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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 36 / 2012

De mi Diario : Semana 36 / 2012


 

Weiß/Colonia, 2.9., primeras horas de la noche

Es en noches como esta es cuando más siento la intensidad de mi deseo de morirme de una puta vez. Luego lo pienso, después de escribirlo y leerlo, y no es tanto el deseo de morir, no, qué estúpido, sino el de no seguir viviendo. Antes, escribía entradas como esta en rojo y sólo las leía quien yo quería que las leyese. Ya qué más da. Qué más da de todo.

 

Weiß/Colonia, 2.9.

En mi impagable Calendario religioso, astronómico y literario (Arreglado al Meridiano de Barcelona según el horario de España, con el Santoral del Martirologio Romano Español), por Fray Ramón, Ermitaño de los Pirineos, descubro que hoy se celebra la festividad de Santa Ingrid, monja, y le regalo a @todoalnatural este tuit: «“Las algas son los harapos / del traje de las sirenas” (António Nobre, poeta portugués, 1867–1900, traducción de Fernando Maristany)». Me siento boy scout, y eso me saca un poco del alicaimiento en que vivo desde el viernes. Y al rato recuerdo que compré una vez otro ejemplar de ese Calendario para regalárselo a Héctor, que estaba fascinado por mi sabiduria hagiográfica y tuve que sacarlo del error. Le entregué ese tan precioso librito [vamos a ver si encuentro el dato en mis archivos] el 12.10.2006 en Lieja. Ahí fue además donde conocí a Carolina Sanín, y después de chocar polémicamente un par de veces con ella terminamos por ser algo así como amigos. Desde que dejó su columna en EE la he perdido de vista por completo.

 

Weiß/Colonia, 3.9. (1)

Inesperadamente Henri con nosotros, llamó Montse a las 9 am si podíamos hacernos cargo de él hoy, y de plano le dijimos que no, que de ninguna manera, que un niño de dos años y ½ resulta un engorro en una residencia de ancianos como es nuestro apartamento, en fin, que Diny fue en el bus a buscarlo y lo trajo a casa y llegó y la llenó de un sol que no estaba en el cielo. Lo saqué de paseo a mediodía, pa que viese sus caballos en los potreros ribereños y los barcos en el Rhin. Pero caballos no había hoy. A cambio, en el primer potrero, dos monigotes hechos con los rollos cilíndricos de la cosecha de heno y adornados con lonas de distintos colores, de tal manera que parecen una pareja de campesinos, a Henri le divirtieron mucho. Luego, sentados en un banco a la orilla del río padre, vimos desfilar majestuosamente, río arriba, la gabarra Phoenix. Y al volver a casa nos encontramos en el camino con Herr Wefels, que nos acompañó hasta acá, sin parar de hablar, como es costumbre suya, y a mí me distrae mucho. Sobre todo como cuando hoy me dice por enésima vez: «Ah, y estaba deseando volverle a ver para preguntarle algo que oí el otro día en la radio, en una canción, y me dije que cuando me volviese a encontrar con usted se lo iba a preguntar; ¿qué significa “A Dios le pido”?» Se lo explico por enésima vez y se le nota que se alegra por ese ¿nuevo? conocimiento del idioma castellano que ¿acaba? de adquirir.

 

Weiß/Colonia, 3.9. (2)

Una amiga colombiana me dice que hoy entrevistará a Maria Kodama, que cuáles preguntas yo le haría. Le paso una lista de seis: «¿Cuál era el número de la mala suerte para Borges, tanto que si le daban en un hotel una habitación con ese número pedía que se la cambiaran? (Si te pregunta que cómo lo sabes, dile que yo te lo conté de cuándo ellos estuvieron en Bonn y acudí al hotel a saludarlos). ¿Cuál es su candidato para el Nobel de este año? ¿Tiene noticia de la existencia de cuentas Twitter con frases (reales o inventadas) de Borges? ¿Por qué no admite la paternidad de Borges en el caso del soneto citado en El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince? ¿Se ha dado alguna vez el caso de estar en Europa y no ir a visitar su tumba en Ginebra? ¿Queda todavía obra inédita de Borges?»  Pensándolo bien, la del soneto en el libro de Héctor tendría que ser la última, porque capaz que se cabrea y corta la entrevista en ese punto.

