir químicamente un precipitado de ello. Años después Kirchner ilustra el relato El hombre que vendió su sombra, de Chamisso, con unos motivos que remiten a Jekyll y Hyde. Pero el verdadero “medium” del mensaje es el cine, y su clímax la metamorfosis visual de un ser en otro, a la que asistimos en primera fila. Hélas! : De la primera versión fílmada en 1908 no existe copia, así como tampoco de la de Murnau, nada más el mecanuscrito de su guión en la Cinématheque Française. (La de Fritz Lang tampoco fue filmada). Sí las hay de la de Conrad Veidt como protagonista. Entra Hollywood en liza, sobre todo con John Barrymore, que Stan Laurel (antes de Oliver Hardy) parodia de un modo perfecto. Entretanto Hitler llega al poder y los alemanes sacan a flote su Mr. Hyde sin cambiar de rostro en la quema de libros. Exiliado en California, Thomas Mann asiste al estreno de la versión con Spencer Tracy e Ingrid Bergman y lo refleja en su diario. Por cierto que en el original de Stevenson no aparecen mujeres: ellas son el aporte del cine a su mito. Y luego, conforme avanzan los años, Mr. Hyde se sofistica cada vez más hasta el punto de que ya no se distingue físicamente del Dr. Jekyll: también él es un gentleman. Y las últimas palabras de Stevenson a su esposa (según Nabokov) antes de sufrir el derrame cerebral que lo ful[l]minó en Samoa: «¿Qué me miras así?, ¿he cambiado de cara?» ¿El Dr. Jekyll y Mr. Stevenson? Ojalá esta documentación extraordinaria sea pronto asequible para todos los cinéfilos en la ecúmene. Tratándose de un plot del que hay ± 100 versiones distintas (entre ellas la sui géneris de Jerry Lewis, y una, divertidísima, de Tom & Jerry), sería lo mínimo. Y ahora sí, Escocia me espera. «It’s a long way to Tipperary» Ay carajo, no, eso es en Irlanda. Ya empezamos

 

Weiß/Colonia, 7.9., primera hora del día

En Twitter, los tuiteros colombianos abrieron un nuevo #hashtag (que es un tópico o tema que se puede rastrear fácil. Por ejemplo, si todos empiezan a tuitear sobre culos, ponen #culos, de manera que cualquiera que programe ese hashtag en el buscador, rastrea rápido lo que los demás usuarios dicen al respecto). Y el nuevo #hashtag fue #FrasesaterradorasdelahistoriadeColombia. Le escribo a Anacrís que la frase más aterradora de la Historia de Colombia es «Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia», con la que concluye el párrafo inicial de La vorágine. Y por desgracia no creo equivocarme ni tanto así.

[Por la mañana : Anacrís incluyó mi sugerencia en su cuenta T, pero lo hizo así:

#FrasesaterradorasdelahistoriadeColombia «Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia» (Ricardo Bada) con el resultado de que ahora la gente creerá que me atribuyo una frase del pobre José Eustasio Rivera; le escribo inmediatamente para que, por favor, desfaga el entuerto].

 

Weiß/Colonia, 7.9., segunda hora del día

Me voy a dormir después de ver Mogambo por enésima vez. Me encanta verla teniendo siempre presente que la primera vez, allá por 1954, 1955, fue en un cine de verano (=open air, decimos los puristas) en Huelva: ese doblaje donde Ava Gardner y Clark Gable eran hermanos y, por lo tanto, incestuosos, ¡el mayor autogol que se mandó la censura franquista en toda su puta vida!

 

Weiß/Colonia, 7.9. (1)

Diny recibe (le toca su turno) la visita de su grupo ecologista, y la costumbre es que la anfitriona lo agasaje con un brunch. Ergo, el marido debe partir al exilio. El país Montserrat me concedió derecho de asilo a cambio de ocuparme hasta el mediodía con un ciudadano suyo de 19 meses que responde al nombre de Henri [de segundo nombre Jonas, como el de la ballena]. De modo que a él encamineme, y encontreme allá además con un segundo ciudadano de 14 años, enfermo simultáneo de una conjuntivitis al gliso derecho y de una otitis, y que responde al nombre de Paul. Arribó al poco, procedente de la institución lectiva donde lo liman y pulen, otro ciudadano  montserratiano, de 12 años, de nombre Oskar, que saludome a la manera esquimal refregándome la nariz contra la indefensa mejilla. Y en verdad en verdad os digo que lo pasé de puta madre en ese exilio, máxime que el país anfitrión obsequiome con baguette recién salida del horno y una guarnición de trucha ahumada. Alabado sea el santísimo sacramento del altar. (¡Y esas sonrisas y risas de Henri, por todos los dioses, son algo tan indescriptible, hermoso y reconfortante!, ¡qué bendición para todos es esta criatura que parece un rayo de sol barzoneando por la casa!)

 

Weiß/Colonia, 7.9. (3)

Hay en Twitter mucha gente que no parece que sea tonta de nacimiento sino curiosamente de vocación: @andrewholes anda medio Don Quijote combatiendo contra un par de ellos. Le he aconsejado que no lo haga, porque la vocacionalidad de tantísima tontería está focalizada en que se hable de ellos, sobre todo si es mal, pues tal parece que se divierten así. Lo mejor sería ignorarlos tan por completo que se escabecharan en su propia salsa de vinagre de ombligo.

 

Weiß/Colonia, 8.9.

Salí con la bici a la farmacia y a franquear un paquete de libros en la oficina postal. Y a pesar de esa lluvia finita finita que los españoles llaman tan gráficamente calabobos, me alegré una vez más de vivir en un pueblo chico donde, por ejemplo, en la farmacia me conocen y me despachan las medicinas aunque no tenga la receta. La del CoDiovan en este caso. Llamé el miércoles de la semana pasada donde mi cardiólogo, para pedirla, y me la enviaron por correo. Este lunes, como no la había recibido, llamé de nuevo para reclamar y me mandaron un duplicado, también por  correo. Y estamos a jueves y no han llegado ni el original ni el duplicado, y se me acabaron las pastillas que tenía. Así es que voy a la farmacia, lo explico, y sin mayor problema me entregan el nuevo paquete hasta que la receta llegue, si es que llega, pues si no la tendré que ir a buscar a la consulta, de córpore insepulto (todavía). Mierda. El correo alemán no es más lo que nunca fue¿o qué coño es lo que se debe decir en estos casos?  Porque desde la consulta de mi cardiólogo a mi casa son menos de 4 km. en línea recta. Otra vez mierda.

 

Weiß/Colonia, 9.9. (1)

Mis dos primeras actividades al levantarme por las mañanas, y antes de desayunar, son la lectura y el despacho de la correspondencia llegada durante la noche, y si la correspondencia no ha sido mucha, consultar 3 cuentas Twitter que adoro, a ver qué les descubro. Hoy son estos tres tuits:

@MafaldaQuotes: «Qué tranquilidad reinaría en el mundo si Marx no hubiera tomado la sopa».

@gre_cia_m: “Si el dinero no compra la felicidad, ¿qué hago siendo tan feliz con este vibrador que acabo de comprar?”

@Dios_Padre: “¿Qué pensarían si les digo que el universo no es más que mi proyecto de ciencias de 9° grado de la High School for Gods?”  Y otro tuitero le pregunta que cuál fue su calificación, y Dios_Padre le responde: «¡REPROBÉ!» (En España diría «Me suspendieron»).