 

Weiß/Colonia, 3.9. (3)

Vi un tuit de @todoalnatural donde decía que «Los baños públicos son el reflejo innegable de la cultura de un país» y le pasé mi artículo de junio 2006, en Nexos, donde cité largamente unos pasajes sobre baños públicos en México D.F., de la novela de Fernando Cobo Espuma de sol en un verano oscuro, editada en 1990 por una editorial casi artesanal de Cuernavaca. Me contesta algo muy divertido: «Tanto el sentido común como la cultura se reflejan en cosas tan pequeñas como las condiciones en las que dejas un baño, y para mí también es tortuoso ir a uno público aunque a veces no me pueda escapar de tan penosa tarea; no penosa por el acto como tal, sino por todo lo que implica desde la entrada hasta la salida, las condiciones de las puertas, los pisos, olores, y toda clase de infamias que uno puede llegar a encontrar. Para mi sorpresa, debo decir que los peores son los de las mujeres, y eso me ha llevado a colarme a baños de hombres en algunas bodas, centros comerciales y hasta velorios; no me incomodan las miradas a la salida, por fortuna no seré cara dura pero sí cara pálida, sólo el licor y la fiebre me sonrojan». Le cuento acerca de un libro muy curioso, de una profesora de la Facultad de Pedagogía de Montevideo. Esta mujer, cuando por razones fisiológicas debía acudir a los baños de la Facultad, descubrió que sus paredes estaban atiborradas de grafittis de una salacidad y una pornografía del todo incompatibles con el futuro profesional de las autoras: pues ellas, en buena ley, debían ser las maestras de las escuelas del futuro. Para su espanto, confirmó el descubrimiento en los baños de las cafeterías y los bares cercanos a la Facultad. Ni corta ni perezosa, y pertrechada con una libreta ad hoc, se dedicó durante meses a copiar una por una las tales pintadas; y el resultado es un libro que menos mal que la Iglesia ya no quema a los pecadores en un auto de fe llevado a cabo en la plaza mayor de la ciudad. Copiaré acá una que tan sólo a  primera vista resulta sicalíptica. En realidad –si nos detuviésemos a analizarla– es de una ternura conmovedora, cuasi maternal. Y dice así: SI SOS VIRGEN, COMENZÁ CON PIJAS CHICAS.

 

Weiß/Colonia, 4.9.

Carlitos viene a buscarme para ir a nuestro almuerzo de los martes en La Modicana y me regala el magazín cultural de Der Spiegel, porque trae un artículo de dos páginas, firmado por Tobias Becker y dedicado al tuit. Si los intelectuales alemanes ya empiezan a dedicarle atención al tuit, va a ser cosa de que el resto del mundo, y sobre todo la crítica literaria de ceño fruncido y nariz arrugada, se lo tome en serio. Dice Becker que gente como Schopenhauer y Pascal y Schnitzler tuitearían hoy. Y cita a Karl Kraus, dos veces, como precursor del tuit: «Hay escritores que son capaces de expresar en veinte páginas aquello para lo cual a veces necesito hasta dos líneas» + «Una idea nueva debe formularse como si el pajarito hubiera olvidado contárnosla». También cita numerosos ejemplos de buenos tuits alemanes que a veces, en la traducción, exceden de 140 caracteres: «Para ser terrorista de derecha tienes que matar y poner bombas 13 años, para serlo de izquierda demoler un auto, y para serlo islamista llevar un reloj de pulsera Casio», «Estoy entretanto tan por encima de todas las cosas que ya ni sé de qué cosas se trata», «¿Te aburres contigo mismo tanto como me aburres?» No cita, curiosamente, a la única tuitera alemana que he traducido para mi The Twitter’s Digest, Marina Weisband, del partido de Los Piratas en el Senado de Berlín, cuyo mote es @afelia, y quien se debe una dimensión Twitter del Aleph de Borges: «¿Que nada más debe tener 140 caracteres?  Pero si en 140 caracteres cabe un enlace ¡y por lo tanto, potencialmente, todo el mundo!»  Ecco!

 

Weiß/Colonia, 5.9.

Terremoto en Costa Rica y, en un principio, amenaza de tsunami en Centroamérica. Me avisa Tuti e inmediatamente envío un email a todos los amigos ticos, y a la profe Silvia Volckmann, que anda por allá haciendo turismo; que me digan que están indemnes para quedarme tranquilo. El primero que reacciona es Inti, luego uno a uno los demás. Marjorie preocupada porque hay amenaza de réplicas y se ha pedido a la población que no salga a la calle, pero justamente se ha citado con la profe, y no la localiza. Al fin lo consigue, y tal parece que la profe está dispuesta a aventurarse a salir. No gana uno para sustos con los amigos. Ojalá Marjorie la convenza de que haga patria, arguyéndole que la actitud más alemana en caso de terremoto consiste en quedarse en casa estudiando del modo más concienzudo un grueso tratado de Sismología. Enter.

 

Weiß/Colonia, 6.9., primera hora de la noche

Me escribe Fabio desde San Marcos/Tarrazú, en la Costa Rica profunda, para decirme que no hay nada que lamentar en su casa ni en su familia, y le contesto que para otra vez, si llega el sismo, que lo agarre leyendo El terremoto en Chile, de Heinrich von Kleist: «Un lector de tus quilates debería morir dejando un ejemplo de congruencia».