 

Weiß/Colonia, 9.9. (2)

El corresponsal del diario en México no es malo, pero sí esclavo de ciertos clichés, de muletillas del idioma y que al idioma le permiten vengarse de quienes lo abusan. En un reportaje a toda plana, hoy, sobre Monterrey, centro industrial de México y escenario de una de las batallas más  cruentas en el mundo del narcotráfico, este corresponsal afirma que en el curso de la ofensiva del presidente Calderón contra las mafias hay ya «unas 40.000 víctimas que lamentar, en total». ¿Cómo en total?  ¿Está seguro el corresponsal de que también hay que lamentar como víctimas a los ultimados dentro de las bandas asesinas, bien por ajustes de cuentas internos, o por la acción del ejército y la policía federales?  A mí, la verdad, el humanismo no me alcanza para tanto.

 

Weiß/Colonia, 9.9. (3)

Ha sido una tarea ímproba, seis horas trabajando para implementarle 30 enlaces al texto del post que subiré a mi blog bogotano el próximo miércoles. Será sobre la encuesta #30Libros que se le ocurrió al bloguero Mauricio Montenegro, en Colombia. El enlace que más feliz me ha hecho es uno que sólo indirectamente tiene que ver con el libro en cuestión; es nada más que una herencia, una secuela suya, y al mismo tiempo un elocuente homenaje: http://www.red-redial.net/ong-82.html  

 

Weiß/Colonia, 10.9.

20 años de la Casa Heinrich Böll, en Langenbroich. Como soy miembro del comité de admisión de becarios considero mi deber ir allá. Nunca lo hiciera. Carlitos decidió ir por la carretera y no por la autopista, y eligió precisamente el instante en que los semáforos se descoordinan, de tal modo que tuvimos que detenernos delante de todos y cada uno de los 17.856 (o 57) semáforos que hay entre Colonia y Langenbroich. Lo positivo fue que así nos evitamos los tres primeros discursos. Lo negativo que habían programado de últimas el más largo y aburrido, plano como el encefalograma de un difunto, y amén de ello el orador pifia el título de una novela emblemática de Böll llamándola Billar a las 10, ¡la hizo empezar ½ hora más tarde!  Menos mal que pudimos sentarnos a la sombra en el murete de un jardín frente a la entrada principal de la Casa HB, con Iuslenis y Jorge Luis, que han acudido también, en compañía de sus dos hijos; Karina ya una medio mujercita que habla con acento español. Saludamos a Sigrun y comentamos que faltan postulantes del mundo latinoamericano desde hace tiempo. Nuestro último becario latino fue Rolando Sánchez Mejías hace cinco años. Contemplo desde mi asiento en una vieja piedra sillar, bajo el ginkgo, los cinco mástiles donde han colgado tiras de madera con los nombres de los 150 becarios que entretanto han pasado por esta Casa. Poco a poco logro identificar los “míos”, los elegidos, propuestos y/o animados por mí: Lizandro Chávez Alfaro con Lillian, después Jacinta Escudos, un par de años más tarde Eva Durán. Además de Rolando. Al bueno de Amir Valle no fui yo quien lo propuso y resultó elegido con los votos de los otros dos miembros del comité: la razón es que a Amir nadie le explicó que en el comité había alguien que leía directamente en su idioma y presentó la postulación con textos suyos traducidos al inglés y al alemán; y cuando me enteré de que mis compañeros de comité se habían entusiasmado con él, les argumenté que aunque yo estuviera en contra la votación daría 2:1, y que me negaba a leer a un autor cubano en un idioma que no fuese el español. Después, Amir y yo, claro está, nos hicimos amigos. Pero ahora, recapitulando todo esto, ahí, bajo el árbol del milenio, de repente, me siento muy viejo y muy cansado. Y el día no ayuda para nada a que uno se sienta mejor. Decido tomarme una copa de vino blanco, frío, y pasear lentamente por el jardín, recreando interiormente mucho de la atmósfera en que se desenvuelve, en otro lugar muy lejano, pero idéntico, la novela de mi tocaya Ricarda Huch que traduzco en estos días. Al menos por ello, éste no ha sido un viaje perdido.

 

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