 

Weiß/Colonia, 6.9. (1)

Creo que ya tengo el tema para mi próxima columna en El Espectador. Un verso intraducible de Cyrano de Bergerac, encontrado en el Diccionario de Citas de Vicente Vega: «Un point rose qu’on met sur l’i du verbe aimer». Don Vicente añade un comentario: «Deliciosa definición del beso que da Cyrano a Roxana en la escena IX del acto III de la famosa obra de Rostand y que preferimos no traducir; realmente, es intraducible». Claro que no, prudente don Vicente, «Un punto rosa puesto sobre la i del verbo amar» sería la traducción literalpero el verbo amar, en español, no incluye la letra i, como tampoco el italiano amare, ni el inglés love. Sí en cambio el alemán lieben, y así pues al alemán podría traducirse: «Ein rosa Punkt auf das i des Verbes lieben». Y al neerlandés: «Een roze punt op de i van het werkwoord liefhebben». Así como también al catalán, donde amar es estimar. Ahora nomás hay que trabajar la idea y sacarse de la manga los 2.600 espacios de la columna. Con los de esta entrada ya tengo 815. Mica male!

 

Weiß/Colonia, 6.9. (2)

Ayer me llegó la última entrega de la saga de Mariana de Marco (además dedicada por José María), y esa es una de las que menda no perdona, así es que apenas despache un par de emails que debo contestar de modo impajaritable, le hinco el diente. Además me atrae mucho el hecho de que transcurre a bordo de uno de esos barcos que navegan por el Nilo de crucero. Mariana de  Marco extramuros de la vieja y provinciana España. Y en el mismo escenario que Muerte en el Nilo, de Agatha Christie. Mi frase favorita de doña Agatha: «El mal nunca queda sin castigo, pero a veces el castigo es secreto». Vamos a ver cómo es la vaina en este caso, doña Mariana.

 

Weiß/Colonia, 7.9. (1)

Mi especialidá es la ropa vieja. Cocí arroz en caldo de res soluble instantáneo, eché parte del caldo sobre el resto de garbanzos con tomate y albahaca que quedó de antier, escurrí el arroz y lo añadí a los garbanzos, lo revolví todo y lo calenté un par de minutos. ¡Exquisito! Bocuse qué. Para redondear el día le he pedido a Diny que me traiga una bullabesa congelada de Costa, cuando regrese de lo de Montse, y la descongelaré añadiendo el resto del abadejo en salsa que sobró ayer del almuerzo. De morir, que nos agarre la Parca con la panza y el paladar contentos. Y que le den por culo al culo, como decía la abuela Remedios, que era una sabia.

 

Weiß/Colonia, 7.9. (2)

Mientras Diny ve la tele y yo me preparo mi cena, suena el timbre de la puerta. Son los nuevos vecinos, del piso de arriba, un matrimonio joven con dos hijos, el varón de unos 13, 14 años, como nuestro Paul; la niña, Karina, de unos seis o siete. Nos traen una planta como tarjeta de visita en señal de buena vecindad. Y como yo, al abrir la puerta, andaba con una cacerola en las manos, se sorprenden de que los invitemos a entrar en nuestro piso (no es habitual en Alemania) y les hagamos los honores de la casa, y en esas descubrimos que la mamá de él es neerlandesa, como Diny, así es que pienso que hemos tenido suerte con el cambio de vecinos, a pesar del mucho afecto que les teníamos a los Garske y a su pequeño Emil, nuestro Henri de repuesto.

 

Weiß/Colonia, 8.9., primera hora del día

Gracias a los dioses sé que soy cobarde, y no me avergüenzo de ello. Joder, si somos la inmensa mayoría, me siento muy arropado.

 

Weiß/Colonia, 8.9. (1)

Haciendo huecos en el tiempo me jalé Muerte en primera clase en cinco o seis tragos, como un buen gintonic de los muchos que toma Mariana de Marco en esta nueva entrega de su saga, un gintonic de Bombay Sapphire (escribo guiñando el ojo, por la componente sáfica que cristaliza de manera inesperada). Es de las seis novelas de la saga la que más me ha gustado hasta ahora. Mañana le escribiré una carta a José María explicándole el porqué, necesito decantar un poco las primeras impresiones. First Impressions Fue el título original de Pride & Prejudice.

 

Weiß/Colonia, 8.9. (2) 

Pasó por casa Paul, para echarle una mano a la abuela en unos problemas que tenía con su compu portátil. Después dormí la siesta, y luego, igual que con el Tour de France, me puse a ver una única etapa de la Vuelta a España, la de hoy, la penúltima, con la espectacular subida a La Bola del Mundo. Aunque es posible que mañana, cuando regresemos del almuerzo en lo de Marlies & Osvaldo, en Linz del Rhin, también mire algo de la final en Madrid, pero será por volver a ver la Castellana, Cibeles, Recoletos, el Café Gijón, no a los ciclistas, ¡por Dios!, como diría el maestro Álvaro Mutis. En cambio, es poco lo que me perdí de los Paralímpicos, casi nomás esos deportes que no me interesan y de los que no entiendo ni fu ni fa. Y me enamoré de Hannah Cockcroft, a quien sus paisanos llaman Huracán Hannah, y es en verdad una fuera de serie. Estos sí que son héroes del deporte, los olímpicos qué. (Me parece que me repito, el alzhéimer ante portas).

 

***********FIN***********

